El Ascenso de las Monarquías Nacionales y los Poderes Universales en la Europa Medieval

Poderes Universales y Monarquías Nacionales en la Europa Medieval

Recordamos la definición del rey como primus inter pares.

Francia: Hacia la Centralización Monárquica

El primer caso a considerar es el de Francia. Tras la disolución del Imperio Carolingio, el territorio estaba fragmentado en numerosos condados, especialmente en la Francia Occidentalis. Una nueva dinastía, los Capeto, se entronizó después de los últimos carolingios y perduró hasta el siglo XIV. Los primeros reyes Capeto fueron quienes más padecieron la atomización del reino carolingio; su autoridad era extremadamente limitada. En la práctica, sus dominios se concentraban en los alrededores de París, en lo que se conocía como L’Île de France. El resto del territorio era una suma de diez condados, marcados por una gran diversidad cultural y lingüística: el occitano en el sur, lenguas germánicas en el norte y el celta en el oeste. Esta diversidad favorecía la dispersión del poder y el fortalecimiento de la nobleza.

Fue con Luis VI, y un siglo después con Luis IX (San Luis), quien reinó a finales del siglo XII y a quien se le atribuían poderes taumatúrgicos (especialmente contra la lepra), cuando se llevaron a cabo importantes políticas matrimoniales de la familia real con diversos señores territoriales. Esto permitió la creación de aparatos de gobierno estables, lo que significaba que se podía maniobrar al margen de ciertas instituciones que permanecían estables incluso después de la muerte del rey. Un ejemplo claro es la hacienda pública, que dejó de ser una posesión particular del monarca para convertirse en una institución del reino. A pesar de esta evolución, hasta el siglo XIII el territorio francés siguió siendo descentralizado, aunque con una monarquía que persistía en sus intentos de unificación por diversas vías.

Inglaterra: Un Feudalismo Centralizado y la Conquista Normanda

El caso contrario al francés es el de Inglaterra. En el siglo V, la isla había sido abandonada por los romanos y posteriormente invadida en sucesivas ocasiones por los britanos. Fue invadida por los anglos, los sajones y los jutos, quienes formaron siete reinos anglosajones:

  • Tres reinos sajones: Essex, Sussex y Wessex.
  • En la zona más romanizada: Kent.
  • Un reino de población anglia: Estanglia.
  • Mercia, en el centro-norte.
  • Northumbria, en el norte.

Más allá del Muro de Adriano, se encontraban los pictos. Cada reino actuaba por su cuenta, pero todos recibían amenazas exteriores, como las incursiones vikingas. En Irlanda, por su parte, existía un sistema de pequeños reinos célticos. A partir del siglo XI, un rey vikingo, Canuto el Grande, conquistó estos reinos y los sometió a una autoridad exterior. Canuto fue el responsable de una construcción política que se conoció como el Imperio del Mar del Norte, que incluía también Noruega y Dinamarca. Su contribución más significativa fue la primera unión de los siete reinos anglosajones bajo una órbita común.

Posteriormente, Eduardo el Confesor sucedió a Canuto como rey de toda Inglaterra. A su muerte en 1066, se abrió un gran conflicto por la sucesión. Había dos candidatos principales: uno local y otro exterior. El candidato local era Harold Godwinson, hijo de un mayordomo de palacio de Eduardo el Confesor. El candidato exterior era Guillermo, duque de Normandía. Normandía, un territorio en el norte de Francia, era un ducado creado a raíz de las invasiones vikingas, aunque para entonces sus habitantes ya no eran de cultura vikinga, sino carolingia. Este candidato reclamó el trono, y la disputa se dirimió en la Batalla de Hastings (1066). El ganador fue Guillermo, quien pasaría a la historia como Guillermo el Conquistador. Harold murió en la batalla.

A raíz de esta victoria, Guillermo logró un poder centralizado sin precedentes para un rey medieval. Ascendió hacia el norte, conquistando tierras, arrebatándoselas a sus señores y repartiéndolas entre sus amigos y familiares, reservándose una parte significativa para sí mismo. Las élites anglosajonas anteriores fueron apartadas. Toda esta información se documentó en el Domesday Book (1086), un registro exhaustivo de las propiedades y recursos del reino, similar al Llibre del Repartiment.

