El Mundo Tras la Segunda Guerra Mundial: Sistemas y Transformaciones
Hacia 1950, el sistema soviético se había recuperado de la Segunda Guerra Mundial. Partía de la supresión de la propiedad privada de bienes de producción y reposaba en la planificación económica, la colectivización de la tierra, el impulso de la industria pesada, armamentística y nuclear y en un gran esfuerzo de la población. Sin embargo, el sistema se mostraba ineficiente en la agricultura colectivizada y desatendía la industria de consumo, lo que provocaba escasez de bienes en la población. Por otra parte, el Estado era la institución que organizaba la sociedad y pretendía garantizar la igualdad entre la población a la que proveía de sus necesidades básicas mientras la nomenklatura se consolidaba como casta privilegiada en la dirección del proyecto comunista. Este modelo se aplicaba, con diferencias, en las democracias populares. Sin embargo, su debilidad económica fue mayor, ya que debían atender prioritariamente a las necesidades de la economía soviética. Stalin ejerció un poder despótico basado en la identificación del partido con el Estado, practicó una represión implacable contra toda disidencia y extendió el gulag, o sistema de campos de concentración donde, en condiciones extremas, los detenidos hacían trabajos forzosos en obras públicas.
La Desestalinización
La muerte de Stalin (1953) llevó a una revisión del pasado estalinista y a una serie de reformas que impulsó Nikita Kruschov. Fue la desestalinización que definió en el Congreso del PCUS (1956). Puso en tela de juicio el culto a la personalidad, la arbitrariedad y la represión anterior. Se aprobó una amnistía política y se inició el desmantelamiento del gulag. Una serie de reformas económicas estimularon el progreso tecnológico y científico, la industria de consumo y la agricultura. Las condiciones de vida de la población mejoraron mediante la reducción de la jornada laboral y los impuestos. Asimismo se promovió el deshielo, es decir, una tímida relajación de la censura y la apertura al exterior. Todo ello promovió la vida cultural y estimuló los debates entre las nuevas élites reformistas. El resultado de las reformas fue una modernización de la sociedad, si bien no se llegaron a alcanzar las cotas de bienestar deseado. A nivel exterior, Kruschov apostó por una cierta apertura y propugnó la coexistencia pacífica y la distensión, hasta que fue destituido (1964). La sustitución por Breznev impuso el inmovilismo político que se estancó económicamente.
La Sociedad de Consumo en Occidente
Durante los veinte años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se produjo un extraordinario crecimiento económico en Occidente, encabezado por EE.UU. El aumento de la producción, en base al pleno empleo, a la constante renovación tecnológica y al acceso a energías baratas propició un gran aumento del consumo privado, hasta el punto de que la posesión de bienes (automóviles, electrodomésticos…) identificaba la felicidad, el éxito personal y el ascenso en la escala social. La familia nuclear basada en una estricta distribución de roles de género configuraba el espacio a partir del cual se potenciaban estas aspiraciones. Esta prosperidad potenció la ampliación de la clase media (trabajadores especializados, administración, sector servicios…) pero no eliminó las desigualdades sociales, ya que se generaron importantes bolsas de pobreza y marginalidad.
El Estado del Bienestar
Desde 1945, el Estado adoptó una vocación intervencionista. Fijó barreras al mercado (en mayor medida en Europa que en EE.UU.) para impedir especulaciones financieras y poner límites al poder de las grandes corporaciones. Gestionó empresas importantes para la sociedad (transportes…) o estratégicas para un país (minería, siderurgia…) y tuvo un papel decisivo en la creación de riqueza y el impulso del pleno empleo. Por otra parte, implementó una política fiscal progresiva (impuestos más altos en función de la riqueza) que le proporcionaron recursos para crear y sostener unos servicios públicos (sanidad, educación, vivienda, seguros sociales: pensiones de jubilación, subsidio de paro…) que se pretendían universales. Esto le permitió adquirir la condición de gran empresa pública, con un creciente número de funcionarios, y actuar como agente de redistribución de la riqueza y corrección de la desigualdad social (en EE.UU. alcanzó cotas superiores a Europa).
La Democracia Parlamentaria y Pluripartidista
En los países occidentales hasta la década de 1970 se desarrollaron sistemas políticos basados en la democracia parlamentaria, el sufragio universal y el pluripartidismo. Se podían distinguir tres grandes tendencias: los partidos conservadores y democristianos, los socialdemócratas y laboristas, y los comunistas. Todos ellos actuaban dentro de las reglas fijadas constitucionalmente. Se diferenciaban por su disposición -o no- a la ampliación de los derechos y libertades, a la profundización de la democracia -en especial en sus dimensiones sociales- y su vinculación con los movimientos reivindicativos. Era un sistema pluripartidista de competencia entre ellos en elecciones libres para acceder al poder.