1. La Población Española en el Siglo XIX: Crecimiento y Migraciones
A lo largo del siglo XIX, la población española creció constantemente, pasando de 11 a 18,6 millones de habitantes. Este aumento demográfico se debió a mejoras en la alimentación (como la extensión de cultivos y la incorporación de la patata a la dieta), a los avances de la medicina, así como a la introducción de medidas higiénicas (alcantarillado, agua corriente potable, etc.).
Sin embargo, fue un crecimiento más lento que el de los demás países europeos, debido a las altas tasas de natalidad (36 por mil) y de mortalidad (30,4 por mil), y a la persistencia de crisis de subsistencia y hambrunas, junto a periodos epidémicos (como el sarampión). A finales del siglo XIX y principios del XX, la tasa de mortalidad disminuyó, aunque la natalidad se mantuvo en torno al 30 por mil hasta la Primera Guerra Mundial.
Un rasgo distintivo de la población española de este periodo fue la emigración. El éxodo rural se intensificó durante el periodo de la Restauración, dirigiéndose hacia los núcleos industriales como Cataluña y el País Vasco, y a los grandes núcleos urbanos. La emigración a América, que afectó a aproximadamente un millón de personas entre 1880 y 1914, se produjo principalmente desde Galicia, Asturias y Canarias hacia destinos como Argentina, Cuba y Venezuela.
2. La Nueva Estructura Social del Régimen Liberal
Con el régimen liberal, desaparecieron los estamentos propios del Antiguo Régimen, dando paso a una sociedad de clases.
2.1. Las Clases Altas
Entre las clases altas se encontraban la alta nobleza, mayoritariamente absentista y rentista, que se erigió como la principal propietaria de tierras, junto con la alta burguesía. Ambas se beneficiaron enormemente de la desamortización de tierras. La alta burguesía estaba integrada por terratenientes que habían adquirido tierras desamortizadas. Ambas clases formaron una oligarquía que controlaba el poder político en el Estado liberal, siendo partidarias del orden social y constituyendo la base del liberalismo más conservador.
A pesar de la reducción de su número y la pérdida de patrimonio, el clero conservó su influencia social y mantuvo el control de importantes instituciones de enseñanza. Por último, el ejército siguió muy presente en la vida política, con oficiales que protagonizaron numerosos pronunciamientos.
2.2. Las Clases Medias
Las clases medias estaban constituidas por funcionarios, profesionales liberales (abogados, ingenieros, médicos, etc.), medianos comerciantes, entre otros. Adoptaron una actitud conservadora y pretendían alejarse del proletariado. Solo una minoría, compuesta por profesores, estudiantes y periodistas, se mostró crítica con el Estado liberal conservador.
2.3. Las Clases Bajas
Las clases bajas eran las mayoritarias y presentaban una gran diversidad:
- Campesinado: Se daban distintas situaciones:
- Pequeños propietarios minifundistas con rentas muy reducidas.
- Arrendatarios y aparceros.
- El jornalero, grupo predominante en zonas latifundistas, caracterizado por condiciones laborales y de vida penosas.
- Otros grupos urbanos: Pequeños artesanos, dependientes de comercio, repartidores, etc.
- El proletariado industrial: Fue el grupo que se impuso, una masa obrera de fábricas y minas, con condiciones laborales pésimas, sin protección laboral, y siendo comunes el trabajo infantil y femenino, con salarios aún más bajos. El proletariado habitaba en barrios insalubres sin equipamiento básico.
3. El Origen y Desarrollo del Movimiento Obrero Español
La aparición del movimiento obrero se debió directamente a la industrialización. Las primeras protestas obreras se caracterizaron por las reacciones contra las máquinas (ludismo).
En el segundo tercio del siglo XIX, se crearon las primeras sociedades de socorros mutuos. Estas eran agrupaciones de trabajadores que aportaban dinero a un fondo común para ayudar a los asociados en situaciones de necesidad, como la Asociación de Protección Mutua de Tejedores de Algodón (1840).
Durante el Bienio Progresista (1854-1856) surgieron las primeras huelgas en Cataluña. A lo largo del siglo XIX, la existencia de las sociedades obreras dependió de la tolerancia gubernamental, lo que significaba represión bajo los gobiernos moderados y mayor permisividad con los progresistas.
3.1. La Primera Internacional y las Corrientes Obreras
Durante el Sexenio Democrático (1868-1874), el obrerismo español se integró en la Primera Internacional Obrera (AIT), fundada en Londres en 1864. En la Primera AIT se bifurcaron las dos principales corrientes del movimiento obrero: el marxismo y el anarquismo.
En 1870 se celebró el Primer Congreso Obrero Español, donde se constituyó la Federación Regional Española de la AIT, próxima a las tesis de Bakunin. El anarquismo se convirtió en la ideología obrera dominante en Cataluña y entre los jornaleros andaluces.
3.2. Tendencias Anarquistas
Dentro del anarquismo español, coexistieron dos tendencias principales:
- El anarquismo colectivista de Bakunin, que defendía la acción sindical sobre la revolucionaria. En 1881, fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española.
- El anarcocomunismo de Kropotkin, que postulaba los métodos terroristas. Esta tendencia se extendió a partir de los años 1890 y su estrategia consistió en la acción violenta. Perpetraron atentados con bombas (como el del Liceo de Barcelona) y asesinatos (como el de Cánovas del Castillo), seguidos de una fuerte represión policial.
3.3. El Socialismo: PSOE y UGT
En 1879, Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que tuvo una escasa implantación territorial inicial. Su presencia fue mayor donde existía un obrerismo cualificado (Madrid, País Vasco, Asturias), y no consiguió su primer diputado en las Cortes hasta 1910.
En 1888, nació un sindicato obrero ligado al PSOE, la Unión General de Trabajadores (UGT). Este sindicato se caracterizó por una dirección más centralizada que la anarquista y por tácticas mucho más moderadas.