La Reforma Protestante y las Guerras de Religión en Europa: De Carlos V a Isabel I

La Reforma Protestante y el Imperio de Carlos V

Con todo, Carlos V intentó resolver la situación de manera dialogante, pero a partir de los años treinta del siglo XVI, la posibilidad de acuerdo se desvaneció. Los príncipes, al ver el avance del protestantismo en distintos lugares, formaron una alianza, creando la Liga de Esmalcalda, una liga contra el Emperador. Esta guerra no solucionó las cosas. En 1555, el hermano de Carlos V firmó la Paz de Augsburgo, donde se estableció que los protestantes podían seguir siéndolo y que los súbditos debían seguir la religión de su príncipe. La Reforma había triunfado, lo que sería una de las causas de la retirada de Carlos V a Yuste.

La vinculación entre política y religión, como fuerza cohesionadora social, generaría enfrentamientos teóricos y prácticos que desembocarían en guerras. En un primer momento, en la ruptura por el liberalismo, la actitud de quien era la figura real más importante de Europa y ocupaba el Imperio, Carlos V, fue la de intentar un acuerdo entre protestantes y católicos por medio de reuniones con la Dieta (parlamento germánico) para conseguir un consenso. Esta etapa de intento de acuerdo fracasaría. Las Dietas de Spira o Maguncia no dieron resultado porque, como se argumentaba desde el protestantismo, este había canalizado una protesta política hacia el Emperador. Carlos V tuvo que enfrentarse militarmente a los príncipes.

El Cierre de Posturas: Calvino y el Concilio de Trento

A partir de la segunda mitad del siglo XVI, se aprecian dos momentos diferentes en cuanto a la capacidad de diálogo con el oponente. Se observa una etapa inicial más abierta al diálogo y una posterior, a partir de la segunda mitad del siglo, marcada por un cierre de posturas. En este cierre, dos acontecimientos fundamentales marcarían este enfrentamiento:

  • El Calvinismo: Estructuración Protestante

    En el ámbito protestante, apareció Calvino, quien estructuró la religión protestante e intentó introducir una reglamentación y darle una coherencia interior. Hasta entonces, el protestantismo tenía muchas ramas. La unificación pasó, en primer lugar, por fijar las creencias fundamentales del protestantismo, articulando una teología que le diera fuerza interna y lo homogeneizara. Al fijar las ideas fundamentales, se introdujo una rigidez que permitió un rechazo aún mayor de lo diferente. Esto generó una mayor dificultad para llegar a acuerdos con el rey.

  • El Concilio de Trento: La Contrarreforma Católica

    El Concilio de Trento fue el momento en el que, desde Roma, se articularon y fijaron los principios de la fe católica, muchos de ellos en contraposición con el protestantismo. A partir de entonces, se consolidaría el catolicismo. Esto incluyó aspectos como los matrimonios o la castidad, en clara contraposición a las doctrinas protestantes. Además, se intentaron introducir nuevas formas de actuación dentro de la Iglesia, especialmente para los sacerdotes. Se hizo hincapié en su formación y en la necesidad de que residieran en las sedes a las que estaban asignados. Abordó tanto elementos teológicos y de credo como de comportamiento y disciplina. Al definir de forma estricta los elementos de fe de la religión católica, se cerraba a cualquier posibilidad de compromiso con los protestantes.

Ambos fijaron sus principios de forma inamovible. Esto dejó como única vía la confrontación a nivel teológico y a nivel de los Estados que apoyaban a cada una de las iglesias.

Inglaterra y la Reforma Anglicana

Inglaterra se había adelantado a esta etapa religiosamente represiva de finales del siglo XVI, ya que su período más álgido se situó entre los años treinta y sesenta del mismo siglo. Afectó fundamentalmente durante el reinado de Enrique VIII y Eduardo VI, durante los cuales los católicos fueron duramente perseguidos. La represión continuaría durante el reinado de María Tudor, pero esta vez sobre los protestantes. A ella se la conocería como Bloody Mary, aunque su represión no fue significativamente mayor que la ejercida por los protestantes. Le sucedió su prima Isabel I, cuyo reinado abarcó prácticamente la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII. Los católicos pasaron a ser los perseguidos.

Al subir al trono, existían determinadas instituciones controladas por católicos, como la Cámara de los Lores, y eran mayoría en el Norte y Oeste de Inglaterra. Sin embargo, el resto del país y la Cámara de los Comunes eran protestantes. Isabel buscaría su apoyo. Un año después de subir al trono, firmó el Acta de Supremacía, por la cual sometía a la Iglesia a su autoridad. El Acta de Uniformidad obligó a adoptar como libro del Anglicanismo uno de los libros de Calvino. Los obispos se vieron obligados a jurar fidelidad a la soberana, y cuando algunos rechazaron esta imposición, Isabel los depuso de su cargo y nombró a otros más fieles.

Se elaboraron los Treinta y Nueve Artículos que definían esta doctrina. Al igual que Trento, abordaban la disciplina del clero. Esta reacción protestante, sumada al apoyo de la reina, provocó la acción de Roma: el papa Pío V trató de impulsar una sublevación de los nobles del norte de Inglaterra contra la reina, la excomulgó y liberó a los católicos de acatar sus órdenes. Esta actuación papal provocó una reafirmación por parte de la reina de la supremacía protestante. Isabel inició una dura persecución contra los católicos, ejecutando, entre otros, al Duque de Norfolk, quien había sido uno de los favoritos de la reina. Además, expulsó a los jesuitas, acusándolos de traición, y algunos fueron ejecutados. Fue en esta oleada de persecuciones cuando murió María Estuardo, prima de Isabel.

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