La Urbanización en Argentina: Causas y Comparación con el Modelo Europeo
Entre 1895 y 1914, Argentina experimentó un significativo aumento de la población en sus centros urbanos, impulsado por un intenso proceso de urbanización. A diferencia de lo ocurrido en los países capitalistas europeos, donde la urbanización fue resultado de un paralelo y robusto proceso de industrialización, en Argentina este crecimiento urbano no estuvo directamente ligado a un desarrollo industrial similar.
En cambio, el aumento poblacional en las ciudades se debió, en gran medida, al incremento del número de profesionales que trabajaban de forma independiente y de empleados dependientes en la administración pública, entre otros. Estos profesionales y empleados constituyeron los emergentes sectores medios urbanos o clases medias urbanas. Paralelamente, se desarrollaron nuevas actividades urbanas secundarias y terciarias, lo que llevó a una marcada división de la población urbana en diversos grupos o sectores, diferenciados por el tipo de trabajo que desarrollaban y su nivel de ingresos. Así, se consolidaron tanto el sector medio urbano como los sectores obreros.
El Rol del Estado en el Proceso Inmigratorio Argentino: De la Promoción a la Represión
En los inicios del proceso inmigratorio, el Estado argentino percibió la escasa población (sin considerar a los pueblos indígenas como parte de ella) como un problema, y buscó resolverlo mediante la promoción de la inmigración masiva.
La Ley del Inmigrante de 1876
Para 1876, durante el gobierno de Nicolás Avellaneda, se sancionó la Ley del Inmigrante, que establecía importantes medidas para atraer población:
- El Estado abriría agencias de inmigración en las principales capitales europeas para promover la llegada de inmigrantes al país.
- El Estado ofrecía beneficios concretos: pasaje gratuito a Argentina, una semana de alojamiento en el Hotel de Inmigrantes, traslado al lugar de trabajo y la posibilidad de acceder a tierras gratuitas para cultivar, entre otras facilidades.
Entre 1875 y 1913, llegaron a Argentina aproximadamente 6 millones de inmigrantes, de los cuales solo 4 millones se quedaron de forma definitiva. Sin embargo, a medida que los inmigrantes se establecían y la urbanización avanzaba, la calidad de vida y el espacio disponible en las ciudades no resultaron suficientes ni adecuados para la creciente cantidad de población. Esto provocó un incremento en el número de conventillos, el deterioro de las condiciones sanitarias y un ascenso en la tasa de mortalidad.
Un ejemplo claro de esta tensión fue la huelga de inquilinos de 1907, motivada por el alto precio del alquiler de viviendas en Buenos Aires. En este conflicto, el Estado se negó a intervenir, argumentando que se trataba de una cuestión de derecho privado entre propietarios e inquilinos. No obstante, reprimió el movimiento de inquilinos mediante el uso de la fuerza armada, evidenciando un cambio en su rol de promotor a represor frente a los problemas sociales derivados de la inmigración masiva.
La Conquista e Integración del Territorio Nacional: La «Campaña al Desierto»
En la década de 1870, la influencia de los terratenientes en el gobierno argentino crecía, y con ella, la demanda de expulsión de los pueblos indígenas. A los reclamos por la inseguridad en las fronteras se sumó la necesidad de incorporar nuevas tierras para mitigar las consecuencias de la crisis económica, provocada por la caída de la exportación de lana. Además, existía la preocupación por la presencia de tierras aisladas y despobladas que Chile podría intentar conquistar.
Estrategias de Ocupación Territorial
La Propuesta de Alsina: Defensa y Ocupación Gradual
Adolfo Alsina, entonces Ministro de Guerra, planteó una estrategia defensiva para ocupar las tierras, buscando una integración gradual de los pueblos originarios. Implementó un sistema de zanjas y fortines, cuyo objetivo principal era evitar que los pueblos indígenas (conocidos como «malones») robaran el ganado. Sin embargo, este sistema presentaba problemas: su construcción era lenta y costosa, y escaseaba la mano de obra necesaria, ya que el país era considerado «despoblado» en esas zonas.
La Estrategia de Roca: Avance Ofensivo y Modernización Militar
Tras el fallecimiento de Alsina, Julio Argentino Roca asumió su lugar. Roca optó por una política ofensiva, proponiendo un avance directo sobre los pueblos originarios. Para ello, modernizó el ejército mediante la incorporación de nuevas tecnologías, como los fusiles a repetición, que otorgaban una superioridad bélica significativa.
Financiamiento y Justificación Ideológica
Para financiar estas campañas, se recurrió a las familias más influyentes (la oligarquía), a quienes se les vendieron las tierras que se iban a conquistar por adelantado y a un precio muy bajo, asegurando así el apoyo de los sectores dominantes.
A estas expediciones se las denominó «Campaña al Desierto». Esta denominación, a pesar de que las tierras no eran desérticas, se utilizó para justificar la acción, ya que los aborígenes que las habitaban no eran considerados como seres humanos. Para legitimar esta visión, se basaron en ideologías como el Darwinismo social, que planteaba la supuesta superioridad de la raza blanca sobre otras, proveyendo un marco «científico» a la exclusión y el exterminio de los pueblos originarios.
El Régimen Político de la Élite Tradicional en Argentina (1880-1916)
El régimen político encarnado por la élite tradicional argentina se consolidó a partir de 1880, inspirado en las propuestas de Juan Bautista Alberdi. Los grupos dirigentes organizaron un sistema que buscaba conciliar los valores igualitarios de una república abierta a todos con los valores jerárquicos de una república restrictiva, diseñada para unos pocos.
Este régimen otorgaba un gran poder de decisión al poder político central, limitaba drásticamente la participación política del resto de la población y, al mismo tiempo, aseguraba a sus habitantes el máximo de garantías individuales.
Características del Sistema Político Restrictivo
A partir de la creación del Partido Autonomista Nacional (PAN), resultado de la fusión del Partido Autonomista y el Partido Nacional, la organización del régimen político fue marcadamente restrictiva. Solo votaba aproximadamente el 20% de la población, a pesar de que no existían restricciones formales en relación con la capacidad económica o educativa del votante. Sin embargo, las trabas impuestas desde el Estado generaban un sistema diseñado para la minoría:
- Para poder votar, era necesario inscribirse, un trámite burocrático y difícil que pocos realizaban.
- El voto era «cantado» (oral y público) y se realizaba en plazas o iglesias, lo que facilitaba la presión y el control.
- El PAN controlaba férreamente el acto electoral y no permitía el control del mismo por parte de la oposición.
El fraude electoral era el motor fundamental del sistema. Se manifestaba a través de diversas prácticas, como el voto doble, el voto de los muertos, la utilización de matones para intimidar a los votantes y la compra de votos. En resumen, si bien desde lo económico el país adoptaba un modelo liberal, desde lo político, el régimen era totalmente restrictivo y conservador, caracterizado por la exclusión y la manipulación electoral.