Orígenes, Desarrollo y Legado de la Segunda Contienda Mundial

Antecedentes

El Tratado de Versalles y las crisis económicas de los años treinta fueron decisivos, debido a la humillación y el caos económico que sufrió Alemania, así como por el fuerte resentimiento nacionalista contra Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Estas crisis económicas facilitaron la instalación de gobiernos totalitarios en varios países y fomentaron, aun en los antiguos aliados, formas de nacionalismo exacerbado que entorpecieron los intentos de colaboración internacional y de paz. Otro factor fundamental fue la división ideológica entre el nazifascismo de Alemania e Italia y las democracias occidentales. Estas últimas proclamaban y practicaban el ejercicio de libertades políticas y religiosas de sus ciudadanos, el derecho al voto, a la formación de partidos políticos y de oposición, y el respeto en las elecciones a la voluntad popular. Frente a este sistema democrático, los regímenes totalitarios proclamaban la supremacía del Estado sobre el ciudadano, imponían una ideología única: la del partido, y ahogaban cruelmente toda libertad individual. La Unión Soviética pretendía propagar su revolución comunista y recuperar los territorios perdidos en 1917. Por ello, no se enfrentó a Alemania desde el comienzo, con el propósito de que el nazismo y las democracias se exterminasen mutuamente en un conflicto, para imponerse después. La política expansionista de Alemania, Italia y Japón amenazaba el predominio colonial de las potencias favorecidas con las resoluciones de Versalles. Hitler anexó Austria en 1938, en medio del delirio de la mayoría de la población, que en un plebiscito ratificó la unión. Luego fue Checoslovaquia, que en gran parte había pertenecido a Alemania hasta la Primera Guerra Mundial. Por su parte, Italia había conquistado Etiopía en África y Albania en Europa, y Japón hacía lo propio con Manchuria e iniciaba la invasión de China. Estas tres potencias se unieron en un pacto llamado Eje Roma-Berlín-Tokio. Esto acentuó la enemistad entre Estados Unidos y Japón, por sus respectivas ambiciones colonialistas en el Pacífico y el Lejano Oriente.

Causas Inmediatas de la Guerra y el Pacto de No Agresión Germano-Soviético

El Pacto de No Agresión entre Alemania y la Unión Soviética (agosto de 1939) sorprendió al mundo, pues dos potencias de ideologías contrarias y enemigas acordaron abstenerse de toda guerra y de integrar bloques contrarios a una u otra nación. Además, por una cláusula secreta, acordaron distribuirse las regiones de Polonia que les habían pertenecido hasta el término de la Primera Guerra Mundial. Con esta alianza, Gran Bretaña y Francia quedaron sin el apoyo de Rusia, y Alemania quedó libre para continuar su expansión territorial. Garantizada la neutralidad soviética, Alemania procedió a invadir Polonia, ante lo cual Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania. Italia, debido a su pacto con Alemania, entró en la guerra del lado de esta última.

Desarrollo del Conflicto

La Guerra Relámpago: Ofensiva Alemana

El ejército alemán ocupó rápidamente toda Polonia, que desapareció repartida entre Alemania y la URSS; esta última aprovechó para ocupar las repúblicas bálticas (Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania) que habían pertenecido al Imperio Ruso. Luego, Alemania ocupó Dinamarca y Noruega (abril de 1940) y, al mes siguiente, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, para caer luego sobre Francia. Un nuevo gobierno —el de Vichy—, formado por el anciano mariscal Pétain (héroe de la Primera Guerra Mundial), firmó el armisticio con Alemania (22 de mayo). Muchos franceses rehusaron someterse y lucharon clandestinamente en suelo patrio —los llamados maquis— o se unieron al general Charles De Gaulle, quien organizó en Gran Bretaña los grupos de resistencia de la Francia Libre. Gran Bretaña, sola frente a Alemania, resistió heroicamente bombardeos diarios de la aviación alemana y de los cañones de largo alcance que desde el continente arrojaban bombas V-2. El primer ministro Winston Churchill mantuvo unido al pueblo en aquel período, quizás el más difícil de la historia inglesa, en el que solo hubo lágrimas, sudor y sangre. Las tropas italianas, con ayuda alemana, ocuparon Yugoslavia y Grecia. Los gobiernos pronazis de Rumanía y Bulgaria permitieron la ocupación de sus países por las tropas italo-alemanas. En África, fuerzas combinadas de Alemania e Italia, dirigidas por el mariscal Rommel, avanzaron desde la colonia italiana de Libia hacia el Canal de Suez; los británicos los detuvieron con dificultad.

