España en la Restauración: Centralismo Liberal, Nacionalismos Periféricos y el Auge del Movimiento Obrero

El Centralismo del Liberalismo Español en la Restauración

El sistema político liberal se dejó controlar por unas élites militares y políticas que representaban a los sectores más conservadores del liberalismo, que pretendían una unidad nacional. Esta unidad nacional se basó en una nueva organización centralista del Estado, con una división territorial basada en provincias, pretendiendo desconocer las realidades comunitarias existentes al disolverlas en un proceso de integración común.

  • El uso patrimonial del Estado por parte de estas élites políticas liberales resultó en su propio desprestigio como impulsoras de cualquier plan real de cohesión nacional.
  • La acción del Estado liberal a favor de la modernización de la sociedad fue muy débil, dedicando muy pocos recursos a sectores tan básicos como las comunicaciones, las obras públicas o la enseñanza.
  • Por otra parte, la gran burguesía industrial y financiera, en la vida política de la Restauración, estuvo plenamente vinculada a los intereses de la política oficial y centralista.

Los Nacionalismos Periféricos

El Catalanismo

Surgió a finales del siglo XIX como un movimiento cultural, la Renaixença, que terminó confluyendo en una corriente política. En 1892, el catalanismo (Centre y Lliga de Catalunya), reunido en Manresa, sentó sus principios políticos en las llamadas Bases de Manresa. En las primeras décadas del siglo XX estuvo dominado por la Lliga Regionalista de Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Su objetivo era unir la regeneración política y la modernización económica al desarrollo del autonomismo catalán, con un tono de reformismo moderado cercano al maurismo. No contó con el apoyo de las clases obreras, pero sí de la burguesía y las clases conservadoras. Terminó escindiéndose un sector nacionalista de izquierda, el Centre Nacionalista Republicà.

La división del catalanismo terminó en 1906 tras la aplicación de la Ley de Jurisdicciones. Las fuerzas catalanistas formaron un frente común, Solidaridad Catalana. Pero a raíz del apoyo de Cambó a Maura y la Semana Trágica de Barcelona (1909), la Lliga Regionalista y Prat de la Riba serían el pilar del catalanismo, llegando a presidir la recién constituida Mancomunidad de Cataluña.

El Nacionalismo Vasco

El padre y propulsor del nacionalismo vasco a finales del siglo XIX fue Sabino Arana, siempre desde una perspectiva fuerista tradicional para así recuperar los fueros totales, es decir, la plena soberanía, lo cual significaría la independencia. (Alcanzarla no era sino volver a la libertad originaria, a la esencia histórica del pueblo vasco, a la Ley Vieja, enfrentado a la cultura castellana).

El Partido Nacionalista Vasco (1895) se fundó con la voluntad de restaurar en el territorio el orden jurídico tradicional, pero a comienzos del siglo XX, y tras la muerte de Arana, se vio obligado a ampliar sus bases hacia una burguesía más moderna e industrial. Fue entonces cuando apareció la tensión interna entre los defensores de la independencia y los que buscaban, como objetivo más viable y práctico, la autonomía dentro del Estado español, cercanos a una corriente liberal y posibilista.

El Movimiento Obrero

La situación de la clase obrera no había cambiado mucho desde finales del siglo XIX. La situación cada vez más precaria llevó a iniciar reformas, pero estas eran bloqueadas por la oposición de terratenientes y dueños de fábricas, bien representados en las cámaras. La prohibición de asociaciones sindicales, la censura y la división mantuvieron la acción sindical al mínimo hasta la década de 1920, cuando comenzó un verdadero sindicalismo de masas.

Los Anarquistas

Estuvo arraigado desde finales del siglo XIX en las zonas industriales y urbanas de Cataluña y en las zonas rurales de la Baja Andalucía. La separación del mundo obrero de la política oficial contribuyó a empujar al obrerismo a un odio contra el Estado, sin importar el signo del gobierno, y a la desconfianza hacia todo tipo de acción política reformista. Mantuvo dos tendencias enfrentadas: los partidarios de la “acción directa” (terrorista) y los sectores sindicalistas.

En 1907 se formó el sindicato Solidaridad Obrera, y en 1910 la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Este último reafirmó su estrategia a través de la acción directa, llegando a ser ilegalizada en 1915.

Los Socialistas

En 1879 se constituyó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con un programa netamente marxista que resaltaba la necesidad de la participación política de la clase trabajadora. El PSOE proponía tres bases:

  1. La teoría de la lucha de clases marxista: la posesión del poder político por la clase trabajadora y la transformación de la propiedad privada o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común.
  2. Abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores dueños del fruto de su trabajo.
  3. Lucha política inmediata por: los derechos de asociación y de reunión, la libertad de prensa y el sufragio universal.

Quedó confirmado como un partido de clase que pretendía enfrentarse a los partidos burgueses en la lucha por el poder a través de las elecciones. A principios del siglo XX se inició la colaboración con los republicanos, luchando por la democratización sin renunciar a la revolución social. En 1910 se formó la Conjunción Republicano-Socialista que permitió conseguir el primer diputado socialista (Pablo Iglesias) e iniciar su andadura parlamentaria.

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