Las autonomías provinciales
Las autonomías provinciales son una facultad que tienen las provincias para elegir a sus autoridades y sancionar su propia Constitución (que no debe oponerse a la Constitución Nacional). Están encargadas de administrar la justicia, la educación primaria y asegurar el régimen municipal.
Poder Ejecutivo
El Poder Ejecutivo de las provincias argentinas está a cargo de una persona con el título de gobernador. En todas las provincias, el gobernador tiene un mandato de cuatro años. En algunos casos, puede ser reelegido indefinidamente y en otros no.
En todos los casos, cuando se elige al gobernador, también se elige a un vicegobernador con el fin de reemplazarlo en caso de ausencia, enfermedad, incapacidad o muerte.
Poder Legislativo
El Poder Legislativo de todas las provincias cuenta con la facultad de sancionar leyes en todas las materias no expresamente delegadas al Poder Legislativo Nacional, las que se encuentran taxativamente determinadas en el artículo 75 de la Constitución Nacional.
Algunas provincias cuentan con poderes legislativos bicamerales (senadores y diputados) y otras solo unicamerales (sólo diputados). En aquellas que tienen dos cámaras, los senadores representan a las secciones o departamentos en los que se divide la provincia.
Poder Judicial
El Poder Judicial de todas las provincias está integrado por una Corte Suprema Provincial (que suele recibir diferentes denominaciones), cámaras de apelación y tribunales inferiores.
Los tribunales provinciales deben resolver todos los conflictos derivados de la legislación común (civil, comercial, laboral, penal), aunque las leyes hayan sido dictadas por el Congreso Nacional. Por el contrario, no pueden intervenir en conflictos regulados por leyes estrictamente federales.
Caudillismo
El caudillismo es un fenómeno social y político surgido durante el siglo XIX en Latinoamérica, que consiste en la aparición en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en «el caudillo» la expresión de los intereses del conjunto y la capacidad para resolver los problemas comunes.
El poder de los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la provincia.
Congreso de 1824
El Congreso General fue un congreso convocado hacia finales del gobierno de Martín Rodríguez (gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1820 y 1824), reunido finalmente en diciembre de 1824. Su finalidad era la de organizar a las provincias e intentar volver a instaurar la unidad nacional luego de que esta se quebrara con la batalla de Cepeda.
Hacia finales del gobierno de Martín Rodríguez, por iniciativa de Bernardino Rivadavia, su secretario de Gobierno, se enviaron misiones al interior con el objeto de invitar a las provincias a reunirse en el “cuerpo de nación” bajo el sistema representativo.
Circunstancias internas y externas hacían posible un nuevo intento de organización nacional:
- Las provincias, superada la crisis del 20, habían organizado sus instituciones, entrando en una etapa de convivencia pacífica.
- Buenos Aires, recuperada, había demostrado su importancia política y económica para costear los gastos generales del congreso.
- Gran Bretaña, decidida a reconocer la independencia, exigía tratar con autoridades nacionales.
- El Imperio del Brasil, proclamado en 1822, había incorporado la Banda Oriental y amenazaba con invadir el litoral.
Después de lograr el consenso de las provincias, Buenos Aires fue elegida sede del Congreso que se reunió en diciembre de 1824. Estaba integrado por representantes de las provincias elegidos en proporción al número de habitantes, uno cada 15.000 habitantes o fracción mayor de 7.500.
Presidencia de Rivadavia
Se conoce como época de Rivadavia al período de la historia de la Argentina durante el cual Bernardino Rivadavia ocupó los cargos de ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires y de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y generalmente se incluye el corto período entre ambos mandatos. Durante el mismo, la iniciativa política estuvo notablemente concentrada en el mismo Rivadavia, que intentó una profunda reforma política, económica y social en el país.
El período comienza con la estabilización de la política en la provincia de Buenos Aires después de la llamada Anarquía del Año XX, a fines del año 1820 y principios del año 1821; y culmina con la renuncia del presidente Rivadavia en julio de 1827; se extiende también a las seis semanas durante las cuales fue presidente Vicente López y Planes.
Fue el primer presidente de la Nación Argentina, ejerciendo dicho cargo entre el 8 de febrero de 1826 y el 7 de julio de 1827.
Se educó en el Real Colegio de San Carlos, pero abandonó sin terminar los estudios. En las Invasiones Inglesas actuó como teniente del Tercio de Voluntarios de Galicia. En 1808, Santiago de Liniers lo nombró alférez real, pero este nombramiento fue rechazado por el Cabildo. Asistió al Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, votando por la deposición del virrey. Tuvo una fuerte influencia sobre el Primer Triunvirato. Poco después ejerció el cargo de Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires.
Confederación Rosista
El régimen rosista pudo imponerse y mantenerse como consecuencia de varios factores:
- Juan Manuel de Rosas fue quien mejor supo comprender los profundos cambios que comenzaron a producirse luego de la independencia.
