Ideología y bases sociales del fascismo

2)IDEOLOGÍA Y BASES SOCIALES DEL FASCISMO

2.1)La ideología fascista

La ideología fascista tenía unas carácterísticas bien definidas: Defendían un Estado totalitario con control sobre todas las esferas de la vida. Propugnaba la primacía del Estado sobre el individuo y la negación de los principios liberales como la igualdad de las personas, los derechos individuales y la separación de poderes; Apoyaba un sistema político dictatorial de partido único. Este partido se sustentaba en el principio de liderazgo, según el cual el poder recaía en un jefe con un poder carismático. El fascismo trato de moldear una sociedad asentada en los principios de la jerarquía, el orden, la obediencia y la autoridad indiscutible de un hombre excepcional. Así se establecíó el culto a la personalidad del líder; Otra carácterística era un radical anticomunismo y al principio anticapitalismo. El fascismo se planteaba una tercera vía alternativa al socialismo marxista y al capitalismo. Defendía la creación de un socialismo nacional capaz de acabar con el conflicto de clases y de atraerse tanto a las clases medias amenazadas por el proceso de concentración capitalista como los obreros, oprimidos por el miedo al desempleo y a la miseria; Manténía un nacionalismo agresivo, expansionista y militarista, que exigía una nueva posición para su nacíón en el mundo. Estas ideas expansionistas orientaban los fascismos hacia la guerra; Los fascistas eran todos racistas. En el nacismo, el racismo y el antisemitismo se convirtieron en la doctrina central, como elemento aglutinador de la unidad nacional, basada en la superioridad de la raza aria que tenía derecho a subyugar a las razas inferiores; Defendía la violencia frente a los oponentes políticos. La violencia se consideraba un valor positivo e incluso terapéutico; Los partidos fascistas pretendían movilizar a las masas y encuadrarlas en el seno del partido y el sindicato únicos y en sus milicias u organizaciones paramilitares. Las milicias del partido otorgaron gran importancia a los símbolos mítines y desfiles; También exaltaban los principios masculinos, relegando a la mujer a la crianza de los hijos y las labores del hogar.

2.2)Las bases sociales del fascismo

Los partidos fascistas nunca lograron un respaldo popular total, pero su base social, minúscula al principio, se fue incrementando paulatinamente hasta alcanzar en algunos países una gran fuerza (casos de Alemania e Italia). El fascismo resultó a sus primeros seguidores entre oficiales y combatientes desmovilizados tras la Primera Guerra Mundial cuya adaptación a la vida civil se hizo difícil. También contó con el apoyo de jóvenes activistas y ROMánticos, impresionados por la guerra y frustrados por la <ineficacia> del sistema liberal.
Después se sumaron miembros de las clases medias afectados por la crisis económica y temerosos de la expansión del comunismo; y un importante sector de la clase obrera, que encontró atractivo el mensaje extremista y violento del fascismo. El fascismo también contó con el apoyo de los grandes empresarios y terratenientes. En principio, estos financiaron a las organizaciones fascistas para usarlas como fuerzas de choque frente a socialistas y comunistas. Más tarde, las ayudaron para favorecer la instauración de un poder ejecutivo fuerte, capaz de reorganizar la economía, superar la crisis y detener la agitación obrera. Cuando los movimientos fascistas eliminaron de sus programas la demagogia revolucionaria anticapitalista, los respaldaron totalmente. La toma de poder por el fascismo y el nazismo no puede explicarse sin los apoyos que recibíó de las propias instituciones del Estado liberal: el ejército y la policía toleraron e incluso colaboraron en las acciones violentas que las organizaciones fascistas realizaban para atemorizar a sus enemigos y conquistar el poder.

3)LA Italia FASCISTA

3.1)La crisis del régimen liberal italiano

El final de la guerra tuvo en Italia graves efectos económicos y sociales. Tras la desmovilización de los soldados, el número de los desempleados se elevó a dos millones y la inflación se disparó hasta el punto de que el coste de la vida en 1919 era cuatro veces superior al de 1913. Italia se vio envuelta en una oleada de huelgas obreras para lograr el aumento de salarios y la reducción de la jornada laboral a 8 horas. También estallaron múltiples revueltas de las ligas de campesinos pobres, exigiendo la división de los latifundios y el reparto de las tierras. En los años 1919 y 1920, durante el llamado < Bienio Rojo>, las huelgas se extendieron y dieron lugar a ocupaciones de fábricas y de tierras. Esto atemorizó a los empresarios y terratenientes, así como a amplios sectores de la clase media, ante la amenaza de que se produjera una revolución de tipo bolchevique.  Además, la guerra había acrecentado la crisis del sistema de monarquía liberal y parlamentaria y de los partidos tradicionales (conservadores y liberales). En 1913 se había implantado el sufragio universal masculino y esto provocó un fuerte crecimiento de los partidos de masas (Partido Socialista y Partido Popular, de signo católico), mientras que los partidos liberales perdieron apoyo. El Partido Socialista Italiano no logró aunar a las masas obreras debido a las continuas fricciones entre sus dos sectores: los reformistas, partidarios de colaborar con grupos de izquierda liberal en el Parlamento, y los maximalistas, que defendían la revolución. La brecha entre ambas facciones se abríó con fracaso del movimiento revolucionario de 1920, y en 1921, la corriente maximalista fundó el Partido Comunista de Italia. A la inestabilidad se sumaba la frustración por los resultados de la Primera Guerra Mundial, en la que Italia luchó al lado de los aliados. El hecho de que no se cumpliesen las promesas que los demás aliados habían hecho a ese país provocó la indignación de los nacionalistas, que reivindicaban Fiume (Rijeka). El poeta D`Annunzio, junto a un grupo de excombatientes –arditi- y algunas unidades amotinadas del ejército, ocuparon dicha ciudad, pero el Gobierno italiano los obligó a evacuarla por la fuerza.



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