La Edad Moderna en la historia de España se caracteriza por el inicio de la globalización cultural, económica y social, un proceso impulsado por los Reyes Católicos a partir del descubrimiento de América en 1492. Isabel I de Castilla (1451-1501) y Fernando II de Aragón (1452-1516) no solo culminaron la Reconquista, sino que sentaron las bases de la Monarquía Hispánica, que se consolidaría como una potencia mundial defensora de la Iglesia Católica.
1. La Unión Dinástica y el Proyecto de España
1.1. Precedentes de la Unificación
A finales del siglo XV, la península ibérica estaba fragmentada en cinco reinos principales: las Coronas de Castilla (el territorio más extenso) y de Aragón, y los Reinos de Navarra, Portugal y Granada (la última ciudad musulmana). Algunos reinos cristianos compartían intereses geoestratégicos, como la defensa contra Francia. Les unía la lengua y, en el caso de Castilla y Aragón, el gobierno de la dinastía Trastámara. Existía un proyecto de unidad que impulsó la Reconquista, buscando recuperar la cohesión perdida tras la invasión musulmana del 711.
1.2. España como Proyecto Común
El matrimonio entre Isabel y Fernando implicó la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón, sentando las bases de la política española. Cada reino mantuvo su autonomía y las instituciones propias desarrolladas durante la Reconquista, cuyo origen se remontaba al Reino Visigodo.
La integración de Castilla y Aragón en una unidad política superior se manifestó a través de la adopción de instituciones comunes (como la Inquisición o el cuerpo diplomático), que se sumaron a las ya existentes en cada reino autónomo. Su principal manifestación fue la movilización conjunta de recursos y personas de ambos territorios en empresas colectivas, identificadas con la restauración de España. El catolicismo era el fundamento de este proceso, lo que culminó en la creación de la Monarquía Hispánica o Católica.
2. Expansión Territorial y Rivalidades Internacionales
2.1. La Guerra de Granada (1481-1492) y la Lucha contra el Islam
Los Reyes Católicos incorporaron el reino de Granada (dominado por los Nazaríes), poniendo fin a la Reconquista (un proceso de casi 800 años). Esta guerra se desarrolló en varias etapas, culminando con la toma de Granada (1491-1492). Boabdil firmó las Capitulaciones de Granada, permitiendo la entrada de los Reyes Católicos en la ciudad el 2 de enero de 1492. Aunque esto puso fin a la Reconquista, la lucha contra el islam en el Mediterráneo continuó. Los piratas berberiscos, procedentes del norte de África, asolaban las poblaciones costeras, dedicándose al robo y la esclavitud. Los Reyes Católicos emprendieron la toma de plazas como Melilla, Orán, Argel y Bugía.
2.2. Las Guerras de Italia y la Rivalidad Hispano-Francesa
En 1494, se inició un frente de guerra en Italia debido a la rivalidad entre Francia y España; ambas potencias aspiraban a la hegemonía en el Mediterráneo y el control de la península itálica. Estas guerras fueron un claro ejemplo de colaboración castellano-aragonesa, ya que respondían a los intereses de la Corona de Aragón, que incluía el Reino de Sicilia y estaba vinculada a la dinastía que gobernaba el Reino de Nápoles.
El principal protagonista fue Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán, quien innovó en el arte de la guerra, reorganizó las unidades militares y convirtió la infantería en el pilar fundamental del ejército. Dividió a los soldados en compañías, creando unidades flexibles y maniobrables que permitían diversas estrategias, y las clasificó en tres tipos. Sentó las bases de los Tercios, unidades militares que gozaron de una reputación de invencibilidad hasta 1643.
La guerra estalló cuando el rey Carlos VIII de Francia (1483-1498) invadió Nápoles en 1494, apoyado por nobles contrarios a la dinastía aragonesa y tras firmar acuerdos para asegurar la neutralidad de otras potencias. Dado que Nápoles era un reino vasallo del Pontífice, España lideró una alianza antifrancesa promovida por el papa Alejandro VI en 1495, logrando la expulsión de Carlos VIII. El éxito de España fue resultado tanto de la intervención militar como de una hábil diplomacia, que forjó alianzas con otras potencias para aislar a Francia.
Los Reyes Católicos promovieron una política de alianzas matrimoniales, casando a sus hijos con herederos de Austria, Portugal (con el objetivo de incorporar el Reino de Portugal a la Monarquía Hispánica, lo que se lograría con Felipe II en 1580) e Inglaterra. El Reino de Navarra se incorporó a la Monarquía Hispánica.
