En que consistió la romanización de la península ibérica

2.- ROMANIZACIÓN


El proceso de integración en el mundo romano y la aceptación de sus formas de vida es lo que llamamos «romanización«. Roma introdujo en la Península todos los elementos propios de su organización social, política y cultural. Elementos que entraron en contacto con las sociedades indígenas  producíéndose una compleja relación dialéctica entre lo que era específicamente  romano y lo peculiar de dichas sociedades. Los elementos propios del mundo romano terminaron por imponerse en un proceso dinámico y progresivo.La romanización de Hispania será bastante completa, especialmente por el sur, la Bética y en la zona de levante. Se adoptó el latín como lengua general y, aunque pervivieron algunas manifestaciones autóctonas, aceptaron las formas políticas, religiosas, económicas, sociales, artísticas y culturales romanas.A este proceso de romanización contribuyó, además del uso del latín, la presencia en nuestra península de soldados y comerciantes romanos y la participación de hispanos en el ejército, que solía traer aparejada la concesión de la ciudadanía romana al concluir el servicio. Importantes focos de romanización fueron, sin lugar a dudas, las ciudades  hispanas y las vías de comunicación.

Aspectos de la romanización


Urbanización

Las ciudades representaron la esencia de la civilización romana. Roma nacíó como una Ciudad-Estado y se desarrolló a través de ciudades. Sin embargo, en los pueblos pre-romanos sólo había ciudades en el Mediterráneo: Cartago-Nova, Gadir, Rodas, Emporion, Sagunto… Son algunos ejemplos, en el interior sólo pequeños núcleos agrarios o pastoriles. Fueron los romanos los que impulsaron su desarrollo. En Hispania crecieron ciudades como Emérita Augusta (Mérida), Caesaraugusta (Zaragoza), Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona), Hispalis (Sevilla),… Hasta época de Augusto no existe una política racional colonizadora, pero las construcciones testimonian la pujanza de la vida urbana en la Hispania romana. Cada ciudad y sus habitantes tenía un estatus jurídico diferente en función de diversas circunstancias, la naturaleza de sus pobladores ,el modo como se integraron en el Imperio), el haber prestado  o no especiales servicios a Roma, etc. Su estatus también podía variar a lo largo del tiempo.
Para adoptar las instituciones romanas las ciudades debían recibir antes el estatuto de municipium.
Generalizando podemos distinguir tres tres tipos de ciudades:-
colonias, urbes plenamente romanas con derechos ciudadanos reconocidos, exentas del pago de impuestos, con fuerte asentamiento de romanos, eran como una parte de Roma;
– federadas, independientes, al considerarse ligadas a Roma por un pacto,  Cádiz, Málaga-
estipendiarías, gozan de su propia organización pero obligadas a pagar tributos y sostener guarniciones militares.El gobierno de las ciudades en los territorios más romanizados apenas difiere del gobierno de la metrópoli. Para regirse como Roma debían haber obtenido el estatuto de municipium, para ello debían cumplir unos requisitos en cuanto a urbanización, es decir, tener servicios públicos que se adaptasen a las formas de vida romanas; de estos servicios se debían encargar los notables de la ciudad. El gobierno local era ejercido por los magistrados, cuestores, ediles, duonviros, cargos electivos entre los ciudadanos, por un periodo de un año. Las magistraturas eran de acceso limitado a los ciudadanos cuya capacidad económica les permitiera hacerse cargo de determinados gastos .En algunas ciudades podía existir una curia o senado local, elegido cada cinco años por los ciudadanos que hubiesen ejercido  las magistraturas. En el año 74 Vespasiano concedíó el “Edicto de latinidad” todas las ciudades de Hispania pasaron a convertirse en municipios de derecho latino, todos los ciudadanos podían acceder a la ciudadanía romana tras ejercer una magistratura (lo que supónía la posesión de tierras, posibilidades de ascenso público, cargos políticos, ejército, etc. Etc.).
Infraestructuras, además de las construcciones necesarias para el abastecimiento de la población (alcantarillados, puentes, acueductos, etc.) consistieron fundamentalmente en una extensa red de calzadas que articulan todo el territorio y que relacionan a Hispania con la Galia y con Italia vía terrestre. Las vías fundamentales:
Vía Augusta, por la costa mediterránea desde   Galia a Cádiz;
Red del valle del Ebro, Tarragona – Astorga – Lusitania; otra variante hasta Burdeos cruzando el Pirineo por Roncesvalles.
Vía de la Plata de Huelva – Mérida a Astorga.

