Repoblación
A) La repoblación es el proceso de ocupación del territorio conquistado a los musulmanes por los reinos cristianos del norte, y su puesta en explotación por población cristiana, proveniente del norte peninsular. La amplitud del fenómeno repoblador, tanto en su extensión espacial como en su duración temporal, provocó formas distintas de ocupación y reparto de la propiedad, dependiendo del espacio y del momento en el que se efectuó, y tendrá importantes consecuencias sociales y económicas en los reinos cristianos peninsulares. Fueron cuatro principales modelos de repoblación: presura o aprisio, repoblación concejil, repoblación de las Órdenes Militares y repartimientos.
B) La primera fase se desarrolló, a lo largo de los siglos IX y X, en el valle del Duero y la Plana de Vic. El sistema utilizado fue la presura, que en territorio catalán recibió el nombre de aprisio: era llevada a cabo por los campesinos que, contando en ocasiones con la dirección de la nobleza o del clero, ocupaban libremente las tierras despobladas. Este modelo implicaba la adquisición de la propiedad por el hecho de cultivarla, a cambio de defenderla en caso de ataque musulmán. Posteriormente, el monarca se encargaba de sancionar la legalidad de ese proceder, pues se reconocía con ello el servicio que hacían al reino al consolidar las conquistas con sus asentamientos. Así se generó una población de base alodial (alodio es la pequeña propiedad privada familiar, transmitida hereditariamente) unida en comunidades de aldea compuestas por hombres libres que se comprometían a defender militarmente las tierras que roturaban. La principal consecuencia de la presura fue el predominio de la pequeña y mediana propiedad de las tierras, en manos del campesinado libre, (más tarde acabarán convirtiéndose en vasallos). Fue un sistema que benefició tanto a comunidades de campesinos libres como a la aristocracia.
C) A la hora de atraer población a los valles del Tajo y del Ebro, los monarcas optaron por el modelo concejil. El territorio era dividido en concejos con grandes extensiones o alfoces, formados por sus aldeas y términos, regidos por una ciudad o villa. Una vez constituido el concejo, los reyes (para limitar el poder nobiliario) otorgaban fueros o cartas pueblas (leyes y derechos para poblar y levantar casa) que reconocían privilegios y libertades a los pobladores, para atraer a nuevos pobladores. Sus habitantes asistieron a las cortes consultivas, como representación del pueblo llano. Destacan fueros como el de Sepúlveda o Mansilla de las Mulas, dados por Alfonso VIII. La población musulmana en estas zonas era numerosa, y en general, se respetaron sus propiedades. El sistema dio como resultado el predominio de la mediana propiedad y la propiedad comunal. Este, utilizado fundamentalmente en los siglos XI y XII, consistía en otorgar a una ciudad o un concejo una carta puebla o fuero. La principal consecuencia fue el establecimiento de unos términos municipales amplios en los que los habitantes poseían abundantes derechos.
D) En la primera mitad del siglo XIII, entre el Tajo y el valle del Guadiana (Extremadura, La Mancha), provincia de Teruel y el norte de Castellón. En estas zonas extensas y escasamente pobladas -en cuya conquista habían destacado las Órdenes Militares (Alcántara, Santiago…)- se dividieron las nuevas tierras en encomiendas, al frente de las cuales se situaba a un caballero de la Orden con cargo de comendador. Se formaron así grandes latifundios dedicados a la explotación ganadera.
E) Durante los últimos siglos de la conquista de territorios bajo dominio musulmán predominó el repartimiento, empleado por la Corona de Castilla en Extremadura y los valles del Guadiana y del Guadalquivir, y por Aragón en Valencia y Baleares. El sistema del repartimiento fue utilizado por los monarcas para recompensar, con grandes latifundios que se denominaban donadíos, a la nobleza y las órdenes militares por su contribución en las campañas militares. Este proceder condujo a un reparto desigual de la tierra y a la aparición de un reducido grupo de terratenientes y una gran masa de jornaleros sin propiedad.
