Comentario de texto articulo del semanario la lucha de clases

12

El texto presentado para comentar, titulado “A los trabajadores de Vizcaya”, es un artí­culo

 que critica la situación de los obreros-mineros en Vizcaya a finales del Siglo XIX . Está

tomado del periódico “La lucha de clases” con fecha del 23 de Mayo de 1896. Se incide,

sobre todo, en las cantinas y barracones y en el incumplimiento de lo “pactado” tras la

 huelga minera de 1890.

1.- LOCALIZACIí“N

Tipo de texto: según la fuente es un texto histórico primario; según la forma es un artí­culo

 periodí­stico y según el tema es un texto socio-polí­tico.

Autor: el texto es individual aunque no es posible identificar al autor (posiblemente Tomás

Meabe, fundador del semanario “La Lucha de clases”).

Destino: está dirigido a un colectivo y su finalidad es pública.

Bilbao, 23 de Mayo de 1896.

2.- ANíLISIS

El tema central del texto es la denuncia de las condiciones en las que se veí­an obligados

 a vivir los mineros bizkaí­nos a finales del Siglo XIX y las principales ideas hacen referencia

 a la importancia de la lucha obrera, los avances logrados tras la huelga de 1890, el

mantenimiento de los “cuarteles” y “cantinas” y el valor (y amenaza) de la huelga.

El texto se nos presenta en varios párrafos haciendo referencia al mitin tenido en el

 frontón de Gallarta Gallarta el 1 de Mayo del mismo año. En él se critica duramente

 la situación de la vivienda (cuarteles) y tiendas (cantinas) de la zona abogando por su

 desaparición. En el mismo párrafo primero se indica que ambas eran obligartorias y estaban

en manos de los “reyezuelos” de la regíón que no eran otros que los propietarios de las

minas (que las dejaban en manos de los “capataces”).

Para reforzar el argumento se hace referencia a la huelga de 1890 en la que “se levantaron

 en masa reclamando la limitación de la jornada de trabajo y la desaparición de los

barracones y tiendas obligatorias”. Se reconoce que, tras la misma, la jornada laboral se

redujo a diez horas pero con respecto a las viviendas y tiendas la situación permanecí­a igual

 “con cortisima diferencia”.

El párrafo cuarto describe sucintamente (lo hizo poco después y con más detalle el escritor

 Blasco Ibáñez en su novela El Intruso) las condiciones de estos establecimientos.  Como primera

 provisión se indica que es “condición indispensable para ser admitido al trabajo” albergarse

 en dichos barracones (casuchas comunes y antihigiénicas) y comprar los géneros alimenticios

(y de otro tipo) en determinadas tiendas. De estos alimentos se dice que suelen ser casi siempre

 “malos y a precios escandalosos”.

Esta situación es condenable por varias razones que se exponen en el párrafo quinto. Entre ellas

 se señalán: ser una gravisimo atentado a la libertad (dado que eran obligatorias) , ser un insulto

a las leyes de sanidad e higiene (dada su insalubridad) y, sobre todo, ser una explotación

 antihumanitaria (en manos de “negreros”). Por ello, ningún gobierno culto puede tolerar por

 más tiempo esta situación.

Finaliza el texto (párrafo sexto) con un llamamiento al propio gobierno y autoridades para acabar

con esta situación que sólo favorece la insaciabilidad de los explotadores sin conciencia. Si no es

 así­, los obreros-mineros “apelarán al legí­timo derecho a la huelga”.

3.- CONTEXTUALIZACIí“N

En la segunda mitad del Siglo XIX, España, hasta la fecha un paí­s totalmente rural, inició el proceso

 de industrialización. Proceso lento y difí­cil debido, entre otras cosas, a la competencia de la mayorí­a

 de paí­ses europeos ya industrializados desde los inicios del siglo.

La revolución industrial se asentó en Cataluña (textil) y Bizkaia (siderurgia). En este último caso merced

a la calidad, facilidad de extracción y cercaní­a al mar del mineral de hierro. La explotación del hierro y

su exportación atrajo a la zona una numerosa mano de obra de territorios circundantes. Esta llegada

masiva de “inmigrantes” favorecíó, sin duda, el desarrollo económico pero también provocó múltiples

problemas. Los habitantes del interior peninsular protagonizaron un espectacular éxodo rural hacia la

 periferia y Madrid. Bizkaia (sobre todo su zona minera) se convirtió en uno de los principales receptores

 de inmigrantes.

