España en la Restauración: Política y Oposición (1875-1902)

La Restauración Borbónica en España: Evolución Política y Oposición (1875-1902)

3. Evolución Política del Sistema Canovista

Evolución Política durante el Reinado de Alfonso XII (1875-1885)

El objetivo principal de la Restauración fue la pacificación del país, poniendo fin a la Tercera Guerra Carlista en 1876 con la toma de Estella y la capitulación de las últimas tropas carlistas. La supresión de los fueros vascos, sin embargo, aumentó el nacionalismo. También se puso fin a la Guerra de Cuba en 1878 con la intervención de Martínez Campos y la firma de la Paz de Zanjón.

El partido de Cánovas ejerció el poder hasta 1881, consolidando el régimen. La Ley Electoral de 1878 impuso el sufragio censitario restringido y reguló las libertades de reunión y asociación en un sentido limitado. La Ley de Imprenta de 1879 consideró delito cualquier crítica a la monarquía o al sistema. También se reforzó el centralismo.

Entre 1881 y 1884, varios gobiernos liberales ampliaron las libertades, se reformó la hacienda y se inició la redacción del Código Civil. En 1884, Alfonso XII volvió a llamar al gobierno a Cánovas, quien incrementó la represión gubernamental.

Evolución Política durante la Regencia de María Cristina (1885-1902)

Tras la muerte del rey, se hizo cargo de la Regencia su esposa, María Cristina de Habsburgo, embarazada del futuro Alfonso XIII. La necesidad de garantizar la estabilidad del régimen llevó a Cánovas y Sagasta al acuerdo del Pacto del Pardo (1885) y al compromiso de sostener la regencia, respetar la Constitución y facilitar el relevo en el gobierno. Fruto de ello fue el gobierno largo de Sagasta (1886-1890), que supuso la aplicación del programa liberal y su consolidación como partido mediante una serie de leyes:

  • Ley de Asociaciones (1887)
  • Ley del Jurado (1888)
  • Código Civil (1889)
  • Ley Electoral de 1890 (que estableció el sufragio universal masculino)

Desde entonces, se estableció un régimen liberal más amplio que consolidó el turnismo.

Cánovas volvió al gobierno en 1890, aplicando la ley del sufragio universal e iniciando una política económica proteccionista con la imposición del arancel de 1891. En 1892, los liberales regresaron al poder y se alternaron con los conservadores en gobiernos cortos, donde la cuestión colonial de Cuba y el Desastre del 98 dominaron la vida política española. El 17 de mayo de 1902, con 16 años, Alfonso XIII fue proclamado mayor de edad.

La Oposición al Régimen de la Restauración

El funcionamiento del sistema canovista fue también consecuencia de la debilidad de la oposición, formada por partidos antidinásticos como carlistas y republicanos, y otros que surgieron en esta etapa: los nacionalistas y los movimientos y partidos obreros.

1. Carlistas

La derrota militar en la guerra de 1876 supuso una crisis interna de la que surgieron varias opciones. Lo más característico de esta primera etapa fue el retraimiento electoral y el carácter regional y minoritario del carlismo. Regional, porque su influencia quedó limitada a Navarra y las Provincias Vascongadas; y minoritario, porque el tratamiento de la cuestión religiosa en la Constitución de 1876 satisfizo al Vaticano. A partir de 1888 y 1890, se produjo una división interna entre dos posturas:

  • Integristas: No participaron en la vida política, rechazaron la Restauración y, defensores de la intransigencia católica, pasaron a la clandestinidad, como Cándido Nocedal.
  • Tradicionalistas: En torno al General Cabrera, habían reconocido a Alfonso XIII como rey y se fueron integrando en el sistema, llegando a colaborar con el Partido Conservador de Cánovas. Otros se integrarían, tras la aprobación del sufragio universal (1890), en el Partido Nacionalista. Los tradicionalistas o neocatólicos se organizaron en torno al nuevo partido de la Unión Católica, dirigido por Alejandro Pidal, que terminó integrándose en el Partido Conservador.

