La Iglesia Visigoda, Concilios de Toledo y la Formación de los Reinos Ibéricos

Iglesia e instituciones eclesiásticas. Los Concilios de Toledo

Los visigodos eran arrianos, ya que habían sido convertidos a esta religión en Oriente por Ulfilas, quien también los había culturizado. Este arrianismo era una herejía cristiana, en la que se dice que Jesucristo no es propiamente el hijo de Dios, sino un intermediario entre este y los hombres, es decir, niega la misma naturaleza divina del Hijo que la del Padre.

Esta herejía fue condenada en el Concilio de Nicea (325). Sin embargo, ello no impidió su gran difusión por Oriente y que se mantuviera durante siglos, a veces con el apoyo oficial de las autoridades. En España, hasta la conversión al catolicismo, había dos Iglesias: una arriana con sus propios obispos, y una católica hispano-romana.

En el año 586 Recaredo se convierte al catolicismo. En el año 588 algunos arrianos, entre ellos algunos obispos (Sunna y Segga), se rebelan contra el rey, ya que estaba devolviendo bienes a la Iglesia católica y empieza a fundar y dotar iglesias y monasterios. Los obispos que se rebelan son castigados, desterrados y, en el caso de Segga, se le cortan las dos manos.

En el año 589 tiene lugar, con ocasión del III Concilio de Toledo, la conversión oficial del pueblo visigodo al catolicismo. Ello no impide que la propia reina y algunos obispos y clérigos se rebelen y sean condenados al destierro o perseguidos.

Este III Concilio de Toledo supone la unidad religiosa y cultural, la superioridad clara de la cultura romana sobre la germánica, la adopción a todos los niveles de la lengua latina y la creación de la idea de Hispania con una monarquía, una religión y un territorio.

Con la conversión, algunas diócesis se encuentran con dos obispos (uno católico y otro arriano), lo cual no dejó de ser un grave problema. Además, los rebeldes constituían también otro problema al que se puso fin por las armas, el destierro o la muerte de los que se opusieron a la conversión.

Consecuencias de la conversión

A partir de la conversión ocurrieron cuatro cosas:

  1. Peculiar unión Iglesia-Estado.
  2. Identificación de los intereses de la Iglesia con los del Estado.
  3. Poderes del rey en la esfera religiosa.
  4. Participación de los obispos en los asuntos seculares y civiles (políticos).

Orientación episcopal

Los obispos arrianos eran nombrados por el rey, mientras que los obispos católicos, dada la dificultad de comunicación con Roma, eran elegidos por el medio tradicional, es decir, por el clero y por el pueblo. Posteriormente pasaron a intervenir en su elección el rey y los Concilios.

A veces el rey intervenía directamente en el nombramiento del obispo, pese a la oposición del clero. En cualquier caso, la figura más importante dentro del episcopado visigodo es el Obispo de Toledo.

La iglesia visigoda tuvo un conjunto de personajes eclesiásticos destacado y que fueron declarados santos (p. ej.: San Isidoro de Sevilla).

Los Concilios de Toledo fueron Asambleas eclesiásticas en las que se tomaban decisiones que podían influir posteriormente en el mundo civil; pero en cualquier caso son asambleas de carácter eclesiástico y nacional (no universales).

Los Concilios de Toledo

El I Concilio de Toledo es anterior a la invasión visigoda de España. También hay que destacar la importancia que tiene el III Concilio de Toledo (589) por la conversión del pueblo visigodo al catolicismo, el abandono de la herejía arriana y la integración de la Iglesia católica en el engranaje político visigodo.

El mecanismo de celebración del concilio, a partir de la conversión, era el siguiente: La Asamblea era convocada por el rey, se reunían en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, su primera sesión era presidida por el rey y abierta con rezos. El rey presentaba lo que se denominaba el “tomo regio” (relación de asuntos que iban a ser examinados por el Concilio).

La segunda y tercera sesiones se dedicaban a la tramitación de los asuntos. La cuarta sesión se empleaba para dar soluciones a las cuestiones planteadas con anterioridad.

En los concilios intervenían los obispos, aunque también asistían presbíteros y algunos diáconos. Los abades de los monasterios no intervienen al principio, pero sí se observa su presencia a partir del VIII Concilio de Toledo. En los Concilios estaba prohibido charlar, reír o gritar, hechos que podían conllevar incluso la excomunión durante tres días. Se aprobaba la opinión mayoritaria y los que no estaban de acuerdo o se oponían, podían ser excomulgados durante un año.

El IV Concilio de Toledo (633) tuvo gran importancia para la consolidación del reino, en asuntos relacionados con la elección del monarca y para la participación de la Iglesia en los asuntos del Estado. Por los cánones de los Concilios se observa el alto nivel de la jerarquía eclesiástica.

También tiene destacada importancia el XIII Concilio de Toledo (683) donde, sabiendo que había entonces en España 64 diócesis, se prohíben algunos asuntos políticos, se establece el respeto a la familia del anterior rey (esposa, hijos, etc.), se pone freno a la arbitrariedad real con respecto al Aula Regia y al Oficio Palatino y se examina la rebelión política de Paulo contra Wamba. El concilio equiparó a los rebeldes políticos con los herejes.

Hubo concilios en Braga de Augusta en los que participaba la monarquía sueva. Hubo también sínodos en Barcelona, Mérida y Tarragona, entre otros lugares.

