España Borbónica: Siglo XVIII, Reformas y Conflictos Dinásticos

La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht. Los Pactos de Familia.

La muerte de Carlos II (1700) y la cesión de la Corona española a Felipe de Anjou, hizo que en 1701 surgiera otro candidato, el Archiduque Carlos de Austria, dando origen a la Guerra de Sucesión Española. La guerra tuvo, en primer lugar, una dimensión internacional. Dos bloques lucharon en Europa: por un lado, Francia, que apoyaba a Felipe de Anjou; y, por otro, Austria, Inglaterra y las Provincias Unidas, que apoyaban al Archiduque Carlos. En segundo lugar, fue un conflicto civil dentro de la península: Castilla apoyó a Felipe y Aragón apoyó al Archiduque Carlos.

En el desarrollo de la guerra, la Batalla de Almansa (1707) fue de gran importancia, resultando en la derrota de los ejércitos de Carlos. Más tarde, ocurrieron dos acontecimientos clave: primero, la muerte del emperador de Austria, lo que llevó a Carlos a ocupar su lugar. Los países de la Gran Alianza no podían aceptar un monarca español y un emperador a la vez. Por otro lado, Felipe renunció al trono francés. La guerra terminó con la Paz de Utrecht (1713), donde se acordó la sucesión española con un cambio de dinastía y la imposibilidad para Felipe V de ocupar el trono de Francia. Las posesiones españolas se repartieron bajo el principio del equilibrio continental. Los territorios españoles en Italia y Países Bajos pasaron al emperador; Inglaterra recibió Menorca y Gibraltar, y además fue compensada con privilegios comerciales como el Asiento de Negros y el Navío de Permiso, lo que supuso la ruptura del monopolio comercial de España con América. El objetivo de la política exterior de los monarcas Borbones fue recuperar los territorios perdidos en la Paz de Utrecht. La colaboración con Francia se basó en los Pactos de Familia:

  • El Primer Pacto de Familia (1733): España consiguió recuperar los territorios de Sicilia y Nápoles. Carlos fue nombrado rey de las Dos Sicilias.
  • El Segundo Pacto de Familia (1743): Se recuperó el ducado de Parma.
  • El Tercer Pacto de Familia (1761): España apoyó a Francia contra Inglaterra en la Guerra de los Siete Años (1756-1763). El final fue un desastre para España, que tuvo que entregar Florida.

El último conflicto destacable fue la Guerra de Independencia de las Trece Colonias Británicas en Norteamérica. España apoyó a los colonos para obtener su independencia, y la entrada directa de España en el conflicto le trajo la recuperación de Florida y Menorca.

La Nueva Monarquía Borbónica. Los Decretos de Nueva Planta. Modelo de Estado y Alcance de las Reformas.

El cambio dinástico de los Austrias a los Borbones consolidó el poder absoluto de los monarcas en España. Felipe V trajo las ideas políticas francesas. Se renovó la administración central. Se potenciaron las Secretarías de Despacho, mientras que los Consejos quedaron relegados. También se impuso la Ley Sálica en la sucesión del trono. Se suprimieron los privilegios de la Corona de Aragón ante su oposición a Felipe V; no ocurrió lo mismo en Navarra, donde el apoyo a Felipe fue premiado con el mantenimiento de sus fueros e instituciones. Todas estas reformas implicaron una nueva administración territorial: se creó una división en provincias a cuyo mando se colocaron Intendentes o Capitanes Generales.

En cuanto a las relaciones con la Iglesia, quedaron fijadas por el regalismo, es decir, el sometimiento al poder político.

Los Decretos de Nueva Planta se impusieron en la Corona de Aragón: en 1707 en Valencia, en 1715 en Mallorca y en 1716 en Barcelona. Se eliminaron los fueros, las Cortes, los Concejos, el Consejo de Aragón, el sistema de aduanas y monetario, la figura del virrey, y el idioma catalán dejó de ser oficial, permitiéndose solo en el ámbito privado. Por lo tanto, se impuso en Aragón la administración castellana, con las figuras de los corregidores y las Audiencias.

