El Conflicto Israelí-Palestino: Historia, Causas y Actualidad
El conflicto israelí-palestino es un enfrentamiento social y armado que se desarrolla entre israelíes y palestinos por el control de la región histórica de Palestina, un territorio situado entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Si bien su origen moderno se remonta al 14 de mayo de 1948, con la proclamación del Estado de Israel, sus raíces son más antiguas, situándose principalmente a partir del siglo XIX, cuando surgieron fuertes tensiones entre las comunidades judía y árabe.
Orígenes del Conflicto Israelí-Palestino
A finales del siglo XIX nació el movimiento sionista, impulsado por el periodista Theodor Herzl, como respuesta al antisemitismo vivido en Europa. El sionismo defendía la creación de un Estado propio para el pueblo judío en Palestina, que entonces formaba parte del Imperio Otomano. Muchos judíos, especialmente de Europa del Este y Rusia, comenzaron a emigrar hacia esa región, adquiriendo tierras y estableciendo colonias agrícolas. Esta migración generó tensiones con la población árabe local.
Durante la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido, a través de la Declaración Balfour (1917), prometió un hogar nacional judío en Palestina, al mismo tiempo que alentaba a los árabes a rebelarse contra el Imperio Otomano, generando así expectativas contradictorias. Tras la guerra, Palestina quedó bajo Mandato Británico, lo que intensificó la llegada de inmigrantes judíos. La tensión entre árabes y judíos se incrementó, derivando en numerosos estallidos de violencia.
Después de la Segunda Guerra Mundial y el impacto del Holocausto, se incrementó el apoyo internacional a la causa sionista. En 1947, la ONU propuso la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. La comunidad judía aceptó la propuesta, mientras que los líderes árabes la rechazaron. El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión proclamó el Estado de Israel, siendo reconocido rápidamente por Estados Unidos, la URSS, el Reino Unido y Francia. Inmediatamente, los países árabes vecinos declararon la guerra.
Guerras y Ocupación Territorial
La creación del Estado de Israel dio lugar a varias guerras con los países árabes, lo que resultó en la expansión del territorio israelí más allá de las fronteras establecidas por la ONU. El respaldo político, militar y financiero de Estados Unidos ha sido crucial para mantener su posición y expansión, a pesar de las condenas internacionales.
1948. Guerra de la Independencia: Siria, Egipto, Jordania y Líbano atacaron a Israel, que venció y expandió su control territorial, incluyendo Jerusalén Oeste. Alrededor de 700.000 palestinos fueron desplazados y se refugiaron en campos, en un éxodo conocido como Nakba (catástrofe).
1956. Crisis de Suez: El presidente egipcio Nasser nacionalizó el Canal de Suez, lo que provocó la intervención militar de Israel, el Reino Unido y Francia.
1967. Guerra de los Seis Días: Israel derrotó a los países árabes y ocupó más territorios (la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán). La ONU exigió su retirada de estos territorios, pero Israel continuó expandiendo asentamientos en las zonas ocupadas.
1973. Guerra del Yom Kippur: Egipto y Siria atacaron por sorpresa. Aunque Israel resistió en los territorios ocupados, la intervención de la OPEP (con un embargo petrolero) y el apoyo occidental a Israel provocaron una crisis económica global.
Acuerdos de Paz y Resistencia Palestina
En 1978, Egipto firmó la paz con Israel tras los Acuerdos de Camp David, reconociendo su existencia a cambio de la devolución del Sinaí. Sin embargo, el presidente Sadat fue asesinado por extremistas egipcios.
La resistencia palestina se organizó en torno a la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), liderada por Yasser Arafat, y recurrió a la lucha armada y a acciones que fueron calificadas de terrorismo (como el ataque en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972). Israel consideró a la OLP como una organización terrorista hasta que, en la década de 1990, fue reconocida como representante legítima del pueblo palestino.
Entre 1982 y 2000, Israel participó en la Guerra Civil del Líbano para combatir a las guerrillas palestinas. En 1987 estalló la Primera Intifada, una revuelta popular en Gaza y Cisjordania, seguida por una Segunda Intifada en 2000.