Estos inmigrantes, en busca de trabajo y mejorí­a de su calidad de vida, se encontraron con unas

condiciones laborales muy adversas, especialmente los mineros cuya esperanza de vida en los primeros

años del Siglo XX no superaba los treinta años. Trabajaban y viví­an en condiciones pésimas, con jornadas

 laborales sin fin y mal remunerados. Se alojaban en barracones propiedad de la misma empresa minera

(y normalmente administrados por los capataces) donde la higiene era nula y estaban obligados a cubrir

sus necesidades de comida o vestido comprando en las “cantinas” (igualmente propiedad de la empresa).

La incidencia del “movimiento obrero” (socialistas, comunistas, nacionalistas y, en menor medida, los

anarquistas) obligó a los patronos a mejorar estas condiciones de forma progresiva. Las huelgas fueron

 un espectáculo frecuente en toda la zona minera.

Esta situación no mejoró hasta principios del Siglo XX cuando la aparición de otros sectores productivos

 (la metalurgia o la industria naval), la nueva conciencia nacionalista de la industria y la creación de Altos

 Hornos contribuyeron a que la burguésí­a vasca se adueñara de las minas pertenecientes a empresas

 extranjeras, lo que favorecíó de alguna manera a los mineros.

4.- CONCLUSIONES

Tras haber comentado los aspectos principales del texto, finalizamos nuestro comentario con unas

 breves conclusiones.

– Las manifestaciones de los mineros son un ejemplo más de la lucha de clases motivada por la

 industrialización. En este caso de los obreros contra los patrones, dueños no sólo de las minas sino,

 también, de “tiendas” y “viviendas” obligatorias para los mineros.

– Hay diversas huelgas con resultados dispares. La primera más importante por su alcance y logros

 de ella derivados es la que se desarrolla en 1890. Le seguirán, entre las más conocidas, la de 1903,

 1906 y 1910 en las que intervinieron los Generales Loma y Zappino (proclive a las aspiraciones mineras).

– La favorable resolución de muchas huelgas hizo ganar prestigio a los socialistas, puesto que habí­an

canalizado los descontentos. Muchos de los cabecillas de las revueltas eran personajes de todos

conocidos por su filiación polí­tica: Facundo Perezagua, “Seisdedos”, etc. Con su actuación marcaron

 el camino que debí­a seguir el naciente Movimiento Obrero.

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El texto presentado para comentar, titulado “A los trabajadores de Vizcaya”, es un artí­culo

 que critica la situación de los obreros-mineros en Vizcaya a finales del Siglo XIX . Está

tomado del periódico “La lucha de clases” con fecha del 23 de Mayo de 1896. Se incide,

sobre todo, en las cantinas y barracones y en el incumplimiento de lo “pactado” tras la

 huelga minera de 1890.

1.- Localización

Tipo de texto: según la fuente es un texto histórico primario; según la forma es un artí­culo

 periodí­stico y según el tema es un texto socio-polí­tico.

Autor: el texto es individual aunque no es posible identificar al autor (posiblemente Tomás

Meabe, fundador del semanario “La Lucha de clases”).

Destino: está dirigido a un colectivo y su finalidad es pública.

Bilbao, 23 de Mayo de 1896.

2.- ANíLISIS

El tema central del texto es la denuncia de las condiciones en las que se veí­an obligados

 a vivir los mineros bizkaí­nos a finales del Siglo XIX y las principales ideas hacen referencia

 a la importancia de la lucha obrera, los avances logrados tras la huelga de 1890, el

mantenimiento de los “cuarteles” y “cantinas” y el valor (y amenaza) de la huelga.

El texto se nos presenta en varios párrafos haciendo referencia al mitin tenido en el

 frontón de Gallarta Gallarta el 1 de Mayo del mismo año. En él se critica duramente

 la situación de la vivienda (cuarteles) y tiendas (cantinas) de la zona abogando por su

 desaparición. En el mismo párrafo primero se indica que ambas eran obligartorias y estaban

en manos de los “reyezuelos” de la regíón que no eran otros que los propietarios de las

minas (que las dejaban en manos de los “capataces”).

Para reforzar el argumento se hace referencia a la huelga de 1890 en la que “se levantaron

 en masa reclamando la limitación de la jornada de trabajo y la desaparición de los

barracones y tiendas obligatorias”. Se reconoce que, tras la misma, la jornada laboral se

redujo a diez horas pero con respecto a las viviendas y tiendas la situación permanecí­a igual

 “con cortisima diferencia”.

