El Gobierno de Onganía: Un Período de Transformación en Argentina (1966-1973)
Las Fuerzas Armadas denominaron «Revolución Argentina» al golpe de Estado de 1966. A diferencia de los gobiernos militares anteriores, los golpistas de 1966 no afirmaban que su objetivo fuera restablecer el orden constitucional en algún momento; manifestaban su intención de realizar una “transformación” y “modernización” del país.
La «Revolución Argentina»
El derrocamiento de Illia fue llevado a cabo por una Junta de comandantes de las FF.AA, que designó como presidente a Juan Carlos Onganía. Antes de entregar el mando al nuevo presidente, la junta dio a conocer los objetivos del nuevo régimen y un “Estatuto de la Revolución Argentina”, que se establecía como norma fundamental, por encima de la Constitución. La dictadura declaró disueltos todos los congresos y los partidos políticos, prohibió toda actividad partidaria, removió a la Corte Suprema de Justicia e intervino en todos los poderes provinciales y municipales.
Los objetivos de la dictadura se enmarcaban dentro de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, y una de sus metas fundamentales era “participar en defensa del mundo libre occidental y cristiano”. En el orden interno, los militares plantearon la necesidad de modernizar el país, mediante una transformación que pusiese fin a las pujas sectoriales y asegurase el desarrollo. Este proceso debía realizarse en etapas (llamadas “tiempos”, aunque no se fijaba una fecha determinada). En un primer “tiempo”, el proceso de “modernización” abordaría el aspecto económico, y en un segundo lugar el aspecto social y por último el político.
El Onganiato: Apoyos Iniciales y Tono Autoritario
Inicialmente, el gobierno de Onganía contó con el apoyo de un amplio conjunto de sectores que se habían opuesto al gobierno de Illia: los grupos económicos más poderosos y las entidades empresarias que los representaban, dirigentes sindicales, como Vandor y Alonso, la alta jerarquía de la Iglesia Católica e incluso dirigentes políticos de distinto signo partidario, como el desarrollista Frondizi y el liberal Álvaro Alsogaray. Desde el exilio, Perón dijo que los objetivos de la “Revolución Argentina” coincidían con los del peronismo y llamó a sus seguidores a que no se opusieran al régimen hasta ver las medidas que este implementaba.
Su acción de gobierno, desde el comienzo, tuvo un marcado tono autoritario, que afirmaba que las instituciones democráticas eran una “legalidad formal estéril”, y anticomunista, expresión que no solo incluía el rechazo al comunismo y otras corrientes marxistas, sino a toda actitud considerada contraria a los valores de la “civilización occidental y cristiana”. La censura y la represión se extendieron a todo tipo de manifestaciones y ámbitos: la vestimenta, el largo del pelo, los paseos públicos, la prensa, el cine, los medios de comunicación y la educación. Junto con la persecución a los grupos de izquierda, el gobierno de Onganía centró su represión y control sobre sectores del movimiento obrero y sobre todo el estudiantado universitario.
La Política Económica de Onganía y el Plan Krieger Vasena
Las medidas económicas de Onganía retomaban las ideas del desarrollismo, pero daban prioridad a aumentar la eficiencia, recortando el poder de negociación de los sindicatos. Se aplicaron planes de racionalización, que incluyeron la fijación de nuevas normas laborales en el puerto (lo que llevó a una huelga reprimida) y el cierre de empresas como el de ingenios azucareros tucumanos.
Su ministro de economía, Adalbert Krieger Vasena, llevó adelante un plan que suspendió las negociaciones de convenios colectivos de trabajo, estableció retenciones a las exportaciones agropecuarias y favoreció una mayor concentración económica en manos de grandes grupos empresariales, mayormente trasnacionales. Mientras que las retenciones o impuestos a las exportaciones afectaban a los agropecuarios, otras medidas afectaban a empresarios industriales. Una de ellas fue la baja en los aranceles de importación, medida tomada con la idea de “mejorar la eficiencia” de la producción local.