En 1991 se iniciaron nuevos esfuerzos de paz, y en 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, que reconocían el derecho de los palestinos a la autodeterminación y a un futuro Estado. Arafat y Rabin se comprometieron a avanzar hacia la convivencia, pero los esfuerzos fueron saboteados por sectores radicales de ambos lados (como Hamás en Palestina y la oposición de derecha en Israel), lo que frustró la solución pacífica.
Situación Actual y Desafíos
El conflicto sigue sin resolverse, principalmente debido a los siguientes factores:
La expansión de asentamientos israelíes en Cisjordania y la ocupación de territorios palestinos.
El hostigamiento a la población palestina por parte de colonos y fuerzas de seguridad israelíes.
La existencia de millones de refugiados palestinos sin una solución duradera ni derecho al retorno.
La presencia de grupos islamistas armados como Hezbolá, la Yihad Islámica y Hamás.
La disputa por Jerusalén, ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas y clave para ambas comunidades.
El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque terrorista contra Israel desde Gaza, fuera del control de la Autoridad Nacional Palestina. Israel respondió con una fuerte ofensiva militar, bombardeando zonas civiles e infraestructuras en la Franja de Gaza, lo que provocó una nueva escalada del conflicto conocida como la Guerra de Gaza.
El Siglo XX en China: De la Revolución a la Modernización
El 1 de enero de 1912, la Revolución Nacionalista de Xinhai puso fin a la milenaria monarquía imperial china, estableciendo la república y llevando al poder al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang), que sería liderado posteriormente por Chiang Kai-shek.
A partir de 1927, estalló una cruenta guerra civil entre el Partido Comunista Chino, fundado en 1921 por Mao Zedong, y el Kuomintang, que se prolongaría hasta 1949, aunque interrumpida entre 1937 y 1945, cuando ambas facciones se unieron para enfrentar la invasión japonesa, en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
En 1949, el triunfo comunista estableció la República Popular China en el continente y forzó la retirada de los nacionalistas a la isla de Formosa. Este episodio es conocido como el Gran Retiro. Allí se estableció un estado con reconocimiento internacional limitado, conocido como República de China (Taiwán) o China-Taipéi. Actualmente, Taiwán es una dinámica economía capitalista, aunque su estatus político sigue siendo incierto. La República Popular China considera a Taiwán una provincia rebelde y su intención política es la reunificación.
El liderazgo de Mao Zedong consolidó al Partido Comunista y sus principios se afianzaron durante la guerra civil, especialmente tras episodios como la Larga Marcha (1934-1936), que le otorgó una imagen de héroe y unificó al partido. Tras la victoria comunista en 1949, se proclamó la República Popular China, iniciando la era maoísta bajo el liderazgo de Mao Zedong.
Ideológicamente, Mao Zedong desarrolló una versión propia del marxismo-leninismo, conocida como maoísmo, que adaptaba los principios comunistas a la realidad china. Sus características principales incluían:
El protagonismo del campesinado (proletariado rural) en lugar de la clase obrera industrial.
La revolución debía ser impulsada por las masas populares, no exclusivamente por una vanguardia bolchevique.
El sostenimiento de una lucha de clases constante para la consecución de la revolución.
La China de Mao (1949-1976)
En los primeros años del nuevo régimen, la reconstrucción y el despegue del país se basaron en la copia del modelo soviético estalinista, con colectivización agraria forzosa y planes industriales quinquenales para el desarrollo de la industria pesada. La aplicación de este modelo ocasionó los mismos problemas que en la URSS: desabastecimiento y estancamiento de la economía agrícola.
El fracaso del modelo soviético hizo que Mao viera la necesidad de un cambio en la política económica. Así, a partir de 1956, en su Discurso de las Cien Flores, solicitó la crítica interna y un debate para regenerar el sistema y adaptar el comunismo a una base agraria.