Consecuencias de la Entrada de España en la UE
Las consecuencias de la entrada en la UE han sido muy positivas, puesto que, pese a que España tuvo que realizar relevantes concesiones en el terreno económico para formar parte de la UE –en particular, en los sectores agropecuario y pesquero– y en el político –la integración en la OTAN–, obtuvo a cambio importantes ventajas políticas y económicas: España reforzó su joven sistema democrático, acabó con su tradicional marginación en Europa y cobró visibilidad y protagonismo internacional. En el terreno económico, no solamente accedía a un amplio mercado único, con libre circulación de bienes, servicios, capital y mano de obra. Además, la pertenencia a la UE obligaba a realizar un necesario esfuerzo de modernización y competitividad. Además de las ventajas económicas y políticas, la incorporación a Europa colaboró a la modernización social de España y a la creación de un estado de bienestar y favoreció los intercambios culturales y científicos y la movilidad de las personas para estudiar, viajar y trabajar.
Rebelión en Cataluña y Portugal
Introducción
La mayor crisis política interna de la monarquía de los Austrias en el siglo XVII fue la sublevación de Cataluña y Portugal. Cada uno de los reinos conservaba sus leyes e instituciones de gobierno tradicionales, de modo que las cargas fiscales y militares recaían principalmente sobre la Corona de Castilla. Las reformas proyectadas por el conde-duque de Olivares (Unión de Armas) pretendían equilibrar aquella situación, aumentando la centralización política y la carga fiscal, pero estos territorios no aceptaron dichas imposiciones y terminaron rebelándose.
A) La Rebelión de Cataluña
En Cataluña, el Conde Duque expuso su proyecto de la Unión de Armas en las Cortes de Barcelona, las cuales lo rechazaron, por lo que Olivares decidió trasladar la guerra (Guerra de los 30 años) contra Francia a territorio catalán con la esperanza de que, sintiéndose amenazados por el vecino del norte, acabarían integrándose en los proyectos de la monarquía. La Unión de Armas no fue la causa única de la rebelión, ya que hubo más motivos que generaron el levantamiento: los reclutamientos forzosos de hombres para la guerra contra Francia, la imposición de un nuevo impuesto a la Diputación, el comportamiento indisciplinado de los tercios, la política autoritaria y castellanizante y la paralización del comercio que perjudicaba notablemente a los catalanes fueron otros factores determinantes. Los abusos de los tercios en territorio catalán fueron la mecha que prendió la revuelta de los Segadores. El levantamiento se produjo en Barcelona durante la jornada del Corpus de Sangre (1640), ese día llegaron a asesinar al virrey de Cataluña (revuelta de los Segadores) y la reacción de Olivares fue ocupar Cataluña y abolir sus leyes. Ante esta situación, líderes políticos de la Generalitat, temerosos de las represalias del rey castellano, decidieron ofrecer el condado de Barcelona al rey de Francia Luis XIII (Pacto de Ceret), que gobernaría junto al cardenal Richelieu y ocuparía con sus tropas Cataluña. La respuesta armada por parte castellana a la invasión francesa derivó en la Guerra de los Segadores.
Conclusión
Debido a la firma de la Paz de Westfalia, España pudo concentrar fuerzas en Cataluña, lo que, sumado a la crisis económica, la peste y la opresión francesa a los catalanes, provocó el agotamiento y rendición de los invasores en 1652, cuando se produjo la toma de Barcelona por las tropas castellanas. Después de todo lo sucedido, el rey no decide tomar represalias y mantiene los fueros de Cataluña.