2. Republicanos

Antes de 1868, habían permanecido en la clandestinidad o en el Partido Demócrata. Desde la Revolución de 1868, se constituyeron en partidos políticos, pero el fracaso de la Primera República durante la Restauración llevó a la división y tardaron muchos años en volver a convertirse en una alternativa política. La división dio como resultado los posibilistas de Castelar, el Partido Progresista de Ruiz Zorrilla, el centralista de Salmerón y los federales de Pi i Margall. Su diferencia se centraba en la organización y el método para llegar al poder. El republicanismo de Pi i Margall se transformó en los movimientos nacionalistas de Cataluña, País Vasco y Galicia. Hubo un intento de unificación por parte de Castelar en el partido de Unión Republicana, aunque el republicanismo no supuso un serio peligro para la monarquía alfonsina hasta las primeras décadas del siglo XX.

3. Movimientos Obreros

Durante los primeros años de la Restauración, con Cánovas, se practicó una política de represión frente a las organizaciones obreras, que eran ilegales, lo que provocó su paso a la clandestinidad y su radicalización revolucionaria. Los liberales de Sagasta legalizaron las asociaciones obreras al llegar al gobierno, lo que posibilitó su transformación en partidos y sindicatos.

  • Anarquistas: Obreros catalanes y campesinos andaluces se unieron en 1881 en la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) para defender por medios legales al proletariado y sus ideas anarcosindicalistas. Los anarquistas partidarios de la violencia se integraron en la organización terrorista Mano Negra. La FTRE se disolvió en los años 90, uniéndose esporádicamente para huelgas o manifestaciones. Las leyes represivas de 1894 y 1896 contra el terrorismo terminaron con los grupos anarquistas, aunque no impidieron el asesinato de Cánovas en 1897.
  • Socialistas: Bajo la dirección de Pablo Iglesias, se fundó en Madrid en 1879 el PSOE, cuyas ideas se divulgaron a través del periódico El Socialista. En 1888, nació el sindicato socialista UGT, y ambos fueron ganando adeptos en las grandes ciudades y en los focos industriales de Madrid, Asturias, País Vasco y Cataluña.

4. Nacionalismos y Regionalismos

A finales del siglo XIX, comenzaron a adquirir importancia los nacionalismos periféricos de Cataluña, País Vasco, Galicia o Valencia. Fueron movimientos heterogéneos cuyo nexo de unión era la defensa de su cultura específica y el rechazo del sistema centralista de la Restauración.

  • Catalanismo: Desde el movimiento intelectual de la Renaixença y el federalismo durante el Sexenio Democrático, que reivindicaba una Cataluña integrada en el conjunto de los Estados federados. Durante la Restauración, fue un movimiento minoritario apoyado por amplios sectores de la burguesía catalana. Destacó el Centre Català (1882) de Valentí Almirall, que pedía mayor autonomía y una política proteccionista. Debido a su debilidad, surgieron dos tendencias (conservadora y universitaria), y en 1891 volvieron a fusionarse en la Unió Catalanista, en torno a la burguesía nacionalista conservadora y católica. Sus ideas fueron recogidas en las Bases de Manresa (1892), que planteaban la solución federal de autogobierno, pero no la separación. Tendría mayor importancia después de 1898 con la fundación de la Lliga Regionalista (1901) por Prat de la Riba y Cambó.
  • Nacionalismo Vasco: Más tardío en su nacimiento que el catalán, evolucionó más rápidamente mediante la figura de Sabino Arana. A partir de 1888, creó un pensamiento de base tradicionalista y carlista, con nuevos planteamientos: la defensa de la «raza vasca» frente a los inmigrantes o maketos, la reivindicación de los Fueros y la independencia para Euskalerria. Sería el embrión del futuro Partido Nacionalista Vasco (PNV), fundado en 1895.
  • Otros Regionalismos: Los regionalismos gallego, andaluz o valenciano fueron más tardíos y débiles, desarrollándose a finales del siglo XIX y principios del XX.
    • Gallego: Fue una reacción ante su atraso y marginación, demandando descentralización administrativa y el uso del gallego.
    • Andaluz: Tuvo su punto de partida en el movimiento Cantonal de 1873 y fue promovido por Blas Infante.
    • Valenciano: Parte del renacimiento cultural y se caracterizó por su rechazo al centralismo y al nacionalismo catalán.

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