España en el Siglo XVIII: Características del Antiguo Régimen y la Dinastía Borbónica

1. Características Políticas, Económicas y Sociales del Antiguo Régimen

Al iniciarse el siglo XVIII, en España pervivía una sociedad estamental, dividida en privilegiados y no privilegiados, un sistema económico de base eminentemente rural y un régimen político de monarquía que tendía al absolutismo. Este conjunto de características define el Antiguo Régimen.

La característica política más importante de este periodo es la aceptación general del poder absoluto del jefe del Estado. Dos teorías políticas principales apoyaban ese poder absoluto:

  • Por un lado, el absolutismo se fundaba en la doctrina cristiana del origen divino de la autoridad real.
  • Por otro lado, teóricos como el británico Hobbes sostenían que era necesario un pacto entre las personas para garantizar el orden, cediendo poder a un soberano absoluto.

El absolutismo en España fue consolidado por la dinastía de los Borbones.

Estructura Social

En lo social, la sociedad estamental se dividía fundamentalmente en dos grandes grupos:

  • Los privilegiados: Formado por la nobleza y el clero. Gozaban de exenciones fiscales y leyes particulares.
  • Los no privilegiados: Compuesto por el resto de la población (campesinos, artesanos, comerciantes, banqueros, etc.), conocido como el Tercer Estado. Soportaban la carga fiscal y no tenían acceso a los altos cargos.

El poder económico y político del país estaba mayoritariamente en manos de la nobleza y el clero, pues poseían la mayor parte de las tierras y ejercían señorío sobre ellas.

El clero mantenía una influencia social y cultural tremenda. Las capas más bajas de la sociedad, principalmente campesinos y artesanos, constituían el grueso de la población y vivían en condiciones precarias.

Economía

La economía del Antiguo Régimen se basaba fundamentalmente en la agricultura, con técnicas tradicionales y bajos rendimientos, sujeta a las crisis de subsistencia.

2. La Instauración de los Borbones en España

En 1700, el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, murió sin descendencia directa. Los principales candidatos a ocupar el trono eran Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV de Francia, de la casa de Borbón) y el archiduque Carlos de Habsburgo (de la rama austriaca de los Habsburgo).

El testamento de Carlos II designaba como sucesor al candidato Borbón, que fue proclamado rey en 1700 con el nombre de Felipe V.

El acceso al trono de Felipe V fortalecía la influencia de los Borbones en Europa, rompiendo el equilibrio de poder. Rápidamente, Inglaterra, Holanda y Portugal, contrarias a tal situación, dieron su apoyo al candidato austriaco y entraron en guerra contra Francia y España. Este conflicto se conoce como la Guerra de Sucesión Española (1701-1714).

La guerra tuvo un carácter tanto internacional como civil:

  • A nivel internacional: Se enfrentaron el bando borbónico (Francia y España) y la Gran Alianza de La Haya (Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra, Holanda, Portugal, Saboya).
  • A nivel nacional: Castilla se mostró mayoritariamente fiel a Felipe V, mientras que la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca) respaldó mayoritariamente al candidato austriaco, temiendo las tendencias centralizadoras de los Borbones.

En 1704, una flota anglo-holandesa tomó Gibraltar y en 1705 el archiduque Carlos desembarcó en Barcelona y se hizo con el dominio de gran parte de la Corona de Aragón.

La guerra concluyó con los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714). Sus principales acuerdos fueron:

  • Reconocimiento de Felipe V como rey de España y de las Indias, pero renunciando a sus derechos al trono francés.
  • Desmembración de la Monarquía Hispánica con la pérdida de sus dominios europeos extrapeninsulares: Países Bajos españoles, Milán, Nápoles y Cerdeña pasaron a Austria; Sicilia pasó a Saboya.
  • Cesión de Gibraltar y Menorca a Gran Bretaña.
  • Concesión a Gran Bretaña de ventajas comerciales en América, como el derecho de Asiento de negros (monopolio del comercio de esclavos) y el Navío de permiso (autorización para enviar un barco anual a las colonias españolas).

La Paz de Utrecht marcó el fin de la hegemonía ejercida por Francia en Europa durante el siglo XVII y el inicio del equilibrio de poder, con Gran Bretaña como principal potencia emergente.

3. La Política Centralizadora de los Borbones

La confirmación en el trono de España de Felipe V consolidó la monarquía absoluta y centralista, siguiendo el modelo francés. El primer objetivo del nuevo rey fue reducir la complejidad de reinos, leyes e instituciones a una sola entidad administrativa, a la manera de Castilla. Esto se plasmó en los Decretos de Nueva Planta.

Estos decretos implicaron una profunda reforma del gobierno y de la administración de los territorios de la Corona de Aragón, que habían apoyado al archiduque Carlos. La Nueva Planta abolió las Cortes, fueros (leyes propias) e instituciones particulares de los diferentes reinos de la Corona de Aragón (Valencia y Aragón en 1707, Mallorca en 1715 y Cataluña en 1716), integrándolos en las leyes e instituciones de Castilla.