B) La Rebelión de Portugal
La rebelión portuguesa tuvo desde el principio un marcado carácter nobiliario, anticastellano e independentista. La rebelión de Portugal fue secundada y apoyada primero por Francia y enseguida por Inglaterra y finalizó con la restauración de la independencia portuguesa tras la proclamación de Juan IV, un Braganza, como rey, en 1640. El reino de Portugal se había integrado en la monarquía católica en 1580, reinando Felipe II, formalizándose la integración en las Cortes de Tomar, dejará de formar parte de la corona española tras esta revuelta. Las causas de la rebelión son diversas: la nobleza portuguesa estaba cansada del autoritarismo castellano y además se oponían a las medidas de reforma proyectadas por el conde-duque de Olivares: nuevas cargas fiscales (impuestos) que afectarían a la nobleza y la Iglesia y que no repercutirían en beneficios para Portugal, y el reclutamiento forzoso de soldados –Unión de Armas– para un ejército en el que no creían y que no iba a producir beneficio alguno para Portugal. A su vez, estaban hartos de la incapacidad de la monarquía para proteger el comercio del azúcar de las colonias portuguesas de los ataques holandeses. Es más, los holandeses habían atacado Brasil y ocupado algunas plazas, pero ‘España’ había sido incapaz de garantizar su defensa. ‘La gota que colmó el vaso’ se produjo en 1640, al exigir Olivares soldados portugueses para sofocar la rebelión catalana, fue ahí cuando se produjo la revuelta de Lisboa. En esta rebelión, el pueblo, la Iglesia y los nobles se negaron a colaborar con el valido. El duque de Braganza fue declarado rey de Portugal con el nombre de Juan IV. La rebelión sorprendió a Felipe IV y a Olivares que, incapaces de atender simultáneamente dos frentes, optaron por concentrar sus esfuerzos en Cataluña, creyendo que Portugal, por su aislamiento, sería más fácil de recuperar. La rebelión portuguesa fue irreversible; sus ejércitos rechazaron los intentos ‘españoles’ de restaurar por la fuerza la unión. Las revueltas condujeron a la proclamación del duque de Braganza como rey de Portugal, cuya independencia fue reconocida en 1668 por el tratado de Lisboa (se ponía fin a la unión ibérica). Esta circunstancia arruinó definitivamente el sueño de una Iberia unida bajo la égida de los Habsburgo, a la vez que consumió las últimas fuerzas de la monarquía. Ese mismo año, Felipe IV murió y dejó su decadente y empobrecido trono en manos de un niño enfermo, Carlos II. La ocupación francesa de Cataluña y la rebelión portuguesa consumaron el desprestigio de Olivares y Felipe IV, a tal punto que en 1643 el rey decidió prescindir de su valido. Además, la monarquía de los Habsburgo no se atrevió a aprovecharse del triunfo allí donde lo había conseguido: Felipe IV mantuvo la estructura foralista de sus Estados.
Independencia Hispanoamericana
A principios del siglo XIX, España conservaba un extenso imperio colonial. La emancipación de las colonias americanas fue protagonizada por los criollos (descendientes de españoles, nacidos en América). La población criolla, enriquecida con el comercio y las propiedades territoriales, aspiraba a controlar el poder político en su provecho. En consecuencia, la lucha por la emancipación de las colonias se tradujo en un enfrentamiento en la cúspide entre criollos -partidarios de la independencia- y españoles peninsulares fieles a la metrópoli. Entre los motivos para el estallido del proceso emancipador podemos definir causas internas y externas:
- Causas internas:
- Causas políticas: La política de la dinastía borbónica supuso la imposición de reformas autoritarias y centralistas que perjudicaron a las colonias, lo que, unido a la debilidad de España por la ocupación francesa y por el Trienio liberal, provocó la rebelión de las colonias.
- Causas sociales: Se debieron al descontento criollo por la elección de españoles peninsulares para los puestos principales de la administración y por la expulsión de los jesuitas (1767), la mayoría criollos. Por otra parte, en las colonias había una creciente tensión racial debida a la explotación de los indios, negros y mestizos por parte de los blancos.
- Causas económicas: Fueron el aumento de la presión fiscal y la liberalización del comercio americano (1778), lo que solo benefició a los peninsulares (los criollos no podían comerciar con los británicos).
