12.1 El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: carlismo y Guerra Civil. La cuestión foral
Tras la muerte de Fernando VII y tras la promulgación de la Pragmática Sanción en la que se anulaba la Ley Sálica se facilitaba a su hija Isabel ser la heredera dinástica dejando así sin derecho al trono a su hermano Carlos María Isidro. El 20 de Junio de 1833 la princesa Isabel juro como heredera a la corona y la reina María Cristina de Nápoles asumíó la gobernación del reino, desaprobación p Carlos María de Isidro y así aparecen los primeros partidos Carlistas. Al mes de la muerte de Fernando VII estalla la primera guerra civil de 1833-1839. En esta guerra dinástica destaca la preeminencia de la iglesia católica al lado de Carlos formados por bajo clero, campesinos etc. Los isabelinos son liberales moderados que están socialmente configurados por el ejército, la alta jerarquía de la iglesia, la burguésía y las profesiones liberales. Apoyados por Francia, Portugal y Gran Bretaña. Esta guerra se divide en tres fases. En la primera tiene lugar el manifiesto de Abrantes en el que se reclama los derechos dinásticos de Carlos María. Hay una insurrección vasco-Navarra y tienen lugar los primeros éxitos de Zumalacárregui. En la segunda fase tienen lugar las expediciones nacionales fuera del País Vasco, Navarra y el Maestrazgo llegando hasta Madrid Carlos V el cual quería una solución negociada. En la tercera fase en la iniciativa isabelina ocurre el “Abrazo de Vergara” en 1930 entre Maroto y Espartero. Carlos V se exilia a Francia. En la cuarta fase destaca la resistencia del Maestrazgo. Triunfan las fuerzas isabelinas. Entre 1846 y 1849 tiene lugar la segunda guerra Carlista que se localiza en Cataluña. La dirección se ve en crisis debido a que el hermano de Carlos VI, Juan, reconoce a Isabel II.
La tercera guerra Carlista surge cuando los partidarios de Carlos VII sobrino de Carlos VI atacan al ejército liberal tras el acceso de Amadeo I. Carlos VII establecíó corte en Estella y universidad, casa de la moneda y tribunal de justicia. Victoria Carlista en Montejurra que duró cuatro años y tomaron La Seo d´Urgell y Olot. Más tarde los carlistas fueron derrotados por las tropas de Martínez Campos y Primo de Rivera. La victoria se debe a la división interna en el carlismo, por la superioridad numérica y por la consolidación del régimen Alfonsino.Hay una serie de consecuencias como la derrota del tradicionalismo carlista, un fuerte sentimiento regionalista tras la supresión de los fueros con Alfonso XII. Un mayor prestigio de los militares liberales y su intervención política del estado además del pesado lastre económico y la necesidad de las desamortizaciones.
12.2. Isabel II (1833-1843) Las regencias
Tras la muerte de Fernando VII comienza la consolidación de la revolución liberal burguesa, proceso acompañado de una Guerra Civil entre liberales y carlistas. Para conseguir combatir el carlismo la reina gobernadora transforma el régimen para atraer a los liberales. Cea Bermúdez ofrece reformas liberales muy moderadas que no contentaron a nadie, en concreto la división en provincias por Javier de Burgos. Martínez de la Rosa elabora el estatuto real en el que supone el inicio del liberalismo moderado este estatuto es una carta otorgada; una convocatoria a cortes. No es una constitución, solo se limita a regular el funcionamiento del órgano legislativo en el que las cortes estaban compuestas por dos cámaras. Por un lado, Próceres y por otro lado procuradores. La crisis de 1835 supone el final del estatuto real esto se debe principalmente a la epidemia de cólera en la que se culpó a los frailes de envenenar el agua (fuerte anticlericalismo en el que se queman conventos y matan jesuitas) Tras esto comienza el gobierno de Mendizábal, liberal progresista que introduce leyes de desamortización y reformas del Estatuto. Más tarde es sustituido por Isturiz, liberal conservador que trajo pronunciamientos como la Sargentada de la Granja y como consecuencia la reina es obligada a firmar el restablecimiento de 1812. Después de esto llega la constitución de 1837, que arranca de la de 1812 y es progresista. Pretende conciliar a moderados y progresistas. En ella se recoge: la soberanía nacional, una declaración de derechos, unas cortes bicamerales con votación directa en la que interviene el rey en la designación, un sufragio censitario, atribuciones del rey como el derecho a veto o el nombramiento de ministros, la religión en la que se mantiene el culto católico pero lo prohíbe, la milicia nacional y la ley electoral con sufragio directo censitario.
El fin de la regencia de María Cristina supone el enfrentamiento entre moderados y progresistas. Los moderados quieren excluir a los progresistas de los municipios mediante la modificación de la Ley de Ayuntamientos apoyados por María Cristina. Ante esto los progresistas reaccionan y piden a la junta de Madrid la intervención de Espartero, convirtiéndose en nuevo regente.
Tras el fin de la primera guerra carlista Espartero, militar progresista comienza su regencia en 1840. Presenta un programa revolucionario que ya había sido rechazado por María Cristina. Este programa fracasa debido a una serie de acontecimientos. En primer lugar la hostilidad de los moderados que conspiran en 1841 saltando el Palacio (Diego de León). En segundo lugar por la inclinación dictatorial que hace que se separen de su partido Joaquín María López y Salustiano de Olózaga. En tercer lugar por levantamientos radicales . En cuarto lugar por la política de desamortización que beneficiaba a los propietarios y en quinto lugar por la conspiración de María Cristina desde París. Tras todo esto es derrotado por una sublevación militar dirigida por Narváez proclamando así reina a Isabel II y exiliándose Espartero a Inglaterra.