El Ocaso del Comunismo: Perestroika, Glasnost y la Reconfiguración Global

1. Introducción al Colapso Comunista

La llegada al poder en 1985 de Mijaíl Gorbachov supuso un cambio radical con el pasado. Por primera vez, un hombre relativamente joven se hizo cargo de un gigante enfermo e intentó su curación. La economía soviética estaba estancada desde la década de los setenta; ese dato se confirmaba por el descenso de la producción, la reducción de la productividad y un gigantesco retraso tecnológico respecto a Occidente. Gorbachov pondría en marcha un plan de reestructuración (o reforma) interna conocido como Perestroika, que llevaría al país hacia una economía de mercado capitalista, tras el fracaso comprobado de la economía planificada.

Para concentrar todos los esfuerzos en las reformas, el líder soviético necesitaba deshacerse de una pesada hipoteca: los altos gastos militares derivados de la Guerra Fría. De esta manera, se produciría la aproximación a Estados Unidos y el fin de un enfrentamiento que duró, con altibajos, unos cuarenta años. Pero para llevar a cabo sus objetivos económicos, estos debían acompañarse de un cambio en el orden político: pluripartidismo, elecciones libres… y estas medidas desataron una fuerza dormida que se mostró incontenible: el nacionalismo de las zonas no rusas, que a la postre llevó al hundimiento de la URSS e hizo inviable el experimento de Gorbachov.

La Perestroika tuvo repercusiones en la Europa del Este, un entorno aquejado por los mismos problemas. Gorbachov les dio libertad para seguir su propio camino y esto conllevó el hundimiento del comunismo en todos estos países.

2. Perestroika y Glasnost: Reformas Clave

Brézhnev muere en 1982. Le sucedería como presidente de la Unión Soviética Yuri Andrópov (1982-1984), a quien su enfermedad y pronta muerte le impidieron desarrollar su programa de reformas. Tras él, llegó el continuista Konstantín Chernenko, partidario de seguir con la política de Brézhnev, hasta su muerte en 1985, año en el que fue elegido presidente Mijaíl Gorbachov.

El sistema estaba viejo, corrupto y agotado. La necesidad de un cambio profundo en la estructura política y económica de la URSS era muy necesaria, y a ello se entregó el nuevo líder soviético, Mijaíl Gorbachov, cuando accedió al poder en 1985, impulsando un programa de reformas conocido como Perestroika (“reestructuración”) y Glasnost (“transparencia”).

La Perestroika designaba el conjunto de reformas políticas que buscaban la democratización del régimen, sin pretender acabar con el régimen socialista, sino más bien adaptarlo a los cambios políticos y sociales buscando su modernización. Por su parte, la Glasnost se refería a la política de transparencia informativa para luchar contra los casos de corrupción que imposibilitaban el desarrollo del país. El resultado final fue que, en cinco años, Mijaíl Gorbachov dirigió al país, en lo político, hacia la democracia y, en lo económico, hacia el capitalismo.

Los discursos de Gorbachov en el XXVII Congreso del Partido Comunista y el de enero de 1987 ante el pleno del Comité Central dieron cuenta de sus intenciones. El presidente soviético hizo un llamado a aflojar el control burocrático sobre la economía y la sociedad en general, y defendió la necesidad de una mayor “democracia”. Estos intentos de reformar el sistema estalinista eran vistos como necesarios para flexibilizar la economía. Este proceso tuvo lugar bajo la bandera de la Perestroika (en ruso, “reestructuración”), que introdujo un mercado libre limitado y la descentralización de la economía nacional, y de la Glasnost (en ruso, “apertura” o “transparencia”), que impulsó un reajuste en la vida política y cultural de la URSS.

Así, mientras que la Perestroika se ocupaba de la reestructuración económica de la Unión Soviética, la Glasnost pretendía atenuar las políticas restrictivas que impedían la libertad de expresión y la libre circulación de las ideas. Se cuestionaron los errores del estalinismo y de la historia de la URSS, se inició la libertad de prensa, el pluralismo político y la transparencia informativa que dio a conocer a la población soviética el modo de vida occidental.