- Causas externas:
- Influencia en los criollos de las ideas ilustradas y de las revoluciones en EEUU y Francia: Si EEUU había podido independizarse de una potencia extranjera, ellos también podrían.
- Presión en las colonias por parte de Gran Bretaña y EEUU para que se independicen: así limitar el comercio con España.
El momento elegido para comenzar el proceso independista viene motivado por la derrota en Trafalgar, en la que España pierde casi todos sus barcos, lo que motivó a los independentistas a iniciar con la emancipación al considerar que España no podría enviar tropas para frenarlos al no disponer de barcos. Pero, fue la Guerra de la Independencia en España el gran desencadenante, ya que un país inmerso en una guerra no podría detenerlos. La independencia americana fue una lucha entre las colonias americanas y la metrópoli, pero también una guerra interna entre los criollos y los españoles peninsulares residentes en las colonias.
A) Primera fase (1808-1816): Los territorios americanos se declararon independientes de la España napoleónica, creando Juntas revolucionarias. El proceso fue muy similar en todas las regiones americanas: las Juntas sustituían a las viejas autoridades, organizaban ejércitos y convocaban Congresos de representantes que proclamaban la independencia y se proponían elaborar constituciones liberales.
Muchas mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz, enviando representantes a las Cortes, pero eso no frenó la independencia. Los núcleos más independentistas fueron el Virreinato de la Plata (San Martín) al calor de la Revolución de Mayo, Nueva Granada (Bolívar) y México (Hidalgo) tras el grito de Dolores. Tras la guerra contra Napoleón, Fernando VII envió un ejército de 10.000 hombres para acabar con el proceso de independencia y recuperar el terreno perdido. Todas las colonias, excepto Argentina (1816) y Paraguay, que vieron reconocida su independencia, volvieron a la Corona española.
B) Segunda fase (1816-1824): Entre 1816, especialmente desde 1820 y 1824, se consumará el proceso de independencia, en el que destacaron José de San Martín y Simón Bolívar, dando paso a la segunda fase. Esta etapa estuvo marcada por las dificultades políticas en España. El pronunciamiento de Riego (1820) supuso la sublevación de las tropas españolas que iban a embarcarse hacia América, lo que dejó sin defensa a los españoles y facilitó la independencia de los distintos países americanos. Favorecido por la ausencia de un ejército español fuerte, el movimiento independentista se extiende, por los virreinatos más recientes (Nueva Granada y Río de la Plata), y por el dominio de los más antiguos (Perú y Nueva España). Tras vencer a los españoles en sus virreinatos, caso de Chile tras la batalla de Chacabuco, los ejércitos de José San Martín y Simón Bolívar avanzaban haciendo una pinza, liberando Bolívar el norte tras sus victorias en Boyacá, Pichincha y Carabobo, que permitieron liberar la Gran Colombia (Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador) que se había formado tras el congreso de Angostura, y avanzando los otros desde el sur hasta encontrarse en el virreinato de Perú, el cual conquistaron y proclamaron su independencia tras la batalla de Ayacucho (1824). Por su parte, Agustín de Iturbide promoverá el Plan de Iguala (1821), una solución pactada que proclamaba la independencia de México. El ejemplo de emancipación mexicano cundió en los territorios centroamericanos. El Salvador, Honduras, Costa Rica y Nicaragua formaron en septiembre de 1821 la Capitanía General de Guatemala, y en 1822 se incorporan a México. La presencia española en América continental termina tras Ayacucho y las independencias de Perú y Bolivia, ya que, tras ellas, España conservará solamente Cuba, Filipinas y Puerto Rico (hasta 1898, que se pierden tras la firma del Acuerdo de París). Los países que surgieron tras la emancipación adquirieron la independencia política, pero no organizaron unas instituciones políticas, económicas y sociales estables. Muchos de ellos se han debatido entre contradicciones internas y presiones externas que todavía configuran su situación actual. La vida cultural de Hispanoamérica tras la independencia se caracterizó por el mantenimiento del origen cultural hispánico.
