Al concluir la Guerra Civil, Franco tuvo la intención de crear un nuevo Estado, “regenerador de España”, que suprimiese toda idea de liberalismo, democracia y comunismo. Además, se asentaba en un catolicismo conservador y en una concepción unitaria de Estado, contraria a toda idea autonomista. El nuevo régimen político significó el desmantelamiento de toda institución republicana de la época: se suprimíó la Constitución de 1931 y con ella todas las libertades tanto individuales como colectivas; prohibición de partidos políticos y sindicatos y abolición de estatutos de autonomía a la vez que toda manifestación nacionalista. Franco se constituyó en Jefe de Estado y de Gobierno, Generalísimo de los ejércitos y Jefe Nacional, por lo que poseía un poder prácticamente absoluto. Para completar la estructura del nuevo Estado, surge una democracia orgánica, formada por unas Cortes que poco tenían que ver con la democracia. La dictadura pretendíó dar una imagen de legalidad con la implantación de una serie de Leyes Fundamentales, ya que no hubo nada similar a una Constitución. Otro gran poder fue el Sindicato Vertical, que integraba a empresarios y trabajadores en un mismo sindicato con el objetivo de controlar la sublevación de la clase obrera y erradicar el movimiento obrero. El modelo de estado impuesto por Franco difícilmente se podía definir pues era un híbrido entre dictadura militar, estado fascista y monarquía absoluta sin rey que iba adaptándose al cambio de los tiempos. Unas eran institucionalizadas y otras políticas. Los sucesivos gobiernos estuvieron formados por diferentes familias, pero la habilidad de Franco para manejarlas, fue lo que permitíó su larga permanencia en el poder. El ejército fue siempre la columna vertebral del sistema.
La principal aportación ideológica de los militares fue el nacional patriotismo, una visión unitaria y tradicional cuya prioridad era la defensa de la patria. El Falangismo, versión española del fascismo, aportó elementos de su ideología como el himno caro al sol que propiciaba el nacionalsindicalismo, un sistema totalitario basado en teorías del fascismo italiano sobre la organización del Estado con un partido y sindicato único. Entre las fuerzas que confluyeron en la ideología del régimen, la de la Iglesia Católica fue determinante, dando lugar al nacionalcatolicismo que defendía la religión y la moral católicas como algo ligado al propio país. La posguerra en España fue una larga etapa de reconstrucción en la que el régimen elaboró un nuevo orden institucional, ideológico y de desarrollo de relaciones internacionales condicionadas por el estallido y desenlace de la II Guerra Mundial. El franquismo se encontraba ligado a uno de los bandos beligerantes, el de las potencias del Eje, ya que la ayuda recibida de estos fue determinante durante la Guerra Civil y el régimen tenía símil político. Al desencadenarse el conflicto España se declaró neutral, aunque valoró cambiar su actitud ante la posibilidad de una repartición de los imperios coloniales francés y británico, por lo que se declara el estado de no-beligerancia, aportando la brigada voluntaria de la División Azul en el frente ruso. Cuando la guerra comenzó a tornarse desfavorable hacia las potencias del Eje España retorna al estado de neutralidad. Acabada la guerra, existía un claro rechazo internacional hacia la dictadura franquista. El régimen intentó borrar su imagen fascista y adherirse a las democracias, convirtiéndose en una democracia orgánica, sin éxito. Se cerró la frontera con Francia y no se le permitíó formar parte de la ONU, como podemos apreciar en el texto “Resolución de la ONU”, en la que
se ve claramente el rechazo hacia España a causa del gobierno dictatorial no democrático de Franco, al igual que se le vetó a participar en el Plan Marshall. A pesar de ello, con el inicio de la Guerra Fría, el papel de Franco comenzó a mirarse con interés especialmente por EE. UU, dando lugar a una fase más favorable pues España ahora era el fiel aliado occidental contra el comunismo. Era el fin del aislamiento internacional y la ONU permite el ingreso de España. Tras la guerra existieron desde el principio intentos de oposición al régimen. Destaca una oposición interior que se limitó a la acción descoordinada de grupos de guerrillas (maquis) y, por otra parte, una oposición política republicana completamente desmantelada a causa del exilio y desavenencias entre las fuerzas republicanas y los enfrentamientos internos. Ante esto el régimen toma como principal objetivo político acabar con todo signo de rebeldía o sublevación llevando a cabo una política represiva y de terror. Establece la ley de responsabilidades políticas y la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería, además de juicios militares que aprobaban la pena de muerte. La reorganización fue lenta y difícil. La victoria de los aliados y el bloqueo internacional avivaron las esperanzas de los monárquicos, preocupados al ver que Franco no consideraba la dictadura como transitoria y por ello, empezaron a conspirar para restablecer la monarquía en la figura de Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, el cual propónía mediante un manifiesto la alternativa, la monarquía tradicional. Esto solo tensó aún más las relaciones entre ambos. Fue entonces cuando el régimen promulgó la Ley de sucesión a la Jefatura del Estado que permitía a Franco nombrar a un sucesor algo que decidíó 20 años después, Juan Carlos. Desde un principio, la dictadura franquista contó con el apoyo de los grandes propietarios de la tierra, la burguésía industrial y financiera, la élite administrativa y los eclesiásticos, además del apoyo de una burguésía formada por empresarios especuladores y estraperlistas. También cabe destacar que Franco consigue mantener el apoyo del pequeño y mediano campesinado conservador y católico que había apoyado la sublevación militar del 18 de Julio. El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, la política, cultura y religión. Durante los primeros años, se mantuvo un ambiente de persecución en el país y un aumento de la vigilancia policial y una rígida censura con la que se pretendía impedir el contacto con corrientes culturales del exterior. La falta de libertad de expresión y el control de los medios de comunicación impulsó el uso de la propaganda política e ideológica. En cuanto al control ideológico fue el sistema educativo que se basó en los valores del nacionalcatolicismo y en un concepto unitario y glorioso de España. La victoria de Franco tuvo unas repercusiones económicas muy negativas. A corto plazo sumíó en el hambre y miseria, a largo plazo, la política de las autoridades franquistas dio lugar a una economía muy poco competitiva en la que destacó la corrupción. Durante los años 40 España sufríó una profunda recesión económica. El objetivo primordial era lograr la autosuficiencia económica del país, la autarquía. Pero la economía autárquica no fue capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población, por lo que se impuso el sistema de cartillas de racionamiento que afectaba a los productos de primera necesidad. Al iniciarse la década de los 50, se empezó a hacer evidente el estrangulamiento económico y el agotamiento del sistema, pues empobrecíó a gran parte de la población y aumentó la desigualdad en la distribución de la renta.Esto hizo que el régimen llevara a cabo cambios en el gobierno, iniciando una reorientación de la política económica basada en el abandono del plan autárquico, liberación interior y apertura al exterior. El plan de estabilidad llevaría al franquismo a una nueva etapa, la del Desarrollismo, que trajo consigo la emigración forzosa y masiva de la intelectualidad española hacia Francia y Latinoamérica como principales destinos. Este proceso supuso la salida de científicos, filósofos, literatos, humanistas… que dejaron a España huérfana, intelectualmente hablando y cuya recuperación, en este sentido, no se producirá hasta la consolidación del sistema democrático, años 80-90.