Benjamin Disraeli: Legado de un Primer Ministro Británico en la Época Victoriana

Benjamin Disraeli

Benjamin Disraeli
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Benjamin Disraeli
Nacimiento21 de diciembre de 1804
Bandera del Reino Unido
Londres, Inglaterra
Fallecimiento19 de abril de 1881, 76 años
Bandera del Reino Unido
Londres, Inglaterra
Nacionalidadbritánico
OcupaciónPrimer Ministro, escritor
CónyugeMary Ann Wyndham
PadresIsaac D’Israeli y Maria Basevi
Firma
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Benjamín Disraeli (Londres, 21 de diciembre de 1804 – 19 de abril de 1881, Curzon Street, Londres), conocido también como conde de Beaconsfield o lord Beaconsfield, fue un político, Primer Ministro del Reino Unido y escritor británico. Hijo del escritor y erudito Isaac D’Israeli, Benjamín Disraeli formaba parte de una familia tradicional judía sefardí de origen italiano; sus antepasados, de hecho, habían sido expulsados de España en 1492. Sin embargo, fue bautizado, junto a todos sus hermanos, en la Iglesia Anglicana a la edad de trece años, convirtiéndose así al cristianismo. Benjamín Disraeli sería conocido también con el apodo de Dizzy por sus seguidores.

Disraeli: Personalidad y Estilo de Vida

Benjamín Disraeli ha sido descrito por sus biógrafos como un hombre que amaba las reuniones sociales, los gustos caros y la ropa de moda. Muchos de sus adversarios lo atacaron con dureza por sus excesos, que incluyeron más de una aventura con mujeres casadas. Se le consideraba un dandy que vestía estrafalariamente.

Los gustos caros de Disraeli y algunos desafortunados negocios lo llevarían a ser permanentemente perseguido por los acreedores, a quienes logró eludir en gran medida gracias a su facilidad para penetrar los círculos sociales y a sus publicaciones.

Disraeli mostró siempre la cualidad de ser agradable y extremadamente culto, lo que le granjeó simpatías de, entre otros, Napoleón III y la familia Rothschild, amistades que resultarían sumamente útiles tanto para solucionar sus problemas económicos como para impulsar su carrera política.

En 1831, Disraeli emprendería un largo viaje, una suerte de peregrinaje por Tierra Santa que transformaría su vida. A partir de ese momento, no solo Disraeli revaloraría sus orígenes, sino que nacería en él la íntima convicción de que había nacido para ocupar un lugar importante en el mundo.

Young_disraeli.jpg El joven Disraeli
por Sir Francis Grant, 1852.

Profundamente británico y anglófilo, sus orígenes judíos serían, en más de una oportunidad, tema de descrédito tanto en su entorno social como en el político. Disraeli, a diferencia de su padre, que renegó de ellos, bautizando a todos sus hijos anglicanos y rehusando ocupar cargos en la comunidad judía, los utilizaría en su favor. Por ejemplo, al contestar ataques de sus adversarios políticos, escribiría: «Los judíos son el pueblo elegido de Dios; su historia, cultura y religión son mucho más antiguas que las de los pueblos europeos, y además, los judíos llevan en la sangre la sabiduría oriental». Esto, unido a su defensa de las costumbres y el carácter británico y al orgullo que sentía por ser inglés, llevaba a una conclusión, buscada por él mismo, según el historiador Carl Grimberg, quien expresa que lo que Disraeli quería decir era: «No hay sangre más noble que la de un judío inglés».

El 28 de agosto de 1839 contrajo matrimonio con Mary Ann Wyndham, una mujer de sociedad, doce años mayor que él, viuda, inteligente y, sobre todo, dotada de una renta mensual de cuatro mil libras, cuestión que impulsaría tanto su carrera como escritor como la política. A partir de este momento, Disraeli viviría de forma holgada, con la literatura y la política como sus únicas preocupaciones, pese a lo cual no fue raro que alguno de sus excesos terminara por enfurecer a su esposa, sobre todo al momento de pagar las cuentas. Disraeli, en todo caso, no dejaría de agasajarla, llamándola cariñosamente The Perfect Woman (la mujer perfecta), algo que, dadas sus ambiciones, resultaría un cumplido literal. La pareja no tuvo hijos.

