El Ascenso del Totalitarismo: Fascismo, República de Weimar y la Alemania Nazi

Un estricto control social

El fascismo pretendió controlar y dirigir a toda la sociedad, estimulando la afiliación al partido o a los sindicatos fascistas. Así, para difundir y asegurar el futuro del régimen, se creó una institución en la que era obligatorio matricular a todos los niños hasta la edad adulta. También se organizaba el tiempo libre fuera del ámbito laboral. El control fascista incidió también en el ámbito educativo: en las escuelas de primaria, los maestros debían vestir la camisa negra, mientras que en la universidad, los profesores debían prestar juramento de fidelidad al régimen. El catolicismo fue declarado religión oficial. Periódicos, libros y la radio quedaron impregnados de los valores fascistas.

3 La República de Weimar (1918-1933)

La debilidad de la República de Weimar

El primer problema fue que la nueva república, basada en una Constitución ampliamente democrática, fue incapaz de crear un sistema político estable. En sus primeros años, la república tuvo que hacer frente a los intentos insurreccionales tanto de la derecha como de la izquierda, que deseaban acabar con el régimen. En 1919 se produjo el levantamiento de la Liga Espartaquista (los comunistas), el cual fue duramente reprimido.

El segundo problema fue el auge de grupos nacionalistas radicales en 1920, que acusaban al gobierno de traición por haber firmado el Tratado de Versalles, lo que se tradujo en un conato de ocupación de Berlín. En 1923, también fracasaría el golpe de Estado nacionalista y antidemocrático protagonizado por Hitler en Múnich (el Putsch de la Cervecería).

El tercer problema fue la muy difícil situación económica: las fuertes reparaciones que Alemania debía pagar a los vencedores originaron un aumento vertiginoso de la inflación. Una buena parte de las pequeñas empresas tuvieron que cerrar, provocando con ello una gran subida de los índices de desempleo. La crisis llegó a su cénit en 1923, cuando los alemanes no pudieron pagar las deudas de guerra contraídas con Francia y las tropas galas ocuparon el rico territorio minero del Ruhr.

Entre 1924 y 1929, Alemania vivió un período de relativa estabilidad gracias a una mejora económica. Sin embargo, la crisis de 1929 agravó dramáticamente la situación y el desempleo alcanzó los seis millones de parados en 1931. Los partidos gubernamentales democráticos fueron perdiendo el apoyo de los asalariados y de la pequeña burguesía empobrecida. La inestabilidad ministerial era una prueba clara de la fragilidad del sistema parlamentario.

La formación del partido nazi

Hitler inició su carrera política en un pequeño grupo extremista, racista y agresivo, con eslóganes anticapitalistas, que en 1920 hizo público su programa y se denominó Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). En 1921, Hitler se puso al frente del partido, reorganizándolo y dotándolo de un carácter violento con la creación de unos escuadrones paramilitares, la SA (Sección de Asalto), que ejercían la amenaza y la coacción contra sus adversarios. También dio al partido un componente antijudío y adoptó una serie de emblemas parecidos a los del fascismo italiano.

Programa de Hitler

En 1923, tras el fallido intento de golpe de Estado contra la República de Weimar, Hitler fue detenido y cumplió seis meses de prisión. Durante este período escribió la obra Mein Kampf (Mi Lucha), en la que exponía su pensamiento y programa político: desprecio por la democracia parlamentaria, odio al bolcheviquismo y la necesidad de un liderazgo único y fuerte para dirigir al pueblo alemán. Defendía el antisemitismo, la superioridad de la raza aria y la necesidad de forjar un Gran Reich con todos los territorios de población germánica, basándose en un programa de expansión territorial. Al salir de prisión, la posición de Hitler dentro del partido y su liderazgo político se habían reforzado. Ya era reconocido como el Führer (jefe del partido) y en 1925 creó su propia milicia, la SS (Grupo de Protección). Sin embargo, la mejora de la situación económica y social entre 1924 y 1929 hizo perder terreno a los nazis, que se vieron obligados a frenar su actividad antiparlamentaria.

4 La Alemania Nazi (1933-1939)

La llegada al poder del nazismo

La crisis de 1929 hundió la economía alemana. Se disparó el número de parados. La idea de una posible revolución comunista volvió a cobrar fuerza. Los grandes capitalistas empezaron a apoyar al partido nazi, que experimentó un gran crecimiento al presentarse como la solución de los problemas mediante un gobierno fuerte y autoritario. En las elecciones de 1932 obtuvieron el mayor número de votos, aunque sin mayoría absoluta. Y en enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller mediante un pacto con los sectores conservadores. En apenas un año, había implantado su dictadura: el Tercer Reich.

El camino hacia la dictadura

Desde su llegada al poder, Hitler empezó la construcción de un Estado autoritario. Consiguió el permiso del presidente para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones (5 de marzo). Prohibió la prensa y las reuniones; la violencia de sus seguidores en las calles era frecuente. El 27 de febrero se produjo el incendio del Reichstag, del que fueron culpados falsamente los comunistas, lo que sirvió para suprimir las libertades y reinstaurar la pena de muerte. En las elecciones, el partido nazi obtuvo el 43% de los votos frente al 30% de comunistas y socialistas, pero con el apoyo del Centro consiguió que el Parlamento le otorgase plenos poderes.

La construcción de un régimen totalitario

En pocos meses, los nazis transformaron Alemania en un régimen totalitario en el que Hitler y el partido nazi controlaban las instituciones, la sociedad y los individuos. Durante el año 1934 se decretó la disolución de los partidos y sindicatos y se suprimieron las libertades. Solo fue autorizado el NSDAP.

La policía fue sustituida en sus tareas de control y represión por las formaciones paramilitares nazis, fundamentalmente por las SS, bajo la dirección de Heydrich. En 1934 se creó la Gestapo (Policía Secreta), encargada de la represión de los opositores al régimen. En 1933 se abrieron los primeros campos de concentración y hacia 1934 ya existían unos cincuenta. Solo quedaba por conseguir la total sumisión del partido a las directrices de Hitler, ya que un sector de la SA, liderado por Röhm, mantenía diferencias políticas con el Führer. Su neutralización se llevó a cabo durante la Noche de los Cuchillos Largos (1934), en la que fueron asesinados Röhm y más de 300 dirigentes de la SA.

Autarquía económica y rearme

El gran objetivo económico era convertir a Alemania en una gran potencia mundial. Para ello, querían implantar la autarquía y que Alemania fuera autosuficiente. Para ello, elaboraron un plan de autoabastecimiento económico y desarrollo de una industria de sustitución para producir las materias que el Reich no poseía en cantidad suficiente. El Estado ejerció un fuerte control sobre precios y salarios para frenar la inflación e inició un amplio programa de obras públicas para eliminar el paro. Dio prioridad a la industria pesada, sobre todo de armamento, que alcanzó un gran desarrollo gracias a la remilitarización. En 1939, Alemania se había convertido en la segunda potencia industrial del mundo y había conseguido acabar con el paro. Sin embargo, el desequilibrio entre la industria pesada y la de consumo fue muy notable, y las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera fueron muy duras. Además, pese a que controlaron la inflación, el comercio exterior se paralizó.

El control ideológico y social

Para el Estado nazi, la sociedad alemana debía tener una absoluta unidad ideológica para garantizar la conformación de una cultura y un pensamiento basados en las ideas racistas y nacionalistas. La ciencia y la cultura se nazificaron, aniquilando la libertad intelectual. Se crearon listas de autores prohibidos y la quema de libros considerados perniciosos se convirtió en un acto ritual del nazismo.

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