- Entendió la necesidad de contar con sectores populares para llevar a cabo cualquier emprendimiento político.
- Interpretó las constantes guerras civiles como una dificultad, debido a la falta de disciplinamiento que provocaban.
- Rosas intentó por todos los medios ordenar, unificar y acumular poder.
- La violencia y el terror caracterizaron su régimen, y se dieron mayormente durante su segunda gobernación, donde se dieron los momentos de mayor crisis del régimen.
Rosas: una figura polémica
Para sus detractores, Rosas fue un tirano, un caudillo que representaba los intereses de los ricos estancieros bonaerenses, autoritario y paternalista, que implantó la dictadura teñida de horror y barbarie y obstaculizó la organización nacional del país.
Para sus admiradores, era un hacendado y agricultor progresista, intérprete de los sectores populares, era un gobernante que supo comprender la necesidad de pacificar el país antes de organizarlo constitucionalmente, y rescatan su defensa de la soberanía nacional frente a las pretensiones de las grandes potencias europeas.
La aparición de Rosas en la escena pública porteña se dio en un contexto de guerra civil entre unitarios y federales.
Un levantamiento rural en 1828, en el que grupos indígenas, gauchos y otros sectores populares se expresaron con violencia ante la noticia del fusilamiento de Dorrego, demostró que la vida política no estaba separada de la vida cotidiana, por lo que se veía un amplio proceso de cambio que se estaba gestando en la sociedad.
Rosas inauguró su gobierno provincial con el apoyo de todos los sectores sociales. Agobiados por las guerras civiles, veían en él un hombre capaz de establecer el orden y la paz.
En los funerales de Dorrego, pronunció una oración en nombre de su antecesor y se proclamó continuador del gobernador fusilado por Lavalle, acción que reavivó pasiones y enfrentó aún más a las facciones unitaria y federal. La legislatura le otorgó facultades extraordinarias, y más tarde lo declaró «Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires» y le dio el grado de brigadier general.
Durante su gobierno, Rosas dio muestras de intolerancia frente a las opiniones públicas diferentes. Dictó un decreto que condenaba como reo de rebelión a todo autor o cómplice del golpe unitario de 1828 (en el cual Lavalle, apoyado por importantes civiles unitarios, capturó a Dorrego, quien no contaba con apoyo suficiente y tenía muchos opositores, y lo fusiló en Navarro). La prensa fue objeto de censura y condenó a los periódicos opositores al federalismo. En 1832, estableció como obligatorio el uso de la divisa rojo punzó.
Segundo Gobierno de Rosas (1835-1852)
Rosas quería que su poder tuviera una base firme, por lo que convocó a un plebiscito en el que todo el pueblo de Buenos Aires debía expresarse. Consiguió un masivo respaldo y, prometiendo paz y el fin de los unitarios, se hizo cargo por segunda vez del gobierno.
Imperialismo y Colonialismo
El colonialismo y el imperialismo fueron una consecuencia del gran capitalismo. El desarrollo de la producción en masa requirió de crecientes mercados y de fuentes de materias primas. Para obtenerlos, cada potencia industrial trató de asegurar la posesión de territorio en calidad de colonias, especialmente en África y en Asia. Esto es lo que se llama colonialismo.
Se denomina imperialismo a la actividad expansiva de las potencias que habían desarrollado una economía capitalista. Tal expansión buscaba dominar políticamente nuevos territorios e instalar en ellos capitales de explotación. Colonialismo e imperialismo son dos facetas del mismo fenómeno.
Las causas del imperialismo y del colonialismo
Las causas del imperialismo y del colonialismo son variadas, pero la principal de ellas es la mencionada más arriba, es decir, la necesidad de los países donde se había desarrollado el capitalismo industrial de disponer de mercados seguros para la enorme cantidad de bienes que producían y, a la vez, obtener el control de las fuentes de las materias primas requeridas por la industria, al precio más bajo posible. En tal sentido, el imperialismo y el colonialismo se explican, en último término, por razones económicas.
Sin embargo, también influían en él razones o causas de tipo político. En efecto, cada potencia industrial requería ser fuerte militar y políticamente con el fin de poder mantener el control sobre sus posesiones coloniales, siempre codiciadas por las otras potencias. La expansión colonial servía para fortalecer desde el punto de vista geopolítico a la potencia que la practicaba. En base a esta lógica, durante la segunda mitad del siglo XIX no se podía ser potencia de primer orden sin practicar el colonialismo y el imperialismo.
Otro de los factores que contribuyó a la expansión colonial e imperialismo, aunque de manera muy secundaria, fue el crecimiento demográfico que experimentó Europa a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Fue así como entre 1870 y 1914 la población del viejo continente pasó de 300 a 450 millones. Las clases sociales más modestas, que experimentaban los problemas señalados más atrás, empezaron a emigrar buscando mejor fortuna en otros continentes. Esta población, en algunos casos, servirá de punto de apoyo a la expansión colonial.