El Establecimiento de la II República (Fuerzas Políticas y Constitución de 1931)
El conjunto de documentos se refiere al establecimiento de la II República, proclamada el 14 de abril de 1931 tras la marcha al exilio del rey Alfonso XIII, según refleja el documento 1. Este exilio fue el resultado de un largo proceso de crisis de la monarquía (y del propio sistema de la Restauración), agudizada, si cabe, con la dictadura de Primo de Rivera, apoyada por el rey, y con el fracaso de los intentos de reposición del orden constitucional de los gobiernos respectivos del general Berenguer, la llamada “Dictablanda”, y del almirante Aznar.
El Pacto de San Sebastián y el Triunfo Republicano
Mientras se derrumbaba la Restauración, los diversos partidos republicanos, los nacionalistas catalanes y los regionalistas gallegos acordaron el llamado Pacto de San Sebastián en agosto de 1930 con el objetivo de proclamar la República utilizando todos los recursos a su alcance. Así, impulsaron los fracasados pronunciamientos de Jaca y Cuatro Vientos. En octubre de 1930, los socialistas acordaron adherirse al pacto y, a principios de 1931, un grupo de intelectuales encabezados por José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón publicaron el manifiesto fundacional de una Agrupación al Servicio de la República para apoyar el triunfo de esta.
A fin de atajar el malestar, el almirante Aznar anunció la convocatoria de unas elecciones municipales para el 12 de abril, a las que seguirían otras generales con carácter constituyente. Republicanos y socialistas decidieron concurrir coaligados a las elecciones municipales y plantearlas como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. El triunfo de esta coalición en las grandes ciudades, donde el sistema caciquil tenía menos influencia, se interpretó como un rechazo a la monarquía que el propio rey reconoció:
“Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo” (inicio del texto).
Tras la marcha del rey, quien declaró “me aparto de España” (línea 12), sin renunciar a sus derechos (“No renuncio a ninguno de mis derechos”, líneas 8-9) y tras suspender “el ejercicio del poder real” (línea 11), se dio paso a la proclamación de la República el 14 de abril.
Contexto y Causas del Fracaso Republicano
En su conjunto, la II República fue un intento de renovación política, económica y cultural que, no obstante, fracasó. Las causas de este fracaso pueden resumirse en dos contextos principales:
1. Contexto Económico Negativo
La depresión económica de 1929 sirvió como trasfondo, cuya consecuencia fue el aumento de la conflictividad social animada por la “gimnasia revolucionaria” promovida por los anarquistas. Esta conflictividad se evidenció en disturbios, entre los cuales destacó el de Casas Viejas (enero de 1933), que significó el fin del primer gobierno de izquierda de Azaña.
2. Contexto Político Negativo y Polarización
Este contexto fue causado por la creciente tensión política e ideológica nacida de la violenta aparición de corrientes revolucionarias, como el comunismo y los fascismos, de contenidos y actitudes antidemocráticas, cuyo auge en España dificultó el asentamiento de la democracia y de la República.
Ejemplos de esta radicalización los tenemos en el nacimiento del partido fascista español, la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera en 1933, o en la radicalización del PSOE con Largo Caballero y su participación en la insurrección de octubre de 1934.
Fragmentación Política y Debilitamiento Institucional
A lo anterior se añade el enorme fraccionamiento político, como muestra el documento 2, que presenta los resultados de las elecciones del 28 de junio de 1931 (a Cortes Constituyentes), donde el grupo mayoritario era el PSOE con solo 115 escaños de 470, seguido por los radicales de Lerroux con 90, y así hasta más de veinte partidos que configuraban las Cortes (aunque hay que señalar que a estas elecciones no se presentaron ni los monárquicos ni las derechas).
Esta fragmentación, unida a la radicalización y la polarización de la sociedad y de la política, impidieron cualquier tipo de consensos, al tiempo que se debilitó la capacidad y legitimidad de los gobiernos republicanos. Así, la sociedad española vivió esta etapa fuertemente dividida y confrontada en sus respectivas posiciones; una división y un enfrentamiento que, conforme avanzó la República, fue en aumento y se extendió con mayor violencia, terminando dramáticamente en la Guerra Civil.
El Gobierno Provisional y las Primeras Reformas
Tras la proclamación de la República se formó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora, un exmonárquico liberal. Este gobierno tuvo una composición heterogénea, ya que en él se incluyeron desde la derecha republicana (del propio Alcalá Zamora) hasta los socialistas con Largo Caballero e Indalecio Prieto, pasando por la izquierda republicana de Manuel Azaña, los republicanos radicales de Lerroux, los nacionalistas catalanes y el republicanismo galleguista de ORGA con Casares Quiroga. El gobierno excluyó a monárquicos, comunistas y anarquistas.
