Historia Económica de Canarias: Del Esplendor Vitivinícola a la Consolidación de los Puertos Francos (1500-1918)

Expansión y Crisis del Sistema Vitivinícola Canario (1500–1814)

El sistema vitivinícola canario vivió entre 1500 y 1680 una etapa de esplendor marcada por la sustitución del azúcar como principal cultivo de exportación. Tras el declive del ciclo azucarero, las tierras de costa no aptas para la caña se destinaron a los viñedos, sobre todo en Tenerife y La Palma, las islas con condiciones más favorables para el cultivo y el comercio del vino. Los mercaderes genoveses introdujeron las cepas *Malvasía*, que se adaptaron bien al clima insular, y el producto pronto alcanzó fama internacional. A mediados del siglo XVII, Canarias exportaba más de 50.000 pipas anuales, con el *Malvasía* como producto estrella, muy apreciado en los mercados de Inglaterra, Flandes y el norte de Europa.

Factores del Auge Vitícola

La expansión se debió a varios factores:

  • La crisis del azúcar, que liberó tierras fértiles.
  • La acumulación de capital mercantil proveniente del anterior ciclo productivo.
  • La creciente demanda exterior de vinos finos, especialmente impulsada por los mercaderes ingleses.
  • El comercio directo con América, que permitió colocar excedentes.

Este auge vitícola atrajo población y fomentó una estructura económica orientada al mercado exterior, sostenida por medianeros, jornaleros y grandes propietarios.

El Declive y la Crisis del Siglo XVIII

Sin embargo, desde 1640 comenzaron los síntomas de agotamiento. La independencia de Portugal y las políticas arancelarias mercantilistas favorecieron los vinos de Oporto y Madeira, desplazando al *Malvasía* canario del mercado inglés. Además, la *Staple Act* de 1663 restringió el comercio directo con las colonias inglesas, reduciendo drásticamente las exportaciones. La competencia de los vinos peninsulares y madeirenses en África y América, junto a las limitaciones impuestas por los cargadores sevillanos al comercio con las Indias, agravaron la situación.

Durante el siglo XVIII, la crisis se profundizó: los precios del vino cayeron, los mercados tradicionales se cerraron y la balanza comercial con Inglaterra se volvió negativa. Muchos viticultores no pudieron sostener la producción, y la emigración —principalmente hacia América (La Habana, Campeche y La Guaira)— se convirtió en una salida ante la falta de oportunidades. Las remesas enviadas por los emigrantes aliviaban parcialmente la economía local, pero no lograron frenar el deterioro general.

Reorientación Económica

Ante la caída del comercio exterior, el interior insular se volcó en una agricultura de subsistencia basada en el policultivo intensivo, el millo y la papa, que garantizaba el abastecimiento local. Este nuevo modelo, centrado en el autoconsumo y las rentas en especie, contrastaba con la antigua economía exportadora.

En resumen, el sistema vitivinícola canario vivió una etapa de esplendor entre 1500 y 1680, seguida de una larga crisis entre 1680 y 1814, causada por la competencia internacional, las políticas comerciales desfavorables, la emigración y la reorientación hacia una economía de subsistencia. Tenerife y La Palma, principales productoras, fueron las más afectadas por el colapso de un modelo que había sido durante siglos el motor económico del archipiélago.

La Economía Aborigen Canaria: Factores de Producción y Demografía

La economía de los aborígenes canarios se basaba en una estructura comunitaria y autosuficiente, adaptada a las condiciones naturales de cada isla. Sus principales factores de producción fueron la tierra, el trabajo humano y los recursos naturales, organizados bajo una lógica redistributiva donde los bienes se repartían de manera colectiva entre los miembros del grupo. Las comunidades gestionaban tierras y ganados de forma comunal, y los excedentes agrícolas o ganaderos se almacenaban en silos colectivos para ser utilizados en épocas de escasez o durante ceremonias rituales.

La Tierra y la Agricultura

La tierra era el elemento esencial. Cada isla presentaba ecosistemas diferentes que determinaban su aprovechamiento económico: en las islas áridas como Lanzarote y Fuerteventura predominaban los pastos y la ganadería, mientras que en las más húmedas —Tenerife, La Palma, La Gomera o Gran Canaria— se practicaba una agricultura más desarrollada gracias a la existencia de barrancos, fuentes y suelos fértiles. No disponían de arado ni de metales, por lo que trabajaban con instrumentos rudimentarios de madera, hueso o piedra. La agricultura se centraba en cereales como la cebada y el trigo, complementados con legumbres y frutos silvestres, base de su dieta junto al gofio.

Organización del Trabajo y Ganadería

El trabajo estaba organizado por sexo y edad:

  • Hombres adultos: Se encargaban del pastoreo, la roturación y la defensa del territorio.
  • Mujeres y niños: Participaban en la siembra, recolección y molienda de los granos, además de elaborar utensilios y tejidos.

Esta división garantizaba el equilibrio productivo y la subsistencia de cada grupo. La ganadería —especialmente de cabras y ovejas— tenía gran importancia, aportando leche, carne, pieles y estiércol para el abono, además de servir como reserva de riqueza. En las zonas costeras, la pesca y el marisqueo completaban la dieta.

Población y Estructura Social

En cuanto a la población, los estudios arqueológicos estiman que hacia el siglo XV el conjunto del archipiélago alcanzaba unos 100.000 habitantes, distribuidos de manera desigual según las condiciones naturales de cada isla. Su crecimiento fue lento y controlado, pues el aislamiento y la limitación de recursos obligaron a aplicar mecanismos de equilibrio demográfico, como el infanticidio femenino o la poliandria, para evitar la superpoblación. La estructura familiar era generalmente extensa y patriarcal, aunque con restos de descendencia matrilineal.