El gobierno sostenía que permitiendo la importación de ciertos artículos extranjeros, los fabricantes argentinos se verían obligados a mejorar sus sistemas de producción (tecnología, formas de trabajo, etc.) para reducir sus costos y así poder competir con los bienes importados. El resultado, en cambio, fue que ante la escasez de crédito para hacerle frente a las inversiones necesarias, muchas empresas chicas o medianas quebraron, lo que llevó a una concentración de la economía en los poderosos grupos empresarios.
El plan Krieger Vasena encontró una fuerte oposición en los gremios. En 1967, la CGT anunció un Plan de Acción. Ante el reclamo sindical, el gobierno le retiró a varios sindicatos la personería gremial, aunque también con algunos sindicatos, los que estaban dispuestos a colaborar, el gobierno todavía negociaba.
La División Sindical: CGT Azopardo y CGT de los Argentinos
En 1968, en el Congreso convocado para elegir nuevas autoridades, la CGT se dividió entre los dirigentes que se oponían más firmemente a la política de Onganía y los que colaboraban o negociaban con el gobierno. Los que se oponían más firmemente a la política de Onganía, dirigidos por Raimundo Ongaro del gremio gráfico, constituyeron la CGT de los Argentinos (CGTA), que contaban con el apoyo de los grupos de izquierda y al principio con el de Perón. Y los que negociaban o colaboraban con el gobierno, encabezados por Vandor, apoyados por el gobierno, mantuvo en su poder la sede central de la CGT de la calle Azopardo de la capital.
La CGTA, entonces sesionó en el local de los gráficos en la avenida del Paseo Colón, y los dos nucleamientos fueron conocidos por los nombres de esas calles. La CGT del Paseo Colón adoptó una línea opositora, con la realización de actos de protesta contra la dictadura, que la persiguió hasta disolverla y detener a sus dirigentes en julio de 1969. La CGT de Azopardo, más negociadora, fue intervenida por el gobierno para su “normalización”. Eso provocó que algunos de sus dirigentes convocasen también a medidas de fuerza. En algunas importantes regiones del interior, como las de Córdoba y Rosario, las dos centrales sindicales comenzaron a coordinar sus acciones en contra de política oficial.
Una Oposición Creciente y el Cordobazo
La oposición al gobierno de Onganía iba creciendo. Muchos empresarios se veían perjudicados por las medidas del plan Krieger Vasena. Los empleados, asalariados, obreros sufrían el deterioro de sus ingresos al igual que la clase media. Ante esta situación, a comienzo de 1969, una serie de manifestaciones estudiantiles iniciadas en el interior del país por la privatización de los comedores universitarios, se unió a los reclamos obreros. Todo esto llevó a movilizaciones populares, que a partir del Cordobazo de mayo del 69 enfrentaron abiertamente a la dictadura (Perón ya había en el 68 a manifestar su oposición a la dictadura, al igual que Frondizi).
El Cordobazo – Mayo de 1969
Una movilización iniciada por obreros y estudiantes cordobeses, que se convirtió en una rebelión popular contra la dictadura de Onganía, así se inició una serie de protestas similares en muchos puntos del país en los dos años siguientes. A estas manifestaciones se las denominó Puebladas o azos (Rosariazo, Tucumanazo). Estas manifestaciones ponen fin al proyecto de la llamada Revolución Argentina y buscaron una salida institucional a la crisis.
¿Cómo fue el Cordobazo?
Comenzó el 29 de mayo de 1969, de forma pacífica, gran cantidad de empleados, estudiantes, obreros se dirigían al centro de la ciudad de Córdoba. La policía controló los ingresos a la ciudad de los manifestantes, para impedir el ingreso de los mismos. La muerte de un mecánico, Máximo Mena, encendió los disturbios. La mayoría de las columnas eran empleados de las industrias automotriz, trabajadores de luz y fuerza, transporte, de la construcción, ferroviarios, gráficos, administración pública.