Modelo Cibernético
El modelo cibernético se puede definir de la siguiente manera:
- Cuando cualquier organismo, incluido el humano, experimenta una tensión, su tendencia prioritaria es actuar sobre el objetivo desviado para acercarlo a su valor de referencia.
- Cuando hay un conflicto entre valores, el organismo actuará motivado por las expectativas de máxima distensión.
- Cuando el organismo no puede modificar la situación desviada, se intentará acomodar el valor a la situación. Se intentará acomodar el valor a la situación si es el valor el modificable y si la modificación del valor no provoca más tensión de la que se pretende evitar.
- Si no se puede modificar la situación ni el valor, sobrevendrán desahogos, alivios, teorizaciones para tener asumible la situación y, en definitiva, actuarán los mecanismos inconscientes contra la frustración.
Mecanismos de defensa
He aquí algunos de estos mecanismos:
- Racionalización: El individuo encuentra razones para justificarse a sí mismo ante un fracaso o una conducta reprobable.
- Proyección: Se atribuyen a los demás aquellos rasgos de nuestra conducta o carácter que consideramos indeseables.
- Identificación: Inversamente a lo que ocurre con el mecanismo anterior, el individuo se atribuye a sí mismo cualidades valiosas de otros.
- Represión: Este mecanismo, al que concede una importancia fundamental el psicoanálisis, consiste en la ocultación inconsciente de los impulsos o experiencias que provocan ansiedad.
- Sublimación: Consiste en canalizar la energía correspondiente a impulsos y deseos rechazables, empleándolos en actividades y objetos de carácter superior cultural.
- Desplazamiento: Se trata de un mecanismo especialmente importante en el caso de la agresión. La conducta agresiva, cuando no puede dirigirse contra el objeto apropiado, se desplaza hacia otros objetos y personas.
- Vuelta contra uno mismo: Importante también en relación con la agresividad, puesto que moral y socialmente se rechaza la agresión contra los demás, la agresividad se dirige contra uno mismo creando sentimiento de culpabilidad y auto humillación.
La Ocupación de Asia
Desde el siglo XVI, los países europeos habían establecido colonias en Asia. En el siglo XIX, por el contrario, el dominio de las potencias imperialistas fue total desde el punto de vista económico y político. En el continente asiático intervinieron no solo las grandes potencias coloniales tradicionales (Francia, Inglaterra, Holanda, etc.), sino también Rusia, EE. UU. o Japón. Además, las rivalidades entre potencias fueron constantes, enfrentando a Francia, Inglaterra y Holanda por el control de sureste asiático, y a Inglaterra y Rusia por Asia Central (Persia, Afganistán y el Tíbet). EE. UU. y España se enfrentaron por el dominio de las Islas Filipinas, y Japón y Rusia lucharon por el control de China.
La colonización británica se desarrolló en Asia Central y Meridional. Tras la revuelta de los cipayos (soldados indígenas del ejército británico) en 1857, el gobierno decidió sustituir la Compañía y en 1876 reorganizó la colonia. Se otorgó el Acta de Gobierno de la India, por la que se establecía una administración directa de la Corona británica. Los ingleses también tuvieron que rivalizar con Francia para anexionarse Birmania (1886) y con Rusia lucharon por el dominio de Afganistán (1880) y del Tíbet (1904).
La URSS y las Tensiones Mundiales hasta 1941
Un aspecto que no puede olvidarse es la Revolución Soviética. Hemos visto cómo las potencias capitalistas occidentales se alarmaron ante los sucesos revolucionarios de 1917 y durante algunos años intentaron combatir los progresos de la revolución. El desarrollo y la imposición del socialismo en un solo país determinaron la dirección de los asuntos exteriores soviéticos desde la muerte de Lenin. Toda esa política se orientó a defender la naciente URSS frente a todos los enemigos exteriores. La política exterior soviética pretendía hacer aparecer a la URSS como un país pacífico.
La situación sufrió un cambio drástico con el ascenso de los fascismos. Con la llegada de Hitler al poder en Alemania, tanto las estrategias globales de Hitler como las de Stalin eran incompatibles. Las potencias fascistas acabaron suscribiendo el Pacto Antikomintern. Los dirigentes soviéticos comprendieron también la importancia de la Guerra Civil Española, que fue el primer gran combate internacional contra el fascismo. Los militares sublevados contra la República Española contaron con el apoyo de las potencias fascistas de Alemania e Italia.
Stalin no dudó en suscribir un pacto con el nazismo alemán que seguramente sería duradero. Fue el Pacto de no Agresión Germano-Soviético de agosto de 1939, que llevó a la intervención de ambas potencias en Polonia y a su reparto cuando Hitler la invadió en septiembre de 1939, dando lugar al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. El pacto se rompió en verano de 1941 cuando Alemania invadió la URSS.