La sociedad aborigen se organizaba en comunidades donde el trabajo y la producción se destinaban al autoconsumo y a la redistribución comunal, bajo la autoridad de una élite guerrera o noble encargada de proteger los recursos y mantener el orden. En conjunto, su economía se puede definir como mixta, agraria, ganadera y recolectora, sin excedentes orientados al comercio exterior, pero perfectamente adaptada al medio insular y capaz de sostener a su población durante siglos antes de la llegada de los europeos.

Los Puertos Francos: Origen, Desarrollo y Consolidación (Siglos XIX y XX)

El sistema de Puertos Francos en Canarias surgió como una respuesta económica y política a la crisis del comercio tradicional y a la necesidad de integrar el archipiélago en los nuevos circuitos del capitalismo industrial del siglo XIX. Su origen se vincula al contexto de la Revolución Industrial, cuando Europa experimentaba una expansión comercial sin precedentes y las islas, en situación periférica y dependiente, necesitaban reactivar su economía.

Origen y Desarrollo del Régimen

Tras la pérdida de los mercados americanos y el declive del comercio vitivinícola, las Islas Canarias atravesaron una profunda crisis agraria. La liberalización del comercio internacional y la política económica del Estado español favorecieron la búsqueda de nuevas fórmulas para dinamizar los intercambios. Así, mediante el Real Decreto de 1852, la Corona concedió a Canarias el régimen de Puertos Francos, que eliminaba la mayoría de los impuestos aduaneros sobre la importación y exportación de mercancías. El objetivo era convertir al archipiélago en un enlace comercial entre Europa, África y América, atrayendo capital extranjero y fomentando el tránsito marítimo.

Gracias a este régimen, los puertos de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife se transformaron en centros de avituallamiento y reparación de barcos, lo que impulsó el crecimiento urbano, la llegada de compañías extranjeras y el surgimiento de una burguesía comercial local. Durante la segunda mitad del siglo XIX, Canarias se integró plenamente en las rutas atlánticas, aprovechando su posición estratégica para el suministro de carbón a los buques de vapor y el comercio de reexportación.

La Edad de Oro y la Consolidación Institucional

La edad de oro de los Puertos Francos se vivió a finales del siglo XIX y comienzos del XX, antes de la Primera Guerra Mundial, cuando el tránsito marítimo alcanzó niveles extraordinarios. Las islas se modernizaron: se construyeron muelles, almacenes, vías ferroviarias portuarias y servicios urbanos. Esta prosperidad generó una fuerte actividad económica y un notable crecimiento demográfico, especialmente en las capitales insulares.

En el plano político-administrativo, este proceso coincidió con la creación de los Cabildos Insulares en 1912, instituciones locales que nacieron para gestionar los intereses de cada isla dentro del marco del régimen de Puertos Francos. Los cabildos asumieron competencias en obras públicas, sanidad, educación y desarrollo económico, consolidando la autonomía insular y modernizando la gestión del territorio.

En síntesis, los Puertos Francos, instaurados en 1852, marcaron el inicio de una nueva etapa en la economía canaria, caracterizada por su apertura comercial y su vinculación al comercio internacional. Su máximo esplendor se alcanzó hacia 1900, con la consolidación de los cabildos y la conversión de Canarias en un punto estratégico del Atlántico hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, que puso fin a aquella etapa dorada.

Las Etapas Clave de los Puertos Francos (1852-1918)

El sistema de Puertos Francos en Canarias pasó por tres etapas fundamentales entre 1852 y 1918, que marcaron la transformación económica y social del archipiélago dentro del contexto del comercio atlántico y la expansión industrial europea.

1. 1852: Instauración y Apertura Comercial

Comenzó con la promulgación del Real Decreto de Puertos Francos por la reina Isabel II, con el objetivo de reactivar la economía canaria tras décadas de crisis y aislamiento. Este decreto suprimía los principales aranceles de importación y exportación, permitiendo que las Islas Canarias funcionaran como una zona libre de impuestos aduaneros. En esta fase inicial, los puertos de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria empezaron a consolidarse como puntos de escala y avituallamiento para los barcos de vapor que cruzaban el Atlántico.

2. 1880: Expansión y Consolidación

Esta etapa supuso la expansión y consolidación del régimen portuario gracias al auge del comercio internacional y al desarrollo de la navegación a vapor. Las compañías inglesas y francesas se establecieron en las islas, impulsando el tráfico de carbón, productos agrícolas y manufacturas. Este periodo coincidió con el crecimiento urbano e industrial de los puertos canarios, especialmente en Las Palmas, donde se creó una burguesía comercial ligada al negocio portuario y al comercio de reexportación. Se construyeron muelles modernos, depósitos y servicios marítimos que convirtieron a las islas en una base fundamental del comercio europeo con África y América.

3. 1918: Madurez y Apogeo del Sistema

Esta etapa comenzó tras la Primera Guerra Mundial y se caracterizó por una reorganización del sistema económico insular. Aunque el conflicto había reducido el tráfico marítimo, el régimen de Puertos Francos permitió una rápida recuperación. En esos años se consolidó la “edad de oro” del modelo, con un notable crecimiento del comercio y la aparición de nuevas instituciones de gobierno local, como los Cabildos Insulares (creados en 1912), que fortalecieron la autonomía y la gestión económica de cada isla. Esta etapa representó el punto culminante del sistema, con Canarias plenamente integrada en las rutas internacionales y convertida en un centro estratégico del Atlántico, hasta que las crisis mundiales del siglo XX comenzaron a frenar su expansión.

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