Alfonso XIII: Regeneracionismo, Crisis Políticas y el Ocaso de la Restauración en España

El Reinado de Alfonso XIII y el Regeneracionismo

El reinado de Alfonso XIII comienza en un ambiente generalizado de pesimismo y de toma de conciencia de la necesidad de emprender profundos cambios en todos los órdenes de la vida nacional. Este sentimiento de renovación y modernización es lo que se conoció como el regeneracionismo.

Además de un amplio sector de intelectuales, como Ortega y Gasset y Joaquín Costa, también hablaban de regenerar España algunos políticos conscientes de nuestro atraso respecto a Europa Occidental. Entre ellos, destacan Antonio Maura y José Canalejas. Incluso el general Primo de Rivera, al hacerse con el poder en 1923, pretendía llevar adelante un programa de reformas que se vinculaba con los ideales regeneracionistas con los que se identificaba gran parte de la población española.

La Etapa Parlamentaria y el Bipartidismo (hasta 1917)

En la etapa parlamentaria de la monarquía de Alfonso XIII, el bipartidismo entre conservadores y liberales se mantuvo hasta 1917, aunque lentamente fue creciendo el número de diputados republicanos, socialistas y catalanistas, que eran grupos de oposición al sistema. En este periodo, continuó la práctica del caciquismo y la pasividad del electorado.

El Partido Conservador

En el Partido Conservador, al fallecido Cánovas, víctima de un atentado en 1897, le sucedió Silvela, a quien podemos calificar de regeneracionista. Tras Silvela, el nuevo líder del conservadurismo fue Antonio Maura, otro regeneracionista, que intentó acabar con el caciquismo, descentralizar el poder y fomentar la economía. Pero ni siquiera dentro de su propio partido pudo encontrar apoyo a su programa reformista. El declive de este político fue causa de una rebelión popular en Barcelona contra la Guerra de Marruecos. Maura era entonces presidente del Gobierno y no solo no supo impedir la revolución, sino que además fue muy criticado por el empleo de durísimos métodos represivos para controlarla.

El Partido Liberal

El Partido Liberal también tuvo que renovarse tras la muerte de su líder, Sagasta. José Canalejas, siendo presidente del Gobierno, llevó a cabo entre 1910 y 1912 un programa de reformas que seguía la línea del regeneracionismo. Las principales medidas que adoptó el gobierno de Canalejas fueron:

  • La separación de la Iglesia y el Estado.
  • El fomento de la educación.
  • La creación de la Mancomunidad de Cataluña.
  • La instauración del servicio militar obligatorio para todos los varones.

La muerte del presidente en 1912 en un atentado terrorista frustró esta nueva tentativa de regeneracionismo.

El Problema de Marruecos

El problema de Marruecos fue uno de los más preocupantes de España a principios del siglo XX. Tras el Desastre del 98 habían surgido en la sociedad española dos tendencias con respecto a la política colonial que debía seguir el país: la corriente anticolonialista, que pretendía centrar la atención en los problemas internos del país, y la africanista, partidaria de incorporarse a la carrera de las potencias europeas por conquistar colonias y así recuperar el prestigio internacional perdido. Fue esta última la que se impuso, aumentando la impopularidad del régimen.

La cuestión marroquí no era un asunto exclusivamente español, ya que Francia pretendía expansionarse por el Norte de África y controlar el estrecho de Gibraltar. Tras largas negociaciones, al final se llegó a un acuerdo (Conferencia de Algeciras, 1906) por el que el territorio marroquí quedaba como un protectorado repartido entre España y Francia. España pretendía asegurar el control de Ceuta y Melilla y explotar las ricas minas de hierro existentes en la zona a través de compañías españolas.

A partir de 1909 se sucedieron unos incidentes provocados por grupos de marroquíes nacionalistas, cuyo líder era Abd el Krim, contrarios a la colonización económica y política por parte de un país extranjero. De estos incidentes se pasó a una guerra abierta, cuyo momento cumbre fue la derrota del ejército español en la Batalla de Annual (1921), en la que murieron 14.000 soldados españoles. Dicha batalla permitió a los rebeldes marroquíes tomar el control de casi todo el territorio del Protectorado español, llegando a amenazar seriamente a la ciudad de Melilla.

Más tarde, en 1925, se llevó a cabo el Desembarco de Alhucemas. El éxito de esta batalla permitió pacificar todo el territorio al año siguiente. La soberanía española sobre el protectorado de Marruecos se mantuvo hasta 1956, fecha en la que Franco le concedió la independencia.

Las Grandes Crisis del Periodo Parlamentario

Hubo dos momentos particularmente graves durante la etapa parlamentaria de la monarquía de Alfonso XIII: las crisis de 1909 y 1917.

