Historia Económica de Canarias: De los Aborígenes al Capitalismo Moderno (1400-1936)

Lección 1: La Formación de una Economía Insular y Atlántica (1400-1525)

Los primeros isleños: origen, llegada y características

Los aborígenes canarios tenían un parentesco sociocultural con pueblos bereberes o camíticos, lo que se demuestra en su lengua, inscripciones líbico-bereberes, cerámicas, viviendas e ídolos. Se dividían en tipos cromañoide (más antiguo, bajo y primitivo) y mediterranoide (más alto y evolucionado), aunque las diferencias culturales se explican mejor por la llegada de diversas etnias bereberes que se adaptaron de forma distinta en cada isla. Eran cazadores-recolectores y ganaderos (cabras, ovejas y cerdos) con una agricultura rudimentaria.

Origen y llegada

Procedían del norte de África, con un poblamiento datado entre los siglos V y I a.C., siendo los yacimientos más antiguos los de Gran Canaria y Tenerife (siglos III-I a.C.).

Hipótesis sobre su llegada

  1. Transportados por otros pueblos: Se ha sugerido que fueron traídos por cartagineses o romanos, aunque esta teoría tiende a subestimar su cultura y capacidades.
  2. Llegada autónoma: Los propios bereberes habrían alcanzado las islas aprovechando corrientes y vientos atlánticos, quizá empujados por migraciones o presiones políticas. Se sugiere un proceso colonizador interinsular desde centros demográficos continentales, lo que implicaría conocimientos náuticos. El abandono posterior de la navegación se explicaría por la pérdida de necesidad de contacto entre islas.

Poblamiento y tamaño de la población

El poblamiento fue un proceso complejo, con una cultura común pero con manifestaciones diversas. La adaptación resultó más difícil en las islas húmedas (con laurisilva y pinar) que en las áridas (Lanzarote, Fuerteventura). Los primeros asentamientos se ubicaron cerca del litoral.

  • Viviendas: Predominaban las “casas hondas” excavadas en el suelo (Lanzarote, Gran Canaria), las casas de piedra seca (Fuerteventura) y las cabañas de entramado vegetal (Tenerife, La Palma).
  • Cuevas: Se usaban como vivienda permanente y algunas estaban decoradas, como la famosa Cueva Pintada de Gáldar.
  • Distribución: En Lanzarote y Fuerteventura, la población se concentraba en valles fértiles. En Gran Canaria, existían núcleos importantes como Telde y Agüimes. En Tenerife, el hábitat se situaba principalmente entre los 300 y 700 metros de altitud.

A la llegada de los europeos, la población rondaba los 100.000 habitantes, según estimaciones de Fray Bartolomé de las Casas. La tasa de crecimiento vegetativo era muy baja, del 0,2% anual. Este bajo crecimiento se explica porque, en el epílogo de su historia, se impusieron limitaciones malthusianas a su crecimiento demográfico. La comunidad aborigen, aislada de innovaciones foráneas, no pudo sostener a largo plazo la reproducción de todos sus efectivos humanos, viéndose obligada a imponer restricciones como el infanticidio.

Teoría de la capacidad de carga

Esta teoría es importante, ya que aproxima el cómputo teórico de la población que era capaz de sostener la economía aborigen. La capacidad de dicha economía para sostener a sus efectivos potenciales no está en duda. Sin embargo, el bloqueo malthusiano y la creciente escasez relativa de recursos forjaron la necesidad de un fuerte control sobre los recursos disponibles y la aparición de una élite guerrera, lo que contenía la semilla de la destrucción de su base comunitaria.

Economía de los primeros isleños

En su protohistoria insular (siglo III a.C. – conquista europea), la economía aborigen experimentó un progreso material limitado por la falta de innovación tecnológica. Su estrategia de supervivencia se basaba en la recolección, la caza, la pesca, el marisqueo y la ganadería. La dieta incluía cereales y legumbres, con el gofio (harina de cebada tostada) como base del 65-75% de las calorías.