La muerte de su esposa, ocurrida el 15 de diciembre de 1872, marcaría a Disraeli de por vida, no solo por el sufrimiento que le causó su enfermedad (donde él se comportó como el más fiel acompañante en la dolorosa crisis final). Además de deberle a su esposa su carrera política, Disraeli comenzó a notar que había perdido el principal legado de su matrimonio: un hogar. Disraeli encontraría consuelo posteriormente en su relación con dos conocidas damas de sociedad: Lady Bradford y Lady Chesterfield, las cuales, de todas formas, no llenarían el vacío dejado por su esposa. Solo la compañía de la Reina y el poder mismo serían las razones que le darían nueva vida a Disraeli.

Disraeli como Escritor

Si bien la carrera de Benjamín Disraeli como escritor resultaría un tanto marginal a su carrera política y sus libros no serían particularmente recordados por su calidad literaria, estos lograron gran éxito editorial no solo en Inglaterra, sino también en el resto de Europa, cuestión en la que influiría mucho su reputación como político. Las novelas de Benjamín Disraeli constituyen descripciones de la sociedad británica y, al mismo tiempo, una expresión del pensamiento político y religioso de su autor. Entre las novelas más importantes de Benjamín Disraeli encontramos Coningsby, Sybil y la más conocida e importante de todas, Vivian Grey.

La Carrera Política de Disraeli

Robert_Peel.jpg Sir Robert Peel, Bt.
Primer Ministro 1834–35, 1841–46.

Disraeli se caracterizaría en sus acciones políticas por convertirlas en una extensión de su carrera como escritor. Sus discursos, llenos de dramatismo y envueltos en una oratoria cuidadosamente desarrollada, constituirían una de sus armas más notables. Pesarían, en todo caso, en su contra, sus orígenes judíos, su figura de dandy e incluso su mala reputación, marcada por la constante persecución de sus acreedores, lo que sería suavizado por el ventajoso matrimonio al que hemos hecho referencia.

Los primeros pasos de Disraeli en la política no fueron del todo exitosos. En las elecciones de 1832, pese a formar parte de una familia tradicionalmente conservadora, se presentó como candidato independiente por el distrito de Wycombe, resultando ampliamente derrotado. Repetiría el intento en 1833, perdiendo nuevamente.

En 1835, ahora como miembro del Partido Conservador, y luego de publicar el manifiesto Defensa de la Constitución inglesa en forma de carta a un noble Lord, Benjamín Disraeli conseguiría entrar por primera vez a la Cámara de los Comunes por el distrito de Maidstone, curiosamente un distrito que, a diferencia de Wycombe, apenas conocía.

El debut de Disraeli en el parlamento no sería precisamente prometedor: resultaría abucheado por el grupo irlandés encabezado por Daniel O’Connell. Este hecho, sin embargo, lejos de perjudicarlo, le atraería simpatías y muy pronto conseguiría el respeto de los demás miembros del parlamento. Disraeli estaba dotado de gran oratoria y contribuiría desde la testera a derrotar, para disgusto de la reina, al gabinete liberal encabezado por Lord Melbourne en 1841.

Disraeli abrazaba las ideas del radicalismo. Estaba convencido de que la antigua aristocracia terrateniente resultaba mucho más eficiente en el gobierno que la pequeña burguesía. Se manifestaba como defensor de las tradiciones británicas y como proteccionista en lo que se refiere a las ideas económicas.

En septiembre de 1841, asumió el nuevo gobierno Conservador con Sir Robert Peel como Primer Ministro. Disraeli esperaba ser convocado a un Ministerio; sus famosos y encendidos discursos lo habían catapultado a la fama, y se le consideraba a esas alturas uno de los oradores más brillantes en el parlamento. Sin embargo, esta fama resultaba inversamente proporcional a la confianza que generaba entre la vieja guardia del partido; algunos de los más prominentes miembros del conservadurismo amenazaban con su renuncia si Disraeli ingresaba al gobierno. Peel cedería, pues compartía las mismas aprehensiones. El horizonte de Disraeli se vería oscuro, mientras que el de un joven ministro de finanzas, William Gladstone, era en la misma proporción prometedor.

Sin embargo, Peel cometió un grave error político: había llegado al cargo bajo la protección de los agricultores en general y de los grandes terratenientes en particular, abrazando las ideas proteccionistas. No obstante, poco a poco Peel comenzaría a ceder ante el influjo de su ministro de finanzas y se acercaría a las ideas librecambistas.

