Las Revueltas en Al-Ándalus y la Debilidad del Emirato
La intransigencia religiosa y la fuerte influencia de la cultura árabe sobre los muladíes (cristianos convertidos al islam) empujaron a algunos de estos a insultar a Mahoma y al islam, buscando remover la conciencia de sus fieles. Sin embargo, esto solo provocó la ejecución de muladíes, lo que llevó a muchos a huir a los reinos cristianos del norte.
Los mozárabes (cristianos que vivían en Al-Ándalus) seguían descontentos con la superioridad social de árabes y bereberes. Los jefes mozárabes de Mérida y Zaragoza lograron ser independientes durante años. El movimiento más peligroso lo encabezó Omar-ben Hafsún desde su fortaleza de Málaga, manteniendo en jaque a los ejércitos del emir durante 40 años.
Motines y Levantamientos Clave
Los motines más importantes fueron:
- La “Jornada del Foso” de Toledo: Un estado de desacuerdo por parte de la población mozárabe y muladí que resultó en la muerte de nobles.
- El “Motín del Arrabal”: Provocado por la subida de impuestos, ejecuciones y el destierro de miles de personas, la mayoría muladíes y mozárabes.
Esta inestabilidad produjo la debilidad política de los emires, y Al-Ándalus se convirtió en un conjunto de señoríos independientes. Mientras tanto, los cristianos ganaban terreno en el norte.
El Esplendor del Califato de Córdoba (Siglo X)
Con la llegada de Abderramán III, Al-Ándalus alcanzó su época de mayor esplendor político, militar, económico y cultural. Este logro le costó 25 años de esfuerzo, ya que al asumir el poder se encontró con las arcas vacías, sublevaciones constantes y una grave crisis económica.
Abderramán III frenó el avance cristiano y convirtió en vasallos a algunos pueblos. Se proclamó califa, independizándose totalmente del Califato de Bagdad, y asumió el poder absoluto sobre Al-Ándalus. Fortaleció el Estado, reformó el ejército y creó una aristocracia cercana para evitar rebeliones.
Durante el califato de Abderramán III, Al-Ándalus se convirtió en la nación más rica y poderosa de Occidente, y Córdoba rivalizaba con Bagdad. Con su sucesor se alcanzó un gran esplendor cultural y artístico, haciendo de Al-Ándalus la sociedad más avanzada de su época (llegando a reunir 400.000 volúmenes).
El Legado de Almanzor y el Fin del Califato
El segundo sucesor de Abderramán III, Hisham II, delegó el mando en Al-Mansur, a quien los cristianos llamaron Almanzor. Este impuso una dictadura militar y reforzó el ejército con tropas bereberes mercenarias, fieles a su persona, que hicieron frente a las intrigas de la nobleza árabe.
Almanzor declaró la “guerra santa” contra los cristianos del norte, buscando castigar a los fieles y obtener recursos económicos. La destrucción de Barcelona y de Santiago de Compostela fueron sus campañas más devastadoras.
Las guerras agotaron las arcas del Estado, lo que llevó al aumento de impuestos y al crecimiento del malestar social. La crisis política resultante provocó la expulsión de Hisham III, el último califa omeya. El califato tocó su fin, y cada jefe local creó su estado independiente, dando origen a los 25 Reinos de Taifas.
Los Reinos de Taifas y la Intervención Norteafricana
Durante el periodo de los primeros Reinos de Taifas, se observaron las siguientes características:
- Frecuentes disputas internas, lo que redujo su elevado número inicial. Destacaron las taifas de Sevilla, Toledo y Murcia.
- La supervivencia frente a los reinos cristianos dependía con frecuencia del pago de parias (tributos).
Clasificación de los Reinos de Taifas
- Taifas árabes: Córdoba, Sevilla, Badajoz, Toledo y Zaragoza.
- Taifas bereberes: Málaga y Granada.
- Taifas eslavas: Murcia, Valencia y Baleares.
A partir del siglo XI, los cristianos emprendieron la Reconquista, lo que obligó a los reinos de taifas a pedir ayuda a los musulmanes africanos: los almorávides y, posteriormente, los almohades. Estos últimos fueron derrotados decisivamente en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), dando lugar a un tercer periodo de taifas, que fueron conquistados rápidamente por los cristianos.
El Reino Nazarí de Granada: Último Baluarte Musulmán
Tras la Reconquista, solo quedó en la península el Reino de Granada, gobernado por la dinastía nazarí. Este reino se mantuvo fundamentalmente gracias a varios factores:
- Su condición de vasallo del rey castellano y el interés económico que representaba para Castilla (pago de tributos).
- La conveniencia de este reino como refugio de población musulmana.
- El carácter montañoso del reino, complementado con una red de fortalezas fronterizas.
- El apoyo ocasional norteafricano.
- La homogeneidad cultural y religiosa, que le proporcionó una fuerte cohesión interna.
La corte granadina fue un centro cultural de primer orden, destacando el palacio de la Alhambra. Su momento de mayor esplendor se situó en la segunda mitad del siglo XIV.
Su desaparición, además de por sus innumerables luchas dinásticas internas, se enmarca en el contexto de la construcción del Estado moderno llevado a cabo por los Reyes Católicos a través de la unificación territorial y el reforzamiento de la soberanía de la Corona.
En 1492, el Reino de Granada fue conquistado por los Reyes Católicos. Así terminó el dominio musulmán en la Península Ibérica, ocho siglos después de las primeras expediciones de Táriq y Muza.