El objetivo de la Glasnost era crear un debate interno entre los ciudadanos y alentar una actitud positiva frente a las reformas económicas. Asimismo, se pretendía ejercer presión sobre los sectores conservadores del partido que se oponían a la Perestroika. Sin embargo, dos trágicos sucesos obstaculizaron el proceso de reforma económica preconizado por Gorbachov: el grave accidente nuclear en la Central de Chernóbil (abril de 1986), que causó graves daños al medio ambiente y reveló las deficiencias del programa nuclear soviético, y el terremoto de Armenia (diciembre de 1988), que provocó más de 20.000 muertos y graves daños materiales.

En el último periodo de la Guerra Fría en la Unión Soviética, el líder del Comité Central del Partido Comunista, Mijaíl Gorbachov, realizó profundas reformas que buscaban democratizar el país y, de esa manera, terminar con el Estado totalitario. La reforma política de 1985, llamada Glasnost, consistió en quitar el control de los medios de comunicación al Estado y entregarlos a la opinión pública nacional y extranjera para contribuir a la libertad de expresión. La otra reforma radical se realizó en 1986, llamada Perestroika, con la cual se perseguía la independencia económica a través de la creación de cooperativas. Es importante subrayar que, aunque estas reformas fueron importantes para que el pueblo ruso tuviera información sobre los problemas políticos y económicos de su país, ambas contribuyeron a la disolución de la URSS y, con ello, al fin del Estado Socialista.

3. El Hundimiento de los Regímenes Comunistas en Europa del Este

La oleada de revoluciones que, en el otoño de 1989, produjo el derrumbamiento en cadena de los regímenes comunistas en los países del Este, fue un proceso ante todo inesperado, que nadie podía vaticinar. En muchos aspectos, fue de gran originalidad, al ser un proceso sin antecedentes, aunque la casualidad quiso que se desatara coincidiendo con el bicentenario de la Revolución Francesa.

En lo que podríamos denominar el Otoño de los Pueblos, el carácter pacífico de las movilizaciones populares fue la nota sorprendente: todo se consiguió sin violencia. La Revolución de Terciopelo se ha denominado al proceso de cambio político de Checoslovaquia, quizás el ejemplo más puro.

El detonante fue la Perestroika. De haberse opuesto militarmente Moscú, el proceso habría sido frenado en sus primeras fases. Pero el gobierno soviético dejó que se manifestaran libremente las fuerzas sociales en vez de movilizar las unidades militares de ocupación, rompiendo así Gorbachov claramente con la doctrina de la soberanía limitada, anteriormente enarbolada por Brézhnev.

Con ello, Gorbachov daba luz verde a la instalación de regímenes democráticos en estos países. En todos ellos, el descontento contra el sistema económico comunista y el sometimiento a la tutela soviética fue rechazado por gran parte de la población. La caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 es el símbolo de la desaparición de la Guerra Fría y de la evaporación del comunismo.

Uno tras otro, los líderes comunistas fueron dejando el poder; a su vez, se convocaban elecciones democráticas. A partir de 1989, todo cambia. En Polonia se celebran las primeras elecciones libres (junio); se forman nuevos gobiernos en Hungría, Bulgaria y Checoslovaquia; el 9 de noviembre de 1989 cae el Muro de Berlín (ambas Alemanias se reunifican en 1990); a finales de diciembre, una revuelta popular violenta acaba en Rumanía con la vida del dictador Nicolae Ceaușescu y su esposa Elena Petrescu. En todos los casos, el protagonista fue el pueblo, aunque en diferentes grados, consiguiéndose el desmontaje del modelo anterior. Sin embargo, mientras en los países de Europa del Este se vivía este clima de euforia, en la URSS, su futuro se veía con pesimismo. En efecto, las reivindicaciones nacionalistas (repúblicas bálticas, Georgia, Ucrania, etc.) ponían en peligro el futuro de la URSS. De este trascendental momento es del que se tratará a continuación.

4. La Disolución de la URSS y el Fin de una Era

Hundidos los regímenes comunistas en Centroeuropa, solo se mantenía en el continente el modelo del socialismo real en la Unión Soviética. Sin embargo, como ha quedado apuntado, las reivindicaciones nacionalistas ponían en peligro el futuro de la URSS.

En 1990, se celebran las primeras elecciones libres en los diferentes Estados de la URSS. En las repúblicas bálticas, triunfan los independentistas. En la Federación Rusa, triunfa Borís Yeltsin, miembro del PCUS, enfrentado a Gorbachov y que proponía el rápido desmantelamiento de todo el sistema comunista.

