La Restauración Borbónica (1885-1902): Nacionalismos y Movimiento Obrero
El Sistema Político de la Regencia y el Turnismo
En 1885 muere Alfonso XII y asume la regencia María Cristina de Habsburgo-Lorena. Con el Pacto del Pardo (1885), firmado por Cánovas y Sagasta, los partidos Conservador y Liberal se comprometieron a respetar el turno de partidos. A la muerte de Alfonso XII, la regente nombró presidente a Sagasta, asegurando la continuidad del turnismo. Durante este gobierno se realizaron reformas significativas, incluyendo la aprobación del sufragio universal masculino (1890).
Tras la muerte de Cánovas en 1897, Sagasta regresó al poder (1898). En 1902, Alfonso XIII fue proclamado rey. El sistema de la Restauración marginó importantes sectores políticos y sociales:
- Carlismo
- Republicanismo
- Movimiento Obrero
- Nacionalismos periféricos
La Gestación de los Movimientos Regionales y Nacionales
La gestación de movimientos regionales y nacionales fue una reacción directa frente a las pretensiones de centralización y uniformidad de la Restauración, que ignoraba la existencia de otras culturas y lenguas dentro del Estado.
Diferencia entre Regionalismo y Nacionalismo
El regionalismo pretende cierto autogobierno, mientras que el nacionalismo reclama el autogobierno y la soberanía. Surgieron movimientos históricos que reivindicaban los derechos históricos de catalanes y vascos, y en menor medida de gallegos y valencianos. Entre sus reivindicaciones estaban la autonomía de Cataluña y, en el caso del nacionalismo vasco, la independencia.
El regionalismo fue más vigoroso y temprano en Cataluña y País Vasco, territorios donde existía una burguesía desarrollada con intereses propios y una clara diferenciación lingüística. En un principio, los nacionalismos periféricos se basaron en las clases medias y populares; posteriormente, las burguesías dirigentes los utilizaron para obtener ventajas económicas.
Nacionalismo Catalán
El nacionalismo catalán, un movimiento autonomista y democrático, tiene su origen en la Renaixença, un movimiento cultural de mediados del siglo XIX. Su objetivo fue recuperar la lengua y las tradiciones catalanas. Sus ideólogos principales fueron Almirall y De la Riba, fundadores de la Unión Catalanista (1891).
Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa (1892), donde se planteaba una solución federal: una Cataluña con Parlamento propio y el catalán como lengua oficial, además de la defensa de la industria y el comercio. El catalanismo alcanzó su máximo desarrollo con la Lliga Regionalista (1901), liderada por Prat de la Riba y Cambó.
Nacionalismo Vasco
El nacionalismo vasco fue una consecuencia directa de la abolición de los Fueros tras la Tercera Guerra Carlista (1876) y la llegada masiva de inmigrantes debido a la industrialización. La reacción fue un fortalecimiento de la corriente de defensores de la lengua y cultura vasca.
El ideólogo de este nacionalismo fue Sabino Arana, fundador del PNV (Partido Nacionalista Vasco) en 1895. Su ideología inicial se basaba en los principios de la raza vasca, los Fueros y la religión católica. Su pensamiento evolucionó desde el independentismo radical hasta una integración autónoma dentro del Estado español.
Regionalismo Gallego
El resto de los regionalismos fueron débiles y tardíos. El gallego tuvo un importante componente cultural o Rexurdimento, que surgió como reacción al atraso y la marginación del territorio. Sus teóricos principales fueron Brañas y Martínez Murguía, quienes demandaron una descentralización administrativa y el uso de la lengua gallega.
El Movimiento Obrero y Campesino
El movimiento obrero en España presentó dos tendencias principales: el anarquismo y el socialismo. El Sexenio Democrático fue una etapa de toma de conciencia política y organizativa, y el momento de asimilación de las ideologías obreras. La Restauración, en cambio, se caracterizó por la despreocupación por los problemas sociales (evidenciada por la alta tasa de analfabetismo).
El Socialismo: PSOE y UGT
Los socialistas eran partidarios de intervenir en la vida política. En 1879 se fundó el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) por Pablo Iglesias, aunque no fue legalizado hasta 1881. En 1888, el PSOE creó el sindicato UGT (Unión General de Trabajadores).
La organización socialista siguió el modelo alemán: un partido jerarquizado y disciplinado que mantenía su trabajo en una doble dirección:
- Sindical: Para mejorar las condiciones de trabajo.
- Política: Participando en las elecciones para introducir reformas.
Hasta 1910 no consiguieron obtener su primer diputado. La acción del partido se centró en las Casas del Pueblo. El PSOE lanzó campañas reivindicando, entre otras cosas, la jornada de ocho horas. La Revolución Rusa provocó una escisión en el movimiento obrero, resultando en la creación del PCE (Partido Comunista de España) en 1921.
El Anarquismo y el Sindicalismo Revolucionario
Los anarquistas eran contrarios a la participación en la política y mantuvieron organizaciones dispersas. Anselmo Lorenzo fue un importante propagador del anarquismo en España. Algunos sectores protagonizaron acciones terroristas. Los anarquistas se organizaron inicialmente en la Federación de Trabajadores de la Región Española.
En 1911 se creó la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), un sindicato único que planteaba un sindicalismo revolucionario y hacía de la huelga general su principal instrumento de lucha.
El Catolicismo Social
A finales de siglo, también surgieron sindicatos católicos. El papa León XIII, con su encíclica Rerum Novarum (1891), trató de encauzar a través del Evangelio las mejoras en la vida de la clase obrera. Sin embargo, estas organizaciones católicas no llegaron a ser auténticos sindicatos de masas. En 1883, las Cortes crearon una Comisión de Reformas Sociales, la cual acabó fracasando en sus objetivos.