  • Ganadería: Se centraba en el ganado menor (ovejas, cabras, cerdos) y practicaba la trashumancia en las islas montañosas.
  • Agricultura: Aunque secundaria al principio, se intensificó con el dominio del territorio. Cultivaban cebada, trigo y legumbres. En Gran Canaria, se usaban terrazas y acequias para el riego; en Lanzarote, se aprovechaban las vegas fértiles y se construían silos colectivos. Empleaban herramientas simples como palos-horqueta y cuernos de cabra.

Economía comunitaria redistributiva

La propiedad era comunal: las tierras y los ganados se repartían anualmente por cabildos. El cereal se almacenaba en silos y su redistribución estaba ligada a ceremonias colectivas. Existía una nobleza guerrera que controlaba parte del excedente para la defensa y su propio prestigio. Con el tiempo, la necesidad de controlar pastos y cultivos generó desigualdades y conflictos, provocando la crisis del modelo redistributivo. El contacto con los europeos desde el siglo XIV aceleró esta descomposición y marcó el inicio de una nueva economía atlántica basada en el intercambio y la integración del archipiélago en los circuitos comerciales internacionales.

Lección 2: Un Prolongado Ciclo de Esplendor Económico (1500-1680)

Interpretación historiográfica del modelo de expansión económica

Este periodo se caracterizó por un modelo de crecimiento agrario dentro de una economía atlántica internacional, con rasgos de “pacto colonial” y “economía mundo”, que situaban a Canarias como una economía periférica y dependiente en la expansión europea. Sin embargo, esta visión es parcial, ya que las fuerzas económicas no fueron totalmente externas ni los agentes isleños estuvieron limitados por la Corona.

La nueva historiografía propone un modelo dinámico y complejo que integra todas las variables económicas y supera la visión tradicional. Este modelo combina:

  1. Un cultivo exportador rentable que concentraba capital y tecnología.
  2. Un policultivo de subsistencia que cubría la demanda interna.
  3. Una división técnica del trabajo articulada por un mercado interior.

No fue una economía de monocultivo ni de plantación, sino un sistema mixto que equilibraba la exportación y la autosuficiencia.

Móviles de la conquista y el feudalismo isleño

La expansión europea coincidió con una penuria monetaria (siglos XIV-XV) y la búsqueda del oro africano. Jean de Béthencourt, un noble normando arruinado, inició la conquista en 1402 bajo vasallaje castellano. Los señores de islas como Lanzarote, Fuerteventura y La Gomera impusieron un régimen señorial, distribuyendo tierras, aguas y esclavos, y reservándose rentas como los quintos (impuesto sobre mercancías) y el monopolio de la orchilla. Este sistema entró en crisis porque su rentabilidad dependía del tráfico de esclavos, no de una economía cerealista, lo que provocó el declive del señorío y su inviabilidad en el archipiélago.

Conquista y colonización bajo patrocinio regio (1480-1520)

La Corona conquistó Gran Canaria (1478-1483), La Palma (1492-1493) y Tenerife (1494-1496). Estas islas ofrecían un mayor potencial económico, atrayendo capital mercantil genovés. La redistribución de tierras originó grandes explotaciones azucareras y un campesinado parcelario con indígenas integrados.

Política de fomento del crecimiento económico

La Corona impulsó una política para atraer inmigrantes, roturar tierras y promover el cultivo exportador (caña de azúcar) sin descuidar la subsistencia interna. Se autorizó la libre circulación del capital mercantil genovés, esencial para financiar los ingenios azucareros. El sistema combinaba el cultivo de exportación y el policultivo, lo que reducía la dependencia externa.

Sistema fiscal privilegiado

Canarias disfrutó de amplias exenciones, como la ausencia de alcabala. Sus principales ingresos provenían de aduanas (almojarifazgos), monopolios (orchilla), la moneda forera, las tercias reales y el quinto de cabalgadas esclavistas (luego sustituido por el estanco del tabaco).

Sistema mercantil

Los puertos canarios obtuvieron el privilegio del comercio directo con las Indias, conectando el archipiélago con América, África y Europa, aunque Sevilla y Cádiz limitaron sus exportaciones.

Organización productiva y ciclo de expansión

Entre 1500 y 1680, Canarias vivió un prolongado ciclo de expansión basado en el azúcar como primer motor exportador.