Operación Barbarroja: Alemania Invade la Unión Soviética

Sin previa declaración de guerra y entusiasmado por los triunfos relámpago, Hitler ordenó atacar a Rusia (junio de 1941). Rápidamente, las fuerzas de tierra y aire ocuparon todo el sur hasta la ciudad de Stalingrado, la cual resistió bajo el mando del general Zhúkov. Por el norte, Leningrado (actual San Petersburgo) fue también sitiada. Al finalizar 1941, Alemania e Italia triunfaban en Europa, y el conflicto se hacía mundial al intervenir Japón y Estados Unidos.

La Ofensiva Japonesa en el Pacífico

El gobierno de Franklin D. Roosevelt venía ayudando a Gran Bretaña en su lucha contra Alemania mediante el suministro de víveres y armas. En agosto de 1941, Roosevelt y Churchill emitieron la Carta del Atlántico, un conjunto de principios para un reordenamiento democrático del mundo, lo cual revelaba el compromiso mutuo de ambos gobiernos, pese a la declarada neutralidad de Estados Unidos. Igualmente, China recibía ayuda norteamericana en la lucha que sostenía contra la invasión japonesa, lo cual hizo más críticas las relaciones entre los gobiernos de Washington y Tokio. El 7 de diciembre de 1941, Japón atacó la base norteamericana de Pearl Harbor. El sorpresivo ataque indignó a la opinión pública; el Congreso de los Estados Unidos declaró que existía un estado de guerra contra Japón. Gran Bretaña también le declaró la guerra. El conflicto ya era mundial. Los japoneses ocuparon las colonias británicas, francesas, holandesas y norteamericanas en el Pacífico. Con extraordinario armamento y sorpresivos ataques, se adueñaron del archipiélago de Indonesia, la Indochina francesa, Tailandia y las colonias inglesas de Birmania y Malaca, así como las Filipinas, Guam y otras islas norteamericanas. Hacia mediados de 1942, la expansión japonesa llegaba hasta la mitad del Pacífico y amenazaba con tomar Australia.

La Contraofensiva de los Aliados

En Rusia, los alemanes fueron rechazados en Stalingrado durante el crudísimo invierno de 1942-1943 —lo que se considera un punto de inflexión decisivo en la guerra—, y el Ejército Rojo inició la contraofensiva. En África, los Aliados vencían a Rommel en la batalla de El Alamein (noviembre de 1942). Desde el norte de África, los Aliados pasaron a Italia. El régimen fascista de Mussolini se derrumbó y los Aliados pudieron entrar en Roma (junio de 1944). El Día D (6 de junio de 1944), los Aliados, al mando del general Eisenhower, desembarcaron en Normandía, iniciando la liberación de Francia. Alemania se vio atacada desde tres frentes: Rusia, Italia y Francia. Los bombardeos aliados arrasaron las zonas de fábricas de armamentos y bases del territorio alemán, pero también se arrasaron ciudades sin ninguna justificación militar aparente. La rendición de Alemania tuvo lugar el 7 de mayo de 1945. Berlín había caído días antes bajo tropas soviéticas, británicas, norteamericanas y francesas. Hitler y algunos de sus más íntimos colaboradores se suicidaron a fines de abril. El alto mando alemán no pudo lograr ningún armisticio; tuvo que rendirse incondicionalmente. La guerra había finalizado en Europa.