El párrafo cuarto describe sucintamente (lo hizo poco después y con más detalle el escritor

 Blasco Ibáñez en su novela El Intruso) las condiciones de estos establecimientos.  Como primera

 provisión se indica que es “condición indispensable para ser admitido al trabajo” albergarse

 en dichos barracones (casuchas comunes y antihigiénicas) y comprar los géneros alimenticios

(y de otro tipo) en determinadas tiendas. De estos alimentos se dice que suelen ser casi siempre

 “malos y a precios escandalosos”.

Esta situación es condenable por varias razones que se exponen en el párrafo quinto. Entre ellas

 se señalán: ser una gravisimo atentado a la libertad (dado que eran obligatorias) , ser un insulto

a las leyes de sanidad e higiene (dada su insalubridad) y, sobre todo, ser una explotación

 antihumanitaria (en manos de “negreros”). Por ello, ningún gobierno culto puede tolerar por

 más tiempo esta situación.

Finaliza el texto (párrafo sexto) con un llamamiento al propio gobierno y autoridades para acabar

con esta situación que sólo favorece la insaciabilidad de los explotadores sin conciencia. Si no es

 así­, los obreros-mineros “apelarán al legí­timo derecho a la huelga”.

3.- CONTEXTUALIZACION

En la segunda mitad del Siglo XIX, España, hasta la fecha un paí­s totalmente rural, inició el proceso

 de industrialización. Proceso lento y difí­cil debido, entre otras cosas, a la competencia de la mayorí­a

 de paí­ses europeos ya industrializados desde los inicios del siglo.

La revolución industrial se asentó en Cataluña (textil) y Bizkaia (siderurgia). En este último caso merced

a la calidad, facilidad de extracción y cercaní­a al mar del mineral de hierro. La explotación del hierro y

su exportación atrajo a la zona una numerosa mano de obra de territorios circundantes. Esta llegada

masiva de “inmigrantes” favorecíó, sin duda, el desarrollo económico pero también provocó múltiples

problemas. Los habitantes del interior peninsular protagonizaron un espectacular éxodo rural hacia la

 periferia y Madrid. Bizkaia (sobre todo su zona minera) se convirtió en uno de los principales receptores

 de inmigrantes.

Estos inmigrantes, en busca de trabajo y mejorí­a de su calidad de vida, se encontraron con unas

condiciones laborales muy adversas, especialmente los mineros cuya esperanza de vida en los primeros

años del Siglo XX no superaba los treinta años. Trabajaban y viví­an en condiciones pésimas, con jornadas

 laborales sin fin y mal remunerados. Se alojaban en barracones propiedad de la misma empresa minera

(y normalmente administrados por los capataces) donde la higiene era nula y estaban obligados a cubrir

sus necesidades de comida o vestido comprando en las “cantinas” (igualmente propiedad de la empresa).

La incidencia del “movimiento obrero” (socialistas, comunistas, nacionalistas y, en menor medida, los

anarquistas) obligó a los patronos a mejorar estas condiciones de forma progresiva. Las huelgas fueron

 un espectáculo frecuente en toda la zona minera.

Esta situación no mejoró hasta principios del Siglo XX cuando la aparición de otros sectores productivos

 (la metalurgia o la industria naval), la nueva conciencia nacionalista de la industria y la creación de Altos

 Hornos contribuyeron a que la burguésí­a vasca se adueñara de las minas pertenecientes a empresas

 extranjeras, lo que favorecíó de alguna manera a los mineros.

4.- CONCLUSIONES

Tras haber comentado los aspectos principales del texto, finalizamos nuestro comentario con unas

 breves conclusiones.

– Las manifestaciones de los mineros son un ejemplo más de la lucha de clases motivada por la

 industrialización. En este caso de los obreros contra los patrones, dueños no sólo de las minas sino,

 también, de “tiendas” y “viviendas” obligatorias para los mineros.

– Hay diversas huelgas con resultados dispares. La primera más importante por su alcance y logros

 de ella derivados es la que se desarrolla en 1890. Le seguirán, entre las más conocidas, la de 1903,

 1906 y 1910 en las que intervinieron los Generales Loma y Zappino (proclive a las aspiraciones mineras).

– La favorable resolución de muchas huelgas hizo ganar prestigio a los socialistas, puesto que habí­an

canalizado los descontentos. Muchos de los cabecillas de las revueltas eran personajes de todos

conocidos por su filiación polí­tica: Facundo Perezagua, “Seisdedos”, etc. Con su actuación marcaron

 el camino que debí­a seguir el naciente Movimiento Obrero.

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