Unión Dinástica de los Reyes Católicos
La unión dinástica es la unión de varios reinos (Estados) bajo un mismo gobernante por derecho dinástico, aunque no se trata, por tanto, de una unión territorial o nacional ni siquiera una fusión de reinos; Castilla y Aragón no se unirán. La Unión Dinástica nace del matrimonio (previamente se firman las capitulaciones de Cervera para acordar los términos) entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469. El camino hacia esta unión política estuvo lleno de dificultades. En Castilla, la sucesión de Enrique IV enfrentó a los partidarios de su hija, Juana, con su tía Isabel (futura Isabel I). Como consecuencia de ello, estalló la guerra de sucesión castellana (1474-1479), de la que Isabel salió victoriosa y pudo heredar la corona (Tratado de Alcaçovas). En Aragón, los problemas entre el rey Juan II y la nobleza también llevaron a una guerra civil. Es por esa inestabilidad que el monarca aragonés buscó la alianza con Castilla a través del matrimonio de su hijo Fernando con Isabel. Este acuerdo se vio refrendado con el acuerdo denominado concordia de Segovia de 1475, gracias al cual cada reino mantuvo sus monarcas, sus leyes, aduanas, sus instituciones, sus monedas, pesos y medidas y fronteras. Los súbditos de cada reino son considerados extranjeros en el otro, había ‘fronteras’ entre reinos, ya que solo era una unión personal, y no un estado centralista y unificado. Pese a esto, Castilla era hegemónica dentro de la monarquía hispánica.
Una vez en el trono, tanto Isabel como Fernando eran considerados reyes en ambas coronas “tanta monta, monta tanto Isabel como Fernando”, aunque Isabel solo ejerció plenamente su autoridad en Castilla y Fernando solo lo hizo en Aragón. Uno de sus grandes objetivos, una vez alcanzaron la corona, fue centralizar el poder del Estado alejando a la nobleza y el clero que en siglos anteriores habían alcanzado un enorme poder. Esta política reformista fue adoptada para transformar una monarquía de carácter feudal en una moderna y autoritaria, demostrando así que tanto el clero como la nobleza dependían y procedían de los monarcas y no al revés. El objetivo era recuperar el poder perdido por la corona en siglos anteriores. A cambio de robarles ese poder político, les cedieron poder (no todo) económico y social con la aprobación, tras la muerte de Isabel, de las leyes de Toro de 1505 (institucionalización del mayorazgo). La configuración del nuevo Estado es compleja y determinada por la gran capacidad de sus monarcas. En Castilla, adoptaron medidas de política interior y organización que afectaron principalmente al gobierno central de los reinos, a las Cortes, a la administración de justicia y el orden interno del reino. Se limitó el poder de la nobleza confiscándoles los señoríos a aquellos nobles que apoyaron la guerra contra Isabel (en favor de Juana la Beltraneja) y dándoselos a los nobles afines, en forma de señoríos territoriales; además, los reyes lograron la ampliación del patronato real, así controlarán indirectamente los señoríos eclesiásticos al colocar personas leales.
Las cortes, controladas por nobles y clérigos, perderán el poder legislativo (que habían conseguido décadas antes) que pasará al Consejo real y se limitarán a aprobar impuestos. El gobierno se apoyaba en los consejos, dando lugar a un nuevo sistema gubernamental, el sistema polisinodial (multitud de consejos: Aragón, Inquisición, Hacienda, Guerra, etc.), y cuyo origen es el Consejo real de Castilla, el primero y más importante. Se controló a las órdenes militares presionándolas para que nombraran al rey como su gran maestre, lo cual le dio mucho poder sobre ellas. Se creó un ejército permanente, así los monarcas ya no dependían de las tropas que les cedían los nobles. Se produjo el nacimiento de la Santa Hermandad, una especie de milicias populares, pagadas por los municipios para proteger a los campesinos. Otro de los elementos que demuestra el nacimiento de un Estado moderno fue la creación de una diplomacia permanente.
