Comentario de texto ley de bases de reforma agraria 1932

Se trata de un texto de carácter político y social, escrito en 1939 por Manuel Azaña en “Causas de la Guerra de España”. Va dirigido a todo el pueblo. En el texto se señala la situación de España tras la llegada de la II república, más específicamente, hace referencia a la situación agraria por la que el país pasaba en esos momentos.

Los problemas principales de la agricultura nacional seguían siendo el latifundismo y jornaleros sin tierras. Los tres objetivos de la reforma agraria fueron: objetivo social, entregar tierras a los campesinos para obtener su apoyo para afianzar el recién nacido régimen republicano y evitar conflictos y revueltas sociales en las zonas rurales; objetivo político, eliminar el poder económico de los grandes terratenientes ya que la mayoría son enemigos de la República; objetivo económico, incrementar la producción total del sector agrario y elevar el nivel de renta del campesinado estimulando el desarrollo de las actividades industriales y comerciales españolas.

En 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria tras largas, lentas e intensas discusiones, ya que los partidos de derecha estaban en contra de esta reforma representando los intereses de la burguesía. La aplicación de esta ley y el ritmo de su puesta en marcha de la reforma agraria fueron lentos, se expropiaron pocos terrenos y sólo habían sido asentados unos 8.000 campesinos en 1934.

Los campesinos de toda España esperaban que la llegada de la República representara el fin de todos sus problemas. El problema agrario era uno de los más complicados, no olvidemos que la agricultura en los años 30 era el principal sector de la economía del país. Los trabajadores del campo, mal pagados y mal alimentados esperaban que las prometidas reformas fueran drásticas e inmediatas. Andalucía era una región de profundos contrastes sociales y económicos, de latifundios y de grandes terratenientes. Estas desigualdades alimentaban el resentimiento de más de 700.000 jornaleros que vivían en la miseria. Las tensiones en la España rural representaban una de las mas graves amenazas para la nueva
República. Pero la reforma agraria de 1932, una ley complicada y cautelosa, solo sirvió para desilusionar a muchos jornaleros e irritar a los terratenientes. Los jornaleros querían apoderarse de las tierras que la República dudaba en entregarles. Pronto se comprobó que la reforma era prácticamente imposible, al menos en un tan corto espacio de tiempo. Se creó un Instituto de Reforma Agraria que pudiera controlar dicho plan pero, a pesar de todos los esfuerzos, frente a los 60.000 campesinos asentados en nuevas tierras que anualmente la Reforma había proyectado, después de dos años de actuación sólo 12.000 estaban realmente en dicha situación.

Entre los propietarios y terratenientes empezó a cundir la alarma, entre los campesinos la desilusión ante la lentitud de la Reforma Agraria. El hambre y la miseria creaban las condiciones ideales para la violencia revolucionaria. Los pueblos de Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas se convirtieron en exponentes claros de esa violencia. En Castilblanco (Badajoz) estalló una huelga general el 31 de diciembre de 1931. Al intentar disolverla, los campesinos reaccionaron violentamente matando a cuatro números de la Guardia Civil.

Como consecuencia los jornaleros quedaron decepcionados con la República al no recibir sus tierras prometidas y se inclinaron hacia las soluciones revolucionarias propuestas por los anarquistas. También hay un descontento por parte de los terratenientes ya que muchos pierden sus tierras.


En 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria tras largas, lentas e intensas discusiones, ya que los partidos de derecha estaban en contra de esta reforma representando los intereses de la burguesía. La aplicación de esta ley y el ritmo de su puesta en marcha de la reforma agraria fueron lentos, se expropiaron pocos terrenos y sólo habían sido asentados unos 8.000 campesinos en 1934.

Los campesinos de toda España esperaban que la llegada de la República representara el fin de todos sus problemas. El problema agrario era uno de los más complicados, no olvidemos que la agricultura en los años 30 era el principal sector de la economía del país. Los trabajadores del campo, mal pagados y mal alimentados esperaban que las prometidas reformas fueran drásticas e inmediatas. Andalucía era una región de profundos contrastes sociales y económicos, de latifundios y de grandes terratenientes. Estas desigualdades alimentaban el resentimiento de más de 700.000 jornaleros que vivían en la miseria. Las tensiones en la España rural representaban una de las mas graves amenazas para la nueva República. Pero la reforma agraria de 1932, una ley complicada y cautelosa, solo sirvió para desilusionar a muchos jornaleros e irritar a los terratenientes. Los jornaleros querían apoderarse de las tierras que la República dudaba en entregarles. Pronto se comprobó que la reforma era prácticamente imposible, al menos en un tan corto espacio de tiempo. Se creó un Instituto de Reforma Agraria que pudiera controlar dicho plan pero, a pesar de todos los esfuerzos, frente a los 60.000 campesinos asentados en nuevas tierras que anualmente la Reforma había proyectado, después de dos años de actuación sólo 12.000 estaban realmente en dicha situación.


Las tensiones en la España rural representaban una de las mas graves amenazas para la nueva República. Pero la reforma agraria de 1932, una ley complicada y cautelosa, solo sirvió para desilusionar a muchos jornaleros e irritar a los terratenientes. Los jornaleros querían apoderarse de las tierras que la República dudaba en entregarles. Pronto se comprobó que la reforma era prácticamente imposible, al menos en un tan corto espacio de tiempo. Se creó un Instituto de Reforma Agraria que pudiera controlar dicho plan pero, a pesar de todos los esfuerzos, frente a los 60.000 campesinos asentados en nuevas tierras que anualmente la Reforma había proyectado, después de dos años de actuación sólo 12.000 estaban realmente en dicha situación.


Entre los propietarios y terratenientes empezó a cundir la alarma, entre los campesinos la desilusión ante la lentitud de la Reforma Agraria. El hambre y la miseria creaban las condiciones ideales para la violencia revolucionaria. Los pueblos de Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas se convirtieron en exponentes claros de esa violencia. En Castilblanco (Badajoz) estalló una huelga general el 31 de diciembre de 1931. Al intentar disolverla, los campesinos reaccionaron violentamente matando a cuatro números de la Guardia Civil.

Como consecuencia los jornaleros quedaron decepcionados con la República al no recibir sus tierras prometidas y se inclinaron hacia las soluciones revolucionarias propuestas por los anarquistas. También hay un descontento por parte de los terratenientes ya que muchos pierden sus tierras.

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