El cultivo azucarero

Se concentró en las tierras bajas y cálidas de Gran Canaria, Tenerife, La Palma y La Gomera, con agua abundante. La planta y la mano de obra cualificada vinieron de Madeira. El cultivo exigió una red hidráulica compleja y se complementó con esclavos bereberes y negros. Los señores de ingenios (genoveses y conquistadores) controlaban la producción, pero predominaban pequeños plantadores libres que entregaban las cañas para moler a cambio de parte del producto. La crisis llegó hacia 1550 por la competencia del azúcar brasileño, más barato y abundante.

El vino

Tras la decadencia azucarera, el capital mercantil impulsó la viticultura (Malvasía), que sustituyó al azúcar como producto exportador principal y articuló los mercados atlánticos.

Fundamentos del comercio canario

El comercio se basó en los productos de exportación y en los privilegios mercantiles. La expansión azucarera generó una balanza comercial favorable, liquidez y la articulación de mercados entre Canarias, América, África y Europa. Los puertos más especializados concentraban el comercio exterior.

Crisis y recesión (1640-1670)

La expansión económica comenzó a declinar en el siglo XVII. El modelo, basado en la especialización, la división del trabajo y un mercado interior regulado, sufrió el agotamiento de su estructura productiva. La mayor parte del suelo útil se destinó al policultivo, que absorbía más recursos. Existía movilidad laboral interinsular, con jornaleros alternando entre cultivos de subsistencia y de exportación. La circulación de la renta provenía de salarios, beneficios y rentas en especie. El mercado interior, regulado por las autoridades municipales, controlaba precios, producción y distribución, conservando rasgos de una sociedad señorial.

Lección 3: Tiempos de Crisis y Mutaciones (1680-1820)

La economía canaria entró en una larga crisis (1680-1820) causada principalmente por las dificultades de comercialización de los vinos malvasías, base de su economía exportadora.

Causas político-institucionales

Inglaterra y Portugal favorecieron a sus propios vinos mediante leyes como la Staple Act de 1663, que limitó el acceso del malvasía canario al mercado inglés y colonial, beneficiando al vino de Oporto y al madeirense, impulsados además por el auge del comercio anglo-luso y el oro brasileño.

Causas comerciales

Desde 1690, y sobre todo tras 1720, el vino canario perdió mercados en América y África ante el avance de los caldos lusitanos, sin hallar un mercado sustitutivo. La competencia peninsular y los altos costes de producción agravaron la crisis.

Consecuencias

Cayó el precio del vino (de 500-600 reales/pipa en 1666 a 325 a inicios del XVIII), reduciendo la capacidad adquisitiva de los viticultores. Esto generó un déficit comercial, escasez de plata (mucha de ella falsificada hacia 1730) y el control del comercio exterior por mercaderes extranjeros. La población disminuyó y aumentó la emigración a América, que compensó parcialmente el déficit mediante remesas de indianos (autorizadas en 50.000 pesos anuales).

Salidas a la crisis

Ante el colapso del sector exportador, se expandió el policultivo intensivo (millo y papas), que hacia finales del XVIII ocupaba el 90% del suelo cultivado. La papa, compatible con las vides de vidueño, permitió diversificar ingresos y optimizar el uso del suelo. Se intensificó el aprovechamiento de los factores productivos:

  • Factor tierra: Se parceló en pequeñas unidades con contratos de medianería y aparcería (el colono asumía el 70% de los costes y el propietario recibía la mitad de la cosecha).
  • Factor agua: Se realizaron inversiones en obras hidráulicas (embalses, norias, minas, gavias) que mejoraron el riego incluso en las islas áridas.

La estructura agraria seguía siendo muy desigual: solo el 14% de la población era propietaria, frente a un 30% de arrendatarios y un 55% de jornaleros.

Persistencia de la crisis

La política borbónica centralista agravó la situación. El Reglamento de 1718 limitó a mil toneladas anuales el comercio con América, y las reformas de 1765 abrieron los mercados indianos a otros puertos peninsulares con ventajas fiscales, perjudicando a Canarias. Además, los vinos peninsulares compitieron directamente con los vidueños y aguardientes isleños, aunque en 1772 se consiguió un trato arancelario más equitativo.