Vía costera atlántica

Coruña – Braga – Lisboa – Huelva.Otras vías secundarias enlazaban estas principales entre sí

–Administración

La lentitud de la conquista facilitó la conservación de las estructuras indígenas en muchas zonas, pero paulatinamente fueron introduciendo su organización político-administrativa. La burocracia administrativa y política llegará a todos los rincones de la Península, sobre todo a través de las ciudades. La articulación de Hispania, nombre con el que designaron al conjunto de la Península Ibérica, se fue perfeccionando a lo largo de los siglos. Fases:- En el 206 a. C. A raíz de la 2ª Guerra Púnica, Hispania pasa a ser una «provincia» romana.
En el 197 a. C. Hispania fue dividida en dos provincias para una mejor organización y control, al frente de cada una de ellas, un pretor:-
Hispania citerior, con centro en Cartagena,-
Hispania Ulterior, centro en Córdoba.- Augusto llevó a cabo una nueva división:
Bética, provincia senatorial, centro en Cordub-
Lusitania, provincia imperial, centro en Emérita Augusta;-
Tarraconense, con Baleares, provincia imperial, Tarraco.Todas a su vez se subdividían en conventus jurídicos con centro en las principales ciudades, con el fin de organizar el cobro de impuestos, reclutamiento de tropas, ejercicio de la justicia, culto imperial. Al frente de las provincias se encuentra un pretor, designado por el Senado con el máximo de competencias financieras, judiciales, militares, etc, ayudado por un questor- A comienzos del siglo III Caracalla separa la Gallaecia de la Tarraconensis.- A finales del siglo III, con la crisis del Bajo Imperio, para asegurar un mejor gobierno con la reestructuración  realizada por Diocleciano ( y la posterior de Constantino)
Hispania pasó a ser una «diócesis» (adscrita a la prefectura de las Galias), dividida en seis provincias:

Tarraconense,

Gallaecia, Lusitania, Cartaginense, Bética, Mauritania


Después también Baleárica. Todas bajo el control de un vicarius.- En el 385 d. C. De la Cartaginense se desgaja como nueva provincia la Baleárica.

–Sociedad

Durante el siglo II d. C. Se estima que la población de Hispania ascendía  entre tres y medio y cinco millones de personas. Población  compuesta por un conglomerado de grupos sociales diferenciados por su grado de fortuna, sus derechos, y su participación en los asuntos públicos. Se trata de una sociedad de base esclavista que, durante el bajo Imperio, inicia una transición hacia el régimen de colonato debido a la escasez de esclavos y al decaimiento de la ciudad como unidad de producción y de consumo.Se pueden distinguir varios grupos sociales:En la cúspide se encuentra el orden senatorial, formado por individuos de origen generalmente romano, convertidos en grandes propietarios agrícolas que monopolizan los altos cargos provinciales y controlan parte de la administración local. Eran ciudadanos romanos.

Le sigue en importancia el orden ecuestre, que controla parte del aparato militar, funcionarial y religioso; compuesto por un conglomerado de pequeños propietarios que participan en la vida municipal.

Ambos “grupos” pertenecían a la categoría de cives romaní (ciudadanos romanos) caracterizados por tener todos los derechos políticos incluido el de acceder a magistraturas y cargos públicos. Constituyen a su vez los honestiores.

El populus, los plebeyos, está formado por un conglomerado de pequeños propietarios, artesanos y libertos. Ciudadanos libres aunque no poseían derechos políticos. Humiliores.

