Hispania: Campo de Batalla entre Cartago y Roma
La península ibérica, con su riqueza y una población fragmentada ante la amenaza externa, se convirtió en un objetivo codiciado por las potencias de la época. La Primera Guerra Púnica, el primer gran conflicto entre Cartago y Roma, marcó el inicio de esta disputa. Como consecuencia de esta guerra, la potencia africana perdió Sicilia y Cerdeña.
La Política Expansiva de la Familia Barquida
Para prepararse ante un nuevo enfrentamiento, Cartago implementó la política expansiva de la familia Barquida (Amílcar, Asdrúbal y Aníbal), con el objetivo de transformar las antiguas colonias en un vasto imperio.
- Amílcar Barca: Desembarcó en Gadir y sometió a los reinos turdetanos en el valle del Guadalquivir, logrando el control de Sierra Morena y parte del sureste peninsular.
- Asdrúbal el Bello: Fundó Carthago Nova y estableció el Tratado del Ebro con Roma, fijando una frontera en dicho río. Sagunto, situada al sur del Ebro, había forjado una alianza con Roma para su defensa.
- Aníbal Barca: Con la ambición de conquistar la zona asignada, puso sitio a Sagunto. La ciudad solicitó ayuda a sus aliados romanos, desencadenando la Segunda Guerra Púnica en el 218 a.C.
La Segunda Guerra Púnica (218 a.C.)
Roma declaró la guerra a Cartago. Aníbal dejó a su hermano Asdrúbal al mando de las tropas en la península y condujo su ejército a través de los Pirineos y los Alpes, atacando Roma por el norte y llegando hasta sus puertas.
Roma confió el mando a Cornelio Escipión, quien logró derrotar al ejército cartaginés y expulsarlos de Hispania.
Los Romanos en Hispania
El acuerdo de colaboración entre Sagunto y Roma, por el cual la potencia itálica se comprometía a defenderla, se vio puesto a prueba. En el 226 a.C., se estableció la línea fronteriza en el delta del Ebro. Al quedar Sagunto en territorio cartaginés, fue invadida por Cartago. La caída de la colonia en manos de Aníbal fue un acontecimiento trascendental que alteró el equilibrio de poder.
Tras este suceso, Cartago inició su marcha hacia Italia. Roma respondió de inmediato, poniendo en marcha su maquinaria bélica. En el 218 a.C., las legiones romanas desembarcaron en el puerto de Ampurias, dando inicio a la Segunda Guerra Púnica.
Las operaciones en la península fueron dirigidas por Publio Cornelio Escipión. Cartagena fue conquistada en el 209 a.C. y Cádiz poco después. La guerra concluyó en el 201 a.C. con el aniquilamiento de Cartago, dejando a Roma como la única potencia hegemónica en la cuenca occidental del Mediterráneo.
La Conquista de la Península: 200 Años de Guerra
La conquista romana de la península ibérica se extendió desde el siglo III a.C. hasta el siglo I a.C., y se puede dividir en tres etapas:
1ª Etapa: Conquista del Este y Sur Peninsular (218-197 a.C.)
El inicio de esta etapa se enmarcó en la Segunda Guerra Púnica. Los cartagineses, con importantes asentamientos en el levante peninsular, atacaron Roma a través del sur de Francia y los Alpes. Roma contraatacó invadiendo las posesiones cartaginesas en Hispania a finales del siglo III. La victoria romana en la batalla de Carthago puso fin a la presencia cartaginesa en Hispania y consolidó el dominio romano sobre el este y sur peninsular.
En el 195 a.C., Catón fue enviado a la península para sofocar las últimas resistencias en Cataluña y el valle del Guadalquivir.
Etapa Intermedia (195-151 a.C.)
Tras la conquista del valle del Jalón y el valle medio del Ebro, Roma se enfrentó a la resistencia de los pueblos lusitanos.
2ª Etapa: Conquista del Centro y Oeste Peninsular (151-39 a.C.)
Los pueblos del interior, como los celtas, practicaron actos de bandidaje contra las poblaciones ya ocupadas por Roma en el este y sur peninsular. Roma respondió con campañas militares y, tras guerras de resistencia, la mayor parte de Hispania pasó a su control. La resistencia de las tribus de la meseta, que duró diez años, culminó con la incorporación de casi toda la península ibérica al dominio romano, a excepción de la franja cantábrica (Astures y Cántabros), que permanecieron al margen debido a su orografía.
Organización Administrativa del Territorio
Augusto emprendió una completa reorganización del Imperio Romano y sus territorios. El periodo de conquista (218-19 a.C.) se desarrolló durante la época republicana y concluyó bajo el primer emperador, Augusto. Durante la conquista y la romanización, el ejército desempeñó un papel fundamental.
1ª División (197 a.C.)
Tras la Segunda Guerra Púnica, Roma sintió la necesidad de organizar el territorio de las Hispanias, manteniendo las zonas estratégicas de guerra. Dividió la zona más cercana a Roma en la Hispania Citerior, con capital en Carthago, y la más alejada en la Hispania Ulterior, con capital en Corduba, separadas por el río Almanzora. Ambas divisiones crecieron hacia el interior a medida que avanzaba la conquista.
