Cual fue la politica de gomez frente al imperialismo

3. – La Crisis del 98 y liquidación del Imperio colonial


A finales del siglo XIX, el régimen establecido por Cánovas se vio sacudido por una fuerte crisis, provocada por la guerra colonial y la pérdida de los últimos restos del imperio ultramarino (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). España vio reducida su posición en la política internacional, al entrar a formar parte de las naciones débiles. España se vio envuelta en una crisis interna, fruto de lo que los coetáneos denominaron el “Desastre”, que, sin poner en cuestión el régimen, acabó reorientando las principales líneas de la acción política española.

Causas

La gran preocupación de los gobiernos de la Restauración fue mantener la soberanía sobre Cuba y Filipinas, en vez de promover soluciones políticas autonomistas, que satisficieran las demandas de la burguesía criolla. La paz de Zanjón de 1878 puso fin a la “guerra larga”, pero sólo aplazó el problema cubano.
El tratado prometía unas nuevas condiciones políticas y administrativas, el fin de la esclavitud y una amnistía. Las esperanzas criollas se vieron frustradas porque la esclavitud no fue abolida hasta 1886 y no dotaron a Cuba de instituciones de gobierno autonomistas hasta 1897. Desde 1878, los círculos independentistas cubanos, bajo el liderazgo de José Martí, lograron el apoyo de ciertos sectores sociales cubanos y de Estados Unidos, que tenía fuertes intereses económicos en la isla, además la consideraban como un lugar estratégico para controlar el Caribe y el estrecho de Panamá.

Desarrollo


La guerra de Cuba estalló de nuevo en 1895, con el llamado “grito de Baire”, durante las celebraciones del carnaval. El conflicto surgía, en un ambiente popular y con un amplio apoyo de la población negra y mulata. Tras la muerte de Martí, el movimiento independentista siguió bajo la dirección de Máximo Gómez (líder militar)
Y Antonio Maceo, que asume la dirección del conflicto.

La respuesta española, dirigida por militares como Martínez Campos y Valeriano Weyler, trató de combatir las prácticas de la insurrección, que se basaba en la táctica de las guerrillas, con un importante contingente militar. Entre 1895 y 1898, fueron enviados a Cuba un gran número de soldados. Los insurrectos, contaban con gran apoyo popular y estaban mejor adaptados al terreno. Los efectos del clima fueron demoledores para los soldados españoles.

La opinión pública española fue inicialmente partidaria de la guerra, con la excepción de los federalistas, socialistas, anarquistas y de algunos intelectuales y políticos, como Miguel de Unamuno y Sabino Arana. Pero el apoyo fue disminuyendo a medida que se hacían visibles los costes de la contienda. Los jóvenes adinerados compraban la redención de su servicio de armas, por lo que sólo las clases populares embarcaban hacia Cuba. Los republicanos se mostraron claramente belicistas y nacionalistas, y dirigieron sus críticas contra la Corona.

La voladura del buque Maine en La Habana, en febrero de 1898, aceleró la intervención estadounidense, que se consumó en mayo de 1898. La guerra interesaba a todos: al imperialismo de Estados Unidos; a los independentistas cubanos; y al gobierno de Sagasta, que consideró que la derrota era un mal menor si con ello se salvaba la monarquía. Las derrotas militares en Cavite (mayo de 1898) y Santiago de Cuba (julio de 1898) llevaron al gobierno español a negociar, mientras Estados Unidos desembarcaba en Puerto Rico, y Manila, en Filipinas, capitulaba. El tratado de paz de París del 10 de diciembre de 1898 entre España y Estados Unidos puso fin al imperio español ultramarino. El tratado fue un dictado de exigencias norteamericanas, que España tuvo que acatar, y de cuya ratificación quedaron excluidos los cubanos, puertorriqueños, filipinos.

Consecuencias


La pérdida del imperio de ultramar fue considerada un desastre tanto militar como diplomático. A pesar de ello, la derrota no provocó ningún cambio político. De hecho la crisis fue más bien de índole intelectual que propiamente política.

Una de las primeras consecuencias de la pérdida del imperio ultramarino y de la crisis nacional subsiguiente fue la formación de una corriente de opinión muy amplia a favor de la regeneración de España. Una regeneración que había de acometerse en todos los órdenes, desde el político al social, pasando por el económico y el intelectual.

Las consecuencias del desastre a medio plazo fueron:

·El control de la franja septentrional del reino de Marruecos se convirtió en una de las obsesiones de la época de Alfonso XIII. El africanismo sustituyó al colonialismo ultramarino y al “recogimiento diplomático”.

·Se abrió un debate sobre los defectos que padecía la nación española y las medidas que había que adoptar para remediarlos. Este era el mensaje del regeneracionismo. Entre las figuras claves hay que destacar a Joaquín Costa, Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno….

·El crecimiento de un antimilitarismo popular. El reclutamiento para la guerra de Cuba afectó a los que no tenían recursos, ya que la incorporación a filas podía evitarse pagando una cantidad en metálico. Esta circunstancia unida al espectáculo de la repatriación de los soldados heridos y mutilados, incrementó el rechazo al ejército en las clases populares.

·Finalmente, la coyuntura finisecular favoreció el viraje hacia el proteccionismo económico, que había comenzado unos años antes con el arancel de 1891.

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