La Bomba Atómica y el Fin del Conflicto

Japón prosiguió la lucha. Desde 1943, la expansión japonesa había sido frenada en el Pacífico; los Aliados, dirigidos por el general norteamericano Douglas MacArthur, recuperaron las Filipinas y otras islas, mientras los británicos hacían retroceder a los japoneses en Birmania. Pero la guerra parecía interminable, al pretender saltar de isla en isla hasta el corazón de Japón, y la declaración de guerra de la Unión Soviética a Japón no gustaba a los otros Aliados. Para abreviar el conflicto, el presidente de Estados Unidos decidió arrojar la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima (6 de agosto de 1945), que destruyó las tres cuartas partes de las edificaciones. De modo inmediato, a consecuencia de la explosión nuclear, pereció una cuarta parte de la población de la ciudad. Tres días más tarde fue arrojada otra sobre Nagasaki. Ante ello, Japón se rindió y sus islas fueron ocupadas.

Conferencias y Acuerdos de Paz

La Conferencia de Yalta

En febrero de 1945, próxima a finalizar la guerra, se reunieron en la ciudad rusa de Yalta el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, el primer ministro británico Winston Churchill y el líder soviético Iósif Stalin. Allí, los tres grandes acordaron dividir a Alemania, liquidar el nazifascismo y crear un organismo internacional para evitar futuras guerras. Al parecer, Stalin logró concesiones secretas respecto de China.

La Conferencia de Potsdam

Cuando terminó la guerra con Alemania, se reunieron en la ciudad alemana de Potsdam: Iósif Stalin, el presidente estadounidense Harry S. Truman (sucesor de Roosevelt, quien había fallecido) y el nuevo primer ministro británico Clement Attlee, para acordar la forma de vencer totalmente a Japón y sobre la reestructuración de Europa. Como resultado de dichos acuerdos, los vencidos perdieron territorios: Alemania quedó reducida y dividida en cuatro zonas de ocupación administradas por los norteamericanos, británicos, franceses y soviéticos. La capital, Berlín, fue igualmente dividida entre los cuatro vencedores. Italia perdió porciones limítrofes de su territorio y todas sus colonias. Japón fue despojado de todo lo conquistado durante la guerra y también de Manchuria y Corea. Algunas de sus islas fueron entregadas a la Unión Soviética. La más beneficiada de las vencedoras fue la Unión Soviética, que obtuvo el reconocimiento de los países bálticos ocupados, parte de Rumanía y el este de Polonia, país que a su vez obtuvo regiones de Alemania.

El Juicio de Núremberg

El Juicio de Núremberg pretendió dar un ejemplo al mundo. Los Aliados acusaron a 21 dirigentes nazis de ser criminales de guerra por haberla causado y por los atropellos cometidos contra los judíos y los pueblos ocupados. De ellos:

  • 11 fueron sentenciados a muerte y ahorcados.
  • 7 fueron condenados a diversas penas de prisión.
  • 3 fueron absueltos.

En el resto de Alemania y Europa, otros tribunales nacionales juzgaron y sentenciaron a los miembros destacados de los partidos nazis y fascistas. En Japón, otros tribunales condenaron a Tojo y a otros líderes. Por primera vez en la historia, los vencedores se constituían en jueces de los vencidos. Sin embargo, a los pocos años todos los nazis que quedaban en prisión fueron liberados, a excepción de Rudolf Hess, una de las principales figuras del nazismo.

Consecuencias de la Guerra

La Segunda Guerra Mundial trajo consigo varias consecuencias fundamentales:

  • La bipolaridad mundial entre las superpotencias norteamericana y soviética, que representaban visiones ideológicas antagónicas.
  • El desarrollo de la Guerra Fría entre las dos potencias.
  • La creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
  • El proceso de descolonización en África y Asia.

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