El papel del mercantilismo librecambista canario

Durante la Ilustración, se debatió entre proteccionismo y libre comercio. Los ilustrados canarios defendieron un mercantilismo librecambista, considerando que el crecimiento solo era posible con libertad comercial. Las Sociedades Económicas de Amigos del País (1776-1778), impulsadas por Alonso de Nava y Grimón, promovieron medidas para eliminar obstáculos económicos: se propuso permitir la entrada de manufacturas extranjeras a cambio de facilitar las exportaciones de vinos, lo que equilibraría la balanza comercial, y se fomentaron nuevos cultivos con la creación del Jardín Botánico en 1788.

Nuevas propuestas: la barrilla

La barrilla, una planta usada en la industria del jabón y el vidrio, se convirtió en un nuevo producto de exportación con un efecto multiplicador sobre el resto del campo. Lanzarote y Fuerteventura lideraron su producción, favoreciendo una cierta diversificación agraria.

Una breve etapa expansiva (1790-1814)

Entre estas fechas se dio una recuperación temporal gracias a factores externos: las guerras europeas redujeron la competencia de vinos franceses y portugueses, y la retirada de productores peninsulares (andaluces, mallorquines, catalanes) permitió aumentar las ventas. También creció la demanda de EE. UU., y la barrilla se integró en los mercados industriales europeos, impulsando la agricultura y reduciendo la emigración, con una leve recuperación demográfica hasta 1814.

Lección 4: La Configuración del Capitalismo (1820-1880)

La consolidación del capitalismo en Canarias se desarrolló entre 1820 y 1880, aunque su origen fue anterior. Este proceso tuvo dos fases:

  • Fase de regresión y presión (1820-1850): Marcada por la crisis económica, una fuerte presión fiscal y rentista, y una política desfavorable a los intereses isleños, que obligó a la élite terrateniente y mercantil a redefinir su papel en el nuevo Estado burgués.
  • Fase de crecimiento y capitalismo (tras 1850): Se produjo un despegue económico con la entrada de las fuerzas del capitalismo y el desplazamiento de las economías campesinas tradicionales.

La crisis agrícola (1820-1845) supuso la ruina de los vinos y la barrilla, con ingresos que cayeron drásticamente (de 19 millones de reales en 1800 a 3,8 millones en 1839). La emancipación colonial colapsó el comercio canario-americano. La pérdida de mercados y la dependencia de Inglaterra generaron un déficit comercial que ya no pudo compensarse con la plata indiana, provocando un drenaje del circulante y una reducción de las importaciones.

El arancel proteccionista de 1821, impuesto tras la independencia americana, fue rechazado por los comerciantes isleños, pues encareció las importaciones sin beneficiar a Canarias, carente de industria propia, y favoreció a comerciantes peninsulares (catalanes y mallorquines). El arancel canario de 1831 buscó reducir esas cargas y fomentar las exportaciones de caldos, barrillas y granos, aunque el mercado americano ya estaba saturado. Todo ello derivó en una regresión económica evidente, con caída de cultivos y un persistente déficit.

La reforma fiscal de Mon y Santillán (1845) sustituyó las aduanas por contribuciones territoriales y pecuarias, incrementando la presión sobre la tierra; las tierras de cochinilla quedaron exentas por su valor estratégico. Paralelamente, la reforma agraria burguesa impulsada por la clase terrateniente supuso el desmantelamiento del feudalismo y la proletarización del campesinado, al perder el acceso a la tierra.

La salida a la crisis se articuló en torno al librecambio isleño, inspirado en la Ilustración Canaria, que defendía la libertad comercial como única vía de crecimiento. Este principio se plasmó en el Decreto de Puertos Francos (11 de julio de 1852), concedido por Bravo Murillo, que consolidó jurídicamente el librecambio y reconoció la especificidad económica del archipiélago, reanudando su tradicional apertura comercial. A partir de entonces, se configuraron las bases del capitalismo isleño, una economía diferenciada de la peninsular, con sectores emergentes como la industria pesquera, la actividad portuaria (potenciada por capitales extranjeros y los servicios asociados) y un notable desarrollo urbano en torno a los núcleos mercantiles.