Los Decretos de Nueva Planta, impuestos como represalia por Felipe V, supusieron la puesta en práctica del principio de uniformidad política y jurídica en gran parte del territorio. El territorio quedó uniformizado según el modelo de Castilla, aunque se mantuvieron los fueros de Navarra y las provincias vascas por su apoyo a Felipe V durante la guerra.

Solo quedó el Consejo de Castilla como órgano superior de gobierno para todos los territorios, asumiendo las funciones de los antiguos consejos de la Corona de Aragón.

Administración del Estado

La administración del Estado español bajo los Borbones se estructuró en varios niveles:

  • Gobierno central: Aunque los Consejos perdieron poder (excepto el de Castilla), ganaron importancia los Secretarios de Despacho (antecedentes de los ministerios), cargo creado por Felipe V. Eran elegidos directamente por el rey y cada uno se ocupaba de un aspecto específico del Gobierno (Estado, Guerra, Marina e Indias, Hacienda, Gracia y Justicia).
  • Administración territorial: Se dividió el territorio en provincias, al frente de las cuales se situó un Capitán General con funciones militares y gubernativas. Se implantó la figura del Intendente, de origen francés, encargado de cuestiones económicas y fiscales.
  • Administración local: Se extendió el modelo castellano del Corregidor, nombrado por el rey, en las principales ciudades.

Reformas Militares

En cuanto a la organización del ejército, se suprimieron los tradicionales tercios y fueron sustituidos por una nueva unidad de combate, el regimiento. El objetivo era la creación de un ejército permanente y profesionalizado mediante un triple sistema de reclutamiento:

  • Voluntarios: Tanto nacionales como extranjeros (especialmente suizos e irlandeses).
  • Levas obligatorias: Reclutamiento forzoso de vagos y maleantes.
  • La quinta o quintas: Sorteo de un número determinado de varones jóvenes «quinto») en cada pueblo, que debían servir en el ejército durante varios años.

4. La Política Exterior

El reinado de los Borbones se inició con una importante pérdida de poder e influencia de la Corona española en el contexto internacional, como consecuencia de la Guerra de Sucesión y la Paz de Utrecht.

Reinado de Felipe V (1700-1746)

En el largo reinado de Felipe V, la política exterior se puede diferenciar en varias etapas:

  • Etapa inicial o francesa (hasta 1714): Marcada por la influencia francesa durante la Guerra de Sucesión.
  • La etapa italiana (1714-1725): Tras el matrimonio de Felipe V con su segunda esposa, Isabel de Farnesio, la política exterior se orientó hacia el revisionismo de Utrecht. El objetivo principal fue la recuperación de los territorios italianos perdidos (Nápoles, Sicilia, ducados de Parma y Toscana) para situar en ellos a los hijos de Isabel (el futuro Carlos III de España y Felipe de Parma). Esto llevó a enfrentamientos con la Cuádruple Alianza (Gran Bretaña, Francia, Holanda, Austria).
  • La etapa española o de los Pactos de Familia (1725-1746): Se caracterizó por una política de alianza con Francia a través de los Pactos de Familia, buscando contrarrestar el poderío británico. Se consiguió instalar al infante Carlos como rey de Nápoles y Sicilia, y al infante Felipe como duque de Parma.

Reinado de Carlos III (1759-1788)

Con la llegada al trono de Carlos III, España continuó su alianza con Francia (Tercer Pacto de Familia) y se vio envuelta en los conflictos internacionales de la época.

El primer problema que tuvo que abordar Carlos III fue la participación en la fase final de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Gran Bretaña. La guerra terminó con la Paz de París (1763), desfavorable para España, que tuvo que ceder Florida a Gran Bretaña, aunque recibió Luisiana de Francia.

Posteriormente, España, manteniendo la alianza francesa, apoyó a los colonos norteamericanos en la Guerra de la Independencia de EE.UU. (1775-1783) contra Gran Bretaña. El Tratado de Versalles (1783) puso fin a la guerra y permitió a España recuperar Menorca y Florida, aunque no Gibraltar.

El Despotismo Ilustrado y el Motín de Esquilache

El reinado de Carlos III significó para España la aplicación de los principios del Despotismo Ilustrado «Todo para el pueblo, pero sin el puebl»), con un amplio programa de reformas económicas, sociales y culturales.

Una de las primeras medidas fue la reforma de la Hacienda y la liberalización del comercio. En 1765, se decretó la libertad del precio del trigo con el propósito de incrementar la competencia y la producción. Sin embargo, la medida coincidió con una mala cosecha, lo que provocó especulación, un drástico aumento de precios y escasez.

El descontento popular, sumado al malestar por otras medidas reformistas (como la prohibición de capas largas y sombreros de ala ancha) impulsadas por el ministro italiano Esquilache, dio lugar al Motín de Esquilache en Madrid en 1766. Este motín fue una revuelta popular compleja, motivada principalmente por la carestía de alimentos, pero también utilizada por sectores privilegiados contrarios a las reformas.

Tras el motín, Esquilache fue destituido y Carlos III, aunque continuó con su política reformista, dio un giro más conservador a su orientación política, confiando el gobierno a ministros españoles (como Aranda, Floridablanca y Campomanes) que buscaron evitar cambios radicales y mantener la paz social.

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