En oposición a lo que se denominaba «gobierno tory, programa whig», nacería un movimiento al interior del partido conservador llamado la «Joven Inglaterra», compuesto por jóvenes aristócratas de origen terrateniente que encontrarían en Disraeli el líder perfecto. Este movimiento, poco a poco, derivaría en una corriente interna del conservadurismo defensora del proteccionismo, de la agricultura inglesa y, en particular, de las tradiciones religiosas británicas.

Lord_George_Bentinck.jpg Lord George Bentinck
Líder conservador en la Cámara de los Comunes 1846–48.

En 1846 llegó el turno de Disraeli y de la Joven Inglaterra. Una errónea evaluación de los efectos climáticos, que según el gobierno preveía una grave sequía y la consecuente hambruna, llevó al gobierno a presentar al parlamento un programa para abrir las fronteras a la importación de alimentos desde el extranjero. Fue un error fatal: en primer lugar, tal hambruna no se produciría; en segundo lugar, los agricultores estallarían en cólera. Disraeli, aliado con Lord George Bentinck, figura señera del conservadurismo y líder conveniente para la Joven Inglaterra, también conocido ahora como partido proteccionista, utilizaría este proyecto para derribar el gobierno. Lo conseguirían luego de maratonianas sesiones de la cámara, en junio de 1846. Peel cae; Sir John Russell, líder whig, forma gobierno.

Fuera de escena Peel, y muerto Bentinck de un repentino ataque al corazón, Benjamín Disraeli se transforma en 1846 en líder de la oposición conservadora en la Cámara de los Comunes. No sin contratiempos, se había ganado un enemigo mortal: Gladstone jamás perdonaría la afrenta.

En aquella época, Disraeli cumpliría una de las principales condiciones que se exigía en esos tiempos a todo líder tory: la adquisición de una hacienda. En agosto de 1848, Benjamín Disraeli se convierte en propietario de la hacienda de Hughenden, de 70 ha, por el precio de 34.950 libras, lo que comprendía tanto el parque como la casa de quince habitaciones. Disraeli lograba tal propósito gracias al aval de sus nuevas amistades dentro del partido. Feliz, escribiría a su esposa: «Ya eres la castellana de Hughenden».

Disraeli impulsaría la modernización del partido tory, el cual volvería nuevamente al poder en febrero de 1852, ahora como «librecambista». A esas alturas, Sir Robert Peel había muerto y se esperaba que el propio Disraeli tomase el mando del partido, lo que, sin embargo, no ocurrió por propia iniciativa de este, quien aún generaba desconfianza.

Derrotado Russell, la Reina llama a Lord Stanley, Conde de Derby y líder Conservador de la Cámara de los Lores, a formar gobierno. Este, carente según sus propias palabras de «hombres de talento», acaba por llamar a Disraeli, pese a la oposición inicial de la Reina que lo juzgaba temerario y descortés, a ocupar el puesto de «Canciller del Exchequer» (Ministro de Hacienda). Disraeli le contestaría: «No sé nada de finanzas». Derby respondería: «Usted sabe tanto como sabía Canning». El nuevo gobierno conservador sería conocido como el gabinete de los «Who? Who?» (¿quién? ¿quién?), en el sentido de que pocos conocían referencias de los nuevos Ministros.

El gobierno tendría corta duración; su fin estaría marcado por un verdadero choque de trenes. Correspondía exponer al parlamento el presupuesto de la nación para el año siguiente. Disraeli se preparó concienzudamente; sin embargo, no bastaría. Al frente tenía a Gladstone, quien tenía un conocimiento de la hacienda pública mucho más extenso que él y que había alcanzado gran prestigio en su gestión en dicho ministerio durante el gobierno de Peel.

Gladstone le infligiría a su adversario, a quien consideraba la encarnación misma de Mefistófeles, una aplastante derrota en lo que es recordado como uno de los duelos más brillantes de la historia del Parlamento inglés.