La España del Siglo XVIII. Expansión y Transformaciones Económicas: Agricultura, Industria y Comercio con América. Causas del Despegue Económico de Cataluña.

La agricultura era la principal ocupación de los españoles. Según el Censo de Floridablanca, el 70% de la población se dedicaba a las tareas rurales. Quienes deseaban mejorar el país se ocuparon de las deficiencias de la agricultura, como los políticos Campomanes, Olavide y Jovellanos. Este último presentó su informe sobre la Ley Agraria en 1794, donde se explicaban los principales problemas de la agricultura española: la vinculación de la tierra, la falta de preparación técnica y la escasez de obras públicas. A pesar de todo, la agricultura aumentó su producción durante el siglo, poniendo en cultivo nuevas tierras. La mayor producción agrícola se logró por la extensión de cultivos, más que por la intensificación. En realidad, en España, la productividad se mantuvo en niveles bajos debido al atraso en medios técnicos.

En cuanto a la industria, se localizó en las ciudades. Se trataba de una organización tradicional, la casa-taller, que satisfacía una demanda muy local. La actividad artesanal chocó con importantes dificultades: la escasez de materias primas, los abundantes impuestos, la pobreza tecnológica y las limitaciones gremiales; todo esto llevó a una producción escasa. La principal novedad vino de la mano de las Reales Fábricas, que surgieron en el siglo XVIII y se dedicaron a la producción de bienes de lujo.

Las medidas comerciales trataron de convertir las colonias americanas en un centro exportador de materias primas e importador de productos industriales españoles. Este comercio colonial aumentaría los ingresos del Estado, por lo que era necesario eliminar la competencia extranjera y acabar con la industria en las colonias y el monopolio de Sevilla y Cádiz. Por esto, se trasladó la Casa de Contratación a Cádiz (1717), se suprimió el monopolio gaditano dando permiso a nueve nuevos puertos españoles, y se combatió el contrabando.

Cabe mencionar el despegue económico de Cataluña. Se basó en una notable recuperación económica, centrada en un importante crecimiento demográfico, un aumento considerable de la producción agrícola y una reactivación comercial, gracias al comercio con América. También destacó la importancia del sector textil.

Ideas Fundamentales de la Ilustración. El Despotismo Ilustrado: Carlos III.

La Ilustración es la corriente de pensamiento que se difundió por Europa en el siglo XVIII y constituyó en España la base intelectual de las reformas llevadas a cabo por los primeros Borbones, especialmente Carlos III. Sus características fueron: el empleo de la razón y la crítica, el fomento de la economía nacional, el desarrollo del conocimiento científico y la educación, todo ello para conseguir el progreso y la felicidad.

La difusión de las ideas de la Ilustración en España se realizó a través de las Academias o las Sociedades Económicas de Amigos del País. Entre los intelectuales ilustrados, destacamos la figura de Jovellanos.

Carlos III, hijo mayor de Felipe V e Isabel de Farnesio, llegó a la corte de España desde Nápoles tras la muerte de su hermano Fernando VI. Su reinado supuso la instauración del sistema de Despotismo Ilustrado en España, una política absolutista encaminada a producir riqueza y bienestar, inspirándose en pensadores ilustrados británicos y franceses. Se resume en la frase: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». No pretendían cambiar la estructura de la sociedad ni alterar el sistema absolutista. En una primera fase, el reformismo vino de la mano de asesores italianos, como el ministro Esquilache, cuyas medidas contaron con la oposición de los estamentos privilegiados, dando lugar al Motín de Esquilache (1766), que tuvo como consecuencia la destitución del ministro y la expulsión de los jesuitas (1767).

Se realizaron una serie de reformas económicas y sociales; por ejemplo, en la agricultura se aumentó la producción por la colonización de nuevas tierras y la extensión del regadío. En lo referente a la industria, se crearon las Reales Fábricas; al mismo tiempo, se realizaron numerosas obras públicas, como un sistema radial de carreteras. En el campo de las finanzas, se creó el Banco de San Carlos (1788), germen del Banco de España.

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