Se aprobó el Decreto de censura previa para controlar las ideas porque la imprenta había aumentado mucho la difusión de obras escritas. En los municipios vuelve el cargo de corregidor como representante directo del rey, demostrando una vez más la pérdida de influencia política de la nobleza en favor del monarca. Para conseguir la unificación religiosa decretaron la conversión obligatoria o expulsión de los judíos en 1492, de la misma forma que ya lo habían hecho los principales reinos cristianos: Francia, Inglaterra y Austria. Los que se convierten pasan a ser conocidos como conversos. Por su parte, los mudéjares (musulmanes que vivían en reinos cristianos) se sublevan violentamente en las Alpujarras cuando se les intenta convertir a la fuerza al cristianismo. Entonces se decreta la conversión obligatoria o expulsión. Los que se convierten pasan a ser conocidos como moriscos. Se establece la Inquisición bajo el poder real para vigilar a los judíos conversos y controlar la ideología, la moral y la unidad religiosa. A través de las Audiencias (Valladolid) y Chancillerías (Granada) se reorganizó el aparato judicial y se intentó una cierta unificación y codificación de las leyes, aunque con poco éxito. La situación de la Hacienda fue uno de los grandes éxitos de los monarcas, ya que contaron con una situación muy saneada gracias a rentas de las órdenes militares, comercio, tras la Constitución de la Contaduría Real. En Aragón, las instituciones, por lo general, permanecieron intactas, sobrevivió el pactismo y respetaron y confirmaron los privilegios y fueros de Valencia, Aragón y Cataluña. Para gobernar estos territorios nombraron virreyes que lo representasen en ausencia de los Reyes. Se creó el Consejo de Aragón (1494) para asesorar a los monarcas en cuestiones de gobierno. Algunas instituciones sufrieron cambios, como el caso del Cónsul (Concejo) de Barcelona, que se vio afectado ya que el rey impuso un nuevo sistema de elección, la insaculación, para elegir a los principales cargos públicos a partir de una lista de personas aprobada por el monarca. Esto suponía cierta recuperación del poder real, ya que elegiría personas afines a su persona. Se mantuvo la figura de “el justicia mayor” y en el ámbito exterior intentaron conciliar los intereses de Castilla y Aragón. El reinado de los Reyes Católicos representa una monarquía autoritaria como etapa de transición a una monarquía absoluta, ya que establecieron las primeras bases de un Estado moderno.
Señoríos
El señorío es una institución socioeconómica que surge en la época feudal de la Edad Media. En la Península, ligado al avance de los reinos cristianos sobre los territorios de Al-Ándalus. Se origina mediante la donación real a nobles y eclesiásticos del dominio de tierras y sus pobladores para pagar la colaboración en la reconquista. Esta entrega podía tener un carácter temporal (beneficium) o definitivo y hereditario (feudo) a cambio de un compromiso mutuo durante la ceremonia del homenaje (lazos de vasallaje). Durante la Edad Moderna, la creación de nuevos señoríos suele hacerse por medio de la enajenación (cesión) de tierras de realengo (propiedad del rey). El resultado fue que miles de pueblos quedaron fuera de la autoridad directa de la corona. El feudo o señorío comprendía la residencia del señor, varias aldeas, tierras de cultivo, pastos y bosques. En algunos casos, fueron los propios nobles los que, sin necesidad de que el monarca les cediera los territorios, rompieron con él para proteger sus tierras de los musulmanes, se hicieron con la propiedad de la tierra de forma hereditaria, a la vez que algunos campesinos libres se las cedían para someterse a ellos a cambio de protección. Los propietarios de los señoríos podían ser laicos (de realengo en manos del rey; solariegos, de la nobleza) o eclesiásticos (de abadengo en manos de monasterios, de órdenes militares, etc.). En virtud de los derechos del señor, el