Economía y sociedad en la España del Siglo XVI

Economía y sociedad hispánicas en el Siglo XVI


5.1. La economía del siglo XVI Desde el punto de vista demográfico, el Siglo XVI español se ca­racterizó por un incremento continuado de la población en Casti­lla, alrededor de un 15% anual entre 1530 y 1594, con mayor con­centración en las regiones del sur, más relacionadas con el comercio y las rutas americanas. Sin embargo, en la Corona de Aragón ape­nas hubo aumento de población.Como efecto del crecimiento de la población y de la demanda de productos desde América, la agricultura tuvo un alza constante. Así, aunque las tierras de labor eran escasas, por su concentración en manos de nobles y clérigos, y los precios de arriendo, elevados, mu­chos campesinos sin tierras o pequeños propietarios, estimulados por los altos precios de los productos agrícolas, hipotecaban sus fincas o pedían préstamos para arrendar nuevas tierras. Pero cada vez que ha­bía una mala cosecha o bajaban los precios agrarios, no podían pagar los arriendos, ni devolver los préstamos. Entonces, los pequeños pro­pietarios perdían sus tierras, que pasaban a los grandes latifundistas, y los campesinos arrendatarios debían abandonar las propiedades. En definitiva, la expansión económica del Siglo XVI ni mejoró ni transfor­mó la estructura agraria heredada de la Edad Media.A principios del Siglo XVI, también se produjo una expansión de la industria artesanal, estimulada por la demanda del mercado americano. Fue la época de la metalurgia vasca, de la construcción naval en Valencia y Cataluña pero, sobre todo, de los gremios texti­les de Sevilla, Toledo, Cuenca y Segovia. Sin embargo, la monarquía favorecíó a los exportadores de lana frente a los productores de tejí­dos, y otorgó protección a los industriales textiles flamencos. De es­te modo, poco a poco, el mercado interior y el americano quedaron en manos de los competidores extranjeros, capaces de ofrecer pro­ductos de más calidad y a un mejor precio.
El comercio fue el sector que conocíó un mayor desarrollo a lo lar­go del Siglo XVI, gracias a la explotación del Nuevo Mundo. El crecí­miento comercial se centró en las ciudades castellanas y en los puer­tos del Atlántico, mientras que en la Corona de Aragón y en los puertos mediterráneos, el comercio decayó debido a la presencia turca. En Castilla, al no transformarse la estructura agrícola ni artesa- nal, la producción fue incapaz de abastecer la demanda de produc­tos. Esta escasez, unida a la gran cantidad de oro y plata circulante, dio lugar a una espectacular subida de los precios. Ante esta sitúa­ción, la monarquía permitíó la importación de todo tipo de productos del extranjero, tanto para España como para reenviar a América. Además, los fuertes impuestos sobre las exportaciones originaron una reducción de los beneficios y de los incentivos para producir. En resumen, el enorme flujo del comercio americano no sirvió para transformar la estructura económica de Castilla. 5.2. Una sociedad estamental: predominio nobiliarioLa sociedad del Siglo XVI se caracterizó por la preeminencia de la nobleza y el clero, y la persecución de cualquier disidencia religiosa o ideológica. Todo ello tendíó a conformar una sociedad dominada por los grupos más conservadores, en la que el mayor valor era no ser plebeyo sino hidalgo (noble), aunque no se tuviera fortuna.La nobleza, aproximadamente un 5% de la población, abarcaba desde los Títulos de Castilla y Grandes de España, verdadera élite que acumulaba inmensos patrimonios, hasta los caballeros e hidal­gos con haciendas mucho más precarias. Asimismo, a lo largo de los siglos XVI y XVII fueron habituales la compra de títulos y de digni­dades, y el acceso a la nobleza por servicios a la monarquía (noble­za de toga y espada).Igualmente eran notables las diferencias en el clero, que repre­sentaba entre un 5 % y un 10 % de la población. El alto clero (arzobis­pos, cardenales y abades) manténían situaciones semejantes a la no­bleza, mientras el bajo clero (párrocos, capellanes, monjes…) vivía, en general, de forma parecida a los artesanos o campesinos. El se­ñorío (posesión vinculada a una familia o institución eclesiástica) era la forma más extendida y sólida de su preeminencia social.Entre los no privilegiados, los pecheros, sujetos al pago de tributos y a la justicia ordinaria, eran tanto campesinos, seguramente el 80% de la población, como población urbana. Entre ellos existían notables diferencias de fortuna. La vida de los propietarios agrarios acomodados o de los grandes mercaderes y maestros de gremio poco tenía que ver con la de los pequeños campesinos, los jornaleros o el proletariado urba­no. Sin embargo, todos ellos estaban sujetos al dominio nobiliario y car­gabán con los impuestos, que en Castilla eran muy numerosos.Por último, existían grupos diferenciados por su procedencia étnica o religiosa: éstos eran los moriscos y los judíos conversos (marra­nos). Su origen fue siempre causa de marginación o persecución y muchos de ellos intentaban ocultar su origen ante el temor a represa­lias ya que la limpieza de sangre era indispensable para el prestigio social, la pertenencia a la nobleza y el desempeño de cargos públicos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *