Crecimiento Económico y Estado de Bienestar en la Posguerra

El Auge Económico y Social Post-Segunda Guerra Mundial

A partir de 1950, los efectos de la Segunda Guerra Mundial se disipaban poco a poco en Europa y la reconstrucción del Viejo Continente iba por buen camino. En principio, asistimos a un crecimiento económico de gran magnitud que provocó que en 1954 los índices productivos de Europa Occidental superaran a los de 1929. En toda Europa Occidental, con la excepción de España y Portugal que mantuvieron regímenes totalitarios, se desarrollaron democracias parlamentarias liberales.

Entre 1960 y 1970, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda y Europa Occidental consiguieron las más altas tasas de crecimiento de su historia, caracterizadas por el aumento preferente del sector productivo de tecnología avanzada, la calidad de la mano de obra que resulta de la buena formación por el empleo de nuevas tecnologías, por las transferencias ordenadas de las rentas salariales, índices de paro inferiores al 2% y por la distribución progresiva y equitativa de la riqueza.

Desde los años 40, progresivamente hasta los 60, numerosos obreros cada vez más cualificados pudieron acceder a niveles de vida que antes solo eran privativos de la nobleza y la escasa burguesía. Se entraba, así, en la popularización del capitalismo. Los países desarrollados empezaron a transitar hacia una sociedad envejecida y que necesitaría, cada vez más, importar mano de obra extranjera. Junto a este tránsito migratorio, hay que constatar las intensas corrientes migratorias del campo a la ciudad.

El sector de la construcción creció a una velocidad alarmante. La ayuda técnica, mercantil y comercial que proporcionó la Unión Soviética a sus socios de Europa del Este actuó de manera similar a la de Norteamérica para los países de Europa Occidental.

Se inició a partir de 1950 la llamada sociedad de consumo, que perdura hasta hoy y que se caracteriza por un altísimo bienestar material, por una mayor formación cultural, por la erradicación de la pobreza absoluta en Occidente y por una sanidad generalmente muy moderna.

El trabajo fabril, mejor remunerado, perdió su rudeza física. Comienza a tener éxito la idea de una política posmoderna, alejada de los dogmas de perfección social defendidos por corrientes herederas del siglo XIX. A partir de 1950 se inicia, en la cultura occidental, una etapa de progresivo conservadurismo político.

A comienzos del siglo XXI, los ciudadanos occidentales viven más años (entre 80 y 85) y son más altos y con mayor peso que sus padres. La Europa que quedó altamente destrozada en 1945 es hoy incomparablemente más rica que nunca. La ruptura de vínculos intergeneracionales es un hecho claro, así como el individualismo asocial impregna la conducta ciudadana.

Una de las ironías que nos depara el curioso siglo XX, el más mortífero de la historia con 190 millones de muertos por conflictos bélicos, es que el resultado más perdurable de la Revolución Bolchevique de octubre de 1917 haya sido salvaguardar la esencia del capitalismo como modelo económico, social y político. Curiosamente, la caída de la URSS entre 1985 y 1991 y, por mimetismo, la de los países del COMECON (Mercado Común Comunista) de Europa del Este trajo consigo un esplendoroso despunte capitalista, al transitar estas repúblicas europeas orientales por su senda desde entonces de forma decidida.

El Movimiento Downshifting

Downshifting: Movimiento social que nace en 1980 en Seattle (Estados Unidos) de los llamados “voluntariamente simples” y a comienzos del siglo XXI se calcula que en torno al 17% de los jóvenes de Norteamérica se encuentran en esta categoría. Se trata de descender, voluntaria o involuntariamente, de categoría profesional y renunciar a ganar más dinero a cambio de tener más tiempo libre y fomentar más las relaciones personales.

Los seguidores de esta doctrina tienen entre 27 y 40 años. Su autor clásico favorito es Epicteto y su obra El arte de vivir es su manual. Son estoicos y consideran que el valor que se da al dinero, al estatus y a la competencia envenena las relaciones personales. Se trata de una revolución antiyuppie o neohippie.

