La Guerra Civil Española (1936-1939): Orígenes, Desarrollo Militar y Evolución de las Dos Zonas

La Guerra Civil Española (1936-1939): Orígenes y Desarrollo

La Sublevación Militar y el Estallido del Conflicto

En la tarde del 17 de julio de 1936, las guarniciones de Melilla, Ceuta y Tetuán se sublevaron contra la República. Durante la madrugada, el comandante militar de Canarias, Francisco Franco, se adhirió a la rebelión. El 18 de julio, el levantamiento se extendió por la Península.

Distribución Territorial Inicial

El norte de Castilla y León y de Extremadura, Aragón, Canarias, Galicia, Andalucía occidental, Granada y Oviedo, así como el Protectorado, estuvieron al lado de los rebeldes.

El presidente del Gobierno, Casares Quiroga, dimitió aquella misma noche. Fue sustituido por Diego Martínez Barrio, que intentó negociar con el general Mola, pero fracasó. Martínez Barrio abandonó y le sustituyó José Giral. El día 21, la situación se estabilizó y comenzó una larga contienda.

  • España Republicana: Estaba constituida por 21 capitales de provincia, entre ellas Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao.
  • España Nacional: Controlaba 29 capitales de provincia, entre ellas Zaragoza y Sevilla.

El Ejército, la Guardia de Asalto y la Guardia Civil quedaron divididos. La aviación y la marina estaban en manos de la República. El Ejército de África, en su mayoría, estuvo con los nacionales.

El Desarrollo del Conflicto: Etapas Militares

Durante los primeros meses del conflicto se impuso la guerra de columnas. Las milicias catalanas avanzaron hasta Aragón, donde fueron detenidas. La estrategia militar de los sublevados se centró en la toma de Madrid.

La Ofensiva Inicial y la Marcha sobre Madrid (1936)

En el sur, el Ejército de África logró pasar a Andalucía, desde donde avanzaron hacia el norte por Extremadura, con tropas dirigidas por el teniente coronel Juan Yagüe, tomando Mérida y Badajoz.

Para tomar Madrid, la columna del norte, dirigida por el general Mola desde Navarra, tomó los puertos de Somosierra y Los Leones, donde fueron frenados. En el norte se ocupó San Sebastián e Irún, y en el sur, el general Varela conectó Córdoba con Sevilla y Granada.

La ofensiva sobre Madrid, dirigida por Franco, se desvió para rescatar en Toledo al coronel José Moscardó, quien resistía en las ruinas del Alcázar. Los nacionales alcanzaron la Ciudad Universitaria en noviembre de 1936, fecha en la que el Gobierno republicano abandonó Madrid y se marchó a Valencia, dejando la defensa de la capital al general Miaja y a Vicente Rojo, coronel republicano, que fue nombrado Jefe del Estado Mayor.

La Intervención Extranjera y la Resistencia Republicana

La ayuda extranjera comenzó a llegar en el otoño de 1936. Los nacionales recibieron a la Legión Cóndor alemana y al Cuerpo Expedicionario italiano. Los republicanos recibieron ayuda de la Unión Soviética y de las Brigadas Internacionales. Madrid resistió y se fijó un frente a pocos kilómetros de la ciudad.

El 8 de marzo de 1937 comenzó la Batalla de Guadalajara con el objetivo de cercar Madrid, en la que participaron tropas italianas que se enfrentaron a brigadistas y tanques soviéticos. El 21 de marzo se frenó el ataque. La Batalla de Guadalajara estabilizó el frente de Madrid.

La Campaña del Norte y el Avance Nacional (1937-1938)

El bando nacional emprendió la campaña del norte. El 31 de marzo de 1937, las tropas de Mola rompieron el frente vasco. En su avance, el 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor destruyó la ciudad de Guernica. Bilbao cayó el 21 de junio de 1937. El 21 de octubre de 1937, la campaña del norte había terminado.

A la nueva ofensiva de Franco sobre Madrid a finales de 1937, los republicanos respondieron el 8 de enero de 1938 con la toma de Teruel, ciudad que después fue recuperada por los nacionales. Estos emprendieron un gran avance sobre Aragón y el norte de Castellón para alcanzar el Mediterráneo, lo que consiguieron en Vinaroz en abril de 1938.

