La Romanización de Hispania: Conquista, Economía y Legado Cultural

La Romanización de Hispania: Definición y Fases de la Conquista

La romanización es el proceso por el cual la península asimiló progresivamente las formas de vida, la cultura y las estructuras políticas romanas. Este proceso se desarrolló en varias fases:

Fases de la Conquista Romana

  1. Primera Fase (218 a.C. – 197 a.C.): Se enmarca dentro de la Segunda Guerra Púnica. Hispania era una importante vía de suministros para los cartagineses, lo que provocó el desembarco de varias legiones al mando de Publio Cornelio Escipión en Emporión (Ampurias). En esta fase, los romanos derrotaron a los cartagineses y conquistaron los valles del Ebro y del Guadalquivir.
  2. Segunda Fase (154 a.C. – 133 a.C.): Se centró en la conquista de los pueblos del interior peninsular (Meseta). Los romanos tuvieron que hacer frente al caudillo lusitano Viriato y someter la ciudad de Numancia en el 133 a.C. Para entonces, la casi totalidad de la península había caído bajo control romano.
  3. Tercera Fase (31 a.C. – 19 a.C.): Se ocupó el norte peninsular y la cornisa cantábrica (Guerras Cántabras), atraídos principalmente por la riqueza minera de la zona.

A partir de este momento, Hispania se integró plenamente en el mundo romano.

Economía y Sociedad Hispano-Romana

La economía registró un importante desarrollo que solo se frenó con la crisis del siglo III d.C.

La Economía Romana en Hispania

  • Agricultura: Se fomentó la tríada mediterránea (trigo, vid y olivo), siendo especialmente importante la exportación de aceite. Las explotaciones agrícolas eran las villas (grandes latifundios trabajados por esclavos).
  • Ganadería: Destacó el ganado ovino.
  • Minería: Hispania fue una fuente crucial de metales: plata y plomo de Cartagena, cobre en Andalucía y Asturias, mercurio en Almadén, oro en Galicia y León, y estaño en Galicia.

La economía romana se fundamentaba en el uso de mano de obra esclava en todos los ámbitos: labores agrícolas, domésticas, manufacturas artesanales, minas y en la misma administración romana. Se basaba en los intercambios comerciales, por lo que fue fundamental la creación de una excelente red de comunicaciones terrestres y marítimas.

La Ciudad y las Comunicaciones

La ciudad era el centro comercial que articulaba el territorio y servía de mercado para los productos locales e importados. Las ciudades se desarrollaban alrededor de dos ejes principales: norte-sur y este-oeste. Estaban unidas por una importante red de calzadas:

  • La Vía Augusta, que conectaba la franja costera mediterránea con Roma.
  • La Vía de la Plata, que unía Híspalis con Emerita Augusta y Asturica Augusta.
  • La Vía Transversal.

Estructura Social

La sociedad hispano-romana se definió por la integración de las élites indígenas. Otra característica fundamental era la división entre hombres libres y esclavos. Aunque durante la República existió la división entre patricios y plebeyos, en época imperial la aristocracia siguió siendo muy importante, pero todo estaba supeditado al emperador. Las clases sociales se dividían en órdenes:

  • Orden Senatorial: Detentaban los cargos políticos del Imperio y eran poseedores de grandes latifundios.
  • Los Caballeros: Muchos provenían de las élites locales, poseían propiedades de tamaño medio y eran comerciantes y manufactureros.

Organización Administrativa y Territorial

Los romanos comenzaron a aplicar criterios de organización administrativa, y el territorio fue dividido en provincias, dirigidas por un gobernador y un consejo. Había dos tipos de provincias: senatoriales (controladas por el Senado romano) o imperiales (controladas por el emperador).

Evolución de las Provincias

  • Inicio de la Conquista (Siglo II a.C.): Inicialmente, había dos provincias: la Hispania Ulterior (Andalucía y parte occidental de la Península) y la Hispania Citerior (costa mediterránea y Valle del Ebro).
  • En Época de Augusto: Se establecieron tres provincias: Bética (con capital en Córdoba), Lusitania (con capital en Emerita Augusta) y Tarraconense (con capital en Tarraco).
  • Siglos III y IV d.C.: Las provincias se hicieron más numerosas y pequeñas (Gallaecia, Cartaginense, Tarraconense, Lusitania y Bética). Con Diocleciano, estas provincias se incluyeron en la Diócesis de Hispania.

Las ciudades (civitates) aumentaron en número y tamaño (Caesaraugusta/Zaragoza, Barcino/Barcelona, Tarraco/Tarragona y Cartagonova/Cartagena, entre otras) y se convirtieron en el alma del Imperio, siendo el punto de confluencia de personas, productos e ideas.

Manifestaciones de la Romanización Cultural

La cultura, las costumbres, las leyes y la religión romanas se impusieron sobre los pueblos autóctonos. Este proceso de asimilación fue favorecido por la integración de Hispania en el sistema económico y la extensión de la ciudadanía romana (Caracalla la concedió a todos los hombres libres en 212 d.C.; Vespasiano había concedido el derecho latino a todos los indígenas en el año 74 d.C.).

Conceptos Clave de la Romanización

  • El Latín: Se difundió como lengua de prestigio y se convirtió en la base de las lenguas peninsulares actuales.
  • El Derecho Romano: Se extendió por toda la península, regulando las relaciones privadas y las instituciones políticas.
  • La Religiosidad: Roma impuso sus creencias, destacando la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), que simbolizaba el poder de Roma.

A partir del siglo III d.C., se difundió también el cristianismo. El Edicto de Milán del 313 d.C. decretó la libertad religiosa y reconoció legalmente el cristianismo, que se convirtió en la religión oficial del Imperio bajo Teodosio I en el 380 d.C.

Crisis y Legado

Durante el siglo III d.C., el Imperio Romano entró en un periodo de crisis debido a la dificultad de administrar territorios tan amplios. El campo y los grandes latifundios se convirtieron en el núcleo de la economía del Imperio. En Hispania, a partir del siglo V, la presencia de los visigodos daría origen, tras la definitiva desaparición del Imperio, al Reino Visigodo de Toledo.

Los siglos de presencia del mundo romano sobre el suelo ibérico constituyen el primer capítulo fundamental de la historia de España. Nuestra sociedad actual ha heredado elementos esenciales como la lengua y el derecho.

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