De este debate surgió la política del Gran Salto Adelante en 1958, que estableció las comunas populares como forma de organización de la vida campesina y forzó grandes desplazamientos de población, bajo el argumento de la movilización de las masas al servicio de la revolución. Esta política también buscó abandonar el pensamiento tradicional chino y modificar la cultura y educación del país.
Las consecuencias sociales fueron desastrosas, al tiempo que el hambre y las epidemias diezmaron el campo entre 1959 y 1961. De hecho, el fracaso debilitó internamente a Mao, que perdió influencia y prestigio en el partido (Conferencia de los 7.000 cuadros y presidencia de Liu Shaoqi).
Mao retomó la iniciativa en 1966 y, apoyándose en el Ejército Popular y en millones de guardias rojos (militantes comunistas juveniles, educados en el maoísmo mediante el Libro Rojo o Libro de Citas del Presidente Mao), acusó de burgueses y revisionistas a intelectuales, funcionarios y altos cargos del partido, dando inicio a la Revolución Cultural.
China Después de Mao (1976-Actualidad)
Después de la muerte de Mao en 1976, se abrió una lucha por el poder entre los sectores más ortodoxos y las facciones reformistas. En esta batalla se impuso el grupo liderado por Deng Xiaoping y otros pragmáticos, que mandaron a prisión a la Banda de los Cuatro, incluyendo a Jiang Qing, viuda de Mao, a quienes se les atribuyeron los excesos de la Revolución Cultural.
En 1978, el XI Congreso del PCCh confirmó el poder a Deng Xiaoping, quien inició un proceso de liberalización económica por etapas y con el exterior basado en las Cuatro Modernizaciones:
Agricultura.
Industria.
Ciencia y tecnología.
Defensa.
Se orientó la economía hacia un sistema mixto, aceptando algunos principios de la economía de mercado. Se reestructuró el sistema de desarrollo científico y tecnológico y se liberalizó el modelo de empresas.
Entre las reformas más importantes se implementó la política del hijo único para el control de la natalidad en un país con más de mil millones de habitantes. Asimismo, se lanzó una campaña anticorrupción que progresivamente llevó a la destitución de cientos de altos funcionarios.
Este giro marcó la transición gradual de una economía planificada a una economía mixta con un sistema cada vez más abierto. Un sistema que Deng denominó: Socialismo con características chinas. A su vez, se establecieron las Zonas Económicas Especiales en áreas costeras del sur (como en la provincia de Cantón), que se convirtieron en focos de inversión extranjera y modernización (como Shenzhen) e industrialización del país. Estas ciudades concentraron la producción, el consumo y la inversión, generando un desarrollo económico desigual. Para ello, el gobierno aplicó una legislación laboral flexible y restrictiva en cuanto a la libertad de asociación. Esto modificó el perfil de la sociedad china e incrementó las desigualdades entre las zonas urbanas y rurales.
Al final de la década, en 1989 y enmarcada en la crisis de desintegración del bloque comunista, estalló en Pekín la Primavera de Pekín, con la ocupación de la Plaza de Tiananmén por estudiantes universitarios que reclamaban la democratización del régimen. La protesta fue violentamente desalojada el 4 de junio por el ejército, causando una masacre con un número de víctimas aún desconocido. La represión provocó la condena internacional y se hizo evidente la naturaleza autoritaria del gobierno chino.
Entre 1990 y 2013, bajo los mandatos de Jiang Zemin y Hu Jintao, el país mantuvo el buen funcionamiento económico sacando a cerca de 150 millones de personas de la pobreza y manteniendo una tasa promedio de crecimiento del PIB anual superior al 10%. Sin embargo, el rápido desarrollo del país también ha impactado negativamente en los recursos naturales y el medio ambiente.
Desde 2013, Xi Jinping asumió el cargo de presidente. Con él, los estándares de vida y consumo privado han continuado su rápido crecimiento y China desempeña ahora una política exterior más asertiva. Sin embargo, el control político centralizado permanece sin cambios. El liderazgo sigue anclado en el autoritarismo y tiende hacia el culto a la personalidad.