La Restauración Borbónica en España: Claves del Sistema Político, Nacionalismos y el Impacto del 98

La Restauración Borbónica en España: Sistema Político, Nacionalismos y Crisis Finisecular (1874-1923)

El Sistema Político de la Restauración (1874-1923)

Estándar 79: Elementos Fundamentales del Sistema Político Canovista

En 1874, se restauró la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, implantándose en España un régimen liberal-conservador. Tras la etapa convulsa del Sexenio Democrático y el fracaso de la Primera República, las clases conservadoras recuperaron el control del poder. El artífice de este nuevo sistema político, conocido como la Restauración, fue Antonio Cánovas del Castillo.

El sistema político canovista se asentó sobre las siguientes bases:

  • La Constitución de 1876: Establecía un sistema parlamentario liberal basado en la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, siguiendo los principios del liberalismo moderado.
  • El Bipartidismo: Caracterizado por la alternancia pacífica entre los dos grandes partidos dinásticos: el Partido Conservador, liderado por Cánovas y organizado en torno a sectores más tradicionales y conservadores; y el Partido Liberal, liderado por Sagasta, que reunía a antiguos progresistas, unionistas y algunos republicanos moderados.
  • Defensa de la Monarquía y el Estado Liberal: Ambos partidos defendían la monarquía, la Constitución y la consolidación de un Estado liberal, unitario y centralista.
  • La Corona como Árbitro: La Corona ejercía como árbitro en la vida política y garantizaba la alternancia entre los dos grandes partidos.
  • Supremacía del Poder Civil sobre el Militar: Para evitar pronunciamientos militares o la movilización revolucionaria, se potenció el papel del rey como símbolo y cabeza visible del ejército.
  • El Turnismo: La alternancia en el poder entre los partidos dinásticos quedaba garantizada por la corrupción del sistema electoral, el fraude y el caciquismo. El funcionamiento real del sistema estaba en manos de la oligarquía y los caciques locales.

El nuevo sistema político ideado por Cánovas contó con el respaldo de la oligarquía terrateniente, la burguesía comercial y gran parte del ejército. Aunque durante el primer periodo la oposición fue débil, pronto aparecieron nuevos elementos contrarios al sistema: a la derecha, los carlistas; y a la izquierda, los republicanos y el movimiento obrero. A estos se sumarían los regionalismos y nacionalismos periféricos que surgieron en este periodo, especialmente tras el Desastre colonial de 1898.

Cánovas tuvo que enfrentarse, para poder establecer un nuevo sistema político, a la pacificación interior y exterior del país, terminando con la Guerra Carlista y la Guerra de Cuba. En 1876, el ejército carlista fue derrotado y los fueros abolidos. En 1878, se firmó la Paz de Zanjón, poniendo fin a la guerra con Cuba, aunque el nacionalismo cubano y los intereses estadounidenses en la isla reanudarían la guerra en 1895.

Una vez pacificado el país y aprobada la Constitución, el sistema de Cánovas funcionó con regularidad hasta 1898, momento en que el impacto de la crisis colonial erosionó a los partidos del turno e intensificó las fuerzas de oposición. Aunque la crisis de 1898 no puso fin al sistema, este se mantuvo en medio de continuas crisis e inestabilidad política hasta 1923, cuando el general Miguel Primo de Rivera puso fin al orden constitucional y al régimen político ideado por Cánovas.

El Auge de los Nacionalismos Periféricos

Estándar 83: Origen y Evolución del Catalanismo, Nacionalismo Vasco y Gallego

El origen de los regionalismos y nacionalismos como movimientos políticos debe buscarse en la negativa del sistema canovista a aceptar otros intereses que no fueran los de los partidos del turno (Conservador y Liberal). Los más importantes son:

  • El Nacionalismo Catalán:

    En el siglo XIX, se reavivaron los sentimientos de diferenciación política y cultural con respecto a otras regiones de España. A ello contribuyeron determinados factores económicos como el desarrollo del proceso de industrialización y el avance de la urbanización en Cataluña, en contraste con el resto del país, más agrario, rural y atrasado. Los momentos que configuraron la formación del regionalismo y del nacionalismo catalán fueron los siguientes:

    • La aparición de la Renaixença: Un movimiento intelectual, literario, apolítico y de carácter burgués surgido a partir de los años treinta del siglo XIX. Su propósito consistía en difundir el pasado de Cataluña y recuperar sus señas culturales, especialmente la lengua.
    • La actividad de Enric Prat de la Riba: Quien redactó su programa conocido como las Bases de Manresa, donde se pedía un régimen de autogobierno para Cataluña y se proponía un reparto de funciones entre el poder estatal central y el poder regional autónomo. Prat de la Riba era miembro de la burguesía católica e industrial y, por tanto, conservador.
    • La formación de la Lliga Regionalista en 1901: Surgida tras el acuerdo de varios grupos catalanistas moderados, entre los cuales se encontraba Prat de la Riba. El equipo dirigente de la Lliga quedó encabezado por Francesc Cambó, como líder principal, y por el mismo Prat de la Riba como ideólogo de mayor valía. Este nuevo partido era burgués, católico, posibilista, moderado, de marcado carácter conservador y distanciado de posiciones independentistas. Los dos objetivos primordiales del programa de la Lliga consistían en demandar la autonomía política de Cataluña dentro del Estado español. Sin embargo, los propósitos de la Lliga colisionaron con el cerrado centralismo de los gobiernos de la Restauración.
  • El Nacionalismo Vasco:

    Los signos diferenciales que identifican, en términos objetivos, a la nación vasca son el idioma euskera (aunque estaba limitado al ámbito rural y, por tanto, con escasa difusión entre la burguesía), los fueros históricos perdidos en 1876 y la rápida industrialización de Vizcaya, que estaba cambiando la economía y la cultura tradicionales.

    El Partido Nacionalista Vasco (PNV) fue creado en 1895 por Sabino Arana Goiri, quien formuló los fundamentos teórico-ideológicos del PNV, con fuertes raíces carlistas y claramente conservador. Su lema era “Dios y ley vieja”. Sus principios ideológicos son:

    • Separación de España y creación de un País Vasco con gobierno propio.
    • Exaltación de la etnia vasca, así como rechazo de los inmigrantes, en su mayoría obreros industriales procedentes de fuera de las provincias vascas. Se rechazaba la “españolización”, mostrando al principio un fuerte radicalismo antiespañol.
    • Integrismo religioso católico y absoluta negación de cualquier otra religión no católica. Aquí se observa de qué forma el carlismo se encuentra en la raíz del nacionalismo vasco.
    • Apología del mundo rural vasco, en trance de desaparición, como modelo cultural mítico, idealizado, sin castellanizar y sin «contaminar» por ideas modernas como el liberalismo, el socialismo o el librepensamiento.

    Desde el punto de vista social, durante los primeros años del PNV, la gran burguesía industrial, financiera y comercial vasca se distanció del nacionalismo debido a su radicalismo. Por ello, desde comienzos del siglo XX, evolucionó hacia posiciones más moderadas.

  • El Nacionalismo Gallego:

    El nacionalismo gallego se desarrolló de forma mucho más lenta y con menor arraigo social, debido al atraso económico de la región y a una burguesía reducida. Una generación de intelectuales, eruditos y poetas, entre los que se encontraban Rosalía de Castro, rescataron y difundieron la lengua gallega como lengua literaria, impulsando así el resurgimiento (O Rexurdimento) cultural de la región durante el último cuarto del siglo XIX. El galleguismo político tuvo un desarrollo más lento. En 1889, Manuel Murguía, esposo de Rosalía de Castro, fundó la Asociación Regionalista Galega, de tendencia tradicional.

El Movimiento Obrero y Campesino en la Restauración

Estándar 84: Corrientes Ideológicas y Evolución (Último Cuarto del Siglo XIX)

El movimiento obrero se manifestó como una actividad política y social de obreros y campesinos con el fin de defender sus derechos y mejorar su situación, opuesta frontalmente a todo el sistema de la Restauración. En España, adquirió madurez y extensión organizativa a partir del Sexenio Democrático (1868-1874).

Las dos corrientes mayoritarias fueron el marxismo y el anarquismo. La que adquirió más difusión fue el anarquismo, introducido por Fanelli, discípulo de Bakunin, quien creó en Madrid y Barcelona la sección española de la AIT (la Federación Regional Española) en 1870.

  • La Corriente Marxista:

    Se formó en torno al grupo madrileño, que entró en contacto con Paul Lafargue, yerno de Marx, en 1871.

  • La Corriente Anarquista:

    Significaba la separación del mundo obrero de la política oficial, como consecuencia de la deslealtad de los políticos para cumplir las promesas de mejora social hechas en la Revolución de 1868, La Gloriosa o Septembrina. El área geográfica de este anarquismo coincidía en general con la del movimiento cantonal de 1873, esto es, el tercio mediterráneo de la Península desde los Pirineos hasta el Guadalquivir, y en especial Barcelona, Zaragoza y las provincias de la Baja Andalucía.