2ª División de Augusto (27 a.C.)
Una vez finalizada la conquista de la mayor parte de la península, Augusto procedió a una reorganización territorial. Las provincias se dividieron en tres: Tarraconense, Lusitania y Baetica. Augusto clasificó las provincias del Imperio en senatoriales e imperiales:
- Tarraconense (Imperial): Comprendía el norte, este y centro de la península, con capital en Tarraco.
- Baetica (Senatorial): Situada en el sur, fue uno de los territorios más romanizados, con capital en Corduba.
- Lusitania (Imperial): Abarcaba el área suboccidental de la península, con Emerita Augusta (Mérida) como centro administrativo.
3ª División (Siglo III d.C.)
El emperador Caracalla subdividió la Tarraconense en dos: la Tarraconense (desde el sur del Ebro hasta la Baetica) y la Gallaecia (en el noroeste de la península, con capital en Bracara Augusta).
4ª División (Diocleciano y Teodosio)
Diocleciano dividió la Tarraconense en Tarraconense y Carthaginense. Además, se creó la provincia de Mauretania Tingitana. En el 386 d.C., Teodosio otorgó el estatus de provincia a las Islas Baleares.
Economía en la Hispania Romana
La economía se basaba en la utilización de esclavos como fuerza de trabajo. Hispania se convirtió en una importante productora de materias primas. La descentralización económica propició el desarrollo de numerosos talleres artesanales.
En agricultura, las costas, los valles fluviales y las zonas montañosas del sur ofrecían tierras fértiles. La base agrícola se centraba en la tríada mediterránea: trigo, vid y olivo. Los campesinos podían autoabastecerse y enviar grandes cantidades de trigo a Roma y a los establecimientos militares.
A partir del siglo I, se crearon grandes latifundios conocidos como villas romanas, que constaban de una zona residencial lujosa para el propietario y su familia, y una zona humilde para los esclavos y trabajadores, rodeadas de tierras de cultivo.
La lana y los productos derivados de la cría de ovejas, así como la ganadería porcina, constituían una fuente importante de riqueza. En otras regiones destacaba la ganadería vacuna y caprina.
Roma organizó la explotación de yacimientos minerales a una escala sin precedentes.
Grupos Sociales en la Hispania Romana
La sociedad hispana se estructuraba según la situación jurídica, existiendo una marcada desigualdad. A lo largo de los siglos imperiales, la línea entre esclavos y libres se fue difuminando, pero la brecha entre ricos y pobres se amplió considerablemente.
Los grupos más desfavorecidos (esclavos, libertos) conformaban los llamados humiliores, mientras que los más ricos, los honestiores, ostentaban el poder económico y político.
- Primeras grandes familias senatoriales: Poseían extensas propiedades en todas las provincias y ejercían su influencia directamente en la capital. Muchas de estas familias provenían de la Baetica y la Tarraconense, las provincias más romanizadas.
- Los caballeros: Constituyeron un estamento activo e influyente durante la época de los emperadores.
- Pueblos indígenas: Las diversas organizaciones sociales indígenas anteriores a la conquista fueron desapareciendo ante la presión romana.
- Minoría de colonos romanos e itálicos: Gozaban de derechos políticos y sociales.
- Indígenas libres: Se encontraban en la base de la sociedad, por debajo de los grupos anteriores.
- Libertos y esclavos: Ocupaban los estratos más bajos de la pirámide social.
Cultura de Roma en Hispania: Latinización y Cristianización
Además de los numerosos restos materiales, la cultura romana aportó elementos inmateriales de gran valor para la cultura occidental. El latín se consolidó como la lengua vehicular, extendiéndose por la sociedad hispánica a partir del siglo III.
En el siglo I, Hispania realizó importantes aportaciones a la literatura clásica a través de autores como Séneca, Quintiliano y Columela.
Los romanos respetaron las creencias religiosas locales siempre que no contravinieran sus intereses. A partir del siglo I, llegaron cultos religiosos del Mediterráneo oriental, como el cristianismo. La negativa de los cristianos a rendir culto al emperador los convirtió en enemigos de Roma y en mártires.
En el siglo IV (380 d.C.), el cristianismo dejó de ser perseguido. Los emperadores Constantino y Teodosio lo convirtieron en la religión oficial del Estado romano, otorgándole privilegios y prohibiendo la práctica pública o privada de otros cultos. El cristianismo se consolidó como el principal vehículo de latinización de la sociedad hispánica. Dentro del cristianismo surgieron diversas sectas con doctrinas contrarias a la Iglesia oficial romana.
Crisis y Fin del Imperio Romano en la Península Ibérica
La Crisis del Siglo III y las Invasiones Bárbaras
La crisis del siglo III y las invasiones germánicas precipitaron el fin del Imperio Romano. Las ciudades se despoblaron y amurallaron, la moneda escaseó, el comercio colapsó y proliferaron las revueltas sociales. Junto con las invasiones de los pueblos bárbaros, esto provocó una pérdida de los valores y creencias de la dominación romana.