La Semana Trágica (Julio de 1909)

La Semana Trágica fue una sublevación popular originada en Barcelona como protesta por el envío de soldados de la reserva a la Guerra de Marruecos. Se declaró entonces una huelga general por parte de los socialistas y anarquistas, que degeneró en graves incidentes con la quema de iglesias y conventos, a los que sucedió una fuerte represión por parte del Ejército enviado por el Gobierno, que llegó a utilizar la artillería contra los barrios obreros sublevados. La violencia se adueñó durante varios días de la ciudad, provocando cientos de muertos y miles de heridos y detenidos. Una vez sofocada la revolución popular, la tensión continuó durante la instrucción de los procesos judiciales contra los responsables de los actos de violencia. En particular, tuvo graves consecuencias la condena a muerte y posterior fusilamiento del intelectual anarquista Ferrer Guardia, considerado como responsable moral de los hechos, lo que provocó una oleada de protestas dentro y fuera de España. Esto forzó a Maura a dimitir. Eduardo Dato le relevó en la jefatura del Partido Conservador.

España ante la Primera Guerra Mundial (1914-1918)

Durante la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral, a pesar de que hubo sectores partidarios de entrar en ella a favor de uno u otro bando. No obstante, el Gobierno logró resistir ambas presiones y mantener la neutralidad del país. Los grandes negocios derivados de la exportación de toda clase de productos a los países contendientes enriquecieron a muchos empresarios españoles, que vivieron una época de oro. Pero también produjo una inflación muy perjudicial para la clase obrera, cuyos salarios crecían a un ritmo muy inferior al de los precios. Ello generó un gran malestar social, lo que trajo consigo una radicalización sindical y política.

La Crisis de 1917

La crisis de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, destacó los problemas que venía arrastrando España desde hacía décadas: el social, el político y el militar.

El Problema Social

El problema social fue consecuencia del malestar causado por la escasez ocasionada por la Gran Guerra y, en general, por la situación que padecía la clase obrera española, muy agravada por la inflación. Ese malestar derivó en una huelga general convocada por UGT y CNT, junto al PSOE. Desde muy pronto, la huelga se radicalizó provocando graves disturbios en un clima de violencia, seguido de una enorme represión en la que intervino el ejército, que pretendía demostrar a la clase política quién era el verdadero apoyo de la monarquía.

El Problema Político

El problema político surgió en julio de 1917 como consecuencia de la creación de una Asamblea de Parlamentarios de toda España en Cataluña. Esta Asamblea pretendía llevar a cabo una profunda reforma constitucional que democratizara el sistema político y que incluyera un estatuto de autonomía para esa región, a lo que se oponía el Gobierno. En el fondo se trataba de una rebelión de la burguesía catalana y de los sectores más progresistas españoles contra la oligarquía imperante en Madrid. El Gobierno acabó disolviendo la Asamblea de Parlamentarios, a la que acusó de separatismo.

El Problema Militar

El problema militar consistió en la creación en los cuarteles de las llamadas Juntas de Defensa, una especie de sindicatos de militares que se oponían a los ascensos por méritos de guerra. También solicitaban mejoras en los sueldos. Las Juntas de Defensa dividieron al estamento militar entre “africanistas” y “peninsulares”. La respuesta gubernamental fue la promulgación de la Ley del Ejército de 1918, que consagraba la influencia de este en la política española.

El Colapso del Sistema Restauracionista

En suma, la crisis de 1917 expuso el descontento generalizado de amplios sectores de la sociedad española ante la ineptitud del sistema restauracionista. La respuesta a estos problemas de los partidos Conservador y Liberal fue la creación en los años siguientes de gobiernos de concentración, que agrupaban a políticos de ambos partidos. Pero en los años siguientes, el malestar generalizado y la violencia protagonizada por campesinos y obreros fueron en aumento. Los gobiernos solo respondían con medidas represivas, como la “ley de fugas”. Los patronos también recurrieron a la violencia para hacer frente al terrorismo anarquista, contratando pistoleros a sueldo para eliminar a los dirigentes sindicales. El ambiente de extrema tensión se deterioró aún más al llegar desde Marruecos la noticia de la humillante derrota sufrida por el ejército español en Annual.

El Golpe de Estado de Primo de Rivera (1923)

La incapacidad de los partidos políticos tradicionales para asegurar el orden, la estabilidad y el desprestigio de los militares fueron los argumentos que utilizó el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, para dar un golpe de Estado en septiembre de 1923. El rey Alfonso XIII, saltándose la Constitución y el Parlamento, le nombró presidente del Gobierno. Así acabó el sistema liberal de la Restauración.

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