La Expansión Global de la Crisis de 1929: Comercio y Finanzas
La crisis se expandió por el resto del mundo a través de dos canales principales: el comercio y las finanzas internacionales.
El Comercio Internacional
Entre 1929 y 1932, el comercio mundial se redujo en aproximadamente dos tercios de su valor. La disminución de la demanda de importaciones por parte de los Estados Unidos y la aprobación de la ley arancelaria Smoot-Hawley en 1930, que elevó las tarifas aduaneras de ese país en un 50 %, produjo en muchos países la caída de sus exportaciones. Esta política proteccionista fue pronto imitada por otras naciones que elevaron sus aranceles e impusieron cupos a las importaciones. El proteccionismo económico tuvo efectos nefastos para el comercio mundial. A estas políticas se debió el colapso de los intercambios y su estancamiento durante el resto del decenio de 1930, lo que agravó aún más la crisis y alargó la depresión.
Las Finanzas Internacionales
El segundo canal de propagación de la crisis fue la magnitud de la repatriación de capitales que desató una crisis económica y financiera internacional. Tras el crack de la Bolsa de Nueva York, Estados Unidos dejó de exportar capital a otras zonas del mundo y exigió la devolución de los capitales invertidos con anterioridad. Las masivas repatriaciones de capital, a lo largo de los años siguientes, tuvieron efectos catastróficos para las economías más endeudadas.
Impacto Global de la Gran Depresión: Regiones y Economías
Los Países Exportadores de Materias Primas
Los primeros en sufrir los efectos más dramáticos y devastadores de la crisis fueron los países exportadores de bienes agrícolas y de recursos minerales. Los precios de los productos primarios cayeron un 55 % en 1933 a causa de la reducción de la demanda por parte de las zonas industrializadas. Dentro de este grupo, los países más afectados por la recesión fueron todos los de Europa Oriental, la mayoría de Latinoamérica, China y los países del Sudeste Asiático. Al daño provocado por el desplome de las exportaciones, se añadió la reducción de los préstamos y de las inversiones exteriores, y el efecto combinado de ambas fue el crecimiento de la deuda y la ruina de la economía de muchos de estos países.
Los Efectos sobre las Economías Europeas Industrializadas
Alemania y Austria
La situación de la economía alemana se vio muy comprometida, dado que el auge de sus empresas durante los últimos años de la década de 1920 estuvo estimulado por las inversiones británicas y estadounidenses y dependía de los créditos para hacer frente a los pagos de las reparaciones de guerra. Una particularidad de Austria y, sobre todo, de Alemania, fue que su sistema bancario estaba fuertemente endeudado con el exterior. El sistema bancario alemán se contagió de la crisis austriaca. El colapso del sistema bancario trajo aparejada la quiebra de numerosas empresas carentes de financiación y, además, los potenciales clientes quedaron sin capacidad de compra.
Reino Unido
Fue la quiebra del Creditanstalt (gigante banco austriaco), donde se habían invertido numerosos capitales británicos, lo que afectó a sus instituciones de crédito. Incapaz de sostener esta situación, el gobierno británico optó por una solución de gran trascendencia: abandonar el patrón oro en 1931, arrastrando a otras 30 monedas.
Francia
Francia experimentó una crisis menos profunda y más tardía. Sus reservas de oro eran aún importantes y su dependencia financiera mucho menor, pero el abandono del patrón oro por parte de Reino Unido y la devaluación de la libra redujeron la competitividad de los precios franceses. En definitiva, las quiebras bancarias, producidas por la crisis financiera internacional, arrastraron a todo el sistema monetario, con lo que las inversiones y los intercambios internacionales se hundieron.
Consecuencias Sociales de la Gran Depresión
Se calcula que en el mundo industrializado, en 1932, había alrededor de 30 millones de parados. De ellos, 12 millones en Estados Unidos, más de seis millones en Alemania y más de 2 millones en Reino Unido. La miseria y el miedo al hambre se extendieron especialmente entre obreros y campesinos, aunque tampoco se salvaron las clases medias, entre las que cundió el miedo a la proletarización. Se abrió un abismo cada vez mayor entre ricos y pobres, y el resentimiento social creció de tal manera que se produjo una fuerte polarización política en los países europeos. El sentimiento de injusticia contra el poder y el sistema económico invadió a las sociedades capitalistas y se desataron huelgas y manifestaciones. La radicalización social se concretó en el crecimiento de los movimientos revolucionarios. El temor al llamado «peligro rojo», es decir, a que millones de ciudadanos optasen por el comunismo, llevó a una fuerte represión gubernamental y al surgimiento de grupos políticos de extrema derecha, cuyo principal objetivo era impedir una revolución.