La derrota del presupuesto de Disraeli involucró la caída del breve gobierno Conservador. Asume un nuevo Ministerio Liberal a cargo de George Hamilton-Gordon, Barón de Aberdeen, con Gladstone como «Canciller del Exchequer». Este nuevo gobierno, en el que, según Lord Palmerston, figuraban todos los «diputados inteligentes» salvo Disraeli, acabaría por involucrar a Inglaterra en la Guerra de Crimea, a la cual Disraeli se opondría con vigor sin ser escuchado, cuestión que se haría común en los próximos diez años.

Disraeli y su Relación con la Reina Victoria

Old_disraeli.jpg Disraeli y la reina Victoria, durante la visita que realizó a Hughenden durante el apogeo de la crisis de Oriente.

A diferencia de Gladstone, sumamente frío y poco dado a la adulación, Benjamín Disraeli cultivaría una relación sumamente cercana con la reina Victoria I, la cual se vería incrementada con la muerte de su esposa el 15 de diciembre de 1872 a raíz de un cáncer estomacal que arrastraba desde 1866.

Si bien en un principio la reina Victoria se mostraría distante e incluso desagradada con la presencia de Disraeli, las relaciones entre ambos comenzarían a mejorar sustancialmente a partir de la muerte del príncipe Alberto. En dicha ocasión, Disraeli escribiría en un periódico británico un artículo alabando la figura del príncipe y se haría partícipe del dolor de la reina, haciéndolo extensivo a toda Inglaterra. La reina, que sufrió duramente su viudez, se mostraría sumamente agradada con los comentarios de Disraeli, más todavía cuando estos se incrementaron al publicar la reina los archivos y una suerte de biografía del príncipe años después. Nacería entonces una gran amistad con la reina: ella lo llamaría cariñosamente Dizzy, mientras que él le respondería el elogio llamándola poéticamente «La Reina de las Hadas».

Los halagos no terminarían ahí. Frecuentemente, Disraeli, a la hora de tratar con la reina, se dirigiría a ella diciéndole: «Nosotros los autores». Esto no es más que una prueba de cómo Disraeli trató a la reina siempre como un igual y, no solo eso, la trató como una mujer, cuestión en la que distaría mucho de su tradicional rival Gladstone. Demás está decir que la reina correspondería a esos halagos, otorgándole siempre todos los honores a Disraeli, incluyendo el título nobiliario de conde de Beaconsfield. La reina no solo tenía gran cariño por su primer ministro, sino que le admiraba y le consideraba su mejor consejero.

Algunos autores, como Lytton Strachey y André Maurois, biógrafos de la reina y de Disraeli respectivamente, han insinuado que esta relación pasó más allá de una mera amistad: ambos tenían largas charlas, paseaban por los jardines de palacio e intercambiaban continuamente flores.

La reina mostraba particular interés en la salud de Disraeli, en especial en sus últimos años. Cuando Disraeli sufrió el ataque que lo llevaría a la muerte, la Reina envió una sentida nota deseándole su recuperación. Disraeli, muy débil, hizo que se la leyeran; luego de escucharla, habría dicho: «Esta carta debería serme leída por Lord Barrington, un consejero íntimo». Junto con ella, la reina le enviaba «vuestras flores preferidas de primavera».

Al momento de morir Disraeli, la reina, que se encontraba en la isla de Wight, regresó de inmediato, desgraciadamente después de su funeral. Acongojada y, según algunos, viuda por segunda vez, visitaría su tumba y ordenaría que se instalara un monumento con una placa que tiene la siguiente inscripción: «A la querida y honrada memoria de Benjamín, Conde de Beaconsfield, este monumento es dedicado por su agradecida soberana y amiga Victoria R.I.». Y la firma tendría estas enigmáticas palabras: «Los Reyes aman a quien habla con acierto» (Proverbios 16:13).

Bibliografía Recomendada

  • André Maurois, La Vida de Disraeli, Ediciones Palabra, 1994, ISBN 978-84-7118-954-7
  • Jacques De Langlade, Disraeli, el alfil de la Reina Victoria, ISBN 950-15-1749-7
  • Lytton Strachey, La Reina Victoria.

Nota aclaratoria sobre la inscripción: Proverbios 16:13 dice: «Los labios justos complacen a los reyes; estos aman al que habla con rectitud». La Reina Victoria I eligió este proverbio para mostrar su devoción hacia su siempre cercano Primer Ministro Benjamin Disraeli (en inglés: Kings love him that speaketh right).

Véase También

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