El Desarrollo del Estado de Bienestar

Padre y Estado: En 1945, en los países capitalistas de Europa Occidental, se producirá el despegue del Estado de Bienestar. Así, el primer país en preocuparse por garantizar la calidad de vida de sus ciudadanos fue Gran Bretaña, que entre 1946 y 1948 reorganizó el sistema de sanidad, la asistencia social, el subsidio de desempleo, etc. Después de la Segunda Guerra Mundial, los gastos estatales aumentaron considerablemente y los Estados tuvieron que encontrar una forma de ingresos para financiar esos gastos; esa vía fue la de los impuestos.

En Alemania, a partir de 1946, se impuso un modelo neoliberal. No se nacionalizaron muchas empresas, y su política económica se orientó de acuerdo con principios liberales. En Francia, fueron nacionalizadas varias empresas. De esta manera, el Estado podía llegar a controlar hasta el 20% del capital de la industria local.

El modelo benefactor español empezó a gestarse de forma seria en la década de 1960 y en la siguiente. Los gastos en bienestar siguieron creciendo hasta situarse en torno al 20% en 1985 y al 35% en 2009. Hoy en día, la sanidad pública es general, la enseñanza tiene bajo coste, la jubilación está asegurada y el desempleo también.

El modelo escandinavo supone una concepción ambiciosa del Estado, en la que se pretenden neutralizar las desigualdades sociales originadas en el mercado. El Estado de Bienestar sueco ha sido el más generoso. Islandia, en cambio, se encuentra en el polo opuesto. En comparación con Suecia, Dinamarca presenta un enfoque más liberal. En Noruega y Finlandia, los planes para el mantenimiento del nivel de renta y servicios sociales, en general, no se desvían del modelo escandinavo, aunque están menos desarrollados que en Suecia. En lo concerniente a la financiación de la Seguridad Social, en Dinamarca más del 80% de los gastos sociales se solventan a través de la vía impositiva, mientras que en Finlandia, Noruega y Suecia este tipo de pagos oscila en torno al 50%.

En cuanto a las políticas sobre el mercado de trabajo, en Suecia existe un programa para crear oportunidades laborales. Noruega también ha aplicado políticas sobre el mercado laboral muy activas. En política económica, el mantenimiento del pleno empleo se ha constituido en objetivo prioritario en Noruega y Suecia, mientras que en Finlandia se han establecido otras prioridades. Dinamarca sí ha ofrecido planes de compensación del empleo. Y en Islandia el desempleo ha sido un problema insignificante. Después de la Segunda Guerra Mundial, Dinamarca, Noruega y Suecia establecieron programas públicos para solucionar el problema habitacional, mientras que en Finlandia estas medidas fueron de menor importancia.

La Crisis del Petróleo de 1973

La crisis petrolera de 1973: Fue a raíz de la Guerra del Yom Kippur cuando se desencadenó el drama. En diciembre de 1973, los países árabes productores de petróleo acordaron subir el precio del crudo de 3 a 10 dólares el barril, como represalia al apoyo occidental hacia la causa hebrea. La consecuencia más importante fue el desempleo a gran escala, pero hubo otras como la subsiguiente crisis financiera a consecuencia del déficit de las balanzas comerciales de los países europeos.

Pero lo que no pudo soslayarse fue la inflación, pues los gobiernos occidentales insuflaron papel moneda en sus naciones en un desesperado intento de paliar la crisis. Lo que trajo, como no podía ser de otra manera, un alza de los precios y malestar social generalizado.

En 1982, el índice industrial de los países de la CEE involucionó al situarse por debajo de cero, y en Japón aquel año bajó al 2,5% y en Estados Unidos se situó en el 1,75%. Asistimos también en aquellos años (1979-1985) a una fuerte crisis energética, coincidiendo con el inicio, en 1980, de la Tercera Revolución Industrial, la de la cibernética. Después de las crisis petrolíferas de 1973 y 1979, el capitalismo occidental ya no volvería a crecer de forma ininterrumpida, sino en ciclos cortos de dos o tres años, con pequeñas recesiones coyunturales.

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