Colonias explotacion

Esta situación se modificará. Si para la primera mitad del siglo XVII, la iniciativa de la colonización había sido de individuos o grupos privados; durante la segunda mitad de la centuria el gobierno inglés buscará tener un mayor control.  “Los celos y las diferencias de lealtad entre unas colonias y otras; el lenguaje de independencia empleado por algunas asambleas coloniales; el insolente desprecio de las órdenes reales en Massachusetts y otras partes; la dificultad de ejecutar las disposiciones sobre el comercio;
Todas estas circunstancias parecían reclamar la afirmación de una autoridad real unificadora”, sostiene Parry.

Las colonias de propiedades o las de carta real se fueron transformando en colonias de la Corona que comenzaría a nombrar a los gobernadores, en general provenientes de Inglaterra; consejos ejecutivos, jueces y altos oficiales; mientras que las asambleas coloniales continuaron votando impuesto y estableciendo leyes locales[2]. Al mismo tiempo, la política comercial comenzó a modificarse. A través de la Ley de Navegación (1660), la Ley de Mercado fijo (1633) y la Ley de Aduanas coloniales (1673); se delinearon las principales medidas para regular el comercio con las colonias. A las colonias se les dio el monopolio del mercado inglés para sus productos característicos y  pagarían impuestos más bajos que el resto de los productos extranjeros. Además,  el transporte comercial entre las colonias y la metrópoli pasaría a estar enteramente controlado por Inglaterra así como los artículos ingleses o extranjeros destinados a las colonias inglesas se embarcarían únicamente en puertos ingleses para aumentar los ingresos provenientes de la Aduana.  

Estas fueron las principales características del proceso colonizador de los ingleses. Varios puntos de contacto podemos encontrar entre el proceso descripto y el proceso francés. Estos últimos también recurrieron al uso de compañías por acciones de tipo mercantil para la fundación de colonias. Sin embargo, a diferencia de los ingleses,  la promoción de la colonización estuvo a cargo del gobierno así como también parte del capital invertido[3].  Con respecto a la estructura social, también se conformó un grupo de propietarios ya que las compañías concedían  grandes mercedes de tierra a sus directores y asociados que serían subarrendadas en pequeñas tenencias. Los franceses tuvieron dificultades para fomentar la emigración hacia América, debiendo enfrentar la misma escasez de mano de obra indígena por lo que recurrieron a mano de obra europea y más adelante, a la compra de esclavos para suplir la falta de brazos.

En la segunda mitad del siglo, el gobierno francés al igual que el inglés, reorganizará las posesiones americanas. La política reformista fue obra de un ministro del gobierno de Luis XIV, Colbert, quien seguía los principios de la doctrina mercantilista. Impulsó una serie de medidas como la abolición de las antiguas compañías y la concesión de la colonización a una sola, la  Compañía del Occidente,  que operaría como agente de la Corona hasta que estos poderes pasaron directamente a la monarquía. En cuanto a su forma de gobierno; en las colonias francesas los gobernadores eran asistidos por los intendentes al mismo tiempo que eran asesorados por consejos que cumplían funciones judiciales.

Con respecto a la organización económica de las colonias, desarrollaron una economía de plantación en las Antillas con el cultivo de tabaco y posteriormente de azúcar aunque también se realizaba la refinación del mismo en el continente americano. En Norteamérica, Quebec fue la principal colonia a pesar de que más bien funcionaba como una simple factoría para el comercio de pieles con los nativos.

A diferencia de los ingleses y franceses, para los holandeses la colonización fue un objetivo subordinado a su interés estrictamente comercial.  En las primeras décadas del siglo, habían ocupado el nordeste azucarero de Brasil pero décadas más tarde fueron expulsados –a excepción del extremo norte-  por los lusobrasileños.  Como resultado, se trasladaron hacia las  islas de las Antillas en donde pusieron en práctica el cultivo de la caña de azúcar. Pese a la importancia de este cultivo, el rol más destacado lo alcanzarán durante el siglo XVII cuando se transformen en los “transportadores universales” del comercio de esclavos y productos manufacturados europeos violando de forma permanente las leyes del comercio de los diferentes imperios.  La compañía holandesa de las Antillas tenía como propósito explícito la obtención de beneficios mediante el comercio pero también del pillaje. Aunque le había sido concedido el monopolio a ésta,  actuaron en el comercio marítimo holandeses particulares.  La fundación de colonias holandesas fue limitada. No obstante, establecieron a través de las compañías subvencionadas por el estado, pequeñas pero estratégicas colonias en el Caribe y en América del Norte que actuaron como enclaves para el comercio.

Por último, cabe destacar algunos rasgos en común de las tres colonizaciones. Por un lado, se ha observado que se obtenía el abastecimiento del mismo tipo de productos en la zona del Caribe –tabaco, azúcar-  y en la costa norteamericana –pieles, maderas-. En general, las colonias tropicales resultaron más lucrativas que las del Norte. Otro punto de contacto, se ha destacado en la relación con los indígenas. Tanto ingleses, como franceses y holandeses encontraron dificultades en la relación con ellos ya que al asentarse en los territorios no ocupados o abandonados por España; en general las poblaciones nativas estaban diseminadas, eran menos dóciles y no estaban acostumbradas a la imposición de tributos.  No fue posible, pese a las intenciones de los europeos, utilizar la mano de obra de los habitantes originarios. La vinculación se limitó a relaciones de tipo comercial en América del Norte para la obtención de pieles. Cuando la colonización estuvo en manos de los grupos religiosos como los puritanos ingleses, tampoco existió un fervor misionero importante que impulsara un contacto más estrecho con los aborígenes. La excepción fue, en el caso francés, el papel de la orden jesuita que en su tarea religiosa realizó mayores esfuerzos ya que su ideal era  fundar comunidades de misión donde los indios cristianos vivieran bajo la dirección de los sacerdotes.

Para fines del siglo XVII, las tres potencias se hallaban con dificultades. Por una lado, los holandeses comenzaban a retirarse del escenario americano por su debilidad en el continente europeo; mientras que Francia e Inglaterra, si bien empezaban a perfilarse como las potencias centrales, tenían problemas en su relación con las colonias: Inglaterra no había logrado una verdadera unidad y los colonos se mostraban recelosos en la defensa de su margen de autonomía; en tanto que Francia no había logrado solucionar la falta de población que padecían sus posesiones americanas. 

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