El Discurso de Azaña en Valencia (1937): Intervención Extranjera y la Guerra Civil Española

El texto a comentar es histórico-circunstancial y, según su contenido, histórico-político. Se trata de un discurso pronunciado por Manuel Azaña en la Universidad de Valencia el 18 de julio de 1937. Esta fecha tiene una especial significación, ya que conmemora el primer año del golpe militar contra la Segunda República. Azaña fue Jefe del Gobierno desde 1931 hasta 1933 y Presidente de la República desde 1936 hasta el final del conflicto civil. El discurso fue pronunciado en un contexto crítico para el gobierno republicano, que se encontraba en Valencia tras el asedio a Madrid, y su destinatario era tanto el pueblo español como la comunidad internacional. Se trata de un texto público y una fuente primaria.

Contexto Histórico del Discurso

El contexto histórico se enmarca en la Guerra Civil Española, iniciada a causa del golpe de Estado en Melilla el 17 de julio de 1936 y extendido a la Península los días 18 y 19 del mismo mes. Desde que el Frente Popular ganó las elecciones en febrero de 1936, comenzaron rumores de un levantamiento militar contra la República, los cuales se evidenciaron por el aumento de la violencia y la conspiración entre altos mandos militares. Aunque la sublevación tuvo éxito en algunas zonas, fracasó en otras como en Madrid, donde la resistencia republicana fue decisiva. El fracaso parcial del golpe evidenció la división de los españoles y del territorio en dos bandos: el sublevado y el republicano, que se enfrentaron hasta 1939 debido a la incapacidad del gobierno para acabar en los primeros días con los focos rebeldes y sus dificultades para organizar las fuerzas republicanas. La guerra tuvo varias etapas hasta que finalizó con la victoria de los sublevados, lo que resultó en la instauración de una dictadura bajo la figura de Franco, la represión de los vencidos (sobre todo en los años 40) y una riada de exiliados, además de la mortalidad provocada por la guerra. Asimismo, la Guerra Civil Española fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión internacional provocó. El apoyo externo a los bandos en lucha dotó a la guerra de una dimensión militar mayor de la que hubiera tenido si se hubiera limitado a un enfrentamiento con los recursos bélicos disponibles en el país.

Idea Principal del Discurso de Azaña

La idea principal del discurso es que el golpe de Estado de julio de 1936 derivó en guerra civil debido al apoyo extranjero a los sublevados. En su intervención, Azaña señala que la República era un régimen legítimo, elegido democráticamente por las urnas y reconocido internacionalmente. Sin embargo, un sector del ejército, junto con partidos políticos opuestos no solo al gobierno, sino también al sistema republicano, decidieron derrocarlo por la fuerza. Aunque la discrepancia política era legítima, el uso de la violencia y la participación militar hicieron de la insurrección un delito. En un primer momento, Azaña consideró el golpe como “una alteración gravísima del orden público”, un problema interno del país. De hecho, destaca la resistencia republicana en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y el Norte, donde la insurrección fue sofocada. Azaña argumenta que, de haber contado solo con sus propias fuerzas iniciales, la rebelión habría fracasado en pocas semanas. No obstante, con el paso del tiempo, la intervención extranjera se convirtió en un elemento decisivo para la prolongación del conflicto. Azaña sostiene que la guerra ya no dependía únicamente de los militares rebeldes, sino del respaldo de potencias extranjeras, que sostenían “una invasión clandestina contra la República española”.

La Influencia Internacional en la Guerra Civil Española

Respecto a la cuestión planteada, el ámbito internacional influyó significativamente en el desarrollo de la guerra, ya que España reprodujo el enfrentamiento ideológico entre fascismo, comunismo y democracia que marcó el período de entreguerras. Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos adoptaron una posición que, en la práctica, favoreció indirectamente a los sublevados. Gran Bretaña, con el objetivo de evitar la internacionalización del conflicto y una escalada con Alemania, presionó a Francia para que creara el Comité de No Intervención (agosto de 1936) y no enviar armas ni ayuda a ninguno de los bandos. Sin embargo, esta aparente neutralidad permitió que compañías petrolíferas norteamericanas atravesaran el territorio francés para suministrar combustible a los sublevados (Texas Oil). Aunque el acuerdo de no intervención fue firmado por la mayoría de los países europeos, no se pudo evitar la internacionalización de la guerra. Desde el principio, las potencias fascistas ofrecieron apoyo a los sublevados, permitiendo que el ejército de Franco (legionarios y regulares) pasase el Estrecho y continuara la lucha. Alemania, por orden de Hitler, envió la Legión Cóndor, que tuvo un papel clave en los bombardeos de ciudades como Guernica, además de armamento y asesoramiento militar. La Italia de Mussolini ayudó con el Corpo di Truppe Volontarie (CTV), soporte aéreo y equipamiento bélico. Portugal, bajo la dictadura de Salazar, facilitó comunicaciones y suministros en sus puertos y permitió la llegada de unos 12.000 voluntarios. La única gran potencia que apoyó a la República fue la URSS: armas, aviones, carros de combate, material bélico y alimentos. Esta ayuda permitió salvar Madrid en 1936, lanzar la ofensiva de Teruel y la batalla del Ebro. A cambio, el gobierno republicano pagó con las reservas de oro del Banco de España, lo que aumentó la influencia soviética en la República y fortaleció al PCE, generando el recelo de las democracias occidentales. Además, aunque de menor importancia cuantitativa, pero de gran valor moral, llegaron a España unos 50.000 voluntarios con ideas democráticas y progresistas de más de cincuenta países a través de las Brigadas Internacionales, las cuales se retiraron en 1938 por orden del Comité de No Intervención. México se declaró prorrepublicano y envió alimentos y ayuda sanitaria. El último año de guerra estuvo marcado por la situación internacional. El jefe del gobierno, Negrín, defendía la necesidad de resistir con la esperanza de que la guerra civil se transformara en una guerra europea que obligara a Francia y Gran Bretaña a intervenir. Sin embargo, sectores dentro de la República consideraban la derrota inevitable y exploraban la posibilidad de negociar con Franco o buscar el exilio, como hizo Azaña.

Conclusión: El Impacto de la Intervención Extranjera según Azaña

Azaña expone de manera clara cómo la intervención extranjera fue determinante en el desarrollo de la guerra, inclinando la balanza a favor del bando sublevado. Esto se debió no solo al apoyo militar y logístico que proporcionaron, sino también a la falta de respaldo hacia la República por parte de las potencias democráticas.

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