Asimismo, se observa un gran desarrollo de la cultura religiosa y de los métodos de las enseñanzas. Se aprecia también un gran desarrollo del monacato y se aprueban reglas monásticas escritas por San Leandro, San Isidoro o San Fructuoso, en las que se establece cómo debe ser el comportamiento de los monjes, se señala el mecanismo para la elección del abad, e incluso también la posible reclamación al abad o a otro obispo.

Se favorecen las donaciones a las iglesias y aparece una institución llamada Iglesia propia o patronal, la cual se encuentra bajo la autoridad del propietario fundador. No obstante, para que esta iglesia fuera consagrada y para poder disponer en ella del clero que la atienda, necesitaba la autorización del obispo. Además, el propietario podía intervenir en la elección del presbítero, tenía que contribuir al sostenimiento de la iglesia, y podía mantenerla al margen de la organización eclesiástica general. Ello provocó algunas protestas y sanciones por parte de los Concilios de Toledo.

Las herejías

Arrianismo

La herejía más importante fue el arrianismo, que fue religión confesional del Estado visigodo hasta la conversión. La idea fundamental de Arrio es que Jesucristo no era igual que el Padre y que no era eterno, sino que había sido creado en un momento determinado. Esta herejía fue condenada por el Concilio de Nicea (325), estableciéndose que el Hijo es Homoousios to patri (“Consustancial con el Padre”). Sin embargo, esta herejía se mantuvo durante mucho tiempo en Oriente. En España, con los visigodos, subsistió poco tiempo tras la conversión de Recaredo al catolicismo.

Pelagianismo

Procedente de un hereje llamado Pelagio, nacido hacia el 360 d.C. en Gran Bretaña, sus ideas fueron difundidas por España y el norte de África. Esta herejía señalaba particularmente la libertad de que disponía el ser humano en su libre albedrío para inclinarse hacia el bien o hacia el mal. Según esta doctrina, la humanidad era demasiado débil y la tendencia al pecado muy propia del hombre. Además, señalaba que la naturaleza humana era de por sí corrupta.

Priscilianismo

Representada por Prisciliano y condenada por varios concilios celebrados en Zaragoza, Braga, etc. Esta doctrina defendía un rigorismo ascético (ascetismo profundo) y tuvo gran desarrollo en Galicia. Prisciliano fue condenado parcialmente en algunas de sus doctrinas y, al no estar claras otras, llegó a ser elegido incluso obispo de Ávila. Sin embargo, el emperador lo llegó a citar en Burdeos, acusándole públicamente de ser un hombre libidinoso, maniqueísta y de que practicaba la magia en contubernios obscenos. En el Primer Concilio de Toledo (400) censuró sus ideas sobre la Trinidad, sobre el origen del mundo, sobre la reprobación que realizaba del matrimonio, sobre la consideración lícita del adulterio y sobre la abstención total de comer carne. Fue condenado en otros concilios, como el Primero de Braga (561) y el Segundo de Braga (572), donde ya parece que se había logrado la unidad religiosa. Además, se decía de Jesucristo que no era Dios, sino que era este con apariencia de ser humano.

Los cinco reinos

En la Península Ibérica, con independencia de otros territorios, con ocasión de la Reconquista, nacieron cinco reinos y se logró un equilibrio entre ellos:

  1. Reino de Asturias-León.
  2. Reino de Portugal.
  3. Reino de Castilla.
  4. Reino de Navarra.
  5. Reino de Aragón-Cataluña.

Hasta el siglo XIII, estos reinos no adquirieron una dimensión territorial definitiva (plena). El nacimiento responde a razones geográficas, culturales, políticas y como fruto del proceso de colonización y repoblación del territorio. También influye el hecho de que España es un país orográficamente muy montañoso y que está bañado por tres mares: Mediterráneo, Atlántico y Cantábrico.

Formación de la Corona de Aragón

Una cuestión particular es cómo nació la confederación catalano-aragonesa (Reino de Aragón-Cataluña): el rey de Aragón Alfonso I el Batallador tenía una obsesión, avanzar las conquistas contra los musulmanes; sin embargo, fruto de su matrimonio con Urraca, no tuvo hijos.

En su testamento designó como herederos al trono a las órdenes militares creadas en Tierra Santa; sin embargo, el testamento resultaba inaplicable, por lo que surgieron diversas reacciones:

Navarra, asociada a Aragón, consideró el testamento inaceptable e incompatible con sus libertades; proclamó entonces rey a un nieto del Cid Campeador, García Ramírez, independizándose de nuevo.

Ante las dificultades que conllevaba la aplicación del testamento, se le pide al hermano de Alfonso I el Batallador que asuma la corona. El hermano era Ramiro, pero el problema es que Ramiro era monje y además obispo. Se pidió permiso a la Santa Sede y, temporalmente, Ramiro pasó a ser rey.

Contrajo matrimonio con Inés de Poitiers, tuvo una hija llamada Petronila, y esta fue prometida en matrimonio con 3 años a Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona y Príncipe de Cataluña. Ramiro el Monje (el rey Ramiro II) renuncia al trono y regresa a la actividad monacal.

La unión territorial de Cataluña y Aragón se realizó de una manera personal, sin que se fundieran las instituciones.

La conquista de sucesivos territorios por reyes posteriores dio lugar al Reino de Mallorca, el Reino de Valencia, el Reino de Nápoles y Sicilia, y la isla de Cerdeña, incorporados a la Corona de Aragón.

Los territorios vascos: Guipúzcoa, Álava y Vizcaya, estuvieron vinculados a Navarra o al Reino de Castilla.

El Reino de Castilla se unió con el de León, volvieron a ser reinos independientes y en un determinado momento volvieron a unirse ambas Coronas en una sola, con instituciones unificadas.

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