3. La Política Atlántica y el Descubrimiento de América
3.1. Las Expediciones Portuguesas y la Búsqueda de Nuevas Rutas
La Monarquía Hispánica tenía dos focos políticos principales: el Mediterráneo, que respondía a los intereses heredados de la Corona de Aragón y llevó a la consolidación de la presencia española frente a Francia; y el Atlántico, escenario de la rivalidad entre Castilla y Portugal, ambas interesadas en controlar las rutas comerciales del norte de África y potenciar la cruzada contra el islam.
Las innovaciones en la navegación del siglo XV fueron cruciales:
- Embarcaciones de vela: como la carabela y la nao, ligeras y con gran capacidad de almacenamiento, idóneas para la exploración.
- Perfeccionamiento de instrumentos: como la brújula (que indicaba el norte), el astrolabio náutico y el cuadrante. Esto posibilitó la navegación de altura y la elaboración de portulanos (mapas que indicaban las costas y trazaban rutas entre puertos conocidos).
La caída de Constantinopla en 1453 impulsó los descubrimientos, debido a la necesidad de encontrar una ruta alternativa para llegar a las Indias Orientales y obtener especias, esenciales para la conservación de alimentos. Los portugueses exploraron la costa africana y fundaron factorías (establecimientos comerciales para el avituallamiento de los barcos). Portugal se consolidó así como una potencia mundial gracias al comercio de especias y seda.
3.2. El Descubrimiento del Nuevo Mundo
Su principal protagonista fue Cristóbal Colón, un ambicioso marinero de Génova. En Portugal existía una colonia de marineros genoveses que habían ofrecido sus servicios a la corona. Colón, siguiendo su ejemplo, propuso a Juan II de Portugal viajar hasta las Indias a través del Atlántico, basándose en la esfericidad de la Tierra. Juan II rechazó el proyecto, pero los Reyes Católicos lo apoyaron.
Firmaron las Capitulaciones de Santa Fe (1492), nombrando a Colón Almirante del Mar y virrey de los terrenos conquistados, y estipulando que recibiría una décima parte de las riquezas descubiertas. El 3 de agosto de 1492, partieron de Palos de la Frontera dos carabelas (la Pinta y la Niña) y una nao (la Santa María).
Avistaron tierra el 12 de octubre de 1492, en la isla de Guanahaní (Bahamas), a la que Colón llamó San Salvador. Posteriormente, exploraron La Española y Cuba. Colón regresó a España convencido de haber alcanzado Cipango (Japón).
El éxito de la empresa colombina generó recelos en Portugal, y el Papa tuvo que mediar para evitar un conflicto, publicando bulas que delimitaron las esferas de influencia de ambas potencias. Se firmó el Tratado de Tordesillas (1494), que estableció un meridiano a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, dividiendo el mundo en dos hemisferios: el occidental bajo influencia castellana y el oriental bajo influencia portuguesa.
Los viajes posteriores de Colón incluyeron:
- Segundo viaje (1494): Fundó La Isabela.
- Tercer viaje (1498): Exploró el Orinoco, Martinica y Trinidad.
- Cuarto viaje (1503): Llegó hasta Centroamérica.
Estas expediciones permitieron cartografiar el Caribe y Centroamérica, sentando las bases para su posterior conquista. Entre 1499 y 1509, Alonso de Ojeda exploró Colombia y Venezuela. En 1513, Vasco Núñez de Balboa cruzó el istmo de Panamá y descubrió el Mar del Sur (Océano Pacífico). Ese mismo año, Juan Ponce de León llegó a Florida y descubrió la corriente del Golfo.
4. La Organización Política y Social de la Monarquía Hispánica
4.1. El Establecimiento de la Monarquía Centralizadora
Isabel y Fernando afianzaron el poder de la monarquía, limitando los privilegios acaparados por la nobleza y las oligarquías urbanas, que a menudo generaban conflictos y perjudicaban al pueblo. Los monarcas prohibieron a los nobles mantener ejércitos propios y, en su lugar, crearon un ejército profesional. Limitaron la acumulación de tierras por parte de la nobleza y los incentivaron a convertirse en funcionarios al servicio del Estado, desempeñando roles como diplomáticos, consejeros o militares; es decir, se convirtieron en servidores del Estado, sometidos a las instituciones reales.