Entre las consecuencias posteriores, se señalan la creación de los Cabildos Insulares (1912) y la división provincial (1927), que reflejaron la institucionalización del modelo capitalista. En el plano económico, la cochinilla o grana se convirtió en el nuevo producto exportador, sustituyendo a los antiguos cultivos y restableciendo los vínculos con los mercados europeos, especialmente con Inglaterra. Sin embargo, la crisis de 1873 rompió el equilibrio del modelo agrícola tradicional, al hundirse los precios del cereal por la entrada de harinas extranjeras (sobre todo de Marruecos), desarticulando la división del trabajo insular establecida desde el siglo XVI y afectando gravemente a Lanzarote y Fuerteventura. Finalmente, la reforma agraria burguesa derivó también en la privatización del agua, con la apropiación de manantiales y recursos comunales, un rasgo distintivo del nuevo capitalismo agrario canario.

Lección 5: Un Crecimiento Económico Moderno (1880-1936)

El período entre 1880 y 1936 marcó la modernización económica de Canarias bajo estructuras capitalistas tras la Crisis Finisecular de 1873-1896. Esta fue una depresión global iniciada con la ruina de la cochinilla, causada por la aparición de las anilinas sintéticas en Europa, que hundieron los precios del colorante natural y arruinaron a los pequeños cosecheros. La exportación de grana, que en 1870 alcanzaba seis millones de libras, cayó un 66% en 1886, provocando el desequilibrio de la balanza comercial con Inglaterra, el aumento del paro (los salarios bajaron un 20%) y una fuerte emigración a Cuba, donde los canarios trabajaron en plantaciones de azúcar y tabaco tras la abolición de la esclavitud.

El hundimiento de los precios del cereal agravó la crisis, debido al exceso de oferta (por el incremento del cultivo de papas y millo), la caída del consumo por la pérdida del poder adquisitivo y la escasez de circulante por la salida de capital hacia Inglaterra. Ante esta situación, la burguesía canaria ensayó dos reconversiones agrarias:

  1. La primera, a finales del siglo XIX, impulsada por la clase terrateniente, buscó orientarse al mercado peninsular y desligarse de la libra esterlina mediante la producción de caña de azúcar, tabaco y pesca. Fracasó por la competencia de los cultivos peninsulares (remolacha, arroz, cítricos, algodón). Solo el tabaco permitió cierta supervivencia de los pequeños propietarios.
  2. La segunda reconversión, liderada por capitales británicos (Fyffes, Elder-Dempster, Wolfson, Yeoward), tuvo éxito al reorientar la economía hacia el mercado inglés, introduciendo cultivos de plátano, tomate y papa, altamente intensivos en capital. Este capital provenía tanto de remesas de emigrantes como de inversión extranjera y bancaria, iniciando la modernización agraria y portuaria del Archipiélago.

Consecuencias y evolución hasta 1936

Las consecuencias fueron la consolidación de un modelo capitalista moderno, con un acelerado proceso de urbanización, la construcción de infraestructuras portuarias y la expansión de los servicios ligados al tránsito marítimo, lo que otorgó a Canarias un papel estratégico en el tráfico imperialista hacia África.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918)

Durante el conflicto, el comercio exterior se paralizó por la inseguridad marítima, lo que provocó paro, escasez, conflicto social y un retorno al autoconsumo.

Los años 20 (1918-1929)

Esta fue una etapa de reactivación económica sustentada en capital autóctono (remesas de Cuba y las nuevas Cajas de Ahorros fundadas en 1911 y 1913). Los sectores más dinámicos fueron el platanero (cultivo líder), la horticultura, la ganadería, la energía eléctrica, la Refinería de Cepsa (1929) y el turismo incipiente, acompañados de una expansión urbana y una modernización social en educación y sanidad.

El Crack de 1929 y la Gran Depresión

La crisis afectó profundamente a Canarias desde 1933: las exportaciones de plátano cayeron más de un tercio y los precios se desplomaron por la competencia caribeña, el proteccionismo internacional y las deficiencias internas de comercialización. Mientras el tomate resistió mejor, el resto de la economía sufrió un declive estructural: disminuyó el comercio de tránsito, la construcción se paralizó y el turismo desapareció. El resultado fue paro masivo, conflictividad social y una emigración frustrada, ya que América Latina también sufría la depresión, salvo Venezuela, que, gracias a su petróleo, se convertiría en el nuevo destino migratorio de los canarios en las décadas posteriores.

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