El descenso demográfico afectó a la producción artesanal, el comercio y el declive de las ciudades. La división social se acentuó debido a las diferencias en el nivel adquisitivo. A partir del siglo III, el Imperio romano comenzó a decaer. La propiedad de la tierra se concentró en manos de grandes terratenientes que vivían en sus villas, generando una gran inseguridad. Las autoridades, incapaces de mantener el orden con sus ejércitos, recurrieron a mercenarios bárbaros.
A partir del siglo V d.C., la mitad occidental del Imperio, incluida la Península Ibérica, quedó bajo el control de estos pueblos bárbaros. En el 409 d.C., bandas de suevos, alanos y vándalos entraron en la península, instalándose en el oeste y sur, y consolidando su poder. Estos pueblos solo serían expulsados por un pueblo más fuerte y organizado: los Visigodos.
En el 416 d.C., los Visigodos, un pueblo germánico, se instalaron en el sur de las Galias por acuerdo con los emperadores romanos, con el objetivo de expulsar a los invasores germánicos de la península. Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, los visigodos se consideraron sus herederos.
Causas Económicas y Sociales de la Crisis del Imperio en Hispania:
- El sistema esclavista entró en crisis al disminuir las guerras de conquista, lo que obligó a contratar trabajadores libres, aumentando los costes y convirtiéndolos eventualmente en siervos.
- La crisis de producción se debió al aumento de los precios de los productos manufacturados, a su vez causado por el incremento de los costes de extracción de materias primas.
- El comercio entró en crisis al debilitarse el control de las rutas comerciales, volviéndose inseguras.
- El aumento de los impuestos estatales provocó que muchos terratenientes abandonaran las ciudades y se refugiaran en sus fincas para evadir la presión fiscal.
- La pérdida de valor de la moneda, con un aumento de monedas de menor calidad en circulación, elevó el valor de las cosas.
- Esta crisis favoreció el desarrollo de una economía rural y de autoabastecimiento, implicando la decadencia de las ciudades, muchas de las cuales se amurallaron en este periodo.
Causas Políticas y Militares:
- Inestabilidad gubernamental, con numerosos emperadores depuestos o asesinados, generando desconfianza en los gobernantes. Los ejércitos imperiales se debilitaron por la disminución de los impuestos destinados a su equipamiento.
- Las intrigas internas y la debilidad del ejército desprotegieron las fronteras, permitiendo la penetración de pueblos bárbaros en Hispania.
Los Visigodos
El poder de los reyes visigodos se basaba en el éxito militar, y los nobles más distinguidos elegían al sucesor entre sus iguales. Más de la mitad de los 35 monarcas visigodos fueron asesinados o destronados. La muerte de cada rey desencadenaba luchas entre facciones rivales.
Una disputa sucesoria fue la causa de la caída de la monarquía visigoda a principios del siglo VIII. En el 710, Rodrigo fue coronado rey de los visigodos con una importante oposición de la nobleza, lo que generó una grave inestabilidad política. A esto se sumó el desgaste de la sociedad y una profunda crisis económica, factores que facilitaron la entrada de los musulmanes en el reino de Toledo. En cuatro años, el reino visigodo se derrumbó y los musulmanes se apoderaron de la península, que pasó a llamarse Al-Ándalus, trayendo consigo una nueva fe (el Islam) y una nueva cultura.
La Llegada de los Musulmanes
Don Rodrigo entró en guerra con el hijo de Witiza, Águila II. Estalló una lucha por el trono que desembocó en el «auxilio de los musulmanes». Lo que nadie esperaba es que los musulmanes tuvieran planeado quedarse. El Islam apareció en el Mediterráneo, dominó el norte de África e intervino en la península ibérica apoyando a la nobleza visigoda frente al rey Don Rodrigo, al que vencieron en la batalla de Guadalete, dando lugar a la ocupación y conquista musulmana de la península ibérica.
Los musulmanes prepararon una expedición hacia la península. Tariq, gobernador de Tánger, desembarcó en julio de 710 d.C. en Gibraltar para tantear el terreno y regresó en abril de 711 d.C. Rodrigo se apresuró hacia el sur y el 31 de julio atacó a la expedición musulmana en el valle de Barbate. Sin embargo, cometió el error de confiar en sus rivales, a quienes encomendó una parte importante de su ejército, y estos le abandonaron momentos antes del combate. En inferioridad numérica, fue vencido por los musulmanes.
En julio de 711, cuando Rodrigo fue vencido en la batalla de Guadalete por los musulmanes, se considera que el reino visigodo de Toledo llegó a su fin. La batalla se conoce como Guadalete porque se supone que tuvo lugar a orillas de este río. Se dice que la traición de los witizanos jugó un papel importante en el desenlace. Con la muerte del soberano, el reino de Toledo colapsó y no hubo nadie que liderara la resistencia, permitiendo que las tropas vencedoras se apoderaran de varias ciudades principales como Córdoba y Toledo. La conquista se extendió rápidamente y sin mayor resistencia, provocando el colapso de la monarquía visigoda. En menos de cinco años, los musulmanes se hicieron con el dominio del territorio peninsular, con la excepción de las zonas del Cantábrico y los Pirineos.