En 1991, los acontecimientos en la URSS aceleran su destrucción. Los separatismos (es reconocida oficialmente la independencia de las repúblicas bálticas), el reformismo de Yeltsin (presidente de la Federación Rusa) y la crisis económica hacen tambalear a Gorbachov.

El 19 de agosto de 1991, un golpe de Estado busca volver a los tiempos de la unidad de la URSS, es decir, pretendía conservar el viejo sistema. El golpe fracasa y fue protagonizado por el sector duro del PCUS y de la KGB. El 19 de agosto, víspera de la firma del Nuevo Tratado de la Unión, que modificaría la estructura de la URSS y permitiría el autogobierno de las repúblicas que la constituían, los sectores más conservadores del partido y de la propia KGB aislaron a Gorbachov en Crimea, donde estaba de vacaciones, alejado de lo que acontecía en Moscú.

Los golpistas formaron un Comité de Emergencia y suspendieron todas las libertades propiciadas por la Perestroika. Quizás esperaban una aceptación popular pasiva, pero el presidente ruso Yeltsin llamó a la desobediencia civil y el Parlamento ruso se convirtió en el reducto de la resistencia. El gran héroe de la resistencia fue Borís Yeltsin, cuya decidida actuación frenó el golpe de Estado.

El mundo contuvo el aliento durante los tres días que duró el golpe. Se temía el regreso a un régimen totalitario y a los años tensos de la Guerra Fría. Pero el golpe fue desarticulado y se inició una revolución de signo inverso. El fracaso de los golpistas se debió a varios factores: el heroísmo personal de Yeltsin, la movilización popular en Moscú y la falta de apoyo del Ejército.

Al fracasar el golpe, se abrió un proceso revolucionario de signo democrático con dos consecuencias trascendentales: el fin del comunismo y el fin de la Unión Soviética. El PCUS fue disuelto y sus centros, clausurados. Al mismo tiempo, las repúblicas iniciaron una imparable cadena de declaraciones de independencia.

Las tres repúblicas bálticas recuperaron la independencia junto con Ucrania, Bielorrusia, Uzbekistán y Georgia. Antes de terminar el año (1991), desaparece oficialmente la URSS. En su sustitución, surgió una nueva entidad de estados soberanos (la CEI o Comunidad de Estados Independientes), como venía proponiendo Borís Yeltsin. En ella no se integraron las repúblicas bálticas y Georgia (esta última se unió en 1993 y se separó en 2009). Tiene su sede en Minsk (Bielorrusia) y es una entidad supranacional. Compuesta por once Estados, la CEI nació el 21 de diciembre.

Cuatro días después, el 25 de diciembre, Gorbachov dimitía de su cargo de presidente de un Estado que ya no existía. Para terminar, la obra de Gorbachov, su revolución en el sentido de reformar lo existente (un régimen fosilizado), ha sido inmensa, especialmente en el campo de las relaciones internacionales. Solo su política hizo posible la transformación del mapa europeo. Que se haya “quemado” en la empresa no resulta sorprendente; es el sino de los grandes reformadores.

5. El Nuevo Orden Internacional Post-Guerra Fría

La caída del comunismo tuvo consecuencias fuera de la URSS. Desde el punto de vista político-internacional, se produjo un cambio social de un mundo dividido en dos bloques, encabezados por dos superpotencias. Se pasó a la existencia de una sola superpotencia, lo que supuso un cambio de orientación. Estados Unidos es la superpotencia que toma muchas de las decisiones.

En la década de los 90, el conflicto culminó en una guerra internacional, la Guerra del Golfo, entre Irak y Estados Unidos y las potencias aliadas. Esta guerra estalló después de que finalizara la guerra entre Irak e Irán sin vencedor. Saddam Hussein decide invadir Kuwait, un estado pequeño pero muy rico (aproximadamente el 20% de las reservas de petróleo mundiales). Estados Unidos pide a Irak que se retire de Kuwait, y este se niega. Entonces, Estados Unidos declara la guerra y la gana.

La caída del comunismo supuso la destrucción del Pacto de Varsovia. La OTAN permanece, ya que es un sistema de seguridad que interviene en los conflictos. Algunos exmiembros del Pacto de Varsovia entran a formar parte de la OTAN. Hay países que pretenden alcanzar un protagonismo tanto político como económico. Destaca Alemania como uno de los países más fuertes de Europa. También destaca Japón por su industria moderna. Otro candidato a ser uno de los grandes es China, un país abierto al sistema capitalista, pero con un régimen comunista.

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