El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes en Enero

La Revolución Gloriosa y el Gobierno Provisional (1868-1869)


            En Septiembre de 1868 se “pronunciaron” en Cádiz el general Prim y el almirante Topete. Las tropas enviadas por el gobierno para sofocar el levantamiento fueron derrotadas en el Puente de Alcolea (Córdoba) por el general unionista Serrano. Simultáneamente estallaron sublevaciones populares en las ciudades, con la formación de Juntas y grupos de la Milicia Nacional. El gobierno dimitíó e Isabel II, que tomaba los baños en San Sebastián, huyó a París.

            Los partidos firmantes del Pacto de Ostende formaron un Gobierno Provisional, con exclusión de los demócratas, que intentó calmar los ánimos populares con medidas como la ampliación de las libertades, la supresión del impopular impuesto de consumos, libertad de culto y otras, aunque exigíó la disolución de las Juntas y de la Milicia Nacional. Así mismo convocó elecciones mediante sufragio universal masculino. Las Cortes constituyentes elaboraron una CONSTITUCIÓN (1869)
que se considera la primera democrática. Establecía: a) monarquía parlamentaria democrática; b) proclamación de la soberanía nacional y de la división estricta de de poderes: el legislativo correspondía en exclusiva a las Cortes y el ejecutivo al rey; c) limitación de los poderes de la Corona bajo el lema de “el rey reina pero no gobierna”; d) ampliación de los derechos y libertades ciudadanas, con sufragio masculino; e) separación de la Iglesia y del Estado. Los aspectos más debatidos fueron la forma de Estado (monarquía o república)  y la cuestión religiosa.

La Regencia del general Serrano (1869-187

  España era una monarquía sin rey. Se establecíó una Regencia que asumíó el general Serrano. El gobierno, presidido por el general Prim y con Figuerola como ministro de Hacienda, puso en marcha una política económica fuertemente liberal:
impuso un arancel librecambista, liberalizó las explotaciones mineras (lo que permitíó la entrada de numerosos capitales extranjeros) y puso en marcha la nueva moneda:
La peseta.
Esta línea de actuación satisfacía los intereses de la burguésía representada por el partido progresista, pero no fue del agrado de los sectores republicanos y populares. El gobierno tuvo que afrontar muy pronto la oposición de estos sectores que promovieron movilizaciones e incluso algunos intentos insurreccionales. Al margen de estos problemas sociales, el asunto más acuciante para Prim era encontrar un rey para el trono español.
Se barajaron diversos candidatos: Espartero, Duque de Montpensier y Leopoldo de Hohenzollern (la propuesta de éste último provocó un conflicto entre Francia y Prusia que derivó en la guerra Franco-prusiana). Finalmente Prim optó por Amadeo de Saboyá, el hijo del rey de Italia Víctor Manuel, que acababa de lograr la unificación italiana.

El reinado de Amadeo I (1871-1873)


El reinado comenzó mal: pocos días antes de llegar a Madrid fue asesinado Prim, el jefe de gobierno que hubiera podido ser el principal apoyo de Amadeo. Desde el principio este rey tuvo que hacer frente a numerosos problemas y a un amplio abanico de fuerzas opositoras: a) La Iglesia, contraria a las medidas secularizadoras del Sexenio y reacia a aceptar al hijo de Víctor Manuel, el unificador de Italia que había suprimido los Estados Pontificios;  b) La nobleza, organizada en torno al partido alfonsino de Cánovas del Castillo y defensora, por tanto, de un monarca Borbón; c) Los carlistas, defensores de los derechos de Carlos VII, se alzaron en armas en la tercera guerra carlista)
; d) Los republicanos, opuestos a la monarquía, persistieron en sus intentonas insurreccionales; e) El Movimiento Obrero revolucionario:
La AIT (Primera Internacional Obrera) fundada en Londres en 1864, llegó a España en 1871 con planteamientos anarquistas que contribuyeron a elevar la conflictividad social; f) Los independentistas cubanos iniciaron la primera rebelión contra la dominación española (“guerra larga” de 1868-78) complicando aún más el panorama político.       

A estos problemas  externos al sistema se agregaron otros provocados por los partidos que habían impulsado la Revolución gloriosa y apoyado la monarquía de Amadeo: el unionista, el progresista y el demócrata. Éstos se reorganizaron en el partido Constitucionalista, dirigido por Sagasta, y el partido Radical, liderado por Ruiz Zorrilla. Incapaces de acordar una política común para afrontar la debilidad de la monarquía, se enzarzaron en suicidas peleas partidistas, lo que produjo una gran inestabilidad política: en sólo dos años hubo tres elecciones generales y seis gobiernos. Amadeo, no viendo salida a esta situación, abdicó en Febrero de 1873.
Las Cortes aceptaron la renuncia, proclamaron la República y eligieron a Estaislao Figueras como presidente.

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