La Consolidación del Fascismo en Italia y el Nazismo en Alemania

La Marcha al Poder del Fascismo Italiano

Benito Mussolini lideraba el ala radical del Partido Socialista Italiano y era director del periódico ultranacionalista Il Popolo d’Italia. Rompió con el Partido Socialista por su oposición a la Primera Guerra Mundial. En 1919, fundó en Milán los Fascios Italianos de Combate, grupos ultranacionalistas paramilitares vestidos con camisas negras. Eran de procedencia muy variada y defendían las reivindicaciones nacionalistas y un programa socialista revolucionario.

Hasta 1920, el movimiento fascista era muy minoritario, pero el desprestigio del régimen parlamentario aumentó sus apoyos sociales entre las clases medias, la patronal y los campesinos propietarios, y le otorgaron la complicidad del ejército y la policía. Para consolidar estos nuevos apoyos, Mussolini cambió de táctica, fundando el Partido Nacional Fascista y reprimiendo las organizaciones obreras y campesinas utilizando incluso la violencia.

En agosto de 1922, los socialistas promovieron una huelga general que fracasó y favoreció a Mussolini, quien en un solo día consiguió destruir la amenaza socialista. En octubre de 1922, en Nápoles, se decidió la «Marcha sobre Roma», una manifestación masiva hacia la capital para pedir la inclusión en el gobierno de, al menos, seis ministros fascistas. El rey Víctor Manuel III no apoyó a su primer ministro, que exigía implantar el estado de excepción, y llamó a Mussolini para que formase gobierno.

La Etapa Parlamentaria del Fascismo

Al principio, Mussolini respetó el régimen liberal, estableciendo un gobierno de coalición y consiguiendo en el Parlamento poderes extraordinarios. Con la nueva ley electoral, el fascismo y sus aliados consiguieron ganar con un 64% de los votos y obtuvieron 404 de los 553 diputados. En 1924, fue asesinado el diputado socialista Matteotti por bandas fascistas. Mussolini impidió por la fuerza que los diputados socialistas ocuparan sus escaños en el Parlamento.

La Dictadura Fascista en Italia

Desde 1925, Mussolini desarrolló las «leyes fascistísimas» que creaban un tribunal de delitos políticos y una nueva policía secreta: la OVRA (Organización de Vigilancia y Represión del Antifascismo), la eliminación de los demás partidos políticos y de los demás sindicatos, y la implantación de la censura de prensa. Mussolini recibió poderes ilimitados y solo respondía ante el rey.

Se instauró un régimen totalitario de partido único, pero el partido se convirtió en un órgano burocrático encargado de la propaganda y de encuadrar a las masas. Todo el poder real residía en Mussolini, asistido por el Gran Consejo Fascista. En 1938, fue abolida la Cámara de Diputados y se constituyó la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones.

La firma de los Pactos de Letrán con la Santa Iglesia Católica en 1929 consolidó el régimen, poniendo fin a un litigio que el Estado italiano venía arrastrando desde su fundación. Se creó el Estado del Vaticano. Se reconocía civilmente el matrimonio eclesiástico y al catolicismo como la única religión del Estado, y la religión volvió a enseñarse obligatoriamente en las escuelas. La Santa Sede Apostólica reconoció al Estado italiano y la capitalidad de Roma.

Adoctrinamiento y Control Social Fascista

El fascismo tenía un gran interés en adoctrinar a los jóvenes y dio una gran importancia a la educación. Los maestros debían vestir camisa negra y los profesores universitarios debían jurar fidelidad al régimen. Los niños y los jóvenes entre 4 y 18 años debían formar parte de organizaciones juveniles que les daban una formación militar con disciplina y obediencia.

Mediante el Ministerio de Propaganda y el de Cultura se controlaban la cultura y los medios de comunicación. El régimen animó a las mujeres a incorporarse a la vida laboral y mejorar su preparación académica e intelectual, pero sin olvidar su faceta de esposa y madre.

El Corporativismo y el Dirigismo Económico Fascista

El fascismo optó por el corporativismo en la política laboral y económica, pretendiendo organizar la economía mediante la colaboración de las clases y eliminando los conflictos sociales. El régimen controlaba a la patronal y a los sindicatos mediante el Ministerio y el Consejo Nacional de Corporaciones. En 1927, se promulgó la Carta del Trabajo, que solo permitía los sindicatos fascistas y declaraba ilegal la huelga.

Desde 1925, aplicó una política intervencionista con gran dosis de propaganda, como la Batalla del Trigo, el desecamiento del Valle del Po, etc. Desde 1929, se optó por la autarquía, fomentando la concentración industrial y creando el Instituto para la Reconstrucción Industrial. A partir de 1936, se creó una economía de guerra.

La Alemania Nazi: Orígenes y Consolidación

En noviembre de 1918, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) proclamó la república y nombró a su líder, Friedrich Ebert, Canciller (Presidente del Gobierno), firmando un armisticio con los aliados. La Gran Depresión fue un golpe devastador para el nuevo régimen alemán.

La República de Weimar: Contexto para el Nazismo

En 1919, los socialdemócratas, con ayuda del ejército y los veteranos, aplastaron violentamente la rebelión de los espartaquistas que querían imponer un régimen bolchevique y asesinaron a sus líderes Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Se reunió la Asamblea Constituyente en la ciudad de Weimar y se estableció una república federal basada en los principios democráticos y con sufragio universal masculino y femenino. El presidente de la república se elegía cada 7 años y tenía poderes extraordinarios; nombraba al canciller con el respaldo del Reichstag (Parlamento). El primer presidente fue Friedrich Ebert.

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