La herencia medieval hizo que su desarrollo fuera diferente en Castilla y Aragón. Castilla, con un sistema más centralista derivado de las necesidades militares de la Reconquista, fue afianzada por Isabel a través del Consejo Real. Esta institución medieval, que asesoraba al rey, fue reformada para integrar a funcionarios universitarios. De este proceso surgieron:
- Consejo Real: Encargado de los asuntos de Castilla. Se comunicaba con las ciudades a través de los corregidores, cuya función era limitar el poder de las oligarquías urbanas. Estos corregidores compartían el poder con los regidores, que gobernaban cada municipio, y con los alcaldes, encargados de la justicia, así como con los jurados o representantes de los vecinos.
- Contaduría Mayor de Hacienda: Controlaba los gastos e ingresos, rindiendo cuentas a los reyes a través de la Contaduría Mayor de Cuentas.
- Consejo de Hermandad: Responsable del orden interior, a cargo de la Santa Hermandad (considerado el primer cuerpo policial de Europa).
- Audiencia Real o Real Chancillería: Impartía justicia, con sede principal en Valladolid.
En la Corona de Aragón, fue más complejo limitar los privilegios de la nobleza y modernizar las estructuras de la monarquía. Las Cortes no eran únicas, como en Castilla, sino que existían Cortes particulares para Aragón, Cataluña y Valencia. En ellas estaban representados los tres brazos: nobleza, clero y ciudades. Mantenían el principio del pactismo medieval.
Fernando llevó a cabo tres medidas clave:
- En Cataluña, aprobó la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), que abolió los derechos feudales y liberó a los payeses de remensa (siervos de la gleba), convirtiéndolos en propietarios de sus tierras.
- Puso fin al dominio oligárquico en algunas ciudades e instauró la insaculación o sorteo de cargos municipales, para evitar la perpetuación de las mismas familias en el poder.
- Estableció el Consejo de Aragón, con representantes de Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca, Nápoles y Sicilia.
Los Reyes Católicos crearon una Monarquía Compuesta, en la que cada reino mantuvo sus propias instituciones. La soberanía residía en Isabel y Fernando, y de ellos dependían los Consejos de Castilla, Aragón y Navarra. Los virreyes gobernaban en su nombre en los territorios periféricos. Crearon instituciones comunes para toda la Monarquía Hispánica: el Consejo de la Inquisición, el Consejo de las Órdenes Militares, un ejército unificado y una diplomacia común.
4.2. La Política Económica
Los Reyes Católicos implementaron una política económica proteccionista, que fijaba precios para evitar abusos y promovía productos según los intereses de cada región. La política económica de Castilla se centró principalmente en la ganadería. La lana de la oveja merina era muy valorada, y para coordinar su explotación, los propietarios de rebaños se unieron en la Mesta, una institución que regulaba la trashumancia de animales y gestionaba las cañadas o vías de paso. Mercaderes europeos acudían a ferias como la de Medina del Campo (Valladolid) para adquirir lana, que luego era transportada a Flandes desde los puertos del Cantábrico, organizados por el Consulado del Mar. España experimentó un gran desarrollo económico, estimulando el comercio y el crecimiento demográfico.
4.3. La Unidad Religiosa
La política de los Reyes Católicos estuvo fuertemente marcada por el catolicismo, especialmente por la profunda fe de Isabel. Impulsaron una reforma católica interna para frenar los abusos cometidos por algunos sectores de la Iglesia y evitar así la expansión de la ruptura protestante. El cardenal Cisneros reformó órdenes religiosas y obispados, buscando que los titulares dejaran de ser señores feudales inmersos en luchas políticas y se convirtieran en pastores preocupados por sus fieles.
Existía una profunda desconfianza hacia los judíos y los falsos conversos (bautizados que, en secreto, seguían practicando el judaísmo, a menudo para mantener sus privilegios). Se rechazaba a los judíos por la práctica de la usura (considerada pecado por la Iglesia) y por su habilidad en los negocios, que les permitía controlar importantes puestos en las oligarquías urbanas. Las acusaciones y ataques eran frecuentes, y los reyes actuaron para evitar la violencia descontrolada. En 1481, establecieron la Inquisición (ya existente en Aragón desde el siglo XIII). Era un tribunal religioso dependiente de la Corona, con jurisdicción sobre los cristianos, encargado de investigar denuncias de herejía. Sin embargo, esto no puso fin a los conflictos sociales, y los reyes aprobaron en 1492 el Decreto de Expulsión de los Judíos que no se convirtieran en un plazo de cuatro meses. Como resultado, aproximadamente la mitad de los judíos hispánicos abandonaron España.