El Siglo XVII en España: Monarcas, Validos y el Declive del Imperio Habsburgo
Las causas de la decadencia del Imperio Español en el siglo XVII fueron múltiples: la enorme inflación (subida de precios), los levantamientos independentistas de Cataluña y Portugal, el atraso militar y el abandono del cultivo de la tierra. Sin embargo, a partir del desastre de Rocroi, se consolidó una visión pesimista del futuro.
La muerte de Felipe II trajo consigo un cambio considerable en la forma de gobernar. Mientras que en el sistema anterior el Rey trataba de controlar todo el gobierno (especialmente tras la traición de su primer ministro o secretario), en esta nueva etapa, el monarca se desentendía del gobierno, dejándolo en manos de un noble de su confianza. A este noble se le dio el nombre de valido, ya que el rey se valía de él para gobernar.
Felipe III (1598-1621)
Felipe III reinó durante 23 años, desde 1598 hasta 1621. Su valido principal fue el Duque de Lerma hasta 1619, cuando fue sustituido por su hijo, el Duque de Uceda.
Política Interior: La Expulsión de los Moriscos
Felipe III continuó con la política de intolerancia religiosa, decretando la expulsión de los moriscos en 1609. Aproximadamente 300.000 personas fueron expulsadas, aduciendo su apoyo a los turcos. Esta medida tuvo consecuencias muy graves tanto para la agricultura como para la artesanía (especialmente la industria de la seda) en todo el Levante y Andalucía oriental.
Política Exterior: La Pax Hispánica
Con la llegada de Jacobo I al trono de Inglaterra, este país se convirtió en un buen aliado para España. En 1604 se firmó el Tratado de Londres, mediante el cual las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambos países mejoraron.
El reinado de Felipe III fue notablemente pacífico. Lo demostró al firmar en 1609 la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas de los Países Bajos, a pesar de que los calvinistas no aceptaron la libertad religiosa para los católicos en su territorio. Esta tregua consistió en un tratado de paz firmado entre España y las Provincias Unidas de los Países Bajos, representando un descanso en la Guerra de los Ochenta Años que los holandeses mantenían contra el Imperio Español desde 1568 para conseguir su independencia.
Francia aceptó también la tregua, y hubo un periodo de paz y prosperidad en toda Europa, aún bajo la hegemonía española, conocido como la «Pax Hispánica» (por analogía con la «Pax Romana» de la Antigüedad).
Felipe IV (1621-1665)
Felipe IV reinó durante 44 años, de 1621 a 1665. A la muerte de Felipe III, su sucesor fue su hijo Felipe IV, quien solo tenía 17 años cuando llegó al trono y nombró como valido al Conde-Duque de Olivares.
La Guerra de los Treinta Años y el Fin de la Hegemonía Española
Tras el fin de la Tregua de los Doce Años (1609-1621), España volvió a implicarse en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
La Guerra de los Treinta Años comenzó como un nuevo conflicto religioso (enfrentando a católicos y protestantes, principalmente calvinistas, quienes no quisieron renovar la Tregua) y terminó como una guerra política. Estos enfrentamientos tuvieron lugar dentro del Sacro Imperio Romano Germánico (en las zonas donde no había mayorías religiosas claras) e implicaron a España y Austria (potencias católicas) contra los Países Bajos, Dinamarca, Suecia e Inglaterra (potencias protestantes de distintos tipos), y Francia (católica, pero enemiga de España).
Tras los primeros triunfos españoles, la derrota de los Tercios españoles en Rocroi (1643) significó el fin de la primacía española en Europa. Aconteció el 19 de mayo de 1643 entre el ejército francés y el ejército español, este último bajo las órdenes del portugués Francisco de Melo, Capitán General de los Tercios de Flandes. El enfrentamiento comenzó antes del amanecer, duró cerca de seis horas y terminó con la victoria francesa.
El conflicto de la Guerra de los Treinta Años acabó con la total independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos mediante la Paz de Westfalia (1648).
La Paz de los Pirineos (1659)
En 1659, se firmó la Paz de los Pirineos entre Francia y España, en la que se definieron las nuevas fronteras en Europa y supuso un duro golpe a la política de los Habsburgo. Finalmente, los enfrentamientos bélicos entre estos dos países terminaron en 1659 en la Isla de los Faisanes (en el río Bidasoa). Fue allí donde ambas naciones, o, mejor dicho, los representantes de Felipe IV y de Luis XIV, debatieron durante meses los términos del acuerdo.
Entre las consecuencias, Francia obtuvo grandes beneficios, recibiendo el Condado de Artois, así como algunas plazas fuertes en Flandes. Francia también recibió Rosellón y parte de Cerdaña, en la vertiente septentrional de los Pirineos. Además, entre otros acuerdos, destaca el pacto de una boda de gran valor político: el enlace real entre Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, hija de Felipe IV de España. Otras consecuencias de esta Paz se extendieron por Europa durante el siglo XVII.
La Unión de Armas y las Revueltas Internas
El Conde-Duque de Olivares decidió forzar la unidad de los reinos peninsulares y sus dominios para una mejor defensa. Intentó que todos los reinos, no solo Castilla, aportaran recursos económicos a la Corona y soldados al Ejército Real. Con este fin, creó la Unión de Armas, que consistía en que cada territorio de la Corona colaborase con una cantidad de soldados proporcional a su población. Pero las Cortes de Cataluña se negaron, y este fue uno de los motivos de la Rebelión de Cataluña.
Esto se produjo en 1640, cuando España aún mantenía la ventaja en la Guerra de los Treinta Años. La Rebelión de Cataluña (1640-1652) contra las medidas de Olivares se inició coincidiendo con la presencia de soldados del rey en tierras catalanas, concretamente en la frontera con Francia, país en guerra con España. Las instituciones de Cataluña protestaron, y los campesinos se enfrentaron al Ejército Real en 1640; el conflicto más violento coincidió con la asistencia de los campesinos (conocidos como segadors) a la fiesta del Corpus Christi en Barcelona. Los dirigentes del levantamiento buscaron el apoyo del rey de Francia frente a la Corona española. La Corona española consiguió recuperar el control del territorio de Cataluña enviando al Ejército Real.
En Portugal, el levantamiento lo dirigió el Duque de Braganza. Se produjo a causa de los impuestos que exigía Olivares a Portugal, que también se quejaba de no recibir ayuda de España frente a los ataques de los holandeses a sus colonias. Finalmente, el Duque de Braganza se proclamó rey de Portugal, y España tuvo que reconocer la independencia de este reino (1668).
España no pudo atender a tantos enemigos a la vez. La dedicación de tropas a Cataluña y la pérdida del apoyo de Portugal provocaron el declive de España en Europa.
Carlos II «El Hechizado» (1665-1700)
A Carlos II, hijo de Felipe IV, se le conocía como «El Hechizado» por su mala salud y sus frecuentes crisis. Reinó desde 1665 hasta 1700, nombrando como primer valido a su hermanastro, Juan José de Austria. Otros validos fueron Nithard y Valenzuela.
Carlos II murió sin descendencia, lo que provocó un nuevo conflicto en España: la Guerra de Sucesión Española. Esta guerra enfrentó a dos sobrinos de Carlos II (quienes eran primos entre sí). En dicha guerra, ganarían los partidarios de Felipe de Anjou o de Borbón (frente a los partidarios de Carlos de Habsburgo o de Austria).
Felipe V sería el primer rey de la Casa de Borbón en España. Por ello, nuestro actual rey es Felipe VI.