Los conflictos y las revueltas agrarias fueron una constante en la historia española durante todo el siglo XIX. El aumento de la población agraria asalariada, sin una relación entre los recursos y el trabajo, provocó un grave problema social, sobre todo en Andalucía. El jornalerismo era mayoritario y los años de malas cosechas provocaban situaciones de hambre crónica y sumían en la miseria a miles de campesinos.

La consiguiente represión gubernamental y, sobre todo, las luchas internas debilitaron la organización, de forma que a finales del siglo XIX el movimiento obrero anarquista español, al igual que en el resto de Europa, se encontraba sin salida y limitado a grupos terroristas incontrolados que llevaban a cabo la “propaganda por el hecho”. En respuesta a esta situación, con el cambio de siglo se produjo una reforma doctrinal y práctica: el anarcosindicalismo, por la que se dejaba de lado la acción revolucionaria para aceptar una acción colectiva, encuadrando al proletariado en una organización sindical.

La otra tendencia del movimiento obrero fue la socialista, que en 1874 estaba limitada a unos núcleos reducidos de seguidores del marxismo. Era una asociación clandestina al estar en el periodo de la Restauración. En mayo de 1874, Pablo Iglesias empezó a darse cuenta de la necesidad de promover la participación política del proletariado, lo que llevó a que el 2 de mayo de 1879 se fundara el PSOE (Partido Socialista Obrero Español).

El PSOE tenía tres bases como condiciones imprescindibles para el triunfo del proletariado:

  1. Reunía lo esencial de la teoría de la lucha de clases marxista: la posesión del poder político por la clase trabajadora y la transformación de la propiedad privada de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común.
  2. La abolición de las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores dueños del fruto de su trabajo.
  3. La pugna por los derechos de asociacionismo, de reunión, de libertad de prensa, sufragio universal, jornada laboral de ocho horas, igualdad salarial de género, entre otras medidas.

El Impacto del Desastre del 98 en España

Estándar 89: Consecuencias Económicas, Políticas e Ideológicas de la Crisis de 1898

Después de las humillantes derrotas frente a Estados Unidos y con la firma del Tratado de París (diciembre de 1898), España cedía a la nación norteamericana Puerto Rico, Filipinas y las islas de Guam, y reconocía la independencia de Cuba. Por su parte, el resto de posesiones españolas en el Pacífico (Islas Marianas, Palaos y Carolinas) fueron vendidas a Alemania al año siguiente. Esta pérdida de colonias se conoce como el Desastre del 98 y supuso el reconocimiento del desmantelamiento definitivo de aquel imperio centenario “donde no se ponía el sol”.

En cuanto a las consecuencias del Desastre del 98, podemos agruparlas en:

  • Económicas:

    España perdió los mercados latinoamericanos y las materias primas baratas para la industria catalana, lo que llevó a que la burguesía catalana y vasca no confiaran en el régimen de la Restauración y se volcaran hacia posturas nacionalistas. Se produjo además una repatriación de capitales coloniales. Este regreso de dinero tras 1898 supuso que España pasara a tener un superávit, lo que se tradujo en un saneamiento de la situación de la Hacienda y favoreció el desarrollo industrial.

  • Políticas:

    Desde un punto de vista político, no se produjo una gran crisis de gobierno, sino que surgió el ideal de regeneración dentro del sistema canovista de la Restauración. Así, los dos grandes partidos dinásticos siguieron alternándose pacíficamente en el poder (turnismo), liderados por José Canalejas y Antonio Maura, quienes pretendían la regeneración del sistema mediante la llamada “revolución desde arriba”.

  • Ideológicas:

    Las mayores repercusiones fueron en este ámbito. Dentro de la población, la derrota de 1898 supuso un fuerte impacto psicológico, una crisis moral e ideológica, que arraigó el pesimismo en el país. La principal expresión de este descontento fue el Regeneracionismo, un movimiento cultural e intelectual que defendía la necesidad de un cambio en profundidad, una “regeneración” del país. En este sentido, destacaría Joaquín Costa.

  • Culturales:

    Este desastre colonial también fue el origen de la llamada Generación del 98, un grupo de escritores con una gran preocupación por España, entre los que destacarían Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja, Antonio Machado, etc.

Junto a las consecuencias ideológicas, otras de las más importantes fueron el fortalecimiento de los nacionalismos periféricos, por un lado, y el resentimiento del estamento militar, que tendría consecuencias en el futuro. Los movimientos nacionalistas catalanes y vascos (el gallego en menor medida) extendieron sus ideas y su influencia, a la vez que empezaron a tener reivindicaciones culturales y políticas. De hecho, a raíz del Desastre del 98, comenzaron a organizarse en partidos políticos (Lliga Regionalista y PNV), que se convertirían en una importante fuerza opositora al sistema de la Restauración.

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