Actividad Económica y Social en la Historia de España
Actividades Profesionales del Pueblo Judío y el Comercio Medieval
Las profesiones desarrolladas por los judíos en la época medieval eran: administradores de bienes públicos, comerciantes, médicos, sastres, orfebres, zapateros, etc., que realizaban tanto en la España cristiana como en la árabe. La entidad administrativa en las juderías era la «aljama«, donde se ejercía la ley hebraica, se administraba justicia y se determinaban las actuaciones a seguir en cada caso. Se distinguían de los cristianos no ya solo por las ideas religiosas, sino por sus formas de vestir y las comidas.
En los siglos XII y XIII, la creación de compañías y sociedades era una forma tradicional del comercio para llevar a cabo la comercialización entre países distanciados. Era una asociación mercantil entre un socio capitalista y otro responsable trabajador; aquel invertía el capital en sociedades del extranjero, lo que suponía un riesgo para él si fracasaba la asociación, y este obtenía la ganancia del gestor, pues recibía un cuarto de los beneficios. Si el tiempo que duraba la comanda era de más de 3-4 años, se designaba compañía.
Estos judíos formaron compañías con mercaderes catalanes para comerciar con lanas. También se relacionaron con andaluces para adquirir lanas y pieles. Judíos de Toledo formaron compañías con los de Teruel y Valencia para comprar paños, lanas y tintes. Comerciaban también así con mercaderes del Norte de África.
Focos Comerciales en la Península Ibérica (Siglo XIII)
En el siglo XIII en la Península se podían diferenciar tres grandes focos comerciales:
- Barcelona: Había crecido y se había fomentado con el comercio de esclavos de Al Ándalus y el norte de África. Se orientó después al transporte de maderas, tejidos y al abastecimiento de la propia ciudad. Creó consulados del mar en puertos extranjeros.
- Sevilla: Tuvo su origen en las épocas de dominación árabe (almorávides y almohades). Tras su reconquista, estableció relaciones con Génova y, a través de los genoveses, con los puertos del Mediterráneo y del Atlántico, repúblicas italianas y Flandes, de ahí la importancia de la ciudad bética.
- Burgos: Siempre fue una de las etapas del Camino de Santiago, con una potente aljama. Se convirtió en centro recolector y exportador de lana hacia Gran Bretaña y Flandes, a través de los puertos vascos. En esta ciudad, se creó en 1273 el «Honrado Concejo de la Mesta«, lo que atrajo gran aportación de capitales de judíos conversos que también mostraban interés por el comercio Cantábrico, en el ramo de la pesca y su mercado.
Mecanismos Financieros y Monetarios bajo los Austrias
La monarquía de los Austrias tenía muchos frentes de guerra:
- Los turcos en el Mediterráneo y en Hungría.
- Los príncipes protestantes alemanes.
- Los Valois franceses en Italia.
- Los Países Bajos.
- Con Felipe II, Inglaterra.
Había dos mecanismos para llenar las arcas de la corona: impuestos y préstamos. Ni Castilla, ni mucho menos Aragón, tenían las redes financieras necesarias para enfrentar el reto de los gastos crecientes en armamento, sistemas logísticos y soldados, y no las tuvieron, pues no se saneó la Hacienda, no se suprimieron los particularismos locales, no se recuperaron las rentas ni los derechos enajenados del realengo. Bien al contrario, Iglesia y oligarquías urbanas pidieron contraprestaciones políticas por su colaboración en el ambiente general de la Contrarreforma.
Endeudamiento de la Corona
Parte de las rentas estaban empeñadas en juros, es decir, en títulos de deuda sobre las rentas reales con intereses entre el 3% y el 14% de lo recaudado. También se generalizaron las Libranzas, que eran pagos que se hacían a terceros a cargo de las rentas regias, procedentes de:
- Señoríos.
- Pueblos y villas.
- Comunales y baldíos.
Así, las comunidades campesinas veían sus formas productivas comunitarias trastocadas por la división de sus comunales. En 1538, el rey y las ciudades acordaron en Cortes la cantidad fija que estas ciudades tendrían que entregar por un largo periodo a cambio de que ellas la recolectaran y repartieran. Se intentaba sistematizar los ingresos, sin tener en cuenta que los precios podían fluctuar, como ocurrió.
La falta de una reforma radical supuso que, tras el desastre de la «Armada Invencible«, las Cortes tuvieron que aprobar el «servicio de millones«, es decir, la entrega de 8 millones de ducados durante seis años (de 1590 a 1596) cobrado como un impuesto indirecto sobre:
- Carne.
- Vino.
- Aceite.
- Vinagre.
Consecuencias del Servicio de Millones
Las consecuencias fueron cuatro:
- Se gravaron precisamente las actividades productivas de la región más dinámica, Castilla.
- Aumentó la deuda de las Haciendas municipales, que eran las que adelantaban las cantidades. Los municipios cargaron con sisas y cientos sobre los bienes básicos de consumo.
- Se retrajo la demanda.
- Aunque la carga fiscal total no absorbía más del 9% del PIB, al sumar a este el endeudamiento urbano, el de los mayorazgos nobles y los patrimonios eclesiásticos, sí estamos hablando de una fuerte cantidad que no revertía en los circuitos productivos del reino.
Préstamos y Asientos
Lo que no se podía recaudar por mecanismos fiscales ordinarios o extraordinarios se tenía que obtener con préstamos, los llamados asientos, que eran préstamos concedidos a la monarquía por banqueros u hombres de negocios, muchos de ellos extranjeros. Esto aumentaba el déficit, pues los asentistas obtenían beneficios del arriendo del país o compraban materias primas que exportaban. En 1544, dos tercios de los ingresos anuales ordinarios de la Corona estaban comprometidos para el pago de las deudas. En 1552, se suspendieron todos los pagos de intereses, reorganizando las deudas a corto plazo como obligaciones a largo plazo.
La Revolución de los Precios
A todo esto hay que añadir la llamada «revolución de los precios«. A finales del siglo XVI, los precios eran tres o cuatro veces más altos que a principios de siglo. Se trató de un proceso de inflación que alcanzó el 2% de media anual y que se prolongó a lo largo de todo el siglo, combinado con fuertes subidas a corto plazo. Los precios subían antes en Andalucía, por cuyos puertos entraba el oro y la plata de las Indias. El grano, la harina y el pan fueron los que más subieron. Los salarios reales cayeron.
Esta inflación se debió a la llegada masiva de metales preciosos. Tesis apuntada por contemporáneos como Manuel de Azpilcueta y Tomás de Mercado, quienes vieron que el aumento de la moneda en circulación estaba suponiendo un aumento de precios de los productos y la pérdida de competitividad de las manufacturas españolas.
La causa de la inflación, para otros economistas como Vilar y Nadal, fue que la población y la demanda crecieron más rápido que la producción y la oferta. El problema no fue monetario, sino debido a la baja productividad agrícola, posiblemente la más baja de Europa occidental.
La consecuencia de esta subida constante de precios fue que comerciantes, señores o campesinos cuyos ingresos dependían mucho de los precios se beneficiaron, pero aquellos cuyos ingresos eran fijos en moneda o los que vivían de un salario empeoraron su situación. La subida encareció los productos peninsulares, por lo que perdían competitividad con los del noroeste.