Aunque su principal tarea legislativa fue la convocatoria a Cortes Constituyentes (junio de 1931), en sus primeros meses desarrolló una serie de medidas consideradas urgentes que serían un claro precedente de las reformas del posterior Bienio Social-Azañista. De entre estas medidas, destacamos:
- Reforma Territorial: Restauración de la Generalitat como gobierno autónomo de Cataluña.
- Reformas Agrarias y Sociales: El “decreto de laboreo forzoso” y el “decreto de términos municipales”, que, junto al seguro de accidentes de trabajo y la jornada laboral de ocho horas, prefiguraron la reforma agraria y las reformas sociales.
- Reforma Educativa: La coeducación y la no obligatoriedad de la enseñanza de la religión, así como el inicio de la construcción de 7.000 nuevas escuelas.
- Reforma Militar: El juramento de fidelidad a la República, la Ley de Retiro de la oficialidad y el cierre de la Academia Militar de Zaragoza.
Sin embargo, como ya se comentó, la principal tarea legislativa fue la convocatoria a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino, celebradas en junio de 1931. Como muestra la tabla de datos que constituye el documento 2, supuso la victoria clara de la izquierda, concretamente de la coalición republicano–socialista, dejando en un segundo lugar a los republicanos radicales de Lerroux y casi sin representación a los monárquicos y derechistas que no participaron por rechazar el modelo político republicano. Estas elecciones llevaron a la Presidencia del Gobierno al republicano Azaña, apoyado por el PSOE.
La Constitución de 1931
Por su parte, las Cortes Constituyentes elaboraron la Constitución de 1931 (documento 3), que fue aprobada el 9 de diciembre de ese año. Tuvo un talante muy avanzado y progresista, si bien no contó con el consenso suficiente y, además, obligaba al gobierno a cumplir un programa reformista de ideología muy progresista.
Principios Fundamentales de la Constitución
H4. Definición del Estado
Define al Estado como “una república de trabajadores” (art. 1), democrática, laica y descentralizada, lo que ejemplifica el talante izquierdista y progresista, contrario a los modelos liberales “burgueses”.
H4. Derechos y Libertades
Recogía una amplia declaración de derechos y libertades, previo reconocimiento del principio básico del liberalismo de la igualdad de los ciudadanos ante la ley (Art. 2). Entre ellas destacaba el derecho al voto de las mujeres, el matrimonio civil y el divorcio, y el derecho a una educación primaria obligatoria y gratuita, lo que obligaba a una amplia reforma social y educativa que el gobierno Azaña llevó a cabo.
H4. Propiedad y Economía
Se respetaba la propiedad privada, aunque podía ser objeto de expropiación forzosa por utilidad social, lo que abría la puerta a la reforma agraria.
H4. Laicismo y Relación Iglesia-Estado
Declaraba el laicismo del Estado, la libertad de culto, la separación Estado-Iglesia (“El estado español no tiene religión oficial”, art. 3) y eliminaba la financiación estatal de la Iglesia. Esto justificó la reforma religiosa, origen de un enconado debate y del enfrentamiento de la República con la Iglesia católica y la derecha no republicana, que acabó fundando en 1933 un partido, la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), bajo el liderazgo de Gil Robles, con la finalidad de eliminar o limitar el alcance de esta Constitución.
H4. Estructura de Poderes y Organización Territorial
Establecía una radical división de los poderes con Cortes de cámara única, previo reconocimiento de la soberanía nacional de base popular (“Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”, art. 1), acorde a un régimen democrático. La organización territorial se sustentaba en el reconocimiento de la autonomía municipal y la posibilidad de que varias provincias pudiesen organizarse en región autónoma (art. 1), justificando así la reforma política que establecía la autonomía de Cataluña en primer lugar y de Galicia y País Vasco después.
El Problema del Consenso
Esta Constitución nació sin el aconsejable consenso de todas las fuerzas políticas porque era reflejo de las ideas de la coalición gobernante de socialistas y republicanos de izquierdas. La derecha católica no republicana la rechazó y mostró su disposición a revisarla o a derogarla y, finalmente, optó por soluciones más drásticas como el apoyo al golpe de Estado que dio lugar a la Guerra Civil.