En la base de la sociedad, los esclavos, un grupo numeroso y de fundamental importancia económica. Se llega a la condición de esclavo por conquista, sentencia, compra o herencia. Carecen de autonomía personal y no pueden constituir una familia o poseer bienes. A partir del siglo II d. C. Su estatus tiende a equipararse económica y jurídicamente al de los libertos.
Latinización, fenómeno lento y gradual pero irreversible, el latín será la lengua de la administración y del gobierno. Hubo resistencia de las lenguas ibéricas y célticas pero la imposición fue completa  puesto que la escritura en alfabetos propios fue tardía. Conocer el latín era requisito indispensable para acceder a la condición de ciudadano romano. Las comunidades montañosas o de las áreas más pobres se refugiaron en sus lenguas y las conservaron más tiempo pero sin desarrollar una cultura escrita; ejemplo el vascuence.Otro aspecto importante fue la adquisición del derecho romano, una de las más grandes creaciones del pueblo romano. Durante mucho tiempo los romanos se rigieron por preceptos jurídicos inspirados en la costumbre que posteriormente fueron codificados y escritos, por tanto también difundidos. El derecho romano, frente al colectivismo de los pueblos pre-romanos, reivindica los derechos individuales y la propiedad individual. No desaparecíó con el poder político de Roma, fue acogido y asimilado en la Edad Media por los pueblos bárbaros, constituyendo hoy día el núcleo del derecho de Occidente. Aunque se difundíó por Hispania la religión romana, incluido el culto oficial de Roma y al emperador, perviven en ella los cultos autóctonos del periodo prerromano, encontramos también abundantes manifestaciones de cultos orientales, como los de Isis o Mitra. Más tarde llegaría el cristianismo, que se extendíó de forma notable por toda la Península a partir del siglo III d. C. Momento en el que se detectan comunidades cristianas más o menos estructuradas en dicho territorio. Después de las represiones estatales se llegará al Edicto de Milán, promulgado por Constantino estableciendo la libertad de la Iglesia, así como capacidad jurídica para poseer bienes, iniciándose un periodo de crecimiento de la influencia apoyado en el incremento económico y del número de fieles. Con Teodosio el cristianismo pasará a ser religión oficial del Estado; el paralelismo Estado – Iglesia comienza a desarrollarse. Aparte de nuestra lengua y de muchas raíces de nuestra cultura y formas de vida conservamos en nuestro país numerosos restos materiales romanos. Podemos contemplarlos no sólo en museos y centros de cultura, sino incluso sobre el terreno, repartidos por toda nuestra geografía. Son innumerables los puentes, uno de los más significativos el de Alcántara, las calzadas, que recorrían la Península y son la base de bastantes carreteras actuales; numerosas ciudades conservan de época romana no sólo el nombre, sino también restos de murallas, acueductos, templos, termas,  y otras construcciones.

Actividades económicas

En un primer momento Hispania constituía una cantera para Roma tanto de metales, productos agrícolas y esclavos; con el establecimiento definitivo en la Península la explotación de los recursos se diversificó.Hispania destacaba, en el ámbito de la agricultura, por el cultivo del trigo, la vid y el olivo; y en el de la ganadería por la cabaña ovina. Cultivos que se localizaban sobre todo en las regiones más tempranamente incorporadas a Roma como la Bética, donde prosperaron grandes propiedades territoriales, las villas, trabajadas por mano de obra esclava.La actividad pesquera también era importante sobre todo por la industria de los salazones de la costa andaluza.Roma fomentó la explotación minera con obra de mano esclava, los principales extracciones, oro (Sierra Morena y el NO), plata (Cartagena), cobre (Riotinto), plomo (Cantabria), estaño (Galicia y N. De Portugal), cinabrio (Almadén). En todos los casos, la utilización masiva de mano de obra esclava aseguró la extracción de grandes cantidades de mineral.En la producción artesanal, en pequeños talleres, cerámicas, orfebrería, vidrio y mosaicos.Los esclavos eran los habitantes de las zonas indígenas que, tras haber sido ocupadas por los romanos, se habían sublevado contra ellos. Los altos funcionarios los vendían a los mercaderes y éstos los enviaban a los mercados de esclavos.La economía de Hispania se vio inmersa en un mercado que abarcaba todo el ámbito mediterráneo.

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