Guerra larga de Cuba

EL TRATADO DE PAZ ENTRE ESPAÑA Y Estados Unidos (1898)


Identificación
El texto que comentamos son artículos de la Paz de París de 1898, el tratado de paz entre España y Estados Unidos, que puso fin a la guerra por la posesión de los restos del Imperio español en el Caribe y en el Pacífico. Es una fuente primaria de carácter jurídico. Fue redactado y firmado por las delegaciones de ambos Estados el 10 de Diciembre de 1898; y ratificado y firmado finalmente, por parte española, por Mª Cristina de Habsburgo (como regente y madre del heredero Alfonso XIII, de trece años de edad en ese momento) el 19 de Marzo de 1899. A nivel internacional, lo que se conocerá como el Desastre del 98 coincide con el auge del imperialismo europeo y con el creciente expansionismo de Estados Unidos, convertido ya en gran potencia económica y militar.
Resumen
Con este tratado, España reconoce su derrota: renuncia a la soberanía sobre Cuba (que será ocupada temporalmente por Estados Unidos) y cede a este país las islas de Puerto Rico, Guam, Filipinas y otras (arts. 1, 2 y 3). En el art. 6 se establece la liberación de los prisioneros de guerra y los presos políticos en poder de ambos Estados y de los insurrectos.
Tema
Tras la independencia de la mayor parte del Imperio a inicios del Siglo XIX (entre 1808 y 1824), sólo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico, y el archipiélago de las Filipinas en el sudeste asíático (además de otras islas en el Pacífico) continuaron formando parte del Imperio español.
Cuba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de exportación, esencialmente basada en el azúcar de caña y el tabaco, en la que trabajaba mano de obra negra esclava. Eran unas colonias que alcanzaron un importante desarrollo y que eran muy lucrativas para la metrópoli. Cuba se convirtió en la primera productora de azúcar del mundo. Las duras leyes arancelarias impuestas por el gobierno de Madrid convirtieron estos territorios en un «mercado cautivo» de los textiles catalanes o las harinas castellanas. Esta situación perjudicaba claramente a las islas antillanas, que podían encontrar productos mejores y más baratos en los vecinos Estados Unidos.
En las islas Filipinas era diferente (ni siquiera se había logrado la difusión de la lengua): aquí la población española era escasa y muy pocos capitales invertidos; el dominio español se sustentaba en una pequeña presencia militar y, sobre todo, en el poder de las órdenes religiosas.
El problema colonial de Cuba había constituido una de las mayores preocupaciones desde el inicio de la Restauración. La paz de Zanjón de 1878 puso fin a la Guerra de los Diez Años, pero solo aplazó el problema. El tratado prometía unas nuevas condiciones políticas y administrativas, el fin de la esclavitud y una amnistía; sin embargo, estas promesas no acababan de cumplirse. Los círculos independentistas cubanos lograron el apoyo cada vez mayor de ciertos sociales cubanos y de Estados Unidos, que tenía fuertes intereses económicos en la isla y la consideraba, además, un lugar estratégico para controlar el Caribe y el estrecho de Panamá.
Una nueva y última guerra de Cuba estalló en 1895, con el llamado grito de Baire. La sublevación había sido planificada por el Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí. España envió un ejército al mando de los generales Martínez Campos, primero, y Valeriano Weyler, después. En 1897 se inició una estrategia de conciliación: se decretó la autonomía de Cuba, sufragio universal y otros derechos; sin embargo, ya era demasiado tarde y Cuba continuó con la guerra. En 1896 se produjo otra revolución paralela a la cubana en las islas Filipinas.

La clase dirigente española sabía que la guerra acabaría en derrota. Pero la prensa creó un clima de euforia, de manera que la guerra tuvo una gran aceptación popular (en un primer momento, pues con el paso del tiempo fue todo lo contrario: el 25 por 100 de los reclutas consiguió eximirse del
servicio militar comprando la exención o convirtiéndose en prófugo). Entre 1895 y 1898 fueron enviados a Cuba 220 000 soldados. Pero el ejército español no estaba preparado para una guerra de guerrillas, y el clima, el gran apoyo popular y su mejor adaptación al terreno favorecían a los insurrectos. Muy pronto el campo estuvo en manos de los rebeldes y sólo las ciudades se mantuvieron en manos de los españoles. La aún inexplicada explosión en el navío norteamericano Maine en el puerto de La Habana, que causó 254 víctimas, sirvió de excusa para la intervención de Estados Unidos; el presidente McKinley, alentado por una prensa amarilla y una opinión pública cada vez más belicistas, declaró la guerra a España el 25 de Abril de 1898. El conflicto fue un paseo militar para Estados Unidos; la guerra fue muy breve y se decidíó en el mar, con las derrotas estrepitosas de Cavite (Filipinas) y Santiago de Cuba.
La Paz de París puso fin, como ya se ha dicho, a la guerra con Estados Unidos, con la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas (a cambio de una compensación de 20 millones de dólares). Al año siguiente, por el Tratado Hispano-alemán, el Gobierno español vendía al Imperio alemán sus últimas islas del Pacífico: las Carolinas, las Marianas (excepto Guam) y las Palaos, a cambio de 25 millones de dólares.
Valoración
Las repercusiones de lo que conocemos como el Desastre del 98 fueron:
„X Pérdidas humanas.- Varias decenas de miles, más por enfermedades infecciosas que por fallecimiento en combate.
„X Económicas.- Fueron escasas. La pérdida de los mercados coloniales se vio compensada por la repatriación de los capitales. Además, se emprendieron reformas que sanearon la Hacienda pública. Lo más destacable es el reforzamiento del proteccionismo económico que se había iniciado en 1891, para defender el mercado interior.
„X Políticas.- No fueron, en principio, relevantes:
o Aunque se criticó el sistema de la Restauración, que se había mostrado ineficaz en esta crisis, no se cuestiónó la Monarquía ni hubo cambio de gobierno.
o El colonialismo ultramarino fue sustituido por el africanismo (la expansión en el norte de Marruecos).
o La humillación sufrida por el ejército propició el resentimiento de los militares hacia los políticos, a quienes culpaban de la derrota (resurgirá el intervencionismo militar en la política: Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923).
„X Ideológicas.- Tras las pérdidas humanas, las más importantes. El Desastre conmociónó profundamente a la sociedad española, abriendo un gran debate sobre los defectos que padecía España y las medidas que había que adoptar para remediarlos:
o Marcó la obra crítica de los diversos autores que componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu…).
o Generó propuestas de reforma y modernización política como el Regeneracionismo de Joaquín Costa. El pensamiento de Costa se basó en una crítica radical al sistema caciquil que había impedido la implantación de un verdadero liberalismo basada en las clases medias y la modernización económica y social del país.
o Impulsó los nacionalismos periféricos, ante una evidente crisis de «la idea de España».

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