señorío podía ser territorial, con dominio sobre su tierra; o jurisdiccional, cuando además el señor tenía poder de administrar justicia, velar por la vigilancia y la seguridad, y nombrar a sus propios funcionarios. Era una fuente de poder político y económico. El señorío jurisdiccional va acompañado de la existencia de derechos de propiedad sobre una parte de la tierra, lo que se traduce en el cobro de unos cánones (impuestos) por el uso de la misma por parte del campesino. Además, los vasallos tenían que acompañar a la guerra a su señor, así como hacer gratis algunos trabajos en su beneficio e incluso podían estar ligados obligatoriamente a la tierra para impedir su marcha. Por tanto, socialmente, la Edad Media peninsular estaría marcada por la implantación del feudalismo, basado en la existencia de una economía agraria, en la que la propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza y la Iglesia (“señores”) y el trabajo lo realizaban los campesinos libres o semilibres (“siervos”). Este modelo supuso que los reyes perdieran mucho poder, por lo que su obsesión fue recuperarlo, para lo que se apoyaron en la nueva burguesía urbana.
Ley del Ferrocarril
La expansión ferroviaria era uno de los principales pilares para la industrialización del siglo XIX, sin embargo, en España su construcción fue tardía debido al requerimiento de grandes inversiones. La primera red ferroviaria se construyó en Cuba entre las plantaciones de azúcar y el puerto de La Habana en 1837. En la península se aprueba en 1844 la Real Orden sobre Ferrocarriles, muy vaga y no determina los dos tipos de ferrocarril del Informe Subercase (de ancho ibérico y de vía estrecha). Desde este momento, el ferrocarril se impulsa estableciéndose la primera red ferroviaria peninsular de Barcelona a Mataró (1848). El verdadero impulso lo vive con la promulgación de la Ley General de Ferrocarriles que fijaba los términos de construcción y establecía una red radial partiendo de Madrid en consonancia con las ideas liberales centralistas del momento. Gracias a la Ley de Sociedades de Crédito se permitió la entrada de inversión extranjera. En los años 70 había construidos 6000 km de vía.
Objetivos
- Activar la economía con la llegada de un nuevo medio de transporte mecanizado.
- Crear un mercado nacional con un ferrocarril que transportara las mercancías en cuestión de días.
- Invertir el capital excedente generado en las últimas décadas.
- Desarrollar la industria nacional gracias a la demanda generada con el tendido ferroviario.
- Facilitar el transporte de viajeros que tardaban días, incluso semanas, en alcanzar ciertos puntos.
Consecuencias
- No favoreció a la industria. Al otorgarle las principales concesiones a las compañías extranjeras, los materiales se importaban de fuera, por lo que no se estimuló la siderúrgica nacional. El escaso capital español restante de las desamortizaciones se destinó al ferrocarril y no a la industria.
- No se favoreció la inversión. La crisis de 1866-1876 ocasionó la quiebra financiera.
- El ferrocarril permitió transportar 5 veces más toneladas de productos entre 1870 y 1900, lo que favoreció en cierta medida a la industria y a la red de comunicaciones.
- La red radial favoreció a Madrid, pero relegó a muchos territorios al olvido.
- Fijó un ancho entre carriles mayor que el de la mayoría de las líneas europeas y que ha perdurado hasta hoy, dificultando las comunicaciones fuera de la Península.
- Se consolidó la economía periférica española respecto a la industrialización europea, ya que las líneas ferroviarias fueron dictadas en función del interés del capital extranjero. El ferrocarril mejoró el transporte en España, sin embargo, su atraso y la pobreza del interior peninsular hizo que apenas hubiera demanda de transporte. Además, las facilidades del estado para invertir en el ferrocarril hicieron que los inversores concentraran su capital en este y abandonaran otras industrias.