Los Austrias del Siglo XVII: Gobierno de Validos y Conflictos Internos
Austrias es el nombre con que se conoce a los monarcas de la Casa de Habsburgo que reinaron en España. El valido fue un personaje que ayudaba al monarca en los asuntos del reino. Procedía de la aristocracia, reforzando los lazos entre monarquía y alta nobleza. La figura apareció con el reinado de Felipe III, cuyo valido, el Duque de Lerma, acumuló altas cotas de poder y ocupó la presidencia del Consejo de Castilla o la del Consejo de la Inquisición.
Con Felipe III se retomó la cuestión morisca, iniciada con Felipe II, pues se temía que los moriscos apoyaran una invasión del Imperio Otomano en la Península. La expulsión de los moriscos (1609-1614) fue una de las decisiones más significativas de este reinado.
Duque de Olivares fue valido de Felipe IV y primer ministro. Procedía de la clientela del Duque de Lerma y fue el político más activo del siglo XVII. Trató de sanear la hacienda y reorganizar la administración. La política exterior supuso guerras con Holanda, Italia y Francia; en el interior tuvo que enfrentarse a las revueltas de Cataluña y Portugal. Fue reemplazado por su sobrino, Luis de Haro.
Felipe IV, junto a su valido, intentó convertir a la Monarquía en un Estado moderno, pero fracasó al subordinar la política interna a las acciones diplomáticas y militares en Europa. El Conde-Duque pretendía que todos los estados de la Monarquía contribuyesen al esfuerzo bélico y para ello propuso la Unión de Armas, que consistía en disponer de un ejército permanente integrado por soldados de cada reino. El proyecto provocó la repulsa de los reinos.
La crisis estalló en Cataluña en 1640, a la que se sumó la rebelión de Portugal, lo que determinó la caída de Olivares en 1643.
Con Carlos II el Hechizado intervinieron varios validos. El reinado de este monarca, débil y enfermo, fue largo y difícil, desarrollado en dos etapas: la regencia de su madre, Mariana de Austria, y el gobierno del propio Carlos. La guerra con Francia determinó gran parte de este período. Cuando Carlos II accedió al trono, delegó el poder en su hermanastro Juan José de Austria.
El final del reinado estuvo marcado por el problema sucesorio, al no tener el rey descendencia. Carlos II había dejado como heredero al trono a un nieto de Luis XIV, Felipe de Borbón; pero el testamento fue cuestionado por Holanda, Inglaterra y Austria, que apoyaron al Archiduque Carlos de Austria. El dilema abocó a la Guerra de Sucesión Española (1700-1713).
La Crisis de 1640
En el reinado de Felipe IV se produjo la mayor crisis interna de la política de los Austrias. El valido Conde-Duque de Olivares pretendía fortalecer a la monarquía y hacer frente al esfuerzo ingente de la Guerra de los Treinta Años. De ahí surgió la idea de que todos los territorios peninsulares contribuyeran a estos gastos y cedieran hombres para el ejército.
Para ello se elaboró el decreto llamado LA UNIÓN DE ARMAS (1625), que preveía la formación de un ejército de 140.000 hombres sufragado por los distintos reinos, así como una contribución económica. Su proyecto encontró especial oposición en Cataluña y Portugal, cuyas sublevaciones dan nombre a lo que historiográficamente se conoce como la crisis de 1640.
Sublevación de Cataluña
En Cataluña estalló una rebelión generalizada, anticentralista, que culminó con el asesinato del virrey (el llamado Corpus de Sangre). El Principado llegó a ofrecerse a Francia, iniciándose una guerra civil con apoyo francés. La Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos de 1659. Como consecuencia, el Conde-Duque de Olivares fue apartado de su cargo y sustituido por su sobrino Luis de Haro.
Sublevación de Portugal
Portugal aprovechó la situación y comenzó una guerra con el nombramiento del Duque de Braganza como rey. El apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668.
Otras Revueltas
También se produjeron otras revueltas en Nápoles, Aragón y Andalucía, pero fracasaron. Estas sublevaciones supusieron un serio peligro para la monarquía de los Austrias y para la unidad peninsular.
El Ocaso del Imperio Español en Europa
A lo largo del siglo XVII se produjo la decadencia del Imperio y de España.
Reinado de Felipe III
Felipe III realizó una política pacifista. Firmó la Paz de Londres con Inglaterra y la Tregua de los Doce Años con Holanda. Pero tuvo que intervenir en la Guerra de los Treinta Años a favor de los católicos (1618). Las causas de la guerra combinaban aspectos religiosos y políticos, al cuestionar a quién correspondía la hegemonía en Europa. Los bandos enfrentados fueron la rama española y austriaca de los Habsburgo; por otro, Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Francia y Holanda.
Reinado de Felipe IV
Felipe IV y su valido, el Conde-Duque de Olivares, intentaron recuperar el prestigio del siglo anterior. Reanudaron las hostilidades con Holanda, con éxitos iniciales, e intensificaron la participación en la Guerra de los Treinta Años. La participación en esta guerra fue desfavorable para España. En la Paz de Westfalia (1648), perdimos Holanda y la hegemonía europea a favor de Francia. Posteriormente, al término de la guerra con Francia, se cedió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos (1659). También, como consecuencia de la crisis de 1640, se separó Portugal.
Reinado de Carlos II
El reinado de Carlos II se inició con la continuación de las hostilidades con Francia y la pérdida del Franco Condado. Al final del mismo se produjo un acercamiento al país vecino, ya que Luis XIV deseaba la corona española para su nieto Felipe de Anjou. Carlos lo nombró heredero en su testamento, pero a su muerte, este tema abrió un nuevo conflicto en Europa: la Guerra de Sucesión Española.
La Paz de Utrecht (1713) estableció el fin del imperio español tal como se conocía, confirmando la pérdida de numerosos territorios europeos.