España en el Siglo XIX: Nacionalismos, Conflicto Colonial y el Legado del 98

El Auge de los Nacionalismos Periféricos en España

El Nacionalismo Vasco: Orígenes y Evolución

El nacionalismo vasco surgió debido a la rápida industrialización de Vizcaya, que transformaba la economía, la estructura social y la cultura tradicionales, así como a la llegada masiva de inmigrantes no vascos y la abolición de sus fueros históricos tras la última guerra carlista. Este movimiento rechazó la españolización externa y, como reacción, exaltó todo lo considerado vasco, reivindicando la creación de un estado propio. El arraigo de la tradición carlista le confirió un peculiar componente violento. En 1894, Sabino Arana fundó el PNV (Partido Nacionalista Vasco), de raíces carlistas y conservadoras. Al principio, su apoyo social fue escaso debido a su radicalismo antiespañol e independentista, su marcado tradicionalismo agrario y su limitación al entorno vizcaíno. Por ello, evolucionó hacia posiciones más moderadas para extender su influencia.

El Regionalismo Gallego: Desarrollo y Características

El regionalismo gallego se manifestó con un carácter progresista y revolucionario, pero se desarrolló de manera más lenta y con menor arraigo, debido al atraso económico y a una burguesía reducida y dependiente. A mediados de siglo, surgió el movimiento O Rexurdimento, de carácter cultural, que, sin embargo, dio a conocer unos tímidos planteamientos políticos. En 1889, Murguía fundó la Asociación Regionalista Galega, de tendencia tradicionalista y con menor implantación política que otros nacionalismos.

El Fin del Imperio Colonial Español: La Guerra de 1898

Contexto Político Previo

Tras la muerte de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo (su esposa) asumió la regencia hasta la mayoría de edad de su hijo, Alfonso XIII. En 1897, Cánovas del Castillo murió víctima de un atentado anarquista.

El Desastre Colonial de 1898

El final del imperio colonial español se produjo en 1898 como consecuencia de la guerra entre España y Estados Unidos (EE.UU.), desarrollada en Cuba y en Filipinas, donde se habían originado previamente movimientos independentistas.

La Guerra en Cuba

La mayoría de los políticos españoles eran contrarios a conceder ningún tipo de autonomía a Cuba, lo que provocó que aumentara el número de partidarios independentistas cubanos. En 1895, estalló la revuelta bajo la dirección de José Martí (dirigente del Partido Revolucionario Cubano) y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo. Había comenzado así la Tercera Guerra de Independencia Cubana contra España. La contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los cubanos.

España envió de nuevo al general Martínez Campos, quien dimitió y fue sustituido por el general Weyler, cuyo objetivo era la victoria militar sin negociaciones. No obstante, Weyler fue sustituido y se retomó la estrategia de la negociación.

La Intervención de Estados Unidos

La clave fue la intervención de Estados Unidos (EE.UU.) debido a sus intereses económicos en la isla. Previamente, EE.UU. había realizado gestiones para resolver el conflicto a su favor. Finalmente, tuvo lugar la voladura del acorazado USS Maine en 1898, enviado con el fin de proteger a los residentes estadounidenses en Cuba. Con este pretexto, EE.UU. declaró la guerra a España (a la que responsabilizaba del suceso), a menos que renunciara a la soberanía sobre Cuba.

La flota española fue aniquilada en Cuba, mientras tropas estadounidenses invadían Cuba y Puerto Rico.

El Escenario Filipino

El otro escenario de conflicto fueron las Islas Filipinas. Tras la pérdida de las colonias americanas, la atención se dirigió de nuevo hacia la riqueza en tabaco y azúcar de Filipinas, cuya explotación y comercio se intentó fomentar. Sin embargo, desde hacía tiempo habían aparecido movimientos de carácter nacionalista y en 1896 estalló una revolución que aspiraba a la independencia.

Cuando EE.UU. declaró la guerra a España, los estadounidenses se presentaron ante los filipinos también como libertadores. Al igual que en Cuba, la flota española fue derrotada.

El Tratado de París y sus Consecuencias

El Tratado de París, que puso fin a la Guerra Hispanoamericana, se firmó en diciembre de 1898, tras la capitulación de España en agosto de ese mismo año.

Estados Unidos impuso a España sus condiciones, utilizando como último pretexto su superioridad militar. Las principales estipulaciones fueron:

  • España perdía Cuba, que fue ocupada provisionalmente por EE.UU.
  • Además, España cedía a EE.UU. Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas, estas últimas a cambio de 20 millones de dólares.

La Crisis del 98: Impacto y Legado

El desastre colonial de 1898 tuvo consecuencias de diversa índole. Sin embargo, ni las políticas ni las económicas alcanzaron la trascendencia que podrían haber tenido.

  • Se criticó la torpeza de los gobernantes, pero el sistema político de la Restauración sobrevivió.
  • La pérdida de los mercados coloniales fue negativa, pero resultó positiva la repatriación a España de los capitales situados en América, lo que permitió un gran desarrollo de la banca.
  • En el ámbito ideológico, se produjo una profunda crisis de la conciencia nacional, que se manifestó en el movimiento del Regeneracionismo y en la actitud pesimista de la llamada Generación del 98.

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