Contexto Inicial: Debilidad Visigoda e Irrupción Musulmana
La Débil Presencia del Poder Hispanovisigodo
La nobleza de Pamplona y del valle del Ebro tuvo una activa intervención en la revuelta contra el rey Rodrigo, quien se vio obligado a presentarse con su ejército ante la ciudad en el año 711. Pero sus rivales habían abierto las puertas del reino a un peligro mucho mayor: los árabes, que desde Afganistán llegaron a Marruecos y pasaron por Hispania.
Un Nuevo Señor Llega al Sur
El Reino Hispanovisigodo se desmoronó con la derrota y muerte del rey Rodrigo en la Batalla de Guadalete en el año 711. Los árabes musulmanes, acompañados de tropas bereberes, se hicieron con el control de la Península y se apoyaron en los enemigos del monarca que se convirtieron al islam. Así ocurrió en las tierras más cercanas al Ebro, cuyo gobernador Casio dominaba la región. En Pamplona, las tierras eran menos urbanizadas y la ciudad era muy pequeña, por lo que los valles de montaña ofrecían pocas posibilidades económicas para los musulmanes.
Primeros Desafíos y Consolidación
Los gobernadores y los emires de Córdoba se limitaban a exigir la sumisión y a cobrar un tributo que garantizara el reconocimiento de su soberanía y, a cambio, dejaban que los poderes locales siguieran administrando el territorio.
La Amenaza Franca
En el siglo VIII apareció un poder capaz de oponerse a los árabes, que habían construido en la Península un emirato independiente en Córdoba: el Reino de los Francos, que consiguió detener la expansión árabe hacia el norte de Europa en el año 732. Carlomagno alcanzó el suficiente poder como para intentar reconstruir la unidad política de la Europa cristiana y se lanzó al asalto del valle del Ebro en el año 778. Pero no se pudo tomar Zaragoza, por lo que el futuro emperador, de paso otra vez por Pamplona, destruyó sus muros. Una vez que el ejército había salvado los Pirineos, su retaguardia fue aniquilada por los vascones en Roncesvalles, y la derrota quedó marcada para siempre.
Un Reino Cristiano en Occidente: Los Orígenes Remotos
En el siglo IX, las relaciones entre los emires musulmanes de Al-Ándalus y la aristocracia cristiana se fueron complicando, debido en muchas ocasiones a las propias tensiones de los emires y los clanes territoriales musulmanes, como los Banu Qasi, que gobernaban las tierras del valle del Ebro. El linaje aristocrático de Navarra incluyó a Íñigo Arista, García Íñiguez y Fortún Garcés.
Almanzor
Fue un militar y canciller del Califato de Córdoba que sirvió para frenar el avance de los reinos cristianos que empezaban a emerger tras el derrumbe de la monarquía visigoda.
Razias
Eran expediciones de castigo que desestabilizaban las sociedades que empezaban a desarrollarse, con el objetivo de controlarlas, y en las que se destrozaban murallas y construcciones.
El Reino de Pamplona en su Apogeo
Durante la crisis del Califato en el siglo XI, gobernaba el rey Sancho Garcés III el Mayor. Sus relaciones familiares y su influencia política se extendieron por toda España, convirtiéndose en el monarca más poderoso. Además, intervino en la política leonesa, gobernando las tierras castellanas, y él mismo reorganizó las instituciones eclesiásticas del reino, dando un protagonismo mayor a monasterios como el de Leire. El heredero era García el de Nájera, que murió en Vizcaya. En las décadas siguientes, castellanos y aragoneses se lanzaron a la conquista de nuevas tierras, mientras que los pamploneses prefirieron cobrar a los musulmanes importantes tributos a cambio de la paz. Esa política supuso una profunda crisis entre el rey y la nobleza, ya que los nobles querían entrar en guerra con los musulmanes para obtener botines y prestigio militar. Finalmente, murió el rey Sancho Garcés IV, y se produjo la elección del rey aragonés Sancho Ramírez como nuevo soberano.
Parias
Las parias eran un impuesto que pagaban los reyes de taifas a los reyes cristianos, principalmente al Reino de León (creador de estos impuestos), para que no los atacasen y para ser protegidos de los propios enfrentamientos que se producían entre los reinos.
Expansión, Crisis y Definición del Reino
La Incorporación de la Ribera y la Unión con Aragón
La unión de Aragón y Pamplona supuso un impulso definitivo para la Reconquista en el valle del Ebro. Alfonso I conquistó el reino de Zaragoza. En estas guerras, los ejércitos navarro-aragoneses recibieron una gran ayuda de caballeros. Occidente se había embarcado en una empresa militar que eran las Cruzadas, destinadas a arrebatar Tierra Santa al islam, y parte de ese esfuerzo se desvió también para ayudar a los reinos hispanos contra los musulmanes de Al-Ándalus. En 1134, Alfonso I murió sin herederos directos, y Pamplona y Aragón volvieron a separarse, pues la nobleza de cada reino escogió monarcas diferentes.
Cambio de Nombre, Cambio de Fronteras: El Reino de Navarra
Para la conservación del reino, se tenía que colaborar con todos los grupos sociales y conseguir que todos los habitantes del reino se sintieran vinculados al territorio. El mayor símbolo fue el cambio de nombre del reino: el rey Sancho VI el Sabio pasó a denominarlo Navarra. A pesar de estas iniciativas para mantener el reino cohesionado, como la fundación de ciudades, su hijo Sancho VII el Fuerte no pudo impedir la pérdida de las tierras guipuzcoanas y buena parte de las alavesas.
La Batalla de las Navas de Tolosa
Finalmente, Sancho el Fuerte apoyó al rey de Castilla, Alfonso VIII, en su enfrentamiento con los almohades, que dominaban el sur de la Península y amenazaban el dominio cristiano. La Batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1212, sobre la que se forjó la leyenda de las cadenas del escudo de Navarra, supuso la definitiva victoria cristiana.
Infanzones
Eran los pequeños propietarios que trabajaban la tierra pero no tenían que pagar rentas y se consideraban miembros de la nobleza. Además, buena parte de ellos tenía una situación económica muy parecida a la de los demás labradores, pero su consideración social era muy superior.
Navarra y el Auge del Camino de Santiago
Navarra había sido una encrucijada de caminos que conectaban el continente con la Península Ibérica desde tiempos prehistóricos. Además, las grandes rutas habían encontrado en torno a dos puntos de entrada: desde Ibañeta-Roncesvalles y la Canal de Berdún hasta Sangüesa. A principios del siglo IX se produjo en Galicia un descubrimiento: se trataba del sepulcro de quien se decía era Santiago el Mayor. Sus discípulos habían llevado el cuerpo hasta aquellas tierras después de que hubiera sido martirizado en Jerusalén. Al margen de esto, el mundo cristiano aceptó el descubrimiento como auténtico, y esa tradición se ha ido manteniendo. En ese tiempo, las posibilidades de acudir a visitar el santuario eran pocas. Las guerras nobiliarias y las luchas contra los musulmanes no animaban a emprender un largo y complicado viaje. Pero a partir del siglo XI, el dominio de los reinos cristianos permitió a numerosos peregrinos acercarse a uno de los mayores símbolos de su fe, y estos viajeros tenían muchas de sus principales vías de entrada en la Península. Con el auge de la peregrinación a Santiago, las grandes rutas de entrada y salida de Navarra se llenaron de caminantes que pretendían visitar la tumba del apóstol Santiago en Galicia, y este hecho adquirió tal importancia que estas vías de comunicación acabaron por tomar el nombre de Camino de Santiago.