Esta conquista creó una situación de diglosia lingüística: durante toda la Edad Media, los reyes y la nobleza hablaban francés, mientras que la población general hablaba sajón. Los nobles normandos, al poseer tierras a ambos lados del Canal de la Mancha, generaron varios episodios de contienda, como los conflictos entre los reyes ingleses y franceses (por ejemplo, los que involucraron a Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra), así como la posterior Guerra de los Cien Años. Existió, por tanto, una fuerte vinculación entre Francia e Inglaterra, tanto en tiempos de paz como de guerra. Todo esto propició en Inglaterra un feudalismo mucho más centralizado y vertical que en otros territorios europeos.

Italia: Un Mosaico de Ciudades-Estado y Reinos

En Italia, o mejor dicho, en los territorios de la península itálica, no se observa ningún proceso unitario durante la Edad Media. Por el contrario, existía una infinita diversidad de pequeñas ciudades-estado y entidades políticas. Se pueden distinguir tres grandes áreas:

  • El Sur: Nápoles y Sicilia, caracterizadas por la presencia de grandes reinos. Su origen se remonta a la conquista bizantina del siglo VI, que se confirmó con la posterior conquista árabe y se reforzó con la conquista final por los normandos (vikingos) en el siglo XI.
  • El Centro: Los Estados Pontificios, con ciudades como Rávena y Roma. Gozaron de una cierta cohesión en la Alta Edad Media bajo la órbita del Papa y sus vasallos, actuando el pontífice como un señor feudal, gracias al apoyo recibido de los carolingios. También destacaban grandes ciudades-estado como Florencia y Siena.
  • El Norte: Grandes territorios bajo el dominio de poderosas clases nobiliarias y repúblicas marítimas como Génova y Venecia.

En la práctica, faltaba cohesión entre todos estos territorios, lo que llevó a que todas las potencias europeas intentaran hacerse con el control de Italia debido a su estratégica posición logística. Los franceses, bajo Carlos de Anjou, mientras intentaban consolidar su poder sobre los señores feudales franceses, también buscaron expandirse a Córcega y Sicilia. En esta última, se produjeron las revueltas de las Vísperas Sicilianas, de carácter antifrancés y proaragonés.

Las Cruzadas: Un Fenómeno de la Época Medieval

Las Cruzadas (siglo XII) se muestran generalmente como resultado del fanatismo de la época, pero actualmente se interpretan también como una salida para el excedente de mano de obra originado por el crecimiento demográfico y económico del periodo.

El Sacro Imperio Romano Germánico y la Lucha por la Supremacía

Un elemento central en la dinámica de poderes universales fue la compleja relación y, a menudo, la enemistad entre los Papas y los emperadores. Es importante señalar que, en este periodo, el concepto de «Alemania» como nación unificada no existía. En su lugar, había una serie de feudos con una lengua común, resultado de la antigua Francia Orientalis, concedida a Luis el Germánico. Tras el último heredero carolingio, Berengario de Friuli, ascendió al poder la Casa de Sajonia, con una serie de reyes destacados, entre ellos Otón I.

Fue Otón I quien, en el año 962, trató de recuperar el título imperial, dando origen al Sacro Imperio Romano Germánico, una entidad que perduraría hasta la Edad Moderna. Este se considera el Segundo Reich, siendo el primero el imperio de Carlomagno.

Aunque las relaciones entre el poder imperial y el papal se remontaban a una colaboración inicial con Carlomagno, a partir de este momento, la enemistad entre ambos poderes universales conduciría a grandes conflictos. El problema de fondo radicaba en que, a medida que los Papas habían adquirido mayor peso político y espiritual, se habían configurado dos figuras de poder que se disputaban la supremacía. Ambos se consideraban las cabezas de la Cristiandad, entendida como la comunidad de todos los reinos cristianos en territorio europeo. En la práctica, se veían a sí mismos por encima de todo el entramado de poder feudovasallático establecido en Europa, capaces de imponer premios y castigos, y de intermediar en casos de conflicto. Durante la Alta Edad Media, el emperador había sido tradicionalmente el gran mediador, pero esta prerrogativa fue cada vez más disputada por el Papado.

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