El Final de la Guerra (1939)

En Madrid, el coronel Casado se hizo dueño de la situación e intentó negociar con Franco. El 27 de marzo de 1939, el Ejército nacional entró en Madrid sin resistencia, mientras otras unidades tomaron lo que les quedaba en el Levante. El 1 de abril de 1939, terminó la Guerra Civil, tras la lectura del último parte de guerra.

La Evolución de las Dos Zonas

La España Republicana: Revolución y División Interna

Durante la Guerra Civil, la división caracterizó la España republicana. Los distintos grupos que apoyaban a la República se enfrentaron entre sí:

  • Comunistas (PCE): Se mostraron partidarios de supeditar todos los esfuerzos al triunfo en la contienda, insistiendo en los problemas militares.
  • Anarquistas y Comunistas no estalinistas (POUM): Opinaban que no se podía ganar la guerra sin hacer la revolución.

En los primeros momentos triunfó la línea revolucionaria, pero después el PCE (Partido Comunista de España) impuso su tesis de dar prioridad al triunfo militar. José Giral formó el 19 de julio de 1936 un gobierno de izquierda moderado.

En la zona republicana se desarrolló una auténtica revolución. Sus rasgos principales fueron:

  • Existencia de comités proletarios.
  • El terror sobre religiosos, patronos, militares sospechosos y políticos de derechas.
  • La persecución contra la Iglesia.
  • La ocupación de fábricas y propiedades agrarias.

Largo Caballero llegó a la presidencia del Consejo de Ministros el 4 de septiembre de 1936 y constituyó un gobierno con comunistas y socialistas, trasladando el Gobierno a Valencia. Un suceso grave de esta etapa fueron los Sucesos de Barcelona en mayo de 1937, en el que se enfrentaron los anarcosindicalistas y los militantes del POUM contra militantes del PSUC y la Generalitat.

Tras estos sucesos, Largo Caballero se vio obligado a dimitir el 17 de mayo de 1937, ya que los comunistas y el ala derecha del PSOE le retiraron su apoyo. Azaña, después, ofreció la presidencia a Juan Negrín.

Los comunistas estalinistas españoles, agrupados en el PCE y en el PSUC, se convirtieron en los organizadores de la política republicana. Juan Negrín representaba el orden, la autoridad y la centralización frente a los anarquistas y el POUM. Cosechó fracasos militares como la Batalla de Teruel y la del Ebro, que hicieron dimitir al ministro de Guerra, Indalecio Prieto.

El Gobierno de Negrín, establecido en Barcelona, se exilió tras la caída de Cataluña. Azaña, poco después, renunció a la presidencia de la República. Negrín regresó, pero en Madrid, el coronel Casado se alzó contra el Gobierno y formó una Junta de Defensa Nacional con el general Miaja, los anarquistas y el socialista Julián Besteiro. Tras ello, Negrín abandonó España. Madrid se rindió sin condiciones y la República se desmoronó.

La España Nacional: Institucionalización y Concentración de Poder

En el otro bando, la España nacional se caracterizó por:

  1. La institucionalización de un nuevo Estado, en torno a la figura de Franco.
  2. El ejercicio de una política conservadora.

El general Sanjurjo, destinado a ser el jefe de los sublevados, falleció en accidente aéreo. En su lugar, en julio de 1936, se constituyó una Junta Militar que presidió en un primer momento el general Miguel Cabanellas. Después, el 1 de octubre de 1936, se nombró a Franco Jefe del Gobierno y Generalísimo de los Ejércitos.

El 30 de enero de 1938, Franco constituyó su primer gobierno, concentrando todo el poder legislativo y ejecutivo en la Ley de Administración del Estado. Se creó un nuevo Estado de acuerdo con los principios del catolicismo conservador, la tradición española y el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera.

Medidas Legislativas del Nuevo Estado

Se derogaron las leyes del matrimonio civil, del divorcio y toda la política reformista de la República. Incluso se creó la Ley de Responsabilidades Políticas, que penaba la colaboración con la República. La labor legislativa se completó con la Ley de Prensa, el Fuero del Trabajo y la Ley de Segunda Enseñanza.

El Apoyo Eclesiástico

Los eclesiásticos españoles, a excepción del clero vasco, apoyaron al régimen franquista. En agosto de 1937, el cardenal primado de España, Isidro Gomá y Tomás, publicó una carta colectiva de los obispos españoles, donde apoyaban a Franco y que firmaron todos